El motivo de los mil budas: sobre la atemporalidad del arte antiguo

GUOYING STACY ZHANG 

El motivo de los mil budas es un tema recurrente en el arte budista de Asia Central y China. El motivo muestra una multitud de budas en forma de cuadrícula, todos sentados en postura de meditación sobre un pedestal de loto, y su popularidad creció principalmente durante la dinastía Wei del Norte (386-534), al norte de China. Se tallaba en estelas de piedra encargadas por grupos de plebeyos, así como en las cuevas de las grutas de Yungang, financiadas por el emperador en la provincia de Shanxi.

El significado del motivo de los mil budas es variado. Hay quien sugiere que la representación pictórica se originó en textos sobre los nombres de los budas y su objetivo era complementar cánticos y prácticas de meditación relacionadas. Efectivamente, la cueva 254 de las cuevas de Mogao en Dunhuang, que data del periodo Wei del Norte (386), muestra 1235 imágenes del Buda en sus frescos. Alternando paletas de color, cada Buda va acompañado de una pequeña cartela que lleva inscrito un nombre del Buda de la lista del Guoqu zhuangyan jie qianfo ming jing (過去莊嚴劫千佛名經, «Sutra de los nombres de los mil budas del pasado kalpa glorioso»). Otros hacen hincapié en que el motivo ilustra la cosmología budista según la cual nuestro mundo, donde apareció el Buda Shakyamuni, solo es una de las innumerables tierras del Buda a lo largo del espacio y el tiempo. Por ejemplo, en la cueva 12 de las cuevas de Mogao, patrocinadas por un monje budista de Dunhuang a finales de la dinastía Tang (827-59), hay ilustraciones de 10 sutras en las paredes de la cámara. Cuando el observador levanta la vista, se encuentra con que todo el techo, que tiene forma de pirámide truncada, está cubierto con un patrón de mil budas, lo que crea una experiencia sobrecogedora.

Cuevas de Mogao, cueva 254, dinastía Wey del Norte (386–534). Fuente: e-dunhuang.com
Cuevas de Mogao, cueva 12, dinastía Tang (827–59). Fuente: e-dunhuang.com

Por último, el motivo de los mil budas manifiesta una enseñanza clave del budismo mahayana, que es: todos los seres sensibles tienen la misma naturaleza de Buda y pueden alcanzar la iluminación. En las artes, los devotos expresan esa fe sustituyendo los nombres de los budas por los suyos. Esto se puede ver en una estela excavada cerca del monasterio Xuanzhong en la provincia de Shanxi, un monasterio patriarcal de la escuela de la Tierra Pura. Según la inscripción, la estela fue erigida en el tercer año Heqing de la dinastía Qi del Norte (564) por un grupo de paisanos con el deseo de que sus padres, madres y parientes de siete generaciones, y todos los seres sensibles de la Tierra alcanzaran la budeidad. Otro ejemplo brillante es el fresco del monasterio Mingxiu de la misma provincia. Realizado unos mil años después, el patrón de los mil budas adopta las técnicas y estéticas tradicionales de Dunghuang. Mientras que la mayoría de las cartelas adyacentes a las imágenes del Buda llevan inscritos los nombres de los donantes, algunas están en blanco.

Estela, datada en 564, monasterio Xuanzhong. Fotografía de Fu Yiqun
Fresco, dinastía Ming (1368–1644), monasterio Mingxiu. Fotografía de Fu Yiqun

A lo largo de la historia, el motivo de los mil budas ha expresado fe, así como el interés de todo el mundo; nobleza y plebeyos, hombres y mujeres, laicos y monásticos. En Dunhuang, para asegurarse de que las imágenes del Buda fueran del mismo tamaño, los artistas usaron la técnica del estarcido al pintar los frescos. A pesar de los distintos materiales, técnicas y escalas, el motivo de los mil budas tiene un espíritu democrático, no discriminatorio e incluso rebelde. De hecho, la emergencia de las enseñanzas budistas, especialmente el movimiento mahayana, supone un desafío para la casta social de los brahmanes, la élite de la India antigua.

De una forma similar, en la década de 1950, surgió el pop art, que rechazaba la supremacía de las bellas artes. En su Marilyn Diptych (Díptico Marilyn) (1962), Andy Warhol hizo 50 imágenes de la actriz estadounidense Marilyn Monroe, todas basadas en una imagen promocional de la película Niágara. La mitad estaban pintadas con colores llamativos mientras que la otra mitad estaban pintadas en blanco y negro, supuestamente para simbolizar el declive de la actriz. Sin embargo, Warhol también se sumaba a la tradición. Los dípticos han sido siempre un formato habitual en el arte cristiano, y, a diferencia de lo que muchos creen, la serigrafía no es una invención moderna, sino que tiene su origen en la dinastía china Song (960-1279).

El Marilyn Diptych (Díptico Marilyn), Andy Warhol, 1962. Acrílico sobre lienzo. Tate Modern, Londres. Fotografía de Barbara Piancastelli

Es más, la repetición de imágenes siempre ha sido una potente herramienta para expresar ideas y emociones humanas. En el Marilyn Diptych, la repetición idolatra a una sex symbol de la cultura de masas. En los trabajos de Yayoi Kusama, contemporánea de Warhol, la repetición de los topos y otras imágenes expresa la ansiedad y el desasosiego de la artista que no puede expresarse en palabras. El público puede tener distintas experiencias vitales, pero estos sentimientos son compartidos por muchos en la época moderna. Por lo tanto, la incomodidad visual se convierte en un medio para la catarsis. En el caso del motivo de los mil budas, la repetición promueve una sensación de igualdad, nos conecta a todos con lo divino y crea una esperanza infinita de un estado de la existencia superior y más profundo.

All the Eternal Love I Have for the Pumpkins (Todo el amor eterno que siento por las calabazas), Yayoi Kusama, 2016. Madera, espejo, plástico, cristal negro, LED. Colección de la artista. Imagen cortesía de Ota Fine Arts, Tokio / Singapur y Victoria Miro, Londres. © Yayoi Kusama

Volviendo la vista atrás, nuestra comprensión del motivo de los mil budas también puede arrojar algo de luz sobre los cientos de siluetas de manos en la Cueva de las Manos de Argentina. Hace entre 9000 y 13.000 años, los habitantes locales crearon estas imágenes con sus propias manos soplando pigmentos con pipas de hueso sobre la roca. Se ha determinado que estas siluetas de manos de hombres y mujeres, adultos y niños, fueron añadiéndose a lo largo de generaciones. Las condiciones de vida de la época eran mucho más peligrosas, pero a través de esas manos pintadas podemos sentir la fuerza y la unidad de esta antigua comunidad de cazadores-recolectores.

Cueva de las Manos, Río Pinturas, Argentina. Fotografía de Marianocecowski

La historia se repite, como el arte. El desarrollo de motivos artísticos es complejo y ecléctico, pero todos se originan de las mismas condiciones y necesidades humanas, la ansiedad sobre la vida y la muerte, el deseo de conectar y el anhelo de liberación e inmortalidad. 

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