El budismo en Sudamérica: una perspectiva general. Tercera parte.

FRANK USARSKI

Este artículo forma parte de la edición especial «El budismo en los países de habla hispana».

Puede leer la segunda parte de este artículo aquí

La tercera fase del budismo en Brasil estuvo marcada por un interés intensificado de círculos intelectuales locales en el budismo japonés, y sobre todo en el soto zen. Esta dinámica comenzó a articularse en São Paulo, pero no se restringía a esta ciudad, como quedó demostrado por tendencias similares (aunque ligeramente posteriores) en Brasilia.

Foto: Divulgação Chagdud Gonpa Khadro Ling

Tres elementos eran esenciales para la nueva tendencia. Primeramente, los filósofos, novelistas, poetas e historiadores brasileños, llevados por su entusiasmo hacia lo exótico y por su interés romántico en el Oriente, una parte del mundo relativamente desconocida para ellos, fomentaron una idea positiva del Oriente, y particularmente de Japón. Así, las obras de autores del siglo XIX o de principios del XX, como Fagundes Varela, Machado Do Assis, Raimundo Correia, Aluisio de Azevedo y Farias Brito, junto a autores más posteriores como Alejandro Marcos Konder y Lourival Nobre de Almeida, sentaron las bases para una imagen favorable, la cual llegó incluso a resistir el creciente resentimiento del público brasileño contra los inmigrantes asiáticos, antes de la Segunda Guerra Mundial y durante ella.   

Templo Jin Kak en São Paulo. Fuente: https://www.facebook.com/jingaksa/

El segundo factor fue el conocimiento creciente del budismo zen debido a artículos de periódicos y a libros, incluyendo la Introducción al zen de D.T. Suzuki, cuya versión portuguesa fue publicada primeramente en Brasil en 1961.   

El tercero, y el más importante: hay que reconocer la función catalizadora del templo soto zen Bushinji en São Paulo, el cual en ese tiempo comenzó a mostrar una mayor apertura hacia el público brasileño. La figura clave de este proceso sería Rosen Takashina Roshi, cabeza oficial del templo Busshinji en el período 1956-1985.  

En 1961, Rosen Takashina Roshi empezó a organizar las reuniones públicas de zazen en el Busshinji. Desde 1971 en lo adelante, se efectuaban periódicamente en el templo sesshins de tres o cuatro días. No está disponible la información detallada sobre la composición del grupo más temprano de practicantes occidentales, pero en publicaciones de peso se menciona a algunos brasileños que no disimulaban su pasión por el budismo. Por ejemplo, el escritor Nelson Coelho, el poeta Orides Fontela, la médica María das Dores Pereira da Silva, la psiquiatra Nise da Silveira y el profesor universitario Eduardo Basto de Albuquerque. 

El templo Busshinji en São Paulo. Fuente: https://sotozenorgbr.wordpress.com/

Es posible que los representantes más renombrados del círculo de tempranos convertidos budistas, fueran Murillo Nunes de Azevedo y Ricardo Mário Gonçalves. Azevedo, un ingeniero inspirado por el budismo y la teosofía, ofrecía cursos universitarios sobre las religiones orientales y produjo una serie de escritos budistas. De modo similar, Gonçalves, profesor de historia en la Universidad de São Paulo, budista y francmasón, también jugaría un excelente y peculiar rol en la divulgación del budismo japonés entre un público brasileño más amplio.

En uno y otro caso, ambos siguieron carreras religiosas casi paralelas (que comenzaron con el zen, continuaron con su ordenación como ministros shingon, y terminaron con sus posiciones principales en templos de Brasilia y São Paulo), y fungieron no sólo como «mediadores espirituales» dentro de las instituciones budistas japonesas tradicionales, sino también impulsando el desarrollo de un budismo «brasileñizado».  

A mediados de la década de los setenta comenzó la cuarta fase, caracterizada por la creciente emancipación del zen de los contextos étnicos japoneses, así como también por la multiplicación y la diversificación sustancial de instituciones predominantemente asociadas a conversos budistas. Al igual que en otros países occidentales, estos desarrollos se beneficiaron de las orientaciones espirituales del movimiento de la contracultura, y de un número ascendente de publicaciones sobre las religiones orientales. En muchos casos, el público carioca entró en contacto con ideas relevantes gracias a las traducciones de libros del inglés al portugués.   

Una figura decisiva fue Ryotan Tokuda, otro representante oficial soto zen enviado a Brasil por la orden soto en 1968. Empezó su trabajo en el Bushinji, pero, insatisfecho con el conservadurismo de la mayoría del templo, en 1974 estableció, junto con un grupo de convertidos brasileños, el centro de retiros Morro da Vargem en Ibiraçu, en el estado federal de Espírito Santo.

Posteriormente Cristiano Bitti, un participante previo de las sesiones de zazen y los sesshins «abiertos» en São Paulo, resultó ser una figura importante para el Morro da Vargem. Durante los años setenta y a principio de los años ochenta, se sometió a un entrenamiento monacal soto de larga duración en Japón. De retorno a Brasil, se volvió la cabeza del Morro da Vargem, y ha permanecido en esta posición hasta hoy.

Saikawa Roshi, Sokan de la escuela soto en Sudamérica, ordena a tres miembros brasileños de la comunidad zen en Florianópolis.

En 1984, Tokuda inauguró una segunda institución: el centro de retiros Pico dos Raios en Ouro Preto, en el estado federal de Minas Gerais. Y en los años que siguieron fundaría dos nuevos centros zen: el de Planalto en Brasilia (1993) y el de Río de Janeiro (1994), además del monasterio Serra de Trovao en el estado Minas Gerais (1998).   

Otra importante figura dentro de la dinámica característica de la cuarta fase del budismo brasileño, fue Roshi Moriyama, quien tras trabajar expandiendo el zen en los Estados Unidos, se trasladó al Bushinji brasilero. Tras abandonar el templo debido a su incompatibilidad con el conservadurismo vigente en la jerarquía de aquél, fundó dos centros zen «modernistas» en Porto Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul.  

Paralelamente a las tendencias innovadoras en el sector zen, la soka gakkai empezó a crecer y evolucionó de aproximadamente 150 miembros de origen japonés en los 1960s, a una rama geográficamente extendida, y probablemente la más significativa rama budista en cuanto a cifras de los tiempos recientes, con una elevada proporción de miembros sin un trasfondo étnico asiático. *   

El cuarto período del budismo en Brasil también incluye la divulgación e incrementada atracción del budismo tibetano. En 1988, seguidores de Tarthang Tulku inauguraron en São Paulo la primera institución budista tibetana en Brasil: el centro nyingma Tarthang Tulku. Poco después, también en esa ciudad, los discípulos del monje gelugpa lama Gangchen fundaron el Centro de Dharma Shi De Choe Tsog.

Cuatro nuevas instituciones budistas tibetanas surgirían entre 1993 y 1995. Estas serían tres templos en São Paulo (el Thubten Dargye Ling asociado a Geshe Lobsang Tenpa; el Centro Budista Mahabodhi de la nueva tradición kadampa, y el Õdsal Ling inspirado por el maestro nyingma Chagdud Tulku), y además otro templo también vinculado a Chagdud Tulku en Três Coroas, estado federal de Rio Grande do Sul. En ese último santuario se ubicaría el futuro cuartel general internacional y el hogar permanente de Chagdud Gonpa, y en los años siguientes, la organización de Chagdud Tulku establecería nuevos centros locales en ciudades como Belo Horizonte, Florianópolis, Río de Janeiro, Salvador y Goiânia. 

Chagdud Gonpa Khadro Ling en Três Coroas. Fuente: https://guiaviajarmelhor.com.br

Adicionalmente, durante los años noventa emergió una agrupación sakya en Río de Janeiro, fundada por Sakya Trizin, junto a otros dos grupos que se asociaron con el maestro kagyu Kalu Rinpoche. Una de las inauguraciones más interesantes en el sector budista tibetano es la del centro gelugpa Je Tsongkhapa en Porto Alegre (2000). Aunque el grupo de practicantes es relativamente insignificante en cuanto a números, sin embargo, su fundador resulta una figura digna de mención.

Este es el lama Segyu Rinpoche, brasileño nativo, antiguo médium de umbanda en Río de Janeiro, hasta que fue oficialmente reconocido como la reencarnación de un maestro tántrico del siglo XVI. Hoy, el lama Segyu es no sólo el abad del monasterio tibetano Sed-Gyued Datsang en Nepal, sino también el director de la fundación Buda Sanador Segyu Gaden Dhargye Ling, en Sebastopol, California.

* (N.A.) Ya en el año 2000 había un promedio de más de 100.000 miembros de la soka gakkai en Brasil, de los cuales el 80% no tenía relación étnica alguna con la colonia nipona. Cf. Pereira, Ronan Alves: O budismo Leigo da Soka Gakkai no Brasil: da revolução humana à utopia mundial. [El budismo laico de la soka gakkai en Brasil: de la revolución humana a la utopía mundial]. Tesis doctoral, Campinas, Universidade Estadual de Campinas, 2001, pp. 281 sig.

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