China: núcleos budistas de oriente (220-589)
ALEJANDRO TAPIA VARGAS
Si bien el budismo aún no se estableció firmemente en China durante la dinastía Han, sí penetró en diferentes regiones del territorio asiático. Fue durante los trescientos años siguientes a la caída de los Han, con un territorio fragmentado y reinos efímeros, cuando el budismo germinó en China. El ambiente social propició incursiones humanas, contactos comerciales y el desarrollo de nuevas ideas. Así, centros budistas emergieron a lo largo del territorio del mundo civilizado chino (huaxia).

Caída de los Han y la China dividida.
El fin de la dinastía Han se debió a una serie de crisis sociales concatenadas que acontecieron desde finales del siglo II de nuestra era hasta los primeros años del III: crisis agrícolas e impositivas, emperadores infantes, eunucos conspiradores, un emperador tirano (Huan), revueltas campesinas y guerras de caudillos. A finales del año 220 e.c., el emperador Xian fue forzado a abdicar en favor de Cao Pei. Esto dio inicio al Periodo de los Tres Reinos (220-280): los Wei, al norte (liderados por Cao Pei); los Wu, al sureste, con Jiankang (actual Nanjing) como su capital, desde donde dominaron a los pueblos viet de la montaña; y el tercer reino, Shu-Han, al suroeste, en el actual Sichuan.

No repasaremos este periodo histórico en detalle. Baste mencionar algunas líneas generales. El trono Wei (uno de los Tres Reinos) fue usurpado por uno de sus generales, quien fundó una nueva dinastía conocida por los historiadores como la Jin Occidental (265-316). Esta dinastía subyugó a los Wei y tuvo como capital a Luoyang.
En 304, un jefe Xiongnu se proclamó independiente al norte. En 311, cayó Luoyang, y en 316, Chang’an (actual Xi’an) también fue tomada. Fuerzas militares, minorías étnicas y nómadas del norte y el oeste se involucraron en innumerables guerras civiles que formaron distintos reinos durante el siglo IV.
Al sur del Yangzi (en la actual Nanjing, entonces llamada Jiankang) prosperó el reinado de Jin Oriental (317-420). Dio cabida a grupos originarios del sur, chinos étnicos y refugiados del norte. Durante este tiempo el papel se consolidó como material de escritura, reemplazando gradualmente a la madera, el bambú y la seda; lo que, junto con el comercio, favoreció el desarrollo de la caligrafía, poesía, pintura, música y la producción manuscrita de libros. Se ha propuesto que, para entonces, Nanjing era la ciudad más grande del mundo. Un importante centro comercial bajo su influencia estuvo ubicado en el valle del río Rojo en las cercanías de la actual Hanoi (sí, en el Vietnam actual). A esta dinastía le sucederían una serie de dinastías: Liu Song (420-479), Qi (479-502), Liang (502-557) y Chen (557-589).
Al norte, en el 386 y en las tierras seminómadas, el clan Tuoba (perteneciente al pueblo xianbei) estableció la dinastía Wei del Norte (386-534). Su líder, que anteriormente gobernaba el estado de Dai en la frontera china, se proclamó emperador y estableció su capital cerca de la actual Datong (provincia de Shanxi). Desarrollaron una base agrícola con poblaciones sometidas, incluyendo chinos Han y otros grupos étnicos del norte, que abarcaba territorios del actual norte de Corea. Se calcula que más de un millón de personas fueron reubicadas bajo el dominio de los Wei del Norte. Distribuyeron tierras ‘per capita’ (juntian) en el siglo V. Poseyeron millones de cabezas de ovejas, caballos y camellos para el comercio, dedicándose también a la cría de ganado y la cetrería. Para el 494 reubicaron su capital en Luoyang; erigieron un templo a Confucio, adoptaron el idioma chino en asuntos oficiales y hasta en nombres propios (Tuoba cambió a Yuan, por ejemplo) y se tradujeron al xianbei innumerables libros.
El poder militar de los xianbei estuvo centrado en las Seis Guarniciones, ubicadas en la parte más alta de los recodos al norte del río Amarillo. Estas guarniciones vigilaban la frontera con las estepas al sur del desierto de Gobi. Allí, en el 524 estalló una rebelión que duró varios años, contribuyendo a la inestabilidad del régimen. Para el 534, la dinastía Wei del Norte se dividió en dos estados rivales: la dinastía Wei Oriental (534-550) y la dinastía Wei Occidental (535-557). Estas fueron posteriormente reemplazadas por las dinastías Qi del Norte (550-577) y Zhou del Norte (557-581), respectivamente. Durante este período existieron tensiones entre las tradiciones xianbei y las prácticas administrativas chinas, con algunos líderes favoreciendo un retorno parcial a costumbres xianbei. Finalmente, en 581, Yang Jian, un general al servicio de la dinastía Zhou del Norte, fundó la dinastía Sui que, en 589, completaría la reunificación de China tras conquistar el sur. Detengámonos.

El dao
El fin de la dinastía Han además de una crisis social y económica, trajo una crisis de pensamiento. La daojia (o Escuela del Camino) dejó de ser considerada relevante para la gobernanza y la atención se dirigió hacia el Zhuangzi, una colección de textos que valoraba la vida retirada de los cargos públicos y en la que la reconciliación con la muerte era el corazón de su filosofía. Los eruditos se cuestionaron el estudio de los cinco clásicos y se interesaron por el Xuanxue (Aprendizaje Misterioso o ‘metafísica’), retomaron los textos de Lao-Tsé, Zhuangzi y el I-ching. Respuestas como la paradójica «nada» de Lao-Tsé, se consideraron explicaciones del origen del universo. Discusiones sobre el «ser» y «no ser» tomaron relevancia. Se fundaron monasterios para estudiar la inmortalidad. Ruan Ji (210-263), uno de los famosos «siete sabios del bosque de bambú», fue característico por su cinismo y desdén hacia la ceremoniosidad confuciana, y por propiciar la hipocresía. A partir de esta época, el Zhuangzi y el comentario de Guo Xiang (muerto en 312) se incluyeron dentro del canon literario Daojia (la Escuela del Camino), junto con el Laozi y su comentario de Wang Bi, muerto en 249.
Presente entre las clases populares y desde mediados del siglo II, una secta atribuida a Zhang Daoling (34-156) se conformó en Doctrina del Camino (daojiao). No como una escuela de pensamiento sino como una creencia, con prácticas rituales, con ideas sincréticas y ancestrales sobre el emperador amarillo, Lao-Tsé y el yin-yang.
¿Y la sangha?
También durante este ambiente de división, guerras, usurpaciones y nuevos sistemas de pensamiento, se le dio consideración al Buda. No se dio de una manera lineal ni unívoca ni oficial; emergió por distintas regiones y de diferente manera.

Al extremo noroeste.
Por la ruta de la seda y para el siglo IV, Kutcha, khotan y Dunhuang (en los márgenes del desierto de Taklamakán) fueron escala necesaria de misioneros y comerciantes laicos budistas hacia el interior de China. Estos centros se beneficiaron tanto de los bienes que se mercaban ahí, como de la doctrina. Sutras, imágenes del buda y bodhisattvas entraron por esta vía. Se comerció con la traducción de textos. Y con el paso del tiempo se establecieron templos, cuevas, y estructuraron ceremonias. Fue a mediados del siglo V que estos sitios se establecieron como santuarios budistas; además de Kasgar, el complejo de cuevas de Kizil (al este de Kucha) y la ciudad de Gaochang (o Kocho en Turfan).
Los monasterios cumplieron distintas funciones: posadas para viajeros, centros educativos para estudiantes sin recursos, refugio de viudas y enfermos, además de ofrecer servicios médicos, entierros y de caridad. Y poco a poco, durante siglos, transformándose.
Durante este periodo la prioridad de las enseñanzas fue la traducción de sutras o discursos del Buda, nikayas o reglas disciplinarias y preceptos. Los centros en esta región de Sinkiang (Xinjiang) contribuyeron a la traducción y su transmisión; muchos de los primeros traductores proceden de aquí y la vecina Asia Central. Kumarajiva es uno de sus traductores más conocidos a quien se le atribuye una de las traducciones del Sutra del Loto, que fue compuesto originalmente alrededor del primer siglo en la región de Gandhara.

Al centro norte.
En la dinastía Wei del norte (386-534) el budismo fue favorecido por sus dirigentes. Se construyeron los primeros templos, monumentos en sus ciudades, así como las primeras fases de monasterios y los complejos de las cuevas de Longmen (cerca de Luoyang) y Yungang (cerca de Datong). Se introdujeron reliquias, esculturas y textos para su traducción.
Faxian (法顯, 337-422), famoso monje, peregrino y traductor, nació durante el periodo de los Dieciséis Reinos. El relato de su peregrinación a la India, durante los años 399 al 414, aproximadamente, es un testimonio histórico de la época. Tradujo textos del sánscrito.
Aparecieron conceptos como Amitabha Buda y Sukhavati. Fueron ideas abstractas para explicar enseñanzas esotéricas a un público confuciano y taoísta. Maestros como Hui-yuan (334-416) enfatizaba la salvación a través de la fe en una morada celestial tras la muerte, un paraíso al occidente; y conformó una comunidad de monjes y laicos adoradores del Buda Amitabha. Se le atribuye a Tan Luan (476-542) interesarse en la inmortalidad, estudiar el Dao y la alquimia en la Montaña Mao (con los del sur) donde recibió el Clásico de la Inmortalidad. Y quien al volver al norte se encontró con un monje budista indio quien le dio el Sutra de la Contemplación de la Longevidad sin Límites (“Amitayus” o vida sin medida), lo que favoreció la idea de un Buda Amitabha.
En esta región también hubo mayor supervisión y control sobre los miembros de la sangha. Hacia principios del siglo V apareció una reglamentación para limitar el número de exenciones fiscales, y prevenir rebeliones doctrinales. En la dinastía Wei del norte hubo una serie de purgas entre los miembros de la sangha en 438 y 444; para el año 446 se persiguió y enjuició a algunos de ellos. Lo mismo ocurrió en la dinastía Zhou del norte en el año 557 por causa de corrupción.

Al sur
Entre los miembros del pueblo chino (Han) los misioneros entablaron discusiones ideológicas y argumentativas sobre temas de principios confucianos, lo que contribuyó a darle su lugar a la enseñanza del Buda.
El emperador Wu (502-557) propagó doctrina y rituales budistas en su estado y estableció conexiones marítimas con la India y el sureste de Asia. En 528 obtuvo reliquias y una imagen del Buda de los reinos de Panpan y Dandan (ambos en Malasia actual). De Funan (actual Camboya) consiguió textos budistas y otra imagen del Buda en el año de 540.
Avalokiteśvara entró por esta región a China. El bodhisattva de la compasión fue traducido como Guan Shì Yin (quien oye los lamentos del mundo) y abreviado como Guanyin. Fue adoptado como protector de los navegantes y las mujeres embarazadas se le encomendaban para dar a luz a un hijo varón.
Representaciones sociales
En este contexto de división, a los miembros de la sangha también se les atribuyeron milagros. Buddhasingha (o Fotuchen en chino), un misionero y consejero del emperador, se estableció en Luoyang procedente de la ruta de la seda, se dice de él que recitaba encantamientos para controlar a los demonios; hacía ver en la palma de su mano sucesos que ocurrían a miles de li de distancia y que aparecía un loto azul en su tazón tras recitar una plegaria. Otro monje indio, en el reino del sur, se cortaba la lengua con un cuchillo y volvía a pegársela o arrojaba un papel al fuego para recuperarlo intacto de las cenizas.
Así también Bodhidharma, se estableció en China bajo el reinado del emperador Wu del Liang (502-549) procedente de la India Kushan. No centró sus enseñanzas en escritura alguna, sino en la observación de la propia mente, en congruencia con la práctica meditativa. Reconozcámoslo, la postura sentada con las piernas cruzadas y ojos entreabiertos en estado de meditación (ch’an) fue algo muy novedoso y notorio entonces.
La meditación en la India era algo habitual. En China no, fue algo excéntrico y altamente distintivo, exclusivo de los budistas. Dhyana fue traducido como ch’an y para los chinos representó la «meditación budista», un significado asociado a 1) la postura, 2) al esfuerzo mental y 3) a la enseñanza del Buda. A ello se debe que gran parte del corpus original del canon budista chino, procedente de este tiempo, sean escrituras y traducciones Chanjing (escrituras o manuales de meditación) que poseen un enfoque indio; más cercanos a sutras como el Satipatthana Sutta, por ejemplo, y lejos de toda «vacuidad» o «visualizaciones» posteriores.
Los reinos se resquebrajaron, pero el comercio por mar y tierra les sirvió de unión. No solo fueron budistas las novedades que llegaron a China. Durante el siglo VI la dinastía del sur fue visitada por delegaciones de Corea, India, Persia y Asia Central. Hay pilares en tumbas imperiales que muestran una influencia griega. En la actual Ningxia (en el noroccidente de China), en la tumba de un comandante de guarnición del 569, se encontró un jarrón de plata de estilo persa con escenas de la guerra de Troya.

Aunque hubo desunión social, trajo consigo un desarrollo cultural. En el siglo IV apareció el Bao puzi, una enciclopedia que incluía técnicas, ejercicios, medicinas y dietas para prolongar la vida. Se hizo popular el yuefu o la poesía Han y aparecieron poetas taoístas. Desde la corte se inició un género de crítica literaria de los Han y se formula una teoría poética. Hubo un boom escultural en los reinos de predominio budista y, en algunos casos, monumental. La estupa se convirtió en pagoda. Apareció una colección de pintores antiguos y con ello una crítica del arte de inspiración taoísta. Durante este periodo, al norte y sur del territorio se puso de moda adoptar nombres propios en sánscrito o budistas: Sramana, Bodhisattva, Arhat, Dharani, son algunos ejemplos.
Los distintos reinos de esa China fueron tolerantes con las diferentes creencias o posturas. Nunca hubo una fe estatal, los súbditos fueron libres de adoptar la religiosidad y/o prácticas que les hicieran sentido. No es de extrañar que la religiosidad en China no tuvo un nombre propio y nunca fue un -ismo. Desde la época clásica se entendió que las distintas ideas, creencias o explicaciones cosmológicas eran escuelas de pensamiento, no «religiones» ni «filosofías», dos palabras de origen grecolatino, inexistentes en China. Las abstracciones, precisiones y equivalencias conceptuales solo importaron a los eruditos; ya que popularmente se incorporaron prácticas de manera consuetudinaria, se apegaron a la ceremoniosidad confuciana, a la adoración de los ancestros, se oró al Buda, se practicaron conductas meritorias para acceder a la tierra pura y al mismo tiempo se hicieron conjuros, rezaron encantamientos y se realizaron adivinatorios. De hecho, aún.
Si pudiera decir que en algún momento de la historia de la humanidad el budismo estuvo de moda a nivel mundial, diría que fue durante los siglos IV y V de nuestra era. Ese mundo en trance político, expansión comercial y efervescencia de ideas permitió que la humanidad se uniese a través de sus bienes materiales y que, por primera vez, desde Corea hasta Roma (pasando por China, el sureste asiático, la India, Asia central, el noreste de África y Egipto), entre ellos circulase parafernalia asociada al Buda.
Ligas de interés:
La sangha durante la época Han
https://espanol.buddhistdoor.net/una-ruta-de-caballos-y-seda-no-budas/
Sobre budismo chino
De Avalokitesvara a Guanyin

Alejandro Tapia Vargas
Doctor en psicología y diplomado en religiones por la Universidad Nacional Autónoma de México; postgraduado en historia por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; certificado en Buddhism Through Its Scriptures (Edx-Universidad de Harvard) y certificado en Indian & Tibetan River of Buddhism (Edx-Universidad de Columbia). Tiene un retiro de meditación Vipassana de 9 días en el Insight Meditation Society de Massachusetts. Es editor consultor de la revista científica Spirituality in Clinical Practice (de la American Psychological Association) y podcaster de ‘Lectura del Sutra’ (por Spotify).