El templo Taiheizan Jionji en Lima, Perú: el más antiguo de Latinoamérica

FINA IÑIGUEZ y DANIEL MILLET

Recientemente, Buddhistdoor en Español ha publicado una entrevista con la sensei Jisen Oshiro Roshi (Entrevista a venerable Jisen Oshiro Roshi: «El zen es realmente una práctica de 24 horas, es la vida»). Maestra zen argentina, nikkei y directora de la comunidad Zen Soto de Lima, la venerable Jisen Oshiro Roshi es también la abadesa de Taiheizan Jionji, el templo budista más antiguo de Latinoamérica. En este artículo, revisitamos este templo singular y continuamos nuestra conversación con Aurora Jisen Oshiro Roshi hablando sobre la práctica en el templo Jionji y la comunidad nikkei en Lima.

Altar del templo. Fotografía cortesía de comunidad Zen Sotoshu de Perú.

Pero primero, un poco de historia…

El templo Taiheizan Jionji se encuentra en San Vicente de Cañete, en la provincia de Cañete, a 140 kilómetros de Lima. Su origen se remonta a los primeros inmigrantes japoneses a principios del siglo xx. Fue fundado en 1907, en la Hacienda Casa Blanca en Lima, donde permaneció hasta que, en 1977, fue trasladado a su localización actual en el local de la Asociación Peruano Japonesa de Cañete.*

Actualmente, la cultura nikkei está integrada en la sociedad peruana, y el templo Taiheizan Jionji no solo lo visitan nikkeis sino también laicos de ascendencia no japonesa, que vienen a aprender el zen. La venerable Jisen Oshiro llego a Perú en 2005, desde entonces no solo oficia en Cañete, sino también en Lima, Cusco, Trujillo y otros lugares.

Taiheizan Jionji, el corazón de la colectividad de los descendientes de japoneses en Lima, ha brindado apoyo espiritual a la comunidad durante más de un siglo. Fue construido con aportaciones de esta comunidad y sus instituciones. En una entrevista a Miguel Gusukuma, presidente de la APJ de Cañete, este comentaba que «la función de este templo era dar sostén espiritual a los inmigrantes japoneses que, cansados y tristes por la lejanía de sus familiares y su patria, se reconfortaban rezando».**

Muchas personas visitan el templo durante las celebraciones del Obon y el Ohigan. En Taiheizan Jionji, Jisen Roshi oficia habitualmente estas grandes ceremonias para agradecer a los antepasados la buena fortuna. El Obon es un ritual budista y una festividad tradicional japonesa dedicada a honrar la memoria de los antepasados fallecidos. Para celebrar el Obon, la primera parada es normalmente el cementerio japonés, donde descansan los restos de los primeros inmigrantes japoneses de la zona.

Sensei Jisen Oshiro Roshi oficiando el Obon. Captura de pantalla del video Templo Taiheizan Jionji - Cañete - Equinócio de Outono (Ohigan-E) - APJ, Perú, 2019.

El Ohigan es una ceremonia del budismo japonés que no existe en los budismos de la India o China. Esta actividad religiosa es como una romería por los cementerios japoneses. El Ohigan es el único oficio que se realiza dos veces al año: en los equinoccios de otoño y primavera. La expresión Ohigan deriva del sánscrito, y significa «la otra orilla», la del despertar, que hay que alcanzar cruzando el río desde esta orilla de oscuridad, inestabilidad e insatisfacción, a través de seis caminos o perfecciones: la generosidad, la conducta correcta, la paciencia con cada uno para vivir en unión, el esfuerzo, la meditación y la sabiduría o «conocimiento correcto».

Ohigan en el camposanto japonés de San Nicolás de Supe. Fuente: https://limagris.com/ohigan-encuentro-los-ancestros/

Manteniendo estas tradiciones, la colectividad de descendientes de inmigrantes japoneses en Perú puede conmemorar un pasado común y preservar unas señas de identidad propias. La celebración del Ohigan finaliza con un almuerzo de platos típicos cañetanos.

Aparte de estas ceremonias, en Taiheizan Jionji se llevan a cabo sesiones de zazen intensivas y clases de baika(coro de cánticos budistas).

Empezamos nuestra conversación con la maestra Jisen Oshiro.

BDE: Sabemos que en Lima hay una gran comunidad nikkei. Cuéntenos qué tipo de personas frecuentan Taiheizan Jionji. ¿Son nikkeis, hombres, mujeres, jóvenes, personas mayores, familias?

JOR: Tengo dos grupos básicos. Llegué a Perú por el zen y la meditación, y me encontré a un grupo en la parroquia San José que practicaba zen con el padre Wolf. Justo al llegar, el padre se había ido y el grupo estaba allí, tratando de sobrevivir solo. Cuando supieron que venía una maestra zen, vinieron hacia donde yo estaba. También me empezaron a llamar desde la escuela soto.

En 1903 llegó el primer monje budista de esa escuela, a la que pertenezco, y fundó este templo que está en Cañete, el más antiguo de todos. Cuando la gente se enteró de que yo estaba aquí, me empezó a llamar porque no había monjes. Durante mucho tiempo no hubo monjes, porque no podían sobrevivir en Perú.

La primera generación de descendientes de japoneses era mayoritariamente católica. Hay muchas monjas y sacerdotes católicos dentro de la comunidad japonesa, pero budistas no.

Cuando yo llegué a Perú eso se cortó y la gente pensó que yo podría continuar con la tradición de los antepasados. Entonces entré en ese espacio que parecía que me estaba esperando.

Así que en la actualidad tengo dos grupos: el de los practicantes de meditación zen y el de las familias que me traen las estatuillas y tablillas funerarias de sus antepasados. Las dejan aquí y nosotros les rezamos todos los días, les ponemos el té y el incienso.

Y cuando celebramos el Obon en agosto, así como el catolicismo lo celebra en noviembre el día de todos los santos, ponemos los farolillos con los nombres de los antepasados, tratando de preservar la tradición, pero ya se ha perdido mucho, solamente permanece entre las personas mayores. Ahora, con el tiempo, algo ha cambiado. Hubo una inmigración muy grande de peruanos que se fueron a Japón cuando Perú estuvo muy mal. Les llaman «dekassei». Es como si las circunstancias se dieran la vuelta. Los peruanos que van a Japón y luego regresan a Perú lo hacen con la cabeza diferente, les vuelve a interesar esto de los antepasados. Los hijos de peruanos de ascendencia japonesa que han permanecido aquí lo han perdido. Dicen que no siguen esas tradiciones porque son católicos.

Siempre cuento una anécdota que me pasó al principio de llegar acá, hace 16 años. Hacía esta ceremonia para los antepasados cuando una señora mayor vino a decirme que no iba a poner incienso porque «nosotros los católicos no lo hacemos en la iglesia». Le dije que no había problema, pero que se olvidaba de que el 6 de enero los reyes magos ofrecieron oro, incienso y mirra al niño. Así que el incienso no es una cuestión budista, y no es un pecado.

Otra anécdota me ocurrió en un evento muy grande que se hizo en la asociación peruano-japonesa. Había unas seiscientas personas. La inmigración japonesa en Perú me pidió que hiciera una ceremonia para los pioneros fallecidos. Hice la ceremonia, hablé de la importancia de los antepasados y les recordé que todo eso que estaban viviendo ahora era gracias a sus padres, a esos antepasados que sufrieron tanto en Perú, porque en la época de la guerra los mandaban a los campos de concentración en Estados Unidos. Al terminar la ceremonia y bajar del escenario, el presentador dijo: «Nuestra madre es la virgen María». Se sintió tocado por nuestra tradición de respeto a los mayores.

Así, como decía, tengo dos grupos: el que practica zen y el de las familias, que son los que me ayudan a quedarme en Perú. El primer monje que ordené empezó en el budismo tibetano y, al llegar yo aquí, me ayudó a seguir. Él ya estaba ordenado, pero como laico, y conmigo decidió seguir este camino.

https://www.perushimpo.com/8997-nikkei_celebraron_en_ca%C3%B1ete_el_obon_y_los_a%C3%B1os_de_fundaci%C3%B3n_del_templo_jionji.html

BDE: Entonces, entre los practicantes de zen en Perú, ¿tiene estudiantes nikkei y no nikkei?

JOR: Sí, aunque, como dije, hay todavía muchos nikkeis católicos, muchas monjas y sacerdotes católicos. Recién ahora están empezando a interesarse, pero la mayoría que practica zen es peruana.

Retiro en el histórico Templo Zen (2014). Fuente: Facebook de la Comunidad Soto Zen (Perú).

BDE: Por un lado, ustedes mantienen viva una tradición que tiene más de cien años y, por otro, están enseñando a los peruanos la tradición del zen soto…

JOR: Sí, así es…

BDE: La idea del bodhisattva varía según la tradición, ¿cómo lo define el budismo zen?

JOR: Nosotros decimos que nuestro camino es el del bodhisattva. Se lo hago presente siempre a las personas que vienen a hacer meditación. Primero, saludamos a nuestro lugar: la pared hacia donde nos vamos a sentar. Después nos giramos y saludamos a los demás, y, por extensión, a todos los seres. Lo que más cuesta asimilar es que la meditación no es para uno mismo. ¡Es para todos! La gente se olvida de eso y viene aquí para encontrar su paz, su calma. ¡No es así! ¿Cómo puede una persona encontrar su paz y su calma si todos los demás están mal? Este es el concepto del bodhisattva y es lo más difícil de hacer entender. Es fácil entenderlo intelectualmente, pero difícil de poner en práctica: estar con todos. Ahora lo estamos viendo con esto del online. Les pregunto a los estudiantes si el hecho de no poder cruzar las paredes para venir a meditar significa que la práctica se terminó. ¿Este es el obstáculo para la práctica de ustedes? En Perú son muy estrictos con las restricciones debido a la pandemia y les digo que, si ese es el obstáculo, hay que buscar otro camino. No es lo mismo y tiene que ser diferente, pero ese es el desafío de nuestro tiempo. Por algo ha pasado. Yo supongo que eso nos puede ayudar a transcender lo que antes era tan cotidiano. Aprendemos a dar un paso más.

BDE: Usted escribió un libro de cuentos. Explíquenos como fue ese proyecto.

JOR: En el 110 aniversario del zen en América del Sur, que fue en 2003, Perú fue la sede de la conmemoración, porque el primer monje zen que llegó al continente lo hizo aquí, y lo tuve que organizar. Los eventos pasan, pero los libros quedan, así que pensé en hacer un libro con un resumen del zen. Pero entonces surgió la idea de hacer un libro de cuentos. Le dije a mi hijo que, si él lo escribía, yo lo editaba. Busqué a la diseñadora, la impresión, todo. La pregunta era ¿cómo íbamos a editar un libro de sutras en castellano? Fuimos a la central del soto y les propusimos publicar el libro. Nos dijeron que no había dinero, que había que traer a monjes de todo el mundo, que el evento era muy caro, que, además, soto iba a donar la campana de la amistad. Entonces me dije: «¡No importa! ¡Yo lo hago!» Y salí a pedir a todas las familias japonesas a las que les hacemos las ceremonias, juntamos el dinero e hicimos no solo el libro de los 110 años, sino tres libros. Así que, cuando hay una decisión fuerte, las cosas se arreglan…

Taiheizan Jionji

El templo Taiheizan Jionji cumplirá 120 años en 2023, y los preparativos para la ocasión ya están en marcha. La venerable Jisen Oshiro Roshi, en el marco del aniversario de la llegada del zen a Sudamérica, ha lanzado una convocatoria para la edición de una antología de haikus titulada Cerro Azul. Están invitadas a participar todas las personas que se sientan inspiradas a enviar poemas de tres versos, con la métrica 5-7-5, aunque se aceptan también poemas con hasta 20 sílabas. La sugerencia es que al elaborar el poema se intente conectar con el instante presente, reflejando las emociones que inspiran cada momento en relación con las estaciones del año (kigo) que se están viviendo y la conexión con el medio ambiente. La edición está organizada por la Comunidad Soto Zen Perú y las bases para participar se detallan en www.sotozenperu.com. Para más información, envía un correo a [email protected].

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