La imposibilidad de subcontratar la felicidad

Ernest Chi-Hin Ng

La subcontratación no es un invento nuevo. A lo largo de la historia humana, hemos ido subcontratando nuestros problemas y dolores mediante un uso amplio de herramientas, recursos naturales, animales, división del trabajo, máquinas y, ahora, robots. Cualquier cosa que nos hace disfrutar, la abrazamos, pero todo lo que no nos gusta tendemos a expulsarlo y a disociarnos de ello. Esta rutina ha evolucionado aún más desde que la moneda se convirtió en la divisa común entre fronteras y a lo largo de generaciones. El dinero nos ha permitido adquirir más de lo que deseamos y subcontratar más de lo que odiamos: arrojamos residuos tóxicos en otros países y tomamos prestados recursos a las generaciones futuras.

La eficiencia en la economía de mercado parece conllevar una reducción de la cantidad de trabajo, de horas trabajadas e incluso de la mano de obra implicada. Nos estamos librando del trabajo y la fuerza laboral. El desarrollo parece implicar hacer menos cosas y hacerlas más deprisa, en lugar de hacer algo más valioso y significativo. En el libro Lo pequeño es hermoso, Schumacher sugería que, según las enseñanzas budistas, el trabajo tiene, al menos, tres funciones especiales: (1) emplear y desarrollar nuestras facultades (2) superar nuestro egocentrismo colaborando con otros y (3) proveer los bienes y servicios necesarios para vivir. El trabajo, desde una perspectiva budista, no debería considerarse únicamente como un medio para satisfacer nuestros deseos sin fin. En lugar de eso, es una parte integral de la vida y un proceso de construcción del carácter y las habilidades. El trabajo, si se lleva a cabo de acuerdo con el concepto de ocupación correcta, es una práctica de felicidad sostenible.

Cuando subcontratamos trabajo, expulsando los problemas y las cosas indeseables, también estamos subcontratando la felicidad. Hemos sido educados o adoctrinados por la publicidad, las normas sociales y la presión de nuestros pares, todo a causa de la economía de mercado, sobre qué debería hacernos felices: comida, fama, poder, educación, atención sanitaria, familia, hijos, carrera, etcétera. En el caso de Hong Kong, el éxito en la educación, la adquisición de propiedades, la carrera y la familia parecen ser la receta secreta para una vida feliz.

A menudo, en Hong Kong, las propiedades se consideran fuentes de felicidad. De prc-magazine.com

Cuando necesitamos todos estos logros para ser felices estamos subcontratando, de facto, nuestra felicidad, es decir, nuestra felicidad depende de la posesión de estos ítems, que existen fuera de nosotros. Si perdemos su control o propiedad nos estresaremos, nos deprimiremos y seremos infelices, porque de verdad creemos que son fuentes de felicidad. Disfrutamos la experiencia de poseerlos y nos identificamos con ellos. Podemos incluso expandir nuestro ego e identidad más allá de nuestros cuerpos físicos y pensamientos a otras posesiones materiales y experiencias. En el budismo, este proceso empieza con la ignorancia y es el primero de los 12 elementos de la originación en dependencia de la naturaleza del mundo externo e interno. Junto con la avaricia, la ignorancia nos conduce a pensar que algunas partes del mundo interno y externo nos pertenecen, están controladas por nosotros o están identificadas con nosotros: «esto es mío, yo soy esto, esto es mi yo».

Las enseñanzas budistas ilustran una perspectiva completamente distinta de altruismo. Si no hay un «yo» permanente bajo nuestro control, ¿cómo podemos hablar de propiedad significativa o felicidad sostenible, que se construye sobre la naturaleza insostenible de ese mundo? De hecho, las Cuatro Nobles Verdades que enseña el Buda están tan relacionadas con la felicidad como con el fin del sufrimiento. El análisis budista del sufrimiento no es pesimista, sino optimista: al comprender claramente el sufrimiento, no volveremos a confundirlo con felicidad. Ganamos fe en el hecho de que existen distintos niveles de felicidad, accesibles a todos mediante la práctica del Noble Camino Óctuple y guiados por la disciplina moral, la concentración y la sabiduría.

Solo cuando comprendemos cuál es la auténtica naturaleza de la felicidad, su origen y el camino que lleva hasta ella, podemos aliviar de verdad el sufrimiento. Del mismo modo que no podemos subcontratar nuestros problemas, también es imposible subcontratar nuestra felicidad. Es igual de imposible ser el «contratista» de la felicidad de los demás. Aunque podemos cultivar las condiciones que conducen a la felicidad, sentirnos felices de verdad es otra cosa.

La película en cantonés Mad World, que ha inspirado este artículo, muestra algunos de los problemas sociales de la vida urbana en Hong Kong, donde el sufrimiento parece prevalecer sobre la felicidad.

Hacerse rico o ser feliz de la noche a la mañana es una fábula. Necesitamos alejarnos de activos financieros volátiles, de alto riesgo y alto beneficio, ya que son una montaña rusa emocional en la que no se puede confiar. Para protegernos de la agitación emocional «subprime» cuando nos golpea la tragedia o el caos, tenemos que desarrollar una mejor comprensión de nosotros mismos y nuestro mundo externo, y construir una resiliencia acorde. Necesitamos invertir en nuestro propio capital emocional y en el de nuestros seres queridos para resistir cualquier pérdida brusca o déficit de este.

Aunque la felicidad es un estado mental, no tiene un interruptor de encendido y apagado. Para ver el momento actual como uno magnífico, para ver la felicidad en el aquí y ahora, necesitamos arrancar nuestros pensamientos arraigados y nuestra tendencia a aferrarnos, así como nuestra fijación con el pasado y el futuro. Perseguir la felicidad sostenible mediante el Noble Camino Óctuple lleva su tiempo, esfuerzo y paciencia, pero vale la pena.

Este artículo ha sido inspirado por la reciente película en cantonés Mad World. En una escena, el padre del protagonista, Tung, reflexiona: «Es sencillo librarse de la responsabilidad afirmando que nos hemos esforzado lo suficiente. ¿Hay un límite a la subcontratación de nuestros problemas a otros?

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