Reconectando: Escuchar la Tierra como camino de reconciliación, sanación y verdad.[i]

JUAN PABLO RESTREPO

Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»

¿Cómo agradecer el hecho de estar vivos en medio de los colapsos ecológicos y sociales que acontecen y afirmar aquello que amamos de estar en esta Tierra? ¿Cómo conectar con la gratitud desde un cuerpo y un planeta heridos? 

¿Cómo reconocer y honrar el dolor por un mundo cuyo sufrimiento se ve en cada rincón de la Tierra y cuyo reconocimiento puede ser abrumador?  

¿Cómo ver con nuevos ojos, crear conversaciones y pasarelas sensoriales con seres otros-que-humanos para expandir nuestros círculos de pertenencia y relaciones, para generar parentescos extendidos?  

¿Cómo seguir adelante en nuestras comunidades a partir del reconocimiento de que co-pertenecemos a una trama más amplia?

Fotografía cortesía del autor.

Estas son algunas preguntas que la ecofilósofa Joanna Macy nos invita a hacer en lo que ella llama el Trabajo que Reconecta (TQR). En esta oportunidad no escribiré explícitamente sobre la propuesta de Macy y sus colaboradores (ver este artículo en esta misma plataforma digital donde se habla del Gran Giro y del viaje en espiral en el TQR) sino sobre el proceso que viene llevando adelante el movimiento Reconectando en Colombia. En ese país, donde el dolor por las diversas violencias está tan vivo y tan integrado en el sentido común, ¿qué puede ofrecer una aproximación como el TQR de Joanna Macy, una metodología donde el dharma y la ecología profunda están integrados? En palabras de Helena Ter Ellen, iniciadora de los talleres de ecología profunda en Colombia:

Estamos convencidos de que este trabajo tiene aún más sentido en países como Colombia y otros donde los conflictos armados han devastado el paisaje, tanto externo como interno. El objetivo es tanto prepararse para el futuro incierto al que todos nos enfrentamos en nuestra vulnerable Tierra como, al mismo tiempo, sanar las heridas de la guerra, visibles e invisibles, heridas sobre las que este trabajo puede arrojar luz y empezar un proceso de sanación.[ii]

Reconectando nace bajo ese nombre en el año 2018 como uno de los aliados oficiales de la Comisión de la Verdad (CEV), que es instaurada en el marco del Acuerdo de Paz de 2016 entre las extintas guerrillas de las FARC y el Estado colombiano. Reconectando se propone apoyar los esfuerzos de la Comisión de búsqueda de la verdad, la convivencia y la no-repetición del conflicto en los territorios. Sin embargo, las raíces de Reconectando son anteriores, pues la iniciativa empezó ya en 2014 con «Talleres de Ecología Profunda y Construcción de Paz», los cuales fueron facilitados durante 5 años (2014-2018) por la iniciadora Helena ter Ellen y un equipo colombiano. Helena es una mujer holandesa con larga experiencia en construcción de paz en Colombia y experta en el «Trabajo que Reconecta». Desde el inicio la intención era de juntar víctimas, líderes comunitarios y personas de sectores más privilegiados y generar «diálogos improbables» en una sociedad supremamente fragmentada y traumatizada.

Fotografía cortesía del autor.

A partir de 2018 la iniciativa se enraíza con el inicio de la Comisión de la Verdad, y toma entonces el nombre de «Reconectando: Laboratorios de Verdad y Reconciliación en el vientre de la Madre Tierra». El equipo [iii]  busca juntar víctimas del conflicto y excombatientes de todos los lados, además de personas de sectores y etnias diversos: líderes sociales y ambientales, artistas, empresarios, académicos, periodistas, entre otros, a vivir una experiencia transformadora de 5 días en escenarios de exuberante naturaleza en distintos territorios del país.

Fotografía cortesía del autor.

Rituales en el Fin de un Mundo [iv]

Thích Nhất Hahn nos enseñó que una de las cosas más importantes que podemos hacer con nuestra práctica del dharma es escuchar el dolor de la Tierra. Así también lo recuerda el teólogo brasileño Claudio Carvalhaes, para quien necesitamos crear rituales que abracen el momento de colapso en que nos encontramos como sociedad y planeta en orden de transformar nuestro presente para que un verdadero futuro sea habitable. Es lo que él llama «rituales de atención»:

Los rituales de atención pueden ser tecnologías de conexión profunda, de transformación verdadera y radical junto a todos los seres que nos rodean, humanos y más que humanos. Los rituales pueden ayudarnos a prestar atención de verdad, y si prestamos atención, cambiaremos las condiciones de nuestro vivir colectivo (Inventories-21). [v]

Tuve el privilegio de vivir uno de estos rituales en una de las zonas del planeta donde el dolor y la destrucción conviven con la belleza. A comienzos de febrero participé de un Laboratorio de Reconectando en la región de META en el Sur de Colombia. Ahí se reunieron líderes de esa región (incluyendo víctimas y excombatientes), con representantes de movimientos nacionales por la paz, y 6 personas de otros países de América Latina (Venezuela, Argentina, México, Nicaragua).

Una de las preguntas que creo nodulares al trabajo de Reconectando en este contexto es: ¿Cómo la reconexión de nuestro fracturado vínculo con la Tierra ayudaría a sanar las heridas de la guerra en Colombia? Para responder a esta pregunta es necesario considerar una de las intuiciones más potentes que, a mi juicio, ha ido emergiendo entre integrantes de la Comisión de la Verdad, también gracias a aliados como Reconectando: lo que rompió la guerra no fueron solo los lazos entre los humanos sino también lo que unía a las comunidades afectadas a la Tierra. Para muchas personas, sobre todo quienes habitaban el campo rural (espacio en donde el conflicto fue – y sigue siendo – más sangriento), la guerra significó un corte en las múltiples relaciones con el territorio que habitaban; la guerra afectó la misma trama de la vida y la identidad relacional de las comunidades. Así lo recordábamos en la lectura ritual de algunos testimonios tomados del informe de la Comisión de la Verdad [vi], una de las actividades en donde nos abrimos y honramos el dolor por la Tierra:

Para los pueblos indígenas y ancestrales, la violencia es el reflejo de la desconexión del ser humano con la naturaleza, con el mundo real de la Madre Tierra, con todos los componentes que existen en el universo. Lo que hoy en día llamamos violencia es desprenderse del hilo umbilical de la Madre Tierra y la pérdida del conocimiento de los códigos de ella.

Si además la consideramos un cuerpo doliente, deberíamos preguntarnos por el lugar en el que se localiza su dolor. ¿Cómo podemos escucharlo? ¿Quién lo testimonia: un río, un árbol, un duende, un grillo?  [vii]

Reconectando crea un espacio ritual para que esta herida de la Tierra (que nos atraviesa) emerja a través de quienes participamos en los encuentros. En este sentido somos reconfigurados por las voces que cuentan el dolor, humanas y otras-que-humanas. Este dolor es escuchado y, en el contexto colombiano, nos toca profundamente debido a su permanencia e intensidad; como los atentados que sufrió una de las participantes por defender los ríos de las petroleras o las heridas de los exguerrilleros que huyeron en busca de un futuro posible para sus hijos. Este espacio ritual crea las condiciones posibles para que, tal como lo recuerda Hector, en la herida encontremos nuestra medicina.

El espacio ritual que propone Reconectando permite una escucha profunda del mundo otro-que-humano, en lo que ellos llaman «conversaciones salvajes» [viii]. En este sentido, el camino (bien podríamos decir el dharma) al que se nos invitó es uno que sugiere una renovada atención a lo que dicen los territorios, eso que de manera poética el maestro zen Eihei Dogen denomina el dharma de las montañas y ríos, aquel que nos despierta del entumecimiento de corazón y la ignorancia de nuestras mentes.

Fotografía cortesía del autor.

El Consejo de Todos los Seres

En nuestro encuentro al lado del maravilloso Rio Güejar, viajamos en la espiral del Trabajo que Reconecta, anclándonos en la gratitud primero, abriéndonos a nuestro dolor personal y al dolor de los demás, y entrando en una visión nueva (¡o ancestral!) de la realidad, una realidad de interdependencia, de «Inter-Ser» como dice Thích Nhất Hahn. En esa etapa «ver con ojos nuevos» vivimos el Consejo de Todos los Seres, gran ritual de ecología profunda, cocreado por John Seed y Joanna Macy. Reconectando lo ha ido proponiendo en Colombia desde 2021 en una apuesta a escuchar el dolor de la Tierra dentro del conflicto armado del país [ix]. El Consejo de Todos los Seres llama a los seres otros-que-humanos a participar de un encuentro donde, en el contexto de Reconectando, exploramos tres preguntas desde la perspectiva del ser con el cual cada persona se conectaba:

¿Qué amas de estar viva/o en la Tierra?

¿Qué está pasando contigo en este momento de crisis social y ecológica?

¿Desde el ser único que eres (como montaña, como colibrí, como ballena…), cuál es tu regalo para la humanidad? 

En esta exploración bajé a la roca que nos sostenía y encontré el Musgo. Comencé a hablar con él, comencé a cantarle. Poco a poco establecimos un diálogo en el cual una parte de mí comenzó a devenir él. [x] La conciencia de que, en algún momento de nuestra historia de 4500 millones de años como seres de esta Tierra, fuimos musgo, me ayudó a atravesar los obstáculos del sentido común que consideran imposible una identificación con el mundo otro-que-humano.

Fotografía cortesía del autor.

Coda

Necesitamos rituales que afirmen nuestra pertenencia a la Tierra y que cultiven relaciones de cuidado y aprecio por el mundo que nos rodea. Adoptar la perspectiva de otros seres con los cuales compartimos este maravilloso planeta es un primer paso para escapar a la negligencia y el descuido que pareciera ser el signo de los tiempos que corren. Creo que esta capacidad es una medicina necesaria para sanar nuestras heridas colectivas y que procesos como Reconectando nos permite encarnar. Reconectando nos recuerda el deseo de florecer junto a otros (no solo humanos) y nos ubica en el tejido de la vida.

Para terminar este escrito quisiera compartir algunas palabras que escribí en este devenir-musgo que se canalizó en el Consejo de Todos los Seres:

Amo la roca. Amo el sol. Amo estar fresca. Amo la brisa, amo las rajaduras entre mundos. Amo la ternura de los seres que saben cuidarme. Las hormigas caminan suavemente sobre mis estepas. Me gusta que me cantes. Adoro la caída de las hojas y la frescura. Me gusta la pasividad, me gusta ese contacto con lo abiótico, la roca, el mundo mineral. Las gotas de agua acarician mi piel. El rocío en las mañanas frías refleja mundos múltiples.

El dolor de esta tierra que cambia. Calor, mucho calor. No se si permaneceré en las rocas o si mi existencia será otro punto efímero en la vida de la tierra. Hay lugares donde he visto a los ríos secarse. Quizás, como tantos otros, tenga que decir adiós, despedir la roca que tanto amo.  

Quisiera que se guarde mi memoria, pero no necesitas arrancarme. Aprende a cuidarme. Querido humano, yo te daré agua, te ofreceré un lecho en el cual mirarás al cielo, explorarás otros mundos, otras formas, y volverás a mí, manto de tierra, agradecido de yacer aquí. Tírate en mí, de tanto en tanto, a ver la danza de las hojas. Es la manera como el viento confirma tu lugar en la familia de las cosas. Aprende de las rocas como yo lo he hecho por millones de años. Quédate quieto de tanto en tanto. Aprende a escuchar tus ancestros y ancestras. Y escucha los ríos fluir, llegar al mar y descansar.


[i] Este escrito no hubiera sido posible sin la valiosa ayuda de Helena Ter Ellen. Agradezco también a Katherine Perez por los diversos intercambios. Para conocer más sobre Reconectando y los procesos que llevan a cabo en Colombia y el mundo puedes acceder a este link.

[ii] “Reconectando in the Wounded land of Colombia’ de Helena ter Ellen, publicado en A Wild Love for the World, Joanna Macy and the Work of Our Time.

[iii] Ha sido muy fructífero para el proceso de Reconectando el regreso del colombiano exiliado Hector Artistizabal, psicoanalista, experto en teatro social y rituales de sanación y que había estado trabajando en sanación colectiva en países en conflicto en el mundo entero durante más de 27 años.

[iv] Para este apartado, tomo prestado el nombre del maravilloso libro de Claudio Carvalhaes: Rituals at the End of the World.

[v] “How do we Become Green People and Earth Communities? Inventories, Metamorphoses and Emergencies”, p. 21.

[vi] Se puede descubrir el informe de la Comisión de la Verdad en esta plataforma multimedia y leer el volumen Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia en este link.

[vii] Cuando los pájaros no cantaban: Diálogos con la naturaleza, pp. 124-146.

[viii] Inspirados por Animas Valley, prácticas para reconectar con nuestra alma y con el alma del mundo.

[ix] En este video quedó plasmado el primer Consejo de todos los Seres que se hizo a petición de la Casa de la Verdad en Caquetá, al lado del rio Pato. El Consejo ayudó a la Comisión a abrir el imaginario al dolor del territorio herido de esa región.

[x] Retomo aquí la maravillosa propuesta de Robin Wall Kimmerer para quien es necesario recuperar un lenguaje que no desanime el mundo en el que vivimos, algo que ella llama «la gramática de lo animado». Cuando llamamos él o ella a una entidad otro-que-humana recordamos el simple hecho de que pueden ser “personas”, pueden tener una perspectiva. En este sentido detenemos el hábito de reificar el mundo que nos rodea. Así nos dice Robin: «Eso despoja a la persona de su identidad individual y de su semejanza con los demás, reduciéndola a un mero objeto. Y he aquí que en potowatomi y en la mayoría de lenguas indígenas utilizamos las mismas palabras para referirnos al mundo vivo y a nuestra familia. Porque el mundo vivo también es nuestra familia» (71)

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Juan Pablo Restrepo estudió filosofía en la Universidad del Valle, Cali-Colombia. Ha enseñado por más de 15 años yoga y meditación. Es practicante de budismo en las tradiciones Indo-Tibetana y Zen. Es representante para Suramérica de G.P.I.W (Global Peace Initiative for Women), organización que crea diálogos y encuentros entre líderes espirituales y jóvenes ambientalistas. Es doctorando en filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente investiga temas relacionados al Antropoceno, la catástrofe ecológica y la manera en que ésta afecta las narrativas espirituales. Es miembro activo del Núcleo de Etnografías Amerindias (NuetAm) dirigido por Dra. Florencia Tola y del Grupo de Estudios Posthumanos dirigido por Dra. Gabriela Balcarce. Vive en Epuyén, un lugar en la Patagonia Argentina, donde construye junto a su pareja Jade Sívori, un espacio de encuentros, retiros y actividades que aporten a la sanación y liberación del humano y la Tierra.