Viaje a una sesshin tropical en Cuba. Segunda parte.

BELÉN BOVILLE

Pueden leer la primera parte de este artículo aquí

La sangha fue fundada en 1997 en un viaje del maestro Stefan Kosen.  Él venía varias veces al año. Y en 2005 la maestra Bárbara Kosen tomó la responsabilidad a petición de Stefan. Desde entonces ella ha atendido a la sangha, aunque también han venido otros maestros: Pierre, Ingrid, Vincent. Michel Tei Hei ha conocido la liturgia de todos ellos, sin rigideces, sin ortodoxias, cada uno con unas formas diferentes, pero siempre dentro del espíritu de la Vía.

Maestro Michel Tei Hei. Fotografía cortesía de la autora.

A principios del siglo XXI intentaron dar forma legal a la sangha, creando una asociación. Fueron a inscribirla en el organismo apropiado y les fueron dando largas, no les dejaron. Hay mucho recelo a cualquier tipo de organización religiosa o cultural, porque piensan que pueden ser enemigos de la revolución o enviados del imperialismo etcétera, etcétera, una paranoia continua.

La sangha del Kosen Shin-ji de Cuba. Fotografía cortesía de la autora.

Me he quedado sin teléfono móvil, es decir se me ha roto el cargador y tengo que conservar la poca batería que me queda para intentar arreglarlo al llegar a España; luego, no lo uso para nada. Estoy completamente desconectada, algo del todo necesario. Me doy cuenta que esta sesshin y este viaje a Cuba me permite hacer una cura digital, un desenganche a los ordenadores, los móviles, las páginas webs y los buscadores, las aplicaciones y toda la parafernalia digital en la que nos han sumergido desde hace ya más de veinte años. También de la televisión, la radio, los culebrones y la política. Algo muy higiénico, muy saludable para cualquier persona. Sin la tecnología estoy muy feliz, he recuperado el boli y el papel y mis ideas se deslizan entre líneas, de una manera natural y con facilidad. Coso, escucho, leo y escribo. Aunque la tecnología sea esencial, es muy saludable hacer este tipo de curas de limpieza digital, lo que, unido a una vida sencilla y sin deseos ni compras, me hace sentir que estoy haciendo una cura completa, de cuerpo y alma.

Justo antes de comenzar la sesshin, durante los días anteriores de preparación, el maestro Michel tenía que hacer una serie de gestiones; fue al banco y como el cajero estaba abierto y operativo, había una cola de tres horas. Desde hace unos años los cubanos tienen que tener una especie de cuenta en el banco en MLC (moneda libremente convertible), una tarjeta para manejar el dinero y poder adquirir bienes o alimentos fuera de la cartilla de racionamiento, que cada vez proporciona menos comida. Una cola de tres horas es la vida, es la vida haciendo cola, todos son colas.

Fidel al llegar al poder desmanteló todas las centrales azucareras. El oficio que había pasado de padres a hijos, la capacitación, se perdió. Siendo ellos los primeros productores del mundo del azúcar, tras su retirada volvió a subir el precio del azúcar, porque el azúcar de remolacha es infinitamente peor. Fidel dejó que muriera esta industria, aduciendo que no había repuestos. Una vez se retiró el primer productor mundial volvió a subir el precio del azúcar, pero ellos ya estaban fuera del mercado. Con los productos agrarios ha pasado lo mismo; los niños ya no saben lo que es una naranja, dicen que las que cultivan son exportadas; no hay naranjas para consumir. En 1995, cuando viajé por primera vez a Cuba, había naranjas por todas partes. Han pasado casi treinta años y no se ven en ningún lado.

La sangha del Kosen Shin-ji de Cuba. Fotografía cortesía de la autora.

Al terminar la sesshin disfrutamos de unos días en La Habana. Visité varios templos evangelistas, impecables, y la iglesia del cementerio de Cristóbal Colón, en el Vedado. Me metí por los vericuetos de calles y tenderetes. La Habana Vieja está espléndida, es una ciudad muy bella. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, ha ido restaurándose poco a poco. Pero en estos meses de calor apenas hay turismo y los comerciantes del mercadillo de San José, intentan por todos los medios que los escasos turistas compren en sus tiendas.

Nos alojamos en el Vedado, un barrio residencial de clase media-alta, en apogeo a finales del XIX y tras la Independencia, y donde se suceden las casas unifamiliares que eran auténticos palacetes, y que hoy bostezan ante la desidia y la falta de medios de sus actuales propietarios. Algunas casas se están recuperando. Cuba vive de las divisas que mandan los emigrantes, y algunos, en muy buena situación, han podido adquirir para sus familiares residentes casas en buen estado.

La sangha del Kosen Shin-ji de Cuba. Fotografía cortesía de la autora.

Nuestro dojo también está en el Vedado, en un edificio art decó sorprendente. En una tercera planta y con una distribución a varias orientaciones, la brisa circula y te acaricia la espalda mientras estás sentado en Zazen. Nuestros compañeros cubanos de la sesshin, han ido llegando poco a poco, algunos desplazándose desde barrios muy lejanos y haciendo el esfuerzo para llegar tras varias horas de caminata o espera del transporte colectivo. Toda una proeza diaria.

La sangha del Kosen Shin-ji de Cuba. Fotografía cortesía de la autora.

Para nosotros, los europeos, la práctica del zazen en Cuba es un ejemplo de dignidad y decisión. Aun con todas las dificultades, la gente practica la Vía y todo lo que ello conlleva. La sangha de Michel Tei Hei organiza cada mes una sesshin en el nuevo templo, permiten estancias prolongadas a los visitantes extranjeros, y durante las vacaciones de Navidad organizan una sesshin más extensa. Es entonces cuando las temperaturas primaverales atraen a muchos visitantes de otras latitudes. Para nosotros, los que vivimos en el mundo «libre» del consumo, visitar Cuba y practicar zazen con la sangha cubana, ha sido un premio y una experiencia única que recomiendo a todos.

El teléfono y WhatsApp del maestro Michel en Cuba es +5353496254 y el email del dojo cubano: [email protected]. Figuran en Instagram como templo_zen_kosenshinji.