Protegiendo la dignidad humana frente a la amenaza del nihilismo moral

BHIKKHU BODHI [i]

Traducción de Manuel Ato-Carrera

El discurso de apertura [ii] que compartimos a continuación fue ofrecido por Bhikkhu Bodhi el 6 de mayo del presente en el  20º Día de Vesak [iii] de Naciones Unidas al que asistimos en la ciudad de Ho Chi Minh, Vietnam, evento en el que participaron alrededor de 2.700 invitados de 85 países, entre ellos, monásticos, laicos, académicos y autoridades [iv]. Bajo el título «Protegiendo la dignidad humana frente a la amenaza del nihilismo moral», el expositor planteó la pregunta fundamental sobre qué tipo de sociedad, coherente con las enseñanzas budistas, puede defender y fortalecer la dignidad humana en el mundo contemporáneo frente a las consecuencias del capitalismo desregulado, el rol invasivo de las tecnologías de la comunicación, el retorno de las autocracias y el fascismo, y la guerra. Sobre esta última, y haciendo mención expresa a sus orígenes familiares judíos, Bhikkhu Bodhi exhortó a la comunidad budista internacional a actuar, con compasión consciente, solidaridad y valentía, en defensa de las víctimas del genocidio en Gaza. 

Bodhi Bhikkhu durante el 20º Día de Vesak [v] de Naciones Unidas en Ho Chi Minh, Vietnam. Fuente: Pagina de Facebook de Bhikkhu Sanghasena.

El significado de la dignidad humana

Es difícil formular una definición simple de «dignidad humana» con la que todos estén de acuerdo. La dignidad humana es una idea que al parecer comprendemos intuitivamente, más que a través de una descripción formal. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU comienza con la afirmación de que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». En los siguientes artículos, se enumeran los derechos que se derivan de la idea de dignidad humana, sobre todo el derecho a la vida, la libertad y la seguridad personal; a la libertad de pensamiento y expresión; y muchos más. Las violaciones a la dignidad humana comprenden acciones como explotar y oprimir a otros, infligirles tortura y castigos degradantes, y humillarlos por su condición social, raza, religión o identidad de género.

La idea de la dignidad humana implica que toda persona posee un valor inherente y, por lo tanto, merece respeto y consideración. Incluso los presos tienen ciertos derechos que las autoridades deben reconocer.

Los textos budistas no mencionan explícitamente la idea de la dignidad humana, pero yo diría que el concepto está implícito en los preceptos budistas. Los preceptos nos dicen que debemos tratar a los demás del mismo modo que esperamos que nos traten. No debemos matarlos, robarles sus pertenencias, calumniarlos ni herirlos de ninguna manera, porque cada persona valora su propia vida, seguridad y bienestar. Las virtudes de la bondad amorosa y compasión, centrales para la ética budista, también refuerzan un compromiso con la dignidad humana.

Estatua del Buda. Licencia Unsplash.

El desvío hacia el nihilismo moral

Ahora llego a la segunda parte de mi presentación, sobre los elementos que operan en el mundo actual, amenazando la dignidad humana, y nos empujan hacia el nihilismo moral. Se trata de comportamientos que presuponen que los seres humanos no tienen un valor intrínseco y, por lo tanto, pueden ser degradados, explotados, torturados e incluso asesinados sin remordimientos.

Mencionaré brevemente cuatro factores que nos conducen hacia el nihilismo moral, aunque también hay otros que no tendré tiempo de abordar:

(1) El primer factor que nos lleva hacia el nihilismo moral es el sistema económico transnacional impulsado por un capitalismo depredador desregulado. Este sistema funciona bajo la premisa de que el objetivo de una corporación es maximizar sus ganancias. Este paradigma trata a todos los activos no monetarios —tierra y ríos, minerales y árboles, animales y seres humanos— como meros medios para generar ganancias financieras. Los enormes ingresos enriquecen a ejecutivos e inversionistas, pero traen miseria y angustia a muchos fuera de sus círculos privilegiados.

Las compañías químicas y petroleras contaminan nuestro ambiente y expulsan a los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales. Las cadenas de comida rápida explotan a los trabajadores sin un salario adecuado y los despiden cuando ya no pueden trabajar con la máxima eficiencia. Las compañías farmacéuticas aumentan los precios de los medicamentos por encima de la capacidad de las personas de pagar por aquellos que necesitan para mantenerse con vida.

El capitalismo corporativo crea una profunda brecha entre los superricos y el resto de la población. Hoy en día, el 1% más rico posee el 43% de la riqueza mundial; el 50% más pobre posee alrededor del 1%. Esta desigualdad extrema tiene un impacto dañino en la salud física y mental. Quienes se encuentran en el extremo inferior del espectro pierden su sentido de dignidad, y muchos sucumben a la desesperación y mueren a causa del alcoholismo, consumo de drogas, mala salud y suicidio.

(2) Un segundo factor que contribuye al nihilismo moral es el rol invasivo que la tecnología informática desempeña ahora en nuestras vidas. Si bien la internet nos ha traído inmensos beneficios, también plantea serias amenazas a la dignidad humana. Quienes dominan estos sistemas pueden barrer miles de millones de datos personales sobre nosotros en tan solo unos segundos. Pueden usar esta información para influir en nuestras opiniones políticas, cambiar nuestras preferencias de consumo, perjudicar nuestras perspectivas laborales y destruir nuestra situación legal. La tecnología informática en sí misma es un recurso valioso, pero si no regulamos adecuadamente los medios electrónicos de comunicación, se volverán en nuestra contra, convirtiéndose incluso en herramientas de control totalitario.

La internet también ofrece a los aspirantes a autócratas una vía fácil para alcanzar el poder. Los tuits y otros mensajes instantáneos pueden incitar a multitudes enfurecidas, desatar la violencia y destruir las posibilidades de un político rival. Las mentiras resuenan por internet, repetidas con tanta frecuencia que las asumimos como hechos.

(3) En los últimos años, varias democracias importantes se han convertido en autocracias de derecha dominadas por líderes autoritarios. Los autócratas suelen llegar al poder enfrentando a su base, a quienes llaman «la gente real», contra aquellos a quienes tratan como chivos expiatorios: inmigrantes, personas homosexuales y trans, personas de otra raza y seguidores de la «religión equivocada». Si los aspirantes a autócratas llegan al poder, podrían encarcelar, deportar o «desaparecer» a sus víctimas. Luego de esconderse en la clandestinidad por décadas, el fascismo ha regresado, ahora con un lenguaje más suave, pero buscando ganar adeptos, apelando como siempre al resentimiento racial, la ansiedad económica y la obsesiva necesidad de castigar a los supuestos enemigos.

Numerosos analistas han señalado que la democracia es frágil y por lo tanto debe vigilarse y defenderse. Si no tenemos cuidado, podríamos terminar viviendo en un mundo al revés, donde aplaudimos a nuestros torturadores como si fueran nuestros salvadores.

(4) El cuarto factor que conduce al nihilismo moral es la forma contemporánea de conducir la guerra. Si bien toda guerra viola la dignidad humana, la forma de conducir la guerra hoy en día sobrepasa los estándares más básicos de la decencia. Las naciones en guerra destruyen deliberadamente hospitales, escuelas, iglesias y centrales eléctricas. Secuestran niños y torturan prisioneros. Masacran civiles y publican fotos de sus víctimas en las redes sociales. Desestiman con indiferencia las bajas civiles como «daños colaterales». Las convenciones internacionales elaboradas después de la Segunda Guerra Mundial definen los límites de la conducta legítima en la guerra; sin embargo, hoy los gobiernos pisotean estas reglas, distorsionando las barreras que sostienen el orden moral mundial.

Con esto concluye mi breve análisis de cuatro amenazas a la dignidad humana. Lo que hace que estas cuatro tendencias califiquen como tipos de nihilismo moral es un proyecto común de deshumanización. Para explotar a los trabajadores de bajos ingresos, hay que fingir que no tienen necesidades humanas. Para recopilar los datos personales de otros, hay que ignorar a las personas reales detrás de ellos. Para llegar al poder atacando a los vulnerables, hay que tratarlos como blancos legítimos de odio. Para matar civiles y torturar prisioneros, primero hay que deshumanizarlos.

De esto se desprende que la clave para combatir el nihilismo moral es la afirmación de la dignidad humana. Debemos visibilizar la humanidad de quienes están en riesgo. Debemos vernos reflejados en los demás, acogerlos en nuestros corazones y actuar con valentía en su defensa.

Cerdos en un vertedero frente a una central eléctrica, Crédito: Georgi Licovski/EPA

¿Cómo es una sociedad digna?

Llego ahora a la tercera parte de mi charla, planteando la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de sociedad, coherente con las enseñanzas budistas, puede afirmar y enaltecer la dignidad humana en el mundo actual? Para contrarrestar las fuerzas hostiles a la dignidad humana hoy en día, no basta solo con señalar los peligros que enfrentamos. También debemos promover una visión alternativa a nuestro sistema actual: el modelo de un orden social que afirme la dignidad humana, un mundo donde todos ganen.

Para ofrecer dicha visión, propongo seis pilares de un orden social que encarne el ideal de la dignidad humana:

(1) El primer requisito es un mundo con un entorno natural seguro, bello y fértil, donde evitemos los peligros provocados por el cambio climático descontrolado y la contaminación industrial. Para lograr ese mundo, debemos reducir los residuos tóxicos y hacer una rápida transición a fuentes de energía limpias y renovables, compartiendo sus beneficios con todos los habitantes del planeta. También debemos realizar esfuerzos decididos para proteger a otras especies además de los seres humanos, para asegurarnos de preservar los bosques, las selvas, los lagos y un reino animal fecundo.

(2) Un mundo seguro también sería un mundo de paz, donde ya no recurramos a la guerra para resolver disputas. Los conflictos entre naciones deben resolverse mediante el diálogo, la mediación y los acuerdos, siendo la ONU la plataforma adecuada para dichas negociaciones. Debemos apuntar a la completa abolición de las armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva.

(3) En el ámbito social, debemos aspirar a un mundo con una gobernanza democrática más genuina, donde los ciudadanos tengan el poder de influir en las decisiones cruciales que afectan sus vidas. Una democracia sana adoptaría leyes estrictas que impedirían que las corporaciones y los donantes superricos influyesen en las elecciones mediante aportes de campaña y grupos de presión. El gobierno debe reflejar la voluntad del pueblo, no la de gigantescas corporaciones y multimillonarios ávidos de más riqueza y poder.

(4) Un orden social justo también requiere de un nivel de vida correctamente igualitario para todos sus integrantes, incluidos los extranjeros. La igualdad perfecta de riqueza e ingresos es un ideal imposible, pero todos los habitantes de un país deberían poder satisfacer sus necesidades materiales básicas: vivienda, alimentación nutritiva, vestido y atención médica. Los investigadores han observado que las sociedades más igualitarias son también las más felices; mientras que las más desiguales son las más violentas y angustiantes.

(5) En una democracia plena, los ciudadanos deben recibir una educación integral que los prepare para cumplir con sus deberes cívicos. Las escuelas deben ofrecer cursos obligatorios en humanidades y ciencias sociales, ética y educación cívica, y formar a los estudiantes para ejercer el pensamiento crítico. Los gobiernos deben apoyar generosamente la educación superior, otorgando becas a los estudiantes con menores recursos para que todos puedan beneficiarse de una educación de calidad.

(6) Debemos garantizar que la igualdad de género prevalezca en todos los niveles de la sociedad, para que las mujeres puedan alcanzar su máximo potencial. En relación con la orden monástica budista, los líderes monásticos deben otorgar pleno reconocimiento a la bhikkhuni sangha [v] [comunidad de monásticas] y tomar medidas para autorizar la ordenación de las monjas en sus respectivos linajes. Existen medios en el vinaya [derecho canónico budista] para legitimar la ordenación de las bhikkhuni, y con una mente abierta y flexible, podemos adoptar dichos medios.

Niñas frente a un portal. Licencia Unsplash.

Afirmando la dignidad humana hoy

A continuación, quisiera presentar brevemente un conjunto de valores necesarios para construir un orden social que afirme plenamente la dignidad humana. A este conjunto de valores, arraigados en la ética budista, lo llamo «compasión consciente». La compasión consciente no es una mera empatía pasiva con el sufrimiento ajeno, sino un compromiso activo para oponerse a los sistemas de opresión y buscar alternativas que conduzcan al bien común.

El valor fundamental de la compasión consciente es la solidaridad, la capacidad de identificarse con los demás. La solidaridad surge del reconocimiento de la unidad esencial de todas las personas, de la comprensión de que todos los seres humanos desean estar bien, felices y seguros; de que todos buscamos estar libres de violencia y sufrimiento. La solidaridad da lugar al amor y la compasión: el amor como inclinación activa por promover el bienestar de los demás; la compasión como aspiración de liberar a las personas y a otros seres sintientes del sufrimiento.

Para que la compasión consciente tenga éxito, necesitamos aún otra cualidad: la valentía, que corresponde a las paramitas [virtudes o perfecciones] [vi] de energía (viriya) y determinación (adhitthana). En el trabajo de la compasión consciente, la valentía significa la disposición a seguir el llamado de la conciencia, a actuar con valentía, sin miedo, en nombre de todos aquellos cuyas vidas y dignidad están amenazadas. La compasión consciente no se trata solo de ser amable, ni de ser bondadoso. Requiere de la valentía para luchar, con delicadeza y no violencia, por los principios congruentes con el amor y la compasión. Requiere de la disposición a actuar incluso con un gran riesgo personal.

«Ataques aéreos israelíes en Gaza», imagen de la exposición World Press Photo 2024. Fuente: Mustafa

Conclusiones

Concluiré mi charla con algunas observaciones adicionales. Debo aclarar primero que en estos comentarios expondré mi punto de vista personal. No represento al Comité para el Día de Vesak Naciones Unidas, al Gobierno de Vietnam, ni a ninguna otra organización.

Quiero terminar destacando una región del mundo que podría considerarse el epicentro de la contienda entre las fuerzas del nihilismo moral y nuestra obligación de proteger la dignidad humana. Me refiero a la Franja de Gaza, donde, ahora mismo, se está produciendo un terrible genocidio, una brutal campaña de exterminio visible en tiempo real en nuestros televisores y pantallas. Este es el punto de convergencia donde nuestro compromiso con la dignidad humana debería involucrarnos en una lucha implacable contra las fuerzas del nihilismo moral, que libran su campaña de devastación con una diplomacia sin trabas y arsenales repletos de las armas más letales.

La respuesta de Israel al horrendo ataque de Hamás de 2023 ha roto todos los límites éticos, amenazando con destrozar el orden mundial basado en normas sostenidas en el derecho internacional y los derechos humanos. En tan solo dieciocho meses, Israel ha asesinado a más de 55,000 personas en Gaza, casi el 70 % de ellas mujeres y niños. Sus bombas han reducido a polvo a hogares, hospitales, centros de ayuda y universidades; sus fuerzas han ejecutado a sangre fría a profesores, médicos, periodistas y trabajadores humanitarios. Durante los últimos meses, Israel ha impuesto un bloqueo total a Gaza. Un bloqueo total significa, literalmente: sin comida, sin agua potable, sin electricidad, sin equipos médicos.

Los vietnamitas de generaciones anteriores saben lo que es enfrentarse a bombardeos diarios, sin saber si tú o tus seres queridos estarán vivos mañana. La gente de Gaza se enfrenta ahora a una experiencia similar. En Gaza, podrías ver a veinte miembros de tu familia aniquilados por el impacto de un solo cohete. Tus hijos podrían perder brazos y piernas. No tienes acceso a atención médica, y toda tu familia está siendo deliberadamente privada de comida. ¿Cómo podemos tolerar esto?

Por favor, tengan en cuenta que no veo esta crisis principalmente como un asunto político. La veo como una cuestión de ética humanitaria. Nos enfrentamos a una campaña de aniquilación que ha abierto las puertas al caos moral y ha destruido la idea misma de dignidad humana. El genocidio en Gaza debería encender nuestra conciencia y movernos a actuar en defensa de un pueblo cuya humanidad está siendo degradada y violentamente aplastada. Sé que son palabras fuertes, pero hablo como una persona de origen judío, nacida y criada en una familia judía en Brooklyn, Nueva York.

He observado que los líderes budistas hablan sin cesar de compasión, paz, justicia y dignidad humana, pero cuando se trata de criticar el genocidio de Israel contra los palestinos, parecen perder la voz. No sé si esto se debe al miedo o a la indiferencia, pero debemos ser valientes. 

Como líderes budistas, no debemos quedarnos silenciosamente de brazos cruzados. Tenemos que asumir las demandas del momento, encontrar nuestra voz y usarla para pedir paz y justicia. Debemos insistir en que Israel ponga fin a su violencia contra el pueblo de Gaza y apoyar la aspiración del pueblo palestino de un autónomo y propio estado soberano, con plena representación en las Naciones Unidas.

Debemos recordar que un ataque a la dignidad humana de una comunidad es un ataque a la dignidad de todos. Al solidarizarnos con el pueblo palestino, demostramos nuestra compasión, nuestra valentía y nuestro compromiso con la humanidad.

Muchas gracias por su atención. Permítanme concluir deseándoles a todos una feliz celebración de Vesak. Que las bendiciones de la sagrada Triple Joya los acompañen.

[i] El Venerable Bhikkhu Bodhi es un monje budista estadounidense, presidente de la Asociación Budista de Estados Unidos, fundador y presidente de Buddhist Global Relief, así como ex-editor y presidente de la Sociedad de Publicaciones Budistas en Kandy, Sri Lanka. Sus extensas traducciones del Canon Pāli han inspirado la práctica del dharma en el mundo angloparlante durante décadas. Entre sus obras sobre la filosofía social del budismo cabe destacarse Facing the Future. Four Essays on the Social Relevance of Buddhism. (2000). Kandy: Buddhist Publication Society; y The Buddha’s Teachings on Social and Communal Harmony: An Anthology of Discourses from the Pāli Canon. (2016). Somerville MA: Wisdom Publications.

[ii] Esta traducción al español ha sido publicada con la autorización expresa del venerable Bhodhi Bhikkhu. Agradecemos su apoyo y confianza en la difusión de estas enseñanzas. La versión original en inglés puede consultarse en: https://www.lionsroar.com/commentary-protecting-human-dignity-from-the-threat-of-moral-nihilism/

[iii] Sobre el origen y sentido de las celebraciones del Día de Vesak de Naciones Unidas, ver: https://espanol.buddhistdoor.net/mindfulness-para-los-ods-19no-dia-de-vesak-de-naciones-unidas-en-tailandia/

[iv] El programa del evento puede consultarse en: https://www.undv2025vietnam.com/en

[v] Nota del traductor: Sobre el debate en torno a la ordenación de las bhikkhunī (pāli) del budismo Theravāda, véase: Bhikkhu Bodhi. (2009). The Revival of Bhikkhunī Ordination in the Theravāda Tradition. Penang: Inward Path Publisher.

[vi] Nota del traductor: Sobre las perfecciones, como viriya y adhiṭṭhāna, pueden cotejarse los audios de Bhikkhu Bodhi en: Bodhi Monastery. (4 de agosto del 2008). A Study of the Pāramīs, disponible en: https://bodhimonastery.org/a-study-of-the-paramis.html