El budismo en Sudamérica: una perspectiva general. Primera parte.

FRANK USARSKI

Este artículo forma parte de la edición especial «El budismo en los países de habla hispana».

Introducción

El budismo en Sudamérica es aún un tema más bien inexplorado. Con la excepción de Brasil, donde han aumentado los estudios académicos sobre el tema, y de unos pocos investigadores en otros países sudamericanos, en las universidades de América del Sur se estudia relativamente poco esta temática, que queda más bien relegada al ámbito de los estudios paralelos efectuados por otras comunidades científicas asociadas, como la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África (ALADAA), entre otras.   

La causa principal de esto es que el budismo sigue siendo un sector estadísticamente modesto del diversificado campo religioso sudamericano, incluso aunque su historia en Sudamérica haya comenzado durante la primera mitad del siglo XIX, y aunque ya haya en la región una presencia de casi todas las ramas budistas.  

En comparación con la vasta mayoría de comunidades e instituciones cristianas en la región, particularmente católicas, el budismo representa un sector numéricamente insignificante, con alrededor de 500.000 practicantes y aproximadamente 600 grupos.

Un matrimonio entre una laosiana y un argentino rezan en la ceremonia budista. /Gabriel Pecot. Fuente: Clarín. Fotogalerías.

Además, y de nuevo con la excepción de Brasil, faltan datos estadísticos oficiales que sean absolutamente fiables. Generalmente, en las encuestas realizadas a la población por los censos nacionales, en la categoría de religión no se contiene un acápite separado para «budista», de modo que el budismo no aparece explícitamente en los resultados, sino que es tratado como una de las varias minorías alternativas a la corriente principal cristiana, y subsumido bajo el encabezado general de «otras religiones».  

Todos estos elementos conllevan a que el presente estudio no pueda aspirar a resultados empíricos y analíticos incuestionables respecto a la historia y estado actuales del budismo en Sudamérica. Esto es particularmente cierto en el caso de la primera parte, la cual ofrece un acercamiento general preliminar al budismo sudamericano. La última parte se basa en una combinación de diversos tipos de datos (académicos, estadísticas oficiales, directorios y páginas web gestionadas por instituciones budistas, etc.). Pero, a pesar del esfuerzo realizado para superar las limitaciones de las fuentes aisladas (y sobre todo aquellas concernientes a los países de habla hispana), con todo el valor heurístico del material reunido aun padece una serie de incertidumbres. Y en algunos casos, la inconsistencia de la información torna aún más dificultosas las conclusiones provisionales. *  

Como las investigaciones sobre el budismo en Brasil están bien avanzadas, el lector puede esperar más detalles en la segunda parte de este ensayo, la cual se dedica a una descripción e interpretación de la situación budista en el único país de habla portuguesa en América del Sur.

Celebración del Vesak en Buenos Aires, Argentina 2019. http://espanol.buddhistdoor.net/el-vesak-en-argentina-del-barrio-chino-a-la-celebracion-virtual-en-tiempos-de-coronavirus/

El budismo en Sudamérica: una perspectiva general.

Hay actualmente alrededor de 600 instituciones budistas de diferente magnitud y alcance, activas en Sudamérica. Una mirada detenida a ese listado revelará, que prácticamente cada una de las escuelas budistas se ha establecido en al menos uno de los países respectivos.

Además de los círculos con una orientación «clásica» theravada, de los templos mahayana con un trasfondo chino, japonés, coreano o vietnamita, y de los grupos vajrayana que siguen las enseñanzas de maestros nyingma, kagyu, sakya o gelugpa, uno también se encuentra con centros que representan los desarrollos más recientes, como la nueva tradición kadampa, los seguidores de Thich Nath Hanh, los movimientos neobudistas dentro de la rama nichiren, e instituciones sin una orientación definida y dedicadas al estudio y la práctica del budismo en un sentido «ecuménico».  

Ahora bien, las instituciones budistas no se hallan repartidas por igual, ni en cuanto a expansión geográfica ni en cuanto a presencia organizacional. Por ejemplo, de todas las instituciones establecidas en América del Sur, las que predominan estadísticamente son las de grupos budistas tibetanos (27%); la soka gakkai (25%) y el zen (22%). A la inversa, la tradición theravada abarca sólo un 3% de estas, y el budismo «ecuménico» aún menos.  

Geográficamente, el peso del budismo en Brasil llega a predominar sobre el de los países de habla hispana. Así pues, al existir en tierra brasilera aproximadamente 300 centros, dojos, grupos y templos, y alrededor de 230.000 autodeclarados budistas, en ese país se ubican más del 50% de las instituciones budistas sudamericanas, y alrededor de 47% de los budistas de la región. (Por supuesto, esta tendencia se correlaciona con el hecho de que la población de Brasil, de unos 185.7 millones en el 2010, es casi tan alta como la población total estimada para el resto de Sudamérica).

Meditación zen en la cúspide del edificio Copan en São Paulo.

La fuerza estadística general de las instituciones budistas brasileñas, se refleja en el sobrepeso numérico de ciertas ramas budistas respecto a los demás países de la región. Por ejemplo, el 90% del budismo shin en Sudamérica, se localiza en Brasil. Igualmente, mientras la nueva tradición kadampa cuenta con más de veinte centros en Brasil, en Chile sólo exhibe tres instituciones locales. Y aún más impactante es la existencia de ramas budistas restringidas a Brasil, como es el caso de honmon busūryū-shū, shingon y tendai.

Brasil juega igualmente un crucial rol administrativo y espiritual en el caso de otras ramas, en relación con Sudamérica en su conjunto.  Por ejemplo, templos como el Busshinji (escuela soto zen), y el templo Hokekyo (nichiren shu), ambos de São Paulo, juegan un rol primario en la labor de sus respectivas escuelas en toda Sudamérica. Esto también se aplica al templo en Foz de Iguaçu de la Orden Budista Internacional, el cual acoge a practicantes de Brasil, Argentina y Paraguay. Nótese también que la sesión de estudios sobre el budismo nichiren, sostenida en abril del 2009 en el Centro Cultural Daisaku Ikeda en São Paulo, recibió a más de 2.000 seguidores de la soka procedentes de todas las naciones sudamericanas.  

La importancia de Brasil para América del Sur también se aprecia en el caso de los maestros budistas tibetanos, quienes no sólo son venerados por sus discípulos brasileños, sino que también poseen seguidores en otros países sudamericanos. Ejemplos de esto son el monje gelug Segyu Choepel Rinpoche, el maestro nyingma Chagdud Tulku Rinpoche y el gelugpa Lama Gangchen, todos ellos con obras que se han expandido desde un núcleo brasilero a otros países de la región, como Argentina, Chile, etc.  

Templo tendai en São Paulo, Fotografía: Rafael Shoji (2004).

Aproximadamente 400 de las instituciones sudamericanas listadas, son regenteadas por ramas budistas mahayana. La gran mayoría se asocia a escuelas budistas japonesas, pero hay también templos que representan la tradición china o coreana. Esta alta proporción no es, obviamente, un indicador inequívoco de la importancia cuantitativa del llamado budismo étnico, pero sí nos recuerda que hay que reflexionar en el rol de la inmigración china, japonesa y coreana, para reconstruir el pasado y el presente del budismo en América del Sur.  

Aunque la inmigración china a Sudamérica ya estaba documentada en la primera mitad del siglo XIX, previamente al arribo de los japoneses, sin embargo, estos últimos han surtido un mayor efecto sobre sus sociedades anfitrionas. El primer buque japonés desembarcó en Perú en 1883. Luego dicha inmigración nipona se expandiría por Argentina, Bolivia y Brasil entre 1899-1908.  

Hoy, Brasil acoge a la mayor comunidad japonesa fuera de Japón. Se estima que actualmente 1.3 millones de inmigrantes japoneses y sus descendientes viven en el país, excediendo con mucho en número a los brasileños de otros orígenes asiáticos. Asimismo, los nipones constituyen la principal inmigración asiática en Perú (alrededor de 80.000); conforman una considerable cifra en Argentina (unos 35.000 «japoargentinos»), Bolivia (cerca de 12.000 individuos) y Paraguay (un estimado de 10.000 personas de origen japonés).

Si se generaliza el declive, bien documentado, del budismo étnico en Brasil durante las últimas décadas, y se supone que otros países han testificado dinámicas similares, entonces sólo una proporción relativamente pequeña de los budistas mahayana antes listados debe ser tomada como indicador de la relevancia actual del budismo étnico en Sudamérica. Por otro lado, además de las más de ochenta comunidades budistas shin con base étnica, en la región existe paralelamente una serie de comunidades budistas étnicas.   

*(Nota del autor). Por ejemplo, en cuanto al numero de budistas en Bolivia, www.wordiq.com reporta 8.857 [http://www.wordiq.com/definition/Buddhism_by_country (accedido 15/01/2011)] mientras que la Wikipedia refiere 23.710 [http://en.wikipedia.org/wiki/Buddhism_by_country (accedido 15/01/2011)]. Se trata de una cifra dramáticamente discrepante para el mismo dato.

A menos que se indique lo contrario, todas las futuras notas al final procederán exclusivamente del autor, siendo indicadas por las siglas N.A. Por su parte, las notas del traductor se señalarán con las siglas N.T.

Pueden leer la segunda parte de este artículo aquí

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