De Brahma al Buda: divergencias sustanciales entre el hinduismo y el budismo. Segunda parte

FRANK USARSKI *

RODRIGO WOLFF APOLLONI**

Puede leer la primera parte de este artículo aquí

6. La crítica budista al teísmo hindú

El Buda advirtió a sus seguidores que abandonaran a Brahma, Iśvara o cualquier otra divinidad y se concentraran en las condiciones de la existencia humana, con el objetivo de liberarse, lo más inmediatamente posible, del sufrimiento arraigado en el saṃsāra.

Sin embargo, en este punto hay que tener cuidado para evitar conclusiones prematuras respecto al posicionamiento del budismo en relación con el teísmo hindú. Vale recordar que el simbolismo budista incorporó figuras espirituales, tanto desde el hinduismo como desde tradiciones religiosas populares. Esto incluye a los «dioses elevados» (devas), divinidades menos involucradas (asuras) y fuerzas sobrehumanas «bajas». Además, budas sambhogakāya y bodhisattvas celestiales.

Estatua de la dinastía Ming de Brahma (Àn Tiān) en el templo Zhihua en Beijing, China

En este proceso, nuevos seres sobrehumanos fueron incorporados, tanto a nivel local como a nivel panbudista. Otras divinidades cambiaron de significado con el transcurso del tiempo. En el caso de los seres sobrehumanos incorporados desde tradiciones no budistas, hubo una «domesticación» por parte del budismo. Si se trataba de divinidades «negativas» (demonios asociados con enfermedades, por ejemplo), ellas fueron «reencaminadas» a través de rituales, reinterpretadas como fuerzas positivas y colocadas como protectoras del budismo.

Indicios de la presencia de divinidades en el imaginario del budismo pueden ser encontrados en textos como el Mahāsamaya Sūtra, el Viveka Sūtra y otros. Tal y como demuestran obras al estilo del Kevaddha Sūtra y la extensa iconografía budista, el budismo entiende a los dioses védicos como seres con predisposición al karma positivo, los cuales ofrecen su sabiduría para ampliar o proteger la enseñanza budista.

Un deva frecuentemente mencionado por los textos budistas es Indra, en los Vedas el señor de los cielos y una de las divinidades más antiguas del hinduismo. En el budismo también se le conoce como Sakka (pali). En el proceso de su incorporación al panteón budista le fueron asignados varios roles. Cuando el Buda recién iluminado duda en difundir su mensaje, es Indra quien lo convence de convertirse en un buda público.

Según otra interpretación, Indra se convirtió al budismo y alcanzó la primera etapa de realización espiritual. Simultáneamente asumió el papel de protector de la nueva religión. Además, es señor del dominio celestial llamado trāyastriśa, donde encabeza a otras treinta y tres divinidades.

Buda adorado por los dioses Indra y Brahma. Período Kushan, siglo I/II. Antigua región de Gandhara. Fuente: Art Institute of Chicago

Otra figura importante en las narrativas budistas es Māra, jefe de los demonios y encarnación del mal. Por medio de una serie de acciones, Māra intentó impedir la iluminación de Siddhartha Gautama. Cuando eso no funcionó, al menos intentó evitar que el Buda compartiera su conocimiento con otros seres.

Las fuerzas sobrehumanas «bajas» o «menores» más citadas en la literatura budista son los nāgas y los yakṣas (pali: yakkhas). Los nāgas son seres similares a serpientes. Según la tradición popular, viven cerca de las raíces de los árboles y son asociados con el caos y la fertilidad. Su domesticación por el budismo se expresa en el hecho de que un nāga —más precisamente, una cobra o serpiente encapuchada— protegió al Buda durante su última meditación antes de la iluminación.

Los yakṣas son, generalmente, espíritus de lugares remotos, donde los seres humanos —incluidos monjes y monjas que buscan el silencio para meditar— son maltratados. Cuando son mencionados en los sūtras, desempeñan un papel positivo en nombre del dharma.

Yaksha. Central Tibet. 1400 – 1499. Fuente: https://www.himalayanart.org/items/101377

Junto con una parte del panteón hindú, también se añadieron al budismo ciertos conceptos cosmológicos. Así, en varias escrituras budistas se encuentra la discriminación «vertical» en treinta y un niveles de existencia subdivididos en tres categorías principales. El nivel más bajo está representado por la capa de sensualidad (kāmaloka o kāmadhātu). La esfera de la forma pura o materialidad sutil (rūpadhātu/rūpaloka) representa el nivel medio, que es vecino de la esfera sin forma (arūpadhātu, arūpaloka).

Cualquier ser puede nacer en uno de estos niveles con sus subdivisiones. El kāmaloka alberga destinos infelices y destinos felices. Las formas de vida desagradables son entendidas como «destinos infelices», incluidas las existencias en uno de los ocho infiernos como espíritus hambrientos o «divinidades celosas» (asura).

Por encima del kāmaloka se halla el mundo más sutil, estructurado en esferas celestes habitadas por divinidades superiores, llamadas brahmās. Son seres conscientes que solo poseen dos sentidos, el oído y la vista.

En el último nivel residen las divinidades que están muy avanzadas en términos de sabiduría. Solo tienen conciencia, sin actividad sensorial. Están en sus últimas reencarnaciones, o sea, nunca volverán a las capas inferiores de la vida, puesto que ya están iluminadas, o alcanzarán el nirvāa antes de morir.

7. Desacuerdos respecto a las divinidades

Hay una serie de argumentos principales con los que el budismo se aleja del teísmo hindú: en primer lugar, vale la pena recordar que el hinduismo coloca a las divinidades más elevadas, particularmente a Brahma, Viṣṇu y Ṡiva, en un nivel de inmunidad a las condiciones del saṃsāra. El budismo, por su parte, destaca que todas las esferas de la existencia, incluidos los cielos más elevados, representan capas del saṃsāra. Esto implica que la totalidad de las divinidades, sin excepción, es caracterizada por la falta de sustancia y la mortalidad.

A pesar de esta devaluación ontológica, el teísmo sigue desempeñando un papel dentro del budismo. En este sentido, los mitos teístas pueden resultar espiritualmente estimulantes para el practicante, al menos en lo que respecta a los valores morales presentes en las narrativas sobre las divinidades y sus virtudes.

8. Críticas budistas a las prácticas hindúes

Una evaluación pertinente de la postura del budismo hacia las prácticas hindúes requiere un enfoque diferenciado en cinco sentidos.

– Primero: hay una fuerte tendencia, en el canon pali, a enfatizar la actitud crítica del Buda hacia las prácticas características del brahmanismo.

– Segundo: sin embargo, en algunos momentos las fuentes pintan un cuadro ambiguo respecto a la postura del Buda respecto a los procedimientos religiosos defendidos por el hinduismo, como soteriológicamente válidos.

– Tercero: desde el punto de vista de la evolución histórica del budismo, es preciso tomar en consideración los cambios, ocurridos a lo largo del tiempo, en las actitudes referentes a las prácticas religiosas hindúes explícitamente cuestionadas por el propio Buda.

– Cuarto: conforme a la distinción entre la llamada «gran tradición» y la «pequeña tradición», se observa que la religiosidad budista laica tiene una mayor inclinación a incorporar, en su día a día, prácticas criticadas por representantes del budismo monástico o del budismo erudito.

– Quinto: en casos específicos, la coexistencia de virtuosos religiosos de ambas religiones en determinadas circunstancias sociohistóricas ha llevado al desarrollo de un campo de intersección constituido por prácticas espirituales comunes.

La práctica hindú más frecuente y vehementemente criticada por Siddhartha Gautama fue el sacrificio de animales, que, en aquella época, representaba el núcleo del ritual védico. Este tipo de procedimiento religioso es evaluado como decadente, condenado como éticamente deplorable desde el punto de vista del principio budista de no violencia (ahimsa) y rechazado como espiritualmente perjudicial debido al «peso kármico» acumulado por el propio sacerdote en el momento en que mata o permite matar al animal.

Esta posición se transparenta en textos como el Metta Sūtra o el Kūtadanta Sūtra. En este último, el brahmán Kutadanta le pide al Buda que le explique un sacrificio que supuestamente traería la salvación. Ṡakyamuni explica que el ritual tradicional desperdicia recursos valiosos y anula la vida de los animales sin ningún motivo. En comparación con los rituales en los que «no se mataron toros, ni bueyes, ni toros, ni cabras, ni ovejas, ni otras clases de seres vivos», va a ser mejor la situación de los sacerdotes «que se abstienen de matar seres vivos», y cuyos «corazones estarán en paz». Pero hay un sacrificio mejor, «más simple, menos complicado, más fructífero», materializado por «ofrendas usuales de las familias [las cuales] son dadas a los contemplativos virtuosos».

De manera que el Buda explica ese otro tipo de sacrificio, que implica apoyar a los monásticos, tomar refugio en el Buda, el dhamma y el sangha, y, con un corazón puro, adoptar los cinco preceptos éticos. Y, sobre todo, cuando un discípulo obtiene la más avanzada virtud y concentración, practica el sacrificio ideal.

Bodhisattva Guanyin, siglo XIII China.

Con argumentos semejantes, también se sometieron a discusión otras prácticas comunes entre los brahmanes (como las abluciones en ríos, según el Vatthūpama Sūtra). No obstante, en el canon pali también se aprecian ambivalencias de actitud hacia las prácticas hindúes. Por ejemplo, el Adiya Sūtra considera como beneficioso para una persona rica el gastar/invertir dinero en ofrendas a las divinidades. Pero en el Ittha Sūtra, el Buda le dice a un cabeza de familia que ningún deseo terrenal o espiritual es obtenido mediante oraciones y plegarias. A cambio, hay que practicar según los principios budistas.

Pero, además, hay muchos otros elementos de la práctica budista, como las recitaciones y la liturgia conocida más tarde como annutarapūjā, que tienen, de una forma u otra, equivalentes en el ámbito del hinduismo. Esto se aplica también a otras prácticas tradicionales indias que, con el tiempo, recuperaron un espacio más visible en el ámbito del budismo, en un proceso que también incluye elementos que nunca fueron eliminados, sino desvalorizados por la concentración en los métodos constitutivos del «Noble Óctuple Camino».

Otro tanto ocurrió con las modificaciones de las «acciones de conmemoración» (ānusmtis), utilizadas para la meditación y la liturgia del budismo contemporáneo. Inicialmente, las recitaciones asociadas con este método implicaban una lista de diez cualidades del Buda – por ejemplo, su condición de ser perfectamente iluminado, de conocedor del mundo y de maestro de los seres humanos y las divinidades -. Pero, con el tiempo, otros beneficios le fueron atribuidos, entre ellos objetivos apotropaicos, su función de superar el miedo del practicante y vencer un peligro. Pero más importante se tornó la idea de que la celebración del Buda generaba mérito religioso, y, por tanto, acumulaba karma positivo.

Este clima resultaba propicio no solo para la diversificación de las formas de venerar al Buda, sino también para la adición de otros rituales destinados a personajes significativos para las diferentes corrientes budistas.

En el amplio espectro de formas conmemorativas relacionadas con el Buda o los Budas, se destacan los rituales desarrollados en torno a las reliquias de Siddhartha Gautama —supuestos dientes o śarīra, perlas u objetos cristalinos encontrados en los sitios de cremación de los «iluminados»—. Se trata de un conjunto de prácticas que no pueden reivindicar un apoyo inequívoco por parte del canon pali, que en algunos textos como el Vakkali Sūtra enfatiza que el Buda no debe ser venerado, sino que el dharma debe ser el foco de la práctica.

Sin embargo, la veneración de las reliquias del Buda ha sido parte del repertorio religioso budista desde el siglo III a.C. (en tiempos del emperador Aśoka). También lo ha sido el Buddha-pūjā, ceremonia en honor al Buda que incluye su imagen, a la cual se le ofrendan flores, velas, etcétera.

La pūjā puede ser realizada en cualquier momento, pero especialmente en festividades como el Vesakh, celebración mundial principal en honor al Buda, conmemorando su nacimiento, iluminación y nirvana final.

En la tradición mahāyāna, además, son venerados los budas sambhoghakāya, bodhisattvas o incluso determinadas divinidades incorporadas al panteón budista (como Amida). Y tampoco es infrecuente dedicar rituales a los monjes o sus reliquias.

12 Deva del Butsuzō-zu-i 仏像図彙. Reproducido por Philipp Franz von Siebold. Nippon Archiv zur Beschreibung von Japan. Leiden (1831 d. C.)

Estos y otros diversos elementos rituales incorporados con el tiempo por el budismo, también se encuentran en el hinduismo. A nivel de la religiosidad popular, las convergencias son aún más sensibles. En Sri Lanka, por ejemplo, los budistas veneran a divinidades hindúes, entre otras a Kataragama, un dios que es reinterpretado como un bodhisattva.

Por último, cabe recordar un área de intenso intercambio entre budismo e hinduismo, de la cual se deriva un «sustrato religioso» común. Se trata del complejo de prácticas y creencias conocido como tantrismo. Tanto en los círculos budistas como en los ambientes hindúes asociados a esta corriente transrreligiosa existe el interés por determinadas técnicas psicofisiológicas, el simbolismo sexual, el uso de representaciones geométricas (mandalas) y la recitación de sílabas mágicas (mantras).

SOBRE LOS AUTORES

* Doctorado en Ciencia de la Religión por la Universität Hannover, Alemania (1987). Postdoctorado de la Universitat Hannover, Alemania (1993). Beca de Productividad en Investigación 2. Profesor de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Brasil.

* * Doctor en Sociología por la Universidad Federal de Paraná (UFPR, 2011), Magíster en Ciencia de la Religión por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUCSP, 2004) y Licenciado en Derecho (Facultad de Derecho de Curitiba, 1996) y en Comunicación Social/ Periodismo (UFPR, 1994).