Matsukaze: viento en los pinos
JOSEPH HOUSEAL
Matsukaze es una obra maestra del teatro Noh japonés que explora los apegos emocionales a los deseos mortales; un examen de la autorreflexión sobre la naturaleza de la existencia. Es un tema profundo y común en las obras de Noh, que son una forma de actuación esencialmente budista, y manifiestan principios filosóficos y espirituales, envueltos en poesía, música, danza e historia. La obra profundiza en los temas del amor, la pérdida y la naturaleza efímera de la vida, basándose en las tradiciones literarias japonesas y la filosofía budista. Matsukaze es una obra representativa del arte de la era Muromachi en Japón (1336–1573)
En Matsukaze, la impermanencia, el sufrimiento, el no-yo y los ciclos de la existencia espiritual se expresan como arte elevado; una conmovedora y triste historia de dos bellas hermanas que no pueden liberar su apasionado amor por un amante que no volverá. Matzukaze es una historia narrada bajo el paraguas de una de las primeras obras maestras de la literatura japonesa, La historia de Genji, escrita por Murasaki Shikibu en el siglo XI y considerada la primera novela del mundo. La influencia de esta nueva literatura en Japón impulsó una edificante evolución del Noh hacia una forma de arte repleta de narración, poesía y calidad literaria.
Matsukaze fue creada por Kan’ami, padre del fundador del Noh, Zeami (Zay-AH-mee). Kan’ami había creado una pieza de danza para las dos hermanas, que vivían y trabajaban recolectando agua de mar para sal en la bahía de Suma. Regresan como fantasmas, después de morir al enterarse de la muerte de su amante cortesano, Ariwara no Yukihira, por quien esperaron día y noche—anhelando, suspirando por el hombre que pasó tres años con ellas como exiliado de la corte. Se fue tan repentinamente como llegó. Las dos hermanas estaban desesperadamente enamoradas de él. De hecho, sus apegos apasionados las condenan a una vida después de la muerte perdida en la rueda de la vida y la muerte; un apego tan fuerte que regresan como fantasmas para revivir sus sentimientos desesperados en el mismo lugar donde encontraron el amor. Zeami tomó la pieza de danza de su padre y construyó una obra completa a su alrededor. La obra se convertiría en una de las más respetadas del teatro Noh en Japón. Zeami menciona esta obra más que cualquier otra en sus escritos, dando consejos a los actores.
En la obra, un sacerdote errante se da cuenta de un pino solitario y desgastado pero hermoso con una placa conmemorativa adherida. Cuenta la historia de las dos hermanas, Matsukaze y Murasame, que murieron de pena y amor no correspondido. El sacerdote reza una oración por ellas y se refugia en una choza de pescadores ocupada por dos hermanas. Por la noche, descubre quiénes son realmente: los fantasmas de las dos hermanas de hace mucho tiempo. Perdidas en emociones ya transitorias y recuerdos arremolinados, suplican al sacerdote por la liberación para poder alcanzar la iluminación y escapar de la rueda de la vida y la muerte. Junto con la placa en el pino hay un poema del poeta y amante que las abandonó, el cortesano Yukihira:
Si alguien pregunta
por mí,
diles que vivo
solo, empapado
en el goteo de las algas
en las costas
de la bahía de Suma
Cuando el sacerdote lee esto, actúa como un talismán para liberar a los fantasmas de las dos hermanas, quienes revelan su profundo amor y dolor igualmente profundo. Ahora fantasmas, la futilidad de su comportamiento es trágica, pero sus apegos emocionales han sellado su destino espiritual. Al igual que este mundo efímero, en su panoplia de apariencias y seducciones, las emociones tienen tan poca realidad como un reflejo pasajero de la luna.
En quizás la sección más conmovedora de la obra, las dos hermanas recrean, en una danza, la recolección de sal tomando cubos de agua de mar. En una especie de locura, Matsukaze viste la túnica y el sombrero de cortesano de Yukihira. Cuando ve su reflejo en el agua… ella lo ve. Mientras sumergen sus cubos en el agua, ven los reflejos de la luna y comienzan a perseguirla, tratando de capturar la luna en sus cubos en lugar de recoger sal. Se convierte en una metáfora de su situación espiritual: atrapadas en la persecución de la realidad efímera de la existencia. Es terriblemente triste y evoca gran compasión.
El nombre Matsukaze evoca imágenes del viento soplando a través de los pinos, un símbolo asociado con la longevidad y la resistencia en la cultura japonesa. Los pinos son conocidos por su resiliencia y capacidad para soportar condiciones adversas, convirtiéndolos en un símbolo potente de fuerza y perseverancia. En el contexto de la obra, el nombre de Matsukaze refleja su amor duradero y anhelo por Ariwara no Yukihira, a pesar del paso del tiempo y las pruebas que ha enfrentado. Como el viento en los pinos, sus emociones son constantes e inquebrantables, incluso mientras es atormentada por los recuerdos del pasado. El sonido del viento a través de los pinos es melancólico y inquietante, sutil, luego fuerte, reflejando el sentido de anhelo y tristeza de Matsukaze. La atmósfera de la obra está impregnada de este sentido de melancolía, mientras Matsukaze lucha con la naturaleza efímera de las emociones humanas y el amor apasionado.
El nombre Murasame, mientras tanto, evoca imágenes de suaves lluvias de otoño, asociadas en la poesía con la tristeza, la nostalgia y el paso del tiempo. El otoño es una estación de transición y cambio en la cultura japonesa, simbolizando la impermanencia de la vida y la inevitabilidad de la decadencia. El nombre de Murasame refleja su papel como la hermana mayor y su profunda conexión con el paso del tiempo. Al igual que las lluvias de otoño, sus emociones están teñidas de un sentido de tristeza y resignación mientras reflexiona sobre la naturaleza efímera de la existencia humana. Las lluvias de otoño son simbólicas de renovación y renacimiento, ya que nutren la tierra y la preparan para un nuevo crecimiento. En el contexto de la obra, la presencia de Murasame representa la naturaleza cíclica de la vida y la posibilidad de transformación, incluso frente a la pérdida y la desesperación.
Existen varias traducciones de esta profunda obra de Noh. Un ejemplo notable es de Donald Keene, en su libro Veinte Obras del Teatro Noh) (Twenty Plays of the Noh Theater Columbia University Press, 1970). No es larga, pero profundamente poética, poderosa y conmovedora. Las últimas líneas, cantadas por el coro que habla por las hermanas dirigiéndose al sacerdote, permanecen en la mente:
En un sueño de pasión ilusoria,
¡Reza por nosotras! ¡Reza por nuestro descanso!
Ahora nos despedimos, las olas que se retiran
susurran lejos, y un viento barre
desde la montaña hasta la bahía de Suma.
Los gallos cantan en el camino de la barrera,
Tu sueño ha terminado, ha llegado el día.
Anoche escuchaste la lluvia de otoño
Esta mañana, todo lo que queda
Es el viento en los pinos,
El viento en los pinos.
*Nota del traductor.
Joseph Houseal es el director del Core of Culture, una organización dedicada a salvaguardar la cultura mundial intangible y a asegurar la continuidad de las antiguas tradiciones danzarias en sus propios lugares de origen. Como expresión religiosa, filosófica y ritual, la danza tiene un papel importante en la práctica del budismo, el taoísmo, el hinduismo y otros sistemas de creencias asiáticos. Las largas e ininterrumpidas transmisiones de formas de movimiento se reflejan en representaciones artísticas religiosas, en las que la iconografía performativa es un código místico además de una ilustración del movimiento. Danzas Antiguas analiza los aspectos de la danza y la espiritualidad para mejorar la práctica y el aprecio entre los lectores, y para elevar la conciencia cultural en nuestro mundo cambiante. Utiliza la danza como lente para explorar estados de conciencia y representaciones simbólicas. Danzas Antiguas se publica mensualmente.