El Trabajo que Reconecta de Joanna Macy

DANIEL TURON

Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»

«Joanna Macy es una ecosattva definitiva, una bodhisattva dedicada a salvar la tierra. Si la crisis ecológica es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad hoy en día, entonces Joanna Macy es, sin duda, una de las maestras más importantes de nuestro tiempo.» (David Loy)                                       

Cuando le preguntaron al gran maestro Thích Nhất Hạnh qué necesitábamos para sanar el planeta, respondió: «escuchar dentro de nosotros el sonido del llanto de la tierra». Así es la esencia del Trabajo que Reconecta, escuchar el corazón de la tierra latiendo dentro de nosotros.

Vamos a introducir un poco a Joanna Macy, y posteriormente analizaremos brevemente su enseñanza:

Nacida 1929, su primer encuentro con el budismo fue trabajando con refugiados tibetanos en el norte de la India, en 1965. Posteriormente, seguirá también la tradición theravāda. Hizo su doctorado bajo la supervisión de Ervin Laszo sobre el concepto de pratītyasamutpāda, o surgimiento dependiente, integrando diversas disciplinas académicas como la teoría de sistemas y la ecología profunda. 

Joanna Macy es alguien que tiende un puente entre la resiliencia interior y exterior. Un trabajo que en los términos de David Loy es «no-dual», pues no hace distinción entre sujeto-objeto, entre la mente que reconocemos como interior o lo que reconocemos como exterior. Por lo tanto, hay un profundo compromiso en aliviar el sufrimiento de un mundo que, como veremos más adelante, también somos nosotros.

Portada del libro Esperanza activa

Hay por lo menos 3 relatos dominantes que se superponen en nuestros esquemas mentales actuales para explicar la situación actual del mundo:

> Desde el relato o la narrativa del todo como de costumbre, nada especialmente grave está sucediendo, está todo bajo control (sobre todo si miramos hacia otro lado, o nos encerramos en una falsa burbuja, ya sea un solipsismo tecnológico, o en un ensimismamiento que nos desconecta del mundo. Obviamente hay momentos para reconectar desde el silencio. Pero nos referimos a la idea de desconexión y separatividad, sin tener presente la interdependencia. Entonces desde ahí es fácil no ver, ni comprometerse ante la situación de crisis actual).  Pero el relato del todo como costumbre es una narrativa en decadencia desde el fin de la normalidad, al declarar la emergencia ecológica.

> El segundo relato es el del colapso inevitable, el gran desmoronamiento. Es la actitud nihilista de un pesimismo oportunista que nos permite seguir sin actuar, ni cambiar nuestro comportamiento y consumo. Hay diferentes escenarios posibles, y cuanto menos se haga más sufrimiento puede haber.

> El tercer relato, es el del Gran Giro, es afrontar la realidad, la incertidumbre, las distintas posibilidades de escenarios futuros, y actuales, más o menos catastróficos que se nos van presentando a nosotros y a nuestros descendientes. Aunque la ciencia asuma que los cambios climáticos ya son inevitables, los escenarios posibles son muy diversos, van desde la extinción total, hasta un colapso amable. Y es ahí donde deberíamos éticamente situarnos, por el respeto a nuestros ancestros y a las siguientes generaciones. Encarnar los arquetipos del bodhisattva, del héroe y atravesar la noche oscura de la humanidad con el corazón despierto y la mente atenta. Ahí es donde surge el concepto de Esperanza Activa, una práctica, que independientemente de los resultados, asume una actitud mental de responsabilidad universal ante los tiempos iniciáticos que vivimos. Tiempos de catástrofes, desvelamientos y crisis.

El Gran Giro consta de 3 dimensiones: acciones de resistencia y protección de los derechos de la naturaleza; acciones de construcción de alternativas cooperativas y de apoyo mutuo; y acciones de reflexión ecofilosófica para la transformación del paradigma cultural.

Ilustración que aparece en Esperanza activa

La enseñanza de Joanna Macy forma parte del espíritu de nuestro tiempo, totalmente en sintonía con lo que la tradición católica ha llamado la conversión ecológica, la ecología integral, la ecojusticia, reflejada en la encíclica Laudato Sí, inspirada en la obra de Leonardo Boff. Y que, a su vez, ha inspirado a que muchas tradiciones empiecen a actuar. Recomiendo consultar el Foro de Religiones y Ecología de Yale para profundizar en este tema desde el diálogo interreligioso.

Volviendo a Joanna Macy, el Dalái Lama​ dijo en el prólogo del libro Nuestra vida como Gaia: «… Me da un gran placer expresar mi admiración por tal trabajo y animar a los lectores a que no solo otorguen su aprobación, pero que actúen basados en ella, para el beneficio de todos los seres sintientes y esta Tierra, que es nuestro único hogar.»

Vamos entonces a conocer El Trabajo que Reconecta (TQR):

El TQR es una metodología práctica. Muchas de las dinámicas propuestas son para hacer en grupo o en parejas, aunque hay muchas que también se pueden hacer individualmente, en una práctica cotidiana. El TQR se desarrolla en lo que se llama la «Espiral del Trabajo que Reconecta», que consta de 4 fases que vamos a recorrer brevemente.

La gratitud. Es la llave que abre la puerta del corazón. Agradecer el regalo de la Vida, nos ayuda a estabilizarnos y enraizarnos. Como todo estado da la mente no depende de las circunstancias externas, es , por tanto, subversivo con la sociedad de crecimiento industrial, que juega con nuestros deseos. Y se considera un deber sagrado, ayudándonos a trascender el egoísmo, agradeciendo y reconectando con la red de sistemas vivos. Agradeciendo a los seres vegetales que nos regalan el oxígeno, a la tierra que nos da soporte y alimento, a los ciclos y el fluir de las aguas, al calor y la luz del sol que nos da vida… a todos los seres con los que convivimos, en los tres tiempos…

Honrar el dolor por el mundo. Un corazón que se abre en mil pedazos puede contener el universo entero—nos dice Joanna Macy—, así honrar la voz de la Tierra en nuestro corazón, estar presentes para nuestro mundo, hacer el proceso de duelo climático, reconocer el sufrimiento, es lo más natural del mundo. Para poder trabajar en las soluciones, desprivatizar el dolor y reconocernos uno más en este tránsito. Conmocionarnos, nos lleva al movimiento, con desapego al resultado, pero desde la acción compasiva. Recordando la última cena en la película No mires arriba, donde después de haber hecho lo humanamente posible, se podía descansar con la consciencia tranquila ante lo que fuera que iba a suceder.

Las 4 fases de la «Espiral del Trabajo que Reconecta».

¿Cómo nos sentimos ante lo que está pasando por la irresponsabilidad humana?, ante los incendios descontrolados que queman millones de animales y destruyen ecosistemas, las tormentas y huracanes cada vez más intensos, el deshielo de los glaciares y la subida del nivel del mar, los refugiados climáticos, las sequías y perdida de cosechas, animales salvajes hambrientos comiendo y destruyendo cultivos, miles de millones de animales confinados y torturados, con los riesgos de pandemias, las olas de calor insoportables, y la generación, quizás la última de las generaciones humanas en habitar (civilizadamente) esta tierra con crecientes guerras por los recursos…

Estas realidades pueden generar ecoansiedad, sobre todo si se trata de negarlas y mirar hacia otro lado, todos podemos ver lo que sucede, pero para afrontarlo hay que escuchar profundamente nuestro corazón, hacerlo consciente, compartir lo que sentimos, reconocer el sufrimiento, es la única manera de salir de él y ser parte de la regeneración resiliente. «Solamente atravesando la desesperanza, encontramos la esperanza» (Thomas Merton). Solo reconociendo la realidad del sufrimiento, el por qué y cómo el ser humano lo provoca, podemos llegar a encontrar la solución al sufrimiento. Solo reconociendo la adicción al petróleo y al consumo, podemos encontrar maneras de purificarnos y regenerar la tierra.

Mirar con nuevos ojos

«Todos estamos conectados; a otros biológicamente, a la tierra químicamente, al resto del universo, atómicamente.» (Neil DeGrasse).

Esta es la etapa de las meditaciones conceptuales. Son meditaciones que profundizan el vivir en el presente eterno, un aquí y ahora abarcante, con la realización de la interdependencia de los 3 tiempos.

Se basa en los 4 descubrimientos:

> El self-ecológico. Cuando hablamos de la identidad, se confunde el vacío con la vacuidad. Anular el ego con trascenderlo, lo prepersonal con lo transpersonal, Arne Naes, posteriormente desarrollado por Matew Fox, desarrollan el concepto del yo-ecológico. Si reconocemos la interdependencia, el inter-ser, «yo» sin el sol no soy, ¿puedo entonces decir que mi yo termina en mi piel? ¿Yo sin los árboles no podría existir, puedo entonces separar mi yo del mundo vegetal? Expandir entonces mi sentido de identidad hacia el infinito, íntimamente ligados a todos los seres, al big bang y cada rincón del universo. Y así salir de la ilusión de separatividad, de un yo aislado. La identidad no se destruye en la nada, sino que se funde en la totalidad de la vacuidad. O como dice Rilke en un poema: «Vivo la vida en círculos crecientes que se extienden sobre todas las cosas.»

> El tiempo profundo. La enseñanza del tiempo profundo nos abre a la consciencia de los seres de los 3 tiempos. Es un tiempo no antropocéntrico, que nos conecta como seres cósmicos desde el inicio de nuestro universo en una nueva cosmogénesis científica. Hacía una nueva comprensión de nuestra historia y de nuestro papel en el mundo. De dónde venimos y dónde estamos.  La edad de nuestro universo (y nuestros átomos), la edad de la vida en la tierra 3.500 millones de años, la evolución de la vida en simbiogénesis y apoyo mutuo, el respeto profundo a nuestros ancestros humanos y no humanos, a sus vidas, esfuerzos y aprendizajes. Y el legado que dejamos a las siguientes generaciones…

> Nuevo sentido de comunidad. La reciprocidad sagrada en la Sangha, las identidades que surgen en los grupos a los que pertenecemos, las sinergias, las visiones inspiradoras, las pequeñas victorias celebradas de las aspiraciones mayores a nosotros mismos. Construcción de redes de apoyo mutuo y ciudadanía activa. Aquí debemos tener presente los diferentes grupos que conforman nuestra identidad, desde el arraigo a nuestras raíces culturales tradicionales (Simone Weil), valorando con respeto a otras culturas, profundizando la cooperación natural que surge en momentos de crisis (Rebecca Solnit), pasando por la Ciudadanía Planetaria (Morin) y la responsabilidad universal de cuidado a toda la red de seres vivos que somos, como self-ecológico.

Árbol de refugio budista. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Refuge_tree

> El Poder-Con de la Cultura de Paz basada en una resolución pacífica de los conflictos y del win-win-win. En lugar del poder-sobre otros seres humanos, otros animales, o la naturaleza. La alternativa es una forma de entender las relaciones, distinta al patriarcado y más cercana al ecofeminismo, con una comunicación no violenta. Desde el poder interior, y el poder colectivo, que emerge en el compromiso y retos a causas que nos trascienden (como en el fluir de Csíkszentmihályi y la eudaimonia griega donde la felicidad del disfrute trasciende al placer), desde una visión inspiradora que nos empodera, movidos por una aspiración mayor que nosotros, desde la cooperación y el bien común, rememorando y celebrando siempre los pequeños logros. Con el poder sutil acumulativo que emerge en un sistema complejo, donde el todo es mayor a la suma de las partes. Todo ello sin olvidar la libertad, la igualdad, y la fraternidad que equilibra en un camino medio, los dos anteriores.

Ponerse en camino. Es la parte concreta de nuestros actos, nuestra relación con la Tierra, en interdependencia. Para ello es interesante calcular y conocer nuestra huella ecológica. Poner atención a nuestro consumo (justo o injusto). La capacidad de comprometerse en el ahimsa, no violencia, hacia los animales humanos y no humanos, incluidas las siguientes generaciones, para no consumir su futuro en una violencia intergeneracional. Necesitamos una responsabilidad universal tanto a nivel individual como colectivo. Reconociendo lo que Goleman llama la Inteligencia Ecológica, o Interdependencia y los efectos que cada acto de consumo tiene en nuestra naturaleza, entonces para ello hay muchas alternativas locales, en cada comunidad (y si no, hay que crearlas), desde el consumo responsable, comercio justo, movilidad sostenible, zero waste, etc.,… hasta las acciones de protección y de regeneración de nuestra naturaleza.

Joanna Macy nos recuerda el mito profético del guerrero de Shambhala, del bodhisattva, donde en los tiempos oscuros en que la vida en el planeta está en riesgo, en el momento en que el futuro de todos los seres pende de un hilo… emerge el reino de Shambhala, en el corazón y en la mente de los guerreros de Shambhala. Bodhisattvas trabajando en todos los estamentos sociales, haciendo su trabajo con consciencia, desde la sabiduría y la compasión, transformando humanamente las crisis y conflictos provocados por el ser humano (Manomaya). O como dice la UNESCO, «puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz», y añadiría, la justicia ecológica, y la paz ecológica… por el bien de todos los seres…

Terminar con una frase con la que suelo sintetizar buena parte del trabajo de Joanna Macy: «El despertar de la consciencia ecológica es reconocer la emergencia ecológica como un estado de la mente, que si surge con bodhicitta hacia los seres de los 3 tiempos, puede traer Esperanza Activa al mundo.»

Enlaces:

https://conpaciencia.wixsite.com/danielturoncutrina/esperanza-activa

—————————

DANIEL TURON

Licenciado en Psicología, terapeuta Gestalt-Transpersonal, profesor de yoga y respiración consciente. Máster en Derechos Humanos y Ciudadanía (pensamiento ecológico), UB. Postgrado en Conflictology y profesor colaborador de la UOC en el máster de resolución de conflictos. Experto en comunicación asertiva. Coordinador y docente de la “Formación Holística”, Universidad de Gerona (3 ediciones). Fue miembro del Grupo de Budismo y DD.HH. de la CCEB, y es miembro del grupo interreligioso de crisis ecológica y espiritualidad de AUDIR. Cotraductor del libro “Esperanza Activa” de Joanna Macy al castellano. Y cofacilitador del Trabajo que Reconecta en el equipo de Visiones para la Tierra».

This Post Has One Comment

Leave a Reply

Captcha loading...