La vida es preciosa: medidas budistas para la prevención del suicidio

Fuente: npr.org

Hablar abiertamente sobre la plaga del suicidio

Estamos ante una epidemia mental a escala global. Cuando la gente sufre enfermedades mentales y desórdenes psicológicos severos que no han recibido tratamiento, el suicidio se convierte en un peligro real y presente. Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2014, 800.000 personas se suicidaban en el mundo cada año, lo cual significa una persona cada 40 segundos. Estadísticamente, los adolescentes, los estudiantes universitarios y los adultos jóvenes eran los que más a menudo morían por suicidio. Los hombres tenían de largo muchas más probabilidades de morir en suicidios violentos. El incremento de problemas de salud mental ya precedía al COVID-19, pero la pandemia ha acentuado el estrés mental, con un correlativo aumento de los suicidios, especialmente entre gente joven en Estados Unidos.

El suicidio se suele dividir en dos categorías. Primero, existen individuos que planean, organizan y escriben notas de suicidio antes de su muerte. En segundo lugar, están los que recurren al suicidio porque sienten que no son capaces de controlar sus emociones cuando éstas les superan. Los psicólogos y los sociólogos tienen diferentes teorías sobre por qué la gente se quita la vida. Pueden existir causas externas que llevan a un gran sufrimiento físico, como una lesión severa o la pobreza extrema. Tal sufrimiento a menudo se extiende al trauma emocional, el pesar, o la tribulación, aunque el factor emocional puede a menudo ser la propia causa del suicidio. Frecuentemente existen sentimientos subjetivos y extremadamente intensos de ofensa, vergüenza, fracaso o humillación, que el individuo es incapaz de tolerar, lo cual lo lleva a la conclusión de que morir es claramente mejor que vivir bajo un implacable estigma social o en un estado de vergüenza personal.

En el segundo caso, el de la vergüenza social, podemos observar cómo la gente joven puede recurrir al suicidio como resultado de lo que se percibe como fracaso. Lo que se percibe como fracaso, quizás la incapacidad de pasar un examen, el perder una oportunidad de trabajo o bien una ruptura amorosa, puede llevar a una sensación de desgracia, humillación o vergüenza. Tales sentimientos se suelen deber a expectativas personales, pero están normalmente impuestas desde fuera, por la cultura, la vida familiar y los valores sociales en los que los jóvenes se ven inmersos. Las emociones, por lo tanto, pueden ser volátiles cuando se sufren estos problemas que se perciben como fracasos. La presión de los padres puede superar a los hijos cuando éstos no consiguen alcanzar los resultados deseados o esperados en los exámenes. La gente joven puede encontrarse socialmente desterrada después de una ruptura amorosa o después de sufrir un rechazo. O bien, como es particularmente común en la era post-COVID, pueden sentir una soledad profunda que las redes sociales no pueden remediar, con una falta de relaciones sociales significativas que suele desencadenar una sensación de estancamiento o incluso de retroceso.

Banksy. Mariposa cerebros Chica. Google Images.

Lo que el Buda dijo sobre el suicidio

Según el budismo, el suicidio o el comportamiento suicida es impulsado por la avidez y el deseo, específicamente la avidez de no-ser (pali: vibhava-tanhá). Los seres humanos no pueden evitar el dolor simplemente acabando con sus propias vidas, ni tampoco pueden escapar del sufrimiento al hacerlo. El suicidio es el resultado de un deseo de autoaniquilación y su resultado es el renacer en el ciclo del samsara. El individuo sufre sin cesar.

Ciertos incidentes que tienen que ver con el suicidio se han documentado en la literatura budista temprana. El Channovada Sutta del Majjhima Nikaya nos cuenta la extraordinaria historia de un monje llamado venerable Channa que se quitó la vida. La historia es poco habitual, porque ofrece una perspectiva del budismo canónico sobre lo que constituiría un suicidio «irreprochable». Un suicidio irreprochable parece definirse como el de un ser iluminado que está en una situación de dolor sin ninguna razón productiva y no nacerá ya en el samsara después de quitarse la vida. Por lo tanto, mientras que el suicidio se sigue viendo como una acción llevada a cabo por una gran confusión (el ser sufriente simplemente renacerá en otro cuerpo para experimentar sufrimiento otra vez), el ser iluminado podría verosímilmente acabar con su propia vida sin ningún rastro kármico que definiera aquel suicidio como «reprochable».

Mural con huellas de manos. Google Images.

El venerable Channa, según parece, padecía una enfermedad incurable. El venerable Sariputta y el venerable Mahachunda lo visitaron y le preguntaron sobre su condición. Channa respondió con una vívida descripción del dolor que estaba experimentando y después declaró que quería cortarse las venas y terminar su vida. Cuando Sariputta y Mahachunda le conminaron a no hacerlo, él respondió:

Reverendo Sāriputta, no se trata de que no disponga de comida adecuada, puesto que tengo comida adecuada. No se trata de que no tenga medicina adecuada, puesto que tengo medicina adecuada. No se trata de que no tenga alguien que me cuide bien, puesto que tengo alguien que me cuida bien.

Además, durante mucho tiempo he servido al Maestro con afecto, no sin afecto. Pues es apropiado para un discípulo el servir al Maestro con afecto, no sin afecto. Debéis recordar esto: «el mendicante Channa se cortó sus venas de modo irreprochable» (Channovada Sutta).

Era algo extraordinario para los compiladores de los suttas el registrar cómo Sariputta y Mahachunda le habían ofrecido una exhortación sobre la vacuidad de las percepciones sensoriales, simplemente para que Channa procediera a quitarse la vida cuando aquellos dos hubieron partido. El hecho de que el Buda, al conocer el suicidio de Channa, lo declarara irreprochable, parece indicar que Channa había alcanzado al menos el estado del que no regresa (anagami) antes de la visita de aquellos dos monjes, o bien que se iluminó justo después de la charla del Dhamma que recibió de aquellos.  

El Godhika Sutta en el Samyutta Nikaya cuenta la historia de Godhika, que se suicidó después de caer en la desesperación. Se lamentaba: «seis veces ya he fracasado en mi intento de conseguir la liberación temporal de la mente. Voy a recurrir al cuchillo.» Sin embargo, después de su muerte, el Buda comentó: «Así es, en efecto, como los resolutos actúan: no están apegados a la vida. Habiendo arrancado la avidez de raíz, Godhika alcanzó el nibbāna definitivo». Después comentó que Mara, el espíritu de la confusión, era incapaz de encontrar la consciencia de Godhika, implicando con ello que «con la consciencia desestablecida [mi énfasis], el joven de buena familia Godhika ha alcanzado el nibbanafinal». El Buda, pues, habría establecido una distinción entre el suicidio que lleva al individuo de vuelta al samsara y el suicidio de una persona que ha «desestablecido la consciencia» y que, por ende, ya no regresará al mundo de la muerte y el renacer. 

Mientras que el Buda parece haber dado permiso para quitarse la vida en circunstancias especiales y raras, bajo las que el suicidio podía ser irreprochable, está claro que, en otros casos, el quitarse la vida con una mente obsesionada con el deseo de liberarse del sufrimiento simplemente complicará los problemas del renacer y va a acarrearle a la persona todavía más karma negativo. Visto que la avasalladora mayoría de suicidios se producen a causa de emociones negativas y no desde una actitud iluminada, el suicidio, tal y como ocurre en el mundo contemporáneo, habría sido considerado como objeto de gran compasión por el Buda.

Según la literatura pali del Vinaya, el Buda urgió a los monjes a que se concentraran en los aspectos repugnantes del cuerpo, para meditar en su impermanencia y en el desapego al deseo sensual. Ciertos monjes se empezaron a suicidar o a pedir a otros que los mataran debido a un asco incontrolable respecto a sus propios cuerpos. Cuando el Buda se enteró de ello, censuró a aquellos que habían malentendido su enseñanza y la habían sacado de contexto. El Vinaya luego explica que un miembro de la comunidad monástica no debe promover ni cometer asesinato o suicidio.

Prevenir el suicidio 

Dada nuestra poca experiencia de seres verdaderamente iluminados en el mundo de hoy, la excepción específica de suicidio «irreprochable» de alguien que no va a renacer raramente se puede aplicar en nuestras experiencias habituales con el suicidio. Las comunidades, por lo tanto, deben trabajar conjuntamente para prevenirlo.

Los psiquiatras recomiendan una variedad de medidas para prevenir el suicidio. Es necesaria una cultura de la aceptación y la compasión que hable del suicidio de forma abierta, sin miedo al estigma o a la vergüenza. Los niños y niñas deben recibir asesoramiento para que puedan regular y aceptar el fracaso. Aquellos que buscan asesoramiento psicológico deben ser aplaudidos y apoyados. Esto, por supuesto, requiere un cambio cultural. Igual que se va al médico cuando se experimentan dolores físicos, de manera similar, debemos apoyar a aquellos que están afligidos con enfermedades mentales. Las enfermedades mentales deben ser diagnosticadas y tratadas lo antes posible. Mientras tanto, los lazos familiares deben ser reforzados, poniendo énfasis en el construir relaciones entre amigos y círculos comunitarios.

Las redes sociales han desempeñado un papel positivo, especialmente en la Generación Z, al fomentar debates abiertos sobre salud mental. Aun así, debemos ser cautelosos cuando los medios informan sobre suicidios. Textos e imágenes que son perturbadores, provocativos y tóxicos pueden acabar compartiéndose en redes sociales y plataformas de mensajería. Las universidades, los institutos budistas y los templos han desarrollado programas educativos y currículums para la salud mental de modo que tanto monásticos como gente laica puedan aprender sobre los desórdenes mentales, los factores de riesgo de suicidio y la intervención temprana. El objetivo es promover la salud mental y reducir las tasas de suicidio en todos los niveles de la sociedad.

Se han formado iniciativas grupales para la prevención del suicidio en muchos lugares del mundo. Una perspectiva budista sobre la prevención del suicidio podría también contribuir a la comprensión compasiva, basada en la comprensión profunda de las razones que llevan a algunas personas a quitarse la vida. Los líderes monásticos pueden ejercer un impacto sustancial a este respecto. Los maestros budistas, sean monásticos o laicos, pueden ayudar a la gente a gestionar el estrés y los problemas emocionales, proporcionando orientación espiritual. Una combinación de entrenamiento en técnicas terapéuticas modernas y filosofía budista parece particularmente idónea en este sentido.

Los maestros budistas también deben recibir instrucción en el conocimiento y la consciencia de las personas suicidas para ayudarlos de forma efectiva, actuando con tacto, especialmente cuando se trata de identificar factores de riesgo. Los maestros deben también ser instruidos en la comprensión que tiene la psicología budista del proceso de la muerte y del morir. Cuando se entiende correctamente, se ve claramente que el suicidio no es el método correcto para librarse de la angustia mental. La meditación también es una herramienta importante en el budismo para fomentar la salud mental. La meta de la meditación es cultivar la calma, la tranquilidad y la estabilidad mental. La gente puede practicar la meditación basada en el amor benevolente para regular sentimientos de ira o violencia, ambas vinculadas estrechamente al suicidio. Para combatir los efectos negativos de los impulsos violentos, la gente puede recibir el consejo de practicar la irradiación del amor benevolente hacia sí mismos y hacia otros.

El budismo enfatiza el cultivo de la consciencia plena y la sabiduría. Esto implica un análisis incisivo y quirúrgico de la impermanencia (anicca) el sufrimiento (dukkha) y el no-yo (anatta). Una comprensión correcta, en el día a día, de estas nociones, conducirá a un gradual desapego con respecto a la «avidez de no-ser» (vibhava-tanhá). La meditación, como herramienta suplementaria, puede ayudar en el desarrollo de la fuerza de voluntad, la autoconfianza y la autoestima. La meditación puede reforzar actitudes positivas mientras trasciende y deconstruye las negativas. La meditación alivia el estrés y nos ayuda a reforzar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.

El suicidio es una tragedia terrible que destruye familias y comunidades. Afortunadamente, el debate público sobre este tema está dejando de ser un tabú. Como tradición de compasión y sabiduría, el budismo necesita abrirse para discutir la perniciosidad y la prevención del suicidio. La vida está marcada por el sufrimiento, pero también es preciosa. El viaje a la liberación espiritual no debe ser desperdiciado por lo que se percibe como una solución que, al final, solamente retardará nuestra partida del samsara.

Si estás experimentando pensamientos de depresión, autolesión o suicidio, no estás solo/-a. Por favor, haz una llamada y busca ayuda de maestros, mentores o profesionales de la salud pública.

 El Dr. Dipen Barua es profesor honorario en el Centre for Buddhist Studies de la Universidad de Hong Kong. Ha publicado un libro y varios artículos en bengalí e inglés sobre temas como los estudios budistas, la situación de la mujer, el budismo en el sur y sureste asiático y el patrimonio cultural.

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