Visiones de Bhaishajyaguru, el buda sanador

MEHER MCARTHUR

Yakushi Nyorai (Bhaishajyaguru), bronce, Templo Yakushi, Nara, Japón. Finales del siglo VII, principios del siglo VIII. Fuente: ikidane-nippon.com

En el año 680 d.C., poco después de que las enseñanzas budistas hubieran empezado a echar sus raíces en Japón, el 40º emperador japonés, Tenmu (r. 673-86) estaba preocupado por la salud de su reina consorte y mandó construir un templo budista como acto de oración para que ella se recuperara. El templo se dedicó al Buda de la Sanación, Bhaishajyaguru, el «Maestro curativo», conocido en Japón como Yakushi Nyorai. La consorte de Tenmu recobró la salud y llegó a ser la emperatriz Jito después de que el propio Tenmu muriera en 687, y fue ella quien, algunos años más tarde, completó la construcción del templo Yakushi, o Yakushi-ji. En el siglo VIII, el templo se desmontó y fue reconstruido en la nueva capital, Nara, donde se lo consideró uno de los Siete Grandes Templos de la región. Su deidad principal, Yakushi, devino inicialmente el Buda Medicinal de las clases más altas, pero aproximadamente un siglo más tarde la mayoría de la población ya se dirigía a esta divinidad para curar sus dolencias o enfermedades.

Yakushi o Bhaishajyaguru, también conocido como el Buda Medicinal, es diferente de otras divinidades del panteón budista. Mientras que existen muchas manifestaciones del Buda y otras deidades a quienes los devotos pueden acudir para que les ayuden con su curación y crecimiento espirituales, Bhaishajyaguru es la única deidad que, según se cree, no solamente cura dolencias mentales sino también físicas. Según esta creencia, el Buda Medicinal ha hecho doce votos como bodhisattva, incluyendo los votos de sanar a los seres que han nacido con deformidades, enfermedades u otras formas de sufrimiento físico, y también el voto de ayudar a aquellos que padecen enfermedades y aflicciones mentales, hambre, sed, pobreza, opresión, frío e incluso picaduras de mosquitos. A lo largo de los siglos, los budistas del Asia central, Tíbet, China, Corea y Japón en particular han invocado al Buda Sanador para remediar sus enfermedades, fuera con oraciones directas a las imágenes de la deidad, o bien frotando las esculturas en las partes del cuerpo relacionadas con sus propias dolencias.

Buda Medicinal de Leslie Rinchen Wongmo, 2000. Thangka de parches de seda. Imagen cortesía de la artista

En el imaginario budista, los poderes sanadores de Bhaishajyaguru se dejan reconocer en varios aspectos de su apariencia. Como muchos budas, se lo representa iconográficamente sentado en un trono de loto con halos a su alrededor, lo cual es muestra de su avanzado poder espiritual. En algunas representaciones, como la escultura de Yakushi en el templo de Yakushi en Nara, hay siete budas más pequeños sentados, que aparecen dentro de los halos, una alusión a ciertos textos budistas, según los cuales Bhaishajyaguru era uno de los ocho budas sanadores que crearon las plantas medicinales y presiden los reinos budistas. En la mayoría de las pinturas y esculturas, Bhaishajyaguru tiene su mano derecha en la posición de abhaya, o mudra de la ausencia de miedo (como en el souvenir impreso del templo en la imagen siguiente) o el bhumisparsha, o mudra del contacto con la tierra, como en el thangka tibetano de la galería de Nueva Gales del Sur. Sin embargo, en algunas imágenes, como el thangka con parches de seda más arriba, su mano derecha está abierta en posición varada, o mudra de la concesión de ofrendas, y también sostiene un myrobalan, un fruto de cinco caras con propiedades medicinales, parecido al limón. En la mayoría de imágenes, su mano izquierda resta encima de su regazo con la palma mirando hacia arriba, sosteniendo un pequeño frasco o cuenco que contiene medicina o frutos medicinales.

Estampado para souvenir u ofuda, con la representación de la Tríada de Yakushi (Yakushi, Nikko y Gakko) del templo de Sekkei en Shikoku, Japón, siglo XX. Imagen cortesía de Sam Fogg Rare Books, Londres

Aunque Bhaishajyaguru se puede representar con la piel dorada de un ser divino, también es reproducido con una piel de color azul marino. Este color evoca el paraíso budista del este, presidido por Bhaishajyaguru y conocido como Vaidurya-prabhasa (paraíso de lapislázuli), nombrado a partir de la piedra semipreciosa que, según muchos creen, también posee propiedades curativas. Residiendo con él en este paraíso encontramos a dos bodhisattvas, que frecuentemente se representan flanqueándolo, particularmente en imágenes japonesas. Las deidades son Suryaprabha (japonés: Nikko, «el esplendor del sol») y Chandraprabha (japonés: Gekko, «el esplendor de la luna»). En otras representaciones, Bhaishajyaguru va acompañado de los doce Generales Celestiales, cada uno de los cuales representa uno de sus votos y uno de los doce meses del calendario.

Buda Medicinal (Bhaishajyaguru), Tibet, s. XIX. Pintura al temple y oro en relieves de algodón recortado, Art Gallery of New South Wales. Imagen cortesía de la D G Wilson Bequest Fund, 1999

En cada una de las culturas budistas donde Bhaishajyaguru ha sido reverenciado, se lo ha considerado uno de los budas más poderosos e importantes del panteón. No solamente tiene templos construidos en su honor, sino que también ha sido representado en esculturas, pinturas y estampados, y ha sido venerado por gentes de todas las clases sociales, sin duda porque, aunque no todo el mundo padece dolencias espirituales, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento físicos son universales. A diferencia de la mayor parte de los budas y deidades, que ofrecen una curación espiritual a los devotos y una promesa de un renacer en su paraíso, o bien les ofrecen ayuda en su búsqueda de la liberación del ciclo de renacimientos, el Buda Medicinal ha ofrecido durante mucho tiempo algo mucho más material, inmediato y tangible: alivio del sufrimiento, del dolor y de la enfermedad en esta misma vida.

Buda Medicinal, trabajo en marcha de Leslie Rinchen Wongmo, EEUU. Thangka de parches de seda. Imagen cortesía de la artista.

La artista afincada en California, Leslie Rinchen Wongmo, que creó el thangka con parches de seda del Buda Medicinal en la imagen anterior, se ha centrado otra vez en Bhaishajyaguru: «estoy trabajando en otro Buda Medicinal ahora mismo, uno que ha estado esperando cinco años a que lo terminara» nos revela. «Creo que ya ha llegado el momento». Aunque ha completado la figura de la deidad, todavía sigue trabajando en el fondo. Justo debajo de su trono de loto, ha colocado una esfera. «Estoy ofreciendo la Tierra al Buda Sanador» explica. En momentos como el presente, cuando la protección de la enfermedad y la esperanza en una curación a nivel global están en todas nuestras mentes, es fácil comprender por qué Bhaishajyaguru ha sido una divinidad tan querida durante tanto tiempo y por qué tantos devotos todavía acuden a él para encontrar solaz y salvación.


Meher McArthur es curadora de arte asiático, escritora y educadora especializada en arte japonés. Vive en la región de Los Ángeles. Es directora artística y cultural de JAPAN HOUSE Los Ángeles. Ha curado más de 20 exposiciones sobre aspectos del arte asiático para museos y galerías de los Estados Unidos. Sus publicaciones incluyen: Reading Buddhist Art: An Illustrated Guide to Buddhist Signs and Symbols («Leyendo el arte budista: una guía ilustrada a los signos y símbolos budistas», Thames & Hudson, 2002); The Arts of Asia: Materials, Techniques, Styles («Las artes de Asia: materiales, técnicas y estilos», Thames & Hudson, 2005); y Confucius: A Biography («Confucio: una biografía», Quercus, Londres, 2021; Pegasus Books, Nueva York, 2011) y New Expressions in Origami Art («Nuevas expresiones en el arte del origami», Tuttle, 2017). Es autora también del libro infantil An ABC of What Art Can Be(«Un ABC de lo que el arte puede ser», The Getty, 2010). Arte budista se publica ocasionalmente.

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