Tras los tres códigos
LILIANA ARIAS ROMERO
¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar por qué es importante mantener una buena conducta? Tal vez no nos gusta tocar el tema de la conducta porque tiene un tinte dogmático y parece muy inquisitivo; parecería que nos están quitando el libre albedrío que tanto nos ha costado ganar. Y, por otra parte, «¿qué tiene de malo un poco de diversión?».
Nunca hemos reparado en que una mala conducta puede ser la fuente de muchos problemas, en el grado en que la ejercitemos, ya sea a través de conductas físicas, orales y mentales. Para empezar, el hecho de que pensemos en cosas negativas no significa que no tengan repercusiones. Por el contrario, el secreto guardado en la mente alimenta y agrava la mala conducta, ya que genera una tendencia que, con el tiempo, resulta muy difícil de erradicar.

¿De dónde vienen las conductas físicas y orales? Pues son una expresión misma de la mente, un reflejo de su estado. Y estas surgen cuando ya no pueden ser más silenciosas y, como una erupción volcánica, explotan y se manifiestan a través de las más severas aflicciones que pueden terminar en una acción violenta.
La mala conducta es el resultado de nuestras aflicciones mentales, las cuales se alimentan principalmente de los tres venenos: ignorancia, apego y aversión. Estos se retroalimentan entre sí. La raíz del sufrimiento es la ignorancia, la creencia del ‘yo y lo mío’, es lo que desata una conducta dual que es la base del antagonismo hacia los demás.
Bajo estas condiciones, siempre surgirá el pensamiento de: «deseo lo mejor para mi bienestar», y cuando no lo obtengo, o percibo que existe una amenaza de perderlo, aparece la aversión, lo cual puede desencadenar un ciclo que termine en estados de ira muy destructivos. Esto provoca gran sufrimiento, tanto a los demás como a uno mismo.
Luego podemos pensar: «he pasado un mal rato», pero eso no termina ahí. Estas conductas alimentan la mente, enraizando malos hábitos que se fortalecen con el tiempo, hasta convertirse en comportamientos naturales. De esta manera, se potencia el karma negativo, que es la raíz de nuestro sufrimiento mental y psicológico.
Las emociones negativas son como un fuego arrasador que deja el desastre tras su paso. La conducta negativa no sólo atraerá condiciones adversas, también experimentaremos sufrimiento. Sufrimos porque no nos gusta que nos dañen, y esto tiene una correspondencia con las diez acciones negativas de cuerpo, palabra y mente.
- Matar
- Robar
- La conducta sexual inapropiada
- La mentira
- La calumnia
- Los insultos
- Los chismes
- La envidia
- La malicia
- Visiones erróneas
Y cuando cualesquiera de estas diez nos ocurre, sentimos que somos las víctimas. Si consideramos la interdependencia y la ley del karma, veremos que nada ocurre al azar, todo es producto de causas y condiciones que hemos creado y han dado un resultado.
Si dejamos de asumir el papel de víctima, seremos más responsables de nuestras decisiones. El resultado que experimentamos es el producto de nuestras acciones. A lo largo de muchos ciclos en el samsara, hemos acumulado numerosos patrones y tendencias en cada existencia, y ahora somos sus resultados.

En su primer discurso el Buddha mostró las cuatro Nobles Verdades, con la primera y segunda quiso que comprendiéramos qué es el sufrimiento y cuáles son sus causas. Con la tercera y cuarta, explicó el camino conducente a la liberación y la manera correcta de llevar nuestras acciones.
Si realmente entendemos la propuesta del Buddha, podremos generar un estado de renuncia hacia todo aquello que ocasiona el sufrimiento y lograr un estado libre de aflicciones.
Para transformar el estado de la mente es necesario cultivar intencionadamente estados positivos que contrarresten los negativos, necesitamos poner atención a cada una de nuestras acciones y sostener un código ético, ya que sólo éste será el escudo protector que evitará las malas acciones.
Reflexionando, quizá podamos ver que el camino espiritual es lo natural, la conexión con nuestra verdadera esencia. Nuestro sentido de libre albedrío se asemeja a caminar a ciegas, sin tener plena conciencia del pasado que ha dado forma a nuestro karma y de cómo se expresará en el futuro.

El camino espiritual es algo serio en lo que debemos reflexionar; no puede ser un pasatiempo que activamos solo cuando nos sentimos mal. Debería ser la fuerza orientadora, como el astro que alinea los planetas en su órbita. De la misma manera, cada una de nuestras acciones debería reflejar una conexión profunda con nuestra esencia espiritual, creando coherencia y armonía en todo lo que nos rodea.
Un código ético nos permite desarrollar una mente predispuesta a seguir un camino espiritual. Los tres caminos del Buddha, propuestos a continuación, sirven como guía para adoptar un compromiso personal.
Los tres códigos éticos del Buddha
Atisha ha dicho:
La primera disciplina es entrenarse en los pasos de los santos (arhat);
la disciplina intermedia, entrenarse en los pasos de los bodhisattvas del pasado;
y la disciplina del Mantra Secreto, entrenarse en los pasos de los buddhas.
El código ético de la liberación personal o Pratimokṣa1
Los votos de liberación personal están basados en una ética que busca la paz interior y la liberación del ciclo del sufrimiento de la existencia cíclica (samsara). Su propósito es renunciar a dañar a los demás.
Estos votos incluyen abstenerse de tres acciones del cuerpo (matar, robar y mala conducta sexual) y cuatro del habla (mentir, usar palabras hirientes, calumniar y hablar en vano). Estos son los siete votos cardinales que forman parte de las ocho clasificaciones del código Pratimokṣa.
La disciplina monástica incluye restricciones, por ejemplo, en cuanto a la dieta y la vestimenta y, lo más importante, el mandato de la continencia sexual. Estas restricciones se consideran necesarias, no porque sean morales por naturaleza, sino en virtud de una legislación especial del Buddha.
Esta moralidad «artificial» se promulga por dos razones: el monje o monja que sigue estas reglas debe estudiar y meditar intensivamente. Además, son los representantes públicos de la fe budista.
La disciplina de la liberación personal tiene ocho clasificaciones. Los números representan el número de votos que se deben cumplir:
- Bhikṣu [monje: 7 cardinales + 246*]
- Bhikṣuṇī [monja: 7 cardinales + 364*]
- Śikṣamāṇā [mujer en prueba: 7 cardinales + 35*]
- Śrāmaṇera [novicio: 7 cardinales + 29*]
- Śrāmaṇerikā [novicia: 7 cardinales + 29*]
- Upāsaka [laico: 5]
- Upāsikā [laica: 5]. Los 5 incluyen los 3 de cuerpo, no mentir y no tomar intoxicantes.
- Upavāsastha [comienzo del ayuno: 8]. Los 8 incluyen los 5 votos laicos, además de evitar lujos, alimentos en horas inadecuadas y entretenimiento. Estos votos se practican por 1 día.
Cada número indicado entre corchetes representa el número de votos que deben cumplirse. El asterisco (*) señala los votos considerados como parte de la «moralidad artificial».
Cuando se adquiere correctamente, esta disciplina actúa como una fuerza restrictiva que ayuda al practicante a evitar transgredir los preceptos, incluso en circunstancias favorables para ello.
Este código es de naturaleza transitoria y dura sólo por una vida.
El código ético de los bodhisattvas 1
El primero es cultivar el voto para fortalecer su mente y adoptar el compromiso Pratimoksha, que incluye, además, los tres votos cardinales de la mente. El segundo propósito es trabajar para el beneficio de todos los seres sintientes, sin excepción, cultivando la mente iluminada (bodhichitta). El tercer propósito es cultivar la virtud, fortaleciéndose así en las diez etapas de su práctica (bhumis), a través de las seis perfecciones de la virtud: generosidad, conducta, paciencia, entusiasmo, meditación y sabiduría.
Para el bodhisattva, dotado de compasión y métodos hábiles, todo es posible y hasta las faltas más graves se transforman en medios hábiles para ayudar a los demás.
El compromiso del bodhisattva no puede compararse con ningún otro, pues está motivado por la gran aspiración de la bodhichitta (la mente iluminada), que transforma sus acciones en un elixir de virtud. Su motivación, impulsada por la gran compasión, trasciende la moral convencional.
Existen dos etapas en el desarrollo de la bodhichitta: la de aspiración y la de acción. Tan sólo en la segunda etapa se toman los votos del bodhisattva. Estos votos incluyen 18 preceptos que, si se infringen, constituyen una ruptura de los votos raíz, y la observancia de 46 tipos de comportamiento inadecuado.
El código de los bodhisattvas, debido a su naturaleza ilimitada, es un compromiso que se mantiene hasta alcanzar la iluminación.

El código del vehículo secreto del Vidyādhara, Tantra 2
El código del Vidyādhara comienza por el final, asumiendo el estado de la visión pura de un Buddha, quien, al igual que el bodhisattva, encarna principalmente la aspiración por el bienestar de los seres, convirtiendo esta aspiración en su meta.
El proceso de asumir los votos del Mantra Secreto comienza cuando el cuerpo, el habla y la mente del aspirante han sido consagrados en un ritual iniciático. Este proceso se completa únicamente al final de la iniciación. A partir de ese momento, se establece el «vínculo de fuego» y los votos del mantra se asumen por completo. Desde este punto, los discípulos se vuelven susceptibles a las caídas fundamentales asociadas con la clase específica de tantra.
Por esta razón, el candidato para el Mantra Secreto debe ser alguien de voluntad firme, capaz de salvaguardar los votos comunes, tales como el ayuno purificatorio y otros votos de liberación personal; la bodhichitta y otros compromisos del bodhisattva.
La conducta del Tantra está respaldada por medios hábiles y la sabiduría no dual, recursos que los practicantes del pratimoksha, las personas mundanas y los no budistas no poseen. Estos últimos siguen una conducta sana, pero afectada por su apego a la concepción de las cosas como algo real. El practicante del Tantra, imbuido con la bodhichitta, medios hábiles y sabiduría, se compromete en conductas saludables, entendiendo la igualdad de todas las cosas, libre del apego a los fenómenos y manteniendo la visión pura de todo lo que lo rodea.
El Yoga Tantra (una de las cuatro clasificaciones del tantra) tiene 14 samayas o votos. Su conducta incluye también el Paramitayana, el vehículo del bodhisattva, y adopta sus principios.
Comentario
Podemos perfeccionar nuestra conducta comenzando con cinco votos fundamentales. Los votos de liberación personal actúan como una barrera de seguridad, habituando nuestra mente a la disciplina y fortaleciendo nuestra voluntad. Con esta base sólida, podemos adentrarnos en el sendero del bodhisattva, quien, por su gran virtud y compasión, se dedica a trabajar incansablemente por el bienestar de todos los seres sintientes, sin excepción, logrando la total ecuanimidad.
Finalmente, a través del camino del vidyādhara de la visión pura, alcanzamos la percepción de la indistinción entre sujeto y objeto. Con la práctica, logramos el estado de un Buddha completamente despierto, libre de todo sufrimiento y aflicción.
Referencias revisadas:
1.Candragomin and the Bodhisattva Vow por Mark Joseph Tatz, M.A., University of Washington.
2. Buddhist Ethicspor Jamgön Kongtrul Lodrö Tayé, Snow Lion Publications, Ithaca, New York.
3. Los tres códigos: Visión general de la ética budista por Venerable Khenpo Rinchen Gyaltsen, Paramita.org.
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Liliana Arias Romero es ingeniera industrial y se especializó con una maestría en finanzas corporativas. Se dedica a la gestión y dirección de proyectos. Es estudiante de filosofía y meditación budista, además de practicante del Dharma del budismo tibetano Sakya. Es autora de artículos budistas, coordinadora y tutora de grupos de estudio, así como colaboradora de Paramita España. También es instructora de meditación y estudiante de la lengua tibetana.