Una perspectiva budista sobre economía y reducción de la pobreza
BD Dipen
La economía tiene un papel importante en las vidas de la mayoría de las personas corrientes. Hay ciertas enseñanzas del Buda relativas a los bienes materiales (su adquisición y producción) que son relevantes para la economía actual. Para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas desde un punto de vista socioeconómico, el Buda pronunció algunos sutras que se encuentran recogidos en algunas de las enseñanzas del canon pali. Estas pueden considerarse, técnicamente, las reflexiones del Buda sobre economía.
Sin embargo, el concepto economía no aparece como sistema autocontenido, sino que se ubica en un marco más amplio y en un contexto educativo y social. Por lo tanto, los consejos sobre economía se sustentan en una visión multidimensional y holistica de la humanidad. El contexto global debe tener en cuenta temas como la degradación social empeorada por la pobreza, el desempleo, las inversiones, los ahorros, los ingresos, los recursos, los gastos y el sustento, así como la estructura y la integridad de la moralidad. Todos estos temas están relacionados con la economía. Mediante las enseñanzas sobre el bienestar del Buda podemos considerar sus consejos sobre socioeconomía como la semilla de una economía del bienestar moderna.
El budismo es una religión que aspira a desarrollar la espiritualidad mediante el cultivo de la ética y la moral. Así, el día a día debería estar regido por estándares éticos y morales. Por este mismo motivo, nuestras actividades socioeconómicas también deberían obedecer principios éticos y morales.
El Andha Sutta del Anguttara Nikaya (AN.3.29) habla sobre bienes y moral en los siguientes términos: «Bhikkhu, en el mundo hay tres tipos de personas. ¿Cuáles? Las ciegas, las tuertas y las que tienen dos ojos.» (Bodhi 2012, 224). La persona ciega es la que no tiene ojos para ver cómo adquirir más bienes o cómo incrementar los que ya tiene. Además, la persona ciega no tiene ojos para ver la ética de la integridad y de la no integridad. La persona tuerta es la que tiene un ojo para adquirir bienes (y que sabe cómo incrementar su riqueza), pero no tiene ninguno para ver la ética de la integridad y la no integridad. Esto significa que, aunque puede crear e incrementar sus bienes, no cultiva la ética. La persona con dos ojos es quien tiene vista tanto para adquirir bienes como para la ética y la sabiduría. En otras palabras, la persona de dos ojos puede cultivar, no solo la riqueza, sino también la buena conducta y la fe.
El Buda habló de la pobreza como un «sufrimiento en el mundo» (AN.6.45). Cuando una persona no tiene lo básico para sobrevivir, le resulta difícil pensar en la ética. En cambio, se centrará en cómo ganar lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Lo que nos dice esto es que la felicidad humana no puede alcanzarse únicamente ni mediante el progreso espiritual ni mediante el progreso material. Ambos aspectos de nuestra vida deben desarrollarse al unísono si queremos alcanzar la felicidad.
Un ejemplo: el Buda nunca enseñó a alguien que estuviera hambriento. Hay una historia sobre un brahmán que había planeado ir a escuchar hablar al Buda. Por desgracia, al despertar descubrió que su ternero había desaparecido. Como era muy pobre, no se podía permitir perder al animal, así que se internó en la jungla a buscarlo. No logró volver al pueblo hasta mediodía, y estaba sudado, agotado y hambriento. Se apresuró para poder oír el final de las enseñanzas, pero, para su sorpresa, el Buda aún no había empezado. En cuanto el Buda lo vio, le preguntó amablemente si había comido alguna cosa. El granjero le respondió que no. Inmediatamente, el Buda pidió a uno de los asistentes que le sirviera comida al hombre antes de empezar la charla. «Algunas personas y el bhikkhu pensaron que era muy extraño y no muy correcto que el Buda se preocupara por la comida de una persona que solo era un inquilino, no un bhikkhu, y ni siquiera era un auténtico seguidor suyo, sino un brahmán. Pero la bondad y la consideración del Buda por el brahmán que tanto deseaba oírle predicar fue recompensada, ya que el corazón del brahmán se conmovió ante la consideración del Buda por él y, cuando acabó el sermón, se convirtió en seguidor suyo durante el resto de su vida.» (BuddhaSasana).
Es más, en el Cakkavatti Sihanada Sutta (DN.26), el Buda habla de las desigualdades económicas que dividen el mundo entre ricos y pobres. El sutra identifica como problema básico el suministro de alimento en el país que, si se soluciona, llevará a la resolución de todos los demás problemas. El sutra explica la historia de un ladrón que fue llevado ante el rey. El ladrón explicó que había robado, sencillamente, porque era pobre. Así que el rey le dio algo de dinero y le ayudó a montar un negocio. Al oír la historia, otro hombre decidió robar algo con la esperanza de obtener el mismo resultado. Sin embargo, esa vez, el rey ejecutó al ladrón. Esta acción provocó que los ladrones se armaran y mataran a quienes robaban para deshacerse de los testigos. El Buda explicó la moraleja de esta historia: «Así, por no dar propiedades a quienes las necesitaban, la pobreza se extendió; con el crecimiento de la pobreza, se incrementó el hecho de tomar aquello que no había sido concedido; con el aumento del hurto, se incrementó el uso de armas; el aumento del uso de armas, tuvo como consecuencia un incremento de las muertes; y el aumento de las muertes provocó el descenso de la esperanza de vida y de su belleza» (Walshe 1995, 399).
Por lo tanto, las necesidades básicas de comida, refugio y ropa deben ser satisfechas en primer lugar. El Kutadanta Sutta (DN.5) también explica la historia de un rey, llamado Mahavijita, que quería organizar un sacrificio a gran escala para asegurar su comodidad y bienestar durante los años venideros. Su primer ministro, sin embargo, le aconsejó no hacerlo, haciéndole notar que los ladrones estaban destruyendo la economía del país. El sutra cita al primer ministro explicando que: «Si su majestad fija un impuesto en esta región [para costear el sacrificio] no sería correcto. Supongamos que su majestad piensa “me quitaré de encima a esta plaga de ladrones con ejecuciones y encarcelamientos o con confiscaciones, amenazas y destierros”, la plaga no sería debidamente eliminada.» Entonces, el primer ministro ofreció una solución: «A aquellos del reino que se dedican a plantar las cosechas y criar ganado, permita su majestad que les demos grano y forraje; a los que se dedican al comercio, démosles capital; a los que están al servicio del gobierno, asignémosles salarios dignos» (Walshe 1995, 135).
El rey siguió estas tres instrucciones y proporcionó lo necesario a las personas adecuadas. Como resultado, todo el mundo estaba contento, y la dicha desbordaba sus corazones. En este sutra, el Buda reconoce el gran problema económico del estado y recomienda medidas inmediatas. Según el sutra, la raíz de todos los problemas en cualquier país es la producción y distribución de alimento. El estado debería proporcionar a las personas, en primer lugar, comida mediante la organización de los cultivos, después, capital a los comerciantes y un salario razonable a los servidores públicos.
En resumen, podemos decir que los conceptos económicos que se discuten en las enseñanzas del Buda no pertenecen ni a una economía de mercado capitalista ni a una economía totalmente socialista. En lugar de eso, el Buda proporciona un enfoque desarrollista para la solución de la pobreza humana. En el contexto del siglo xxi, cuando la desigualdad global vuelve a incrementarse, las enseñanzas del Buda siguen siendo muy pertinentes.