Un «ídolo de Buda». Indicios de los primeros budistas y un viaje de Guan Gong en Chile.

MARÍA ELVIRA RÍOS

Pocos son los registros que encontramos acerca del origen de las prácticas o devociones budistas en Chile. A principios del siglo XX, uno de los primeros indicios de presencia budista fue la fundación de la Sociedad Teosófica de Chile en 1919, resultado de la fusión de grupos teosóficos preexistentes en las ciudades de Valparaíso y Santiago (Luarte, 2017). Luego, probablemente sería la propaganda e influencia de la «Unión para la difusión del budismo» del nepalí «Anagaripa» o Swami Jnana Kanda, quien durante la primera mitad de los años veinte habría difundido el budismo en distintos países de América Latina, entre ellos, Chile (Devés y Melgar, 2006 ).           

Más allá de estos datos del siglo XX, previo a esa época, hay una alta probabilidad de que, quienes hayan llevado a cabo los primeros ritos, actos devocionales o traslado de imágenes veneradas hayan sido las personas chinas migrantes del norte de Chile.

Si bien las primeras personas chinas (en su mayoría hombres) que llegaron al país lo hicieron a mediados del siglo XIX (Lin Chou, 1992), apenas en 1885 fueron censados en Tarapacá y sólo habrían sido registrados unos cuantos, pues la información cuantitativa es muy escasa (González, Llanos y Lufin, 2020). Será a principios del siglo XX cuando un grupo menor de personas chinas señaló ser budista en el censo de 1907. Un número más grande de budistas se registró en 1920 y 1930. Posteriormente a esas fechas disminuyó notoriamente el número de personas declaradas como budistas, aumentando la religión católica en la colonia china (González, Llanos y Lufin, 2020). Isabelle Lausent-Herrera señala que «para los chinos coolies llegados al Perú entre 1849 y 1874 y luego para los comerciantes que les siguieron, la adopción del catolicismo fue uno de los mayores elementos de su estrategia de integración en la sociedad nacional» (Lausent-Herrera, 1992). Es muy probable que las personas chinas en Chile hayan adoptado el catolicismo por lo mismo.

Hoy en día es difícil saber si, paralelo a la conversión al catolicismo, habrían mantenido algunas prácticas religiosas con atisbos de creencias budistas en ellas. Quizá en alguna de las tumbas perdidas del norte, como el cementerio del poblado salitrero en la Pampa Unión, donde hay tumbas de personas chinas, o en el mismo cementerio de Antofagasta es posible hallar alguna señal de devoción budista, aunque las posibilidades son remotas.  A eso se suman las malas condiciones de estos cementerios del desierto chileno. En conversación con Damir Gálaz-Mandakovic, doctor en antropología y profesor de la Universidad de Tarapacá, visitó el cementerio de la ciudad de Tocopilla y, me señaló lo siguiente: «Cabe indicar que el cementerio de Tocopilla es relativamente nuevo, es de 1932. El anterior cementerio no fue completamente trasladado, muchos cuerpos que fueron enterrados entre 1890 y 1932, quedaron para siempre ahí. Ahora hay un estadio de béisbol sobre esos cuerpos… seguramente, muchos chinos».

Figura de Guan Gong donada en 1882 al Museo Nacional de Historia Natural, Chile. Fotografía de María Elvira Ríos, exposición El Viaje de Guan Gong.

Entre toda esta dificultad para encontrar señales del budismo en Chile en el siglo XIX, una figura denominada como «Ídolo de Buda» y hallada en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago, podría ser una de las primeras figuras religiosas chinas veneradas en Chile. Hace un par de años, aproximadamente, a Francisco Garrido, arqueólogo que trabaja en el Museo Nacional de Historia de Natural, en la ciudad de Santiago, le llamó la atención una caja que se encontraba guardada en las bodegas del museo. Al abrirla, se encontró una figura de Guan Gong tallada en una sola pieza de madera, sentada, de rostro rojo, con barba y un traje tipo armadura, con un dragón dorado y otros ornamentos que decoran su vestimenta. Esta escultura fue donada por el médico Wenceslao Díaz en 1882. Francisco, junto con María Montt y Carol Chan, ambas académicas e investigadoras de la historia de la migración china en Chile, se dieron cuenta de la relevancia de esta figura y decidieron organizar una exposición en el mismo museo, a la que llamaron «El viaje de Guan Gong», aludiendo a las comunidades migratorias chinas en Chile y destacando los aspectos religiosos y sus deidades, ya que también se suman a la exposición figuras de Guanyin y otras imágenes de Guan Gong que han pertenecido a restaurantes de migrantes chinos (https://www.mnhn.gob.cl/noticias/exposicion-del-mnhn-pone-de-relieve-nuestra-diversidad-cultural-traves-del-estudio-de)

Figura de Guanyin perteneciente a la colección de objetos que exhibían las vitrinas del ya cerrado restaurante chino Lung Fung. Fotografía de María Elvira Ríos, exposición El Viaje de Guan Gong, Museo Nacional de Historia Natural, Chile.

Garrido, Montt y Chan señalan acerca de la veneración a Guan Gong entre los primeros migrantes chinos del Perú y rescatan una anécdota vinculada a la Guerra del Pacífico (1879-1884) cuando una parte importante de chinos se unió al ejército chileno. Según relata la historia, en ese momento, Quintín Quintana, quien sería el líder del «Batallón Vulcano» conformado por los chinos reclutados por el general chileno Patricio Lynch, realiza un juramento de lealtad a la bandera chilena: «en un altar rodeado de banderas chinas de la dinastía Qing y una chilena; la figura central de este altar era la divinidad conocida como Guan Gong. Frente a él, se procedió a degollar un gallo y mezclar su sangre con agua para darle a beber de ella a todos los asistentes, como una forma de jurar alianza hacia Quintín Quintana, hacia el ejército, y entre ellos mismos» (https://www.mnhn.gob.cl/noticias/guan-gong-y-los-chinos-en-la-guerra-del-pacifico). Sobre esta misma figura, el reconocido antropólogo peruano Humberto Rodríguez Pastor, recoge este mismo relato, sólo que señala que la imagen habría sido una «imagen de Buda» (ver artículo de Manuel Ato-Carrera https://espanol.buddhistdoor.net/semillas-y-brotes-brevisima-genealogia-del-budismo-en-el-peru-segunda-parte/). Esta alusión, junto con otras «imágenes de Budas» en templos chinos, que señala Rodríguez, permite pensar que quizá no era precisamente al Buda al que se veneraba sino a Guan Gong, que se conocía por los nombres de Kuang Taikung, Guandi o incluso San Acon, un sincretismo cristiano que ocurre en el Perú, (Lausent-Herrera (1992). Si bien esto se debe investigar con mayor detención, esta hipótesis explica también el porqué de la cercanía del nombre a Buda en la etiqueta de la caja que guarda a la figura de Guan Gong en el Museo en Chile. Se podría especular que en aquella época hubiera una manera generalizada de usar el nombre de «Buda» para cualquier deidad de los templos chinos.

Conocido este relato, la figura de Guan Gong del Museo despertó aún más el interés, pues podría estar vinculado con ese episodio histórico de Chile y la participación de los chinos en la guerra. Otra información fue hallada en el periódico El Mercurio, con fecha del del 23 de septiembre de 1881, cuando el coronel Baeza, quien también había participado en la guerra, habría enviado a Benjamín Vicuña Mackenna «un ídolo de la China, esculpido en una sola pieza de madera y que representa al Dios de la guerra de los chinos». Y sigue la nota: «Este noble objeto de arte y de superstición fue traído de Cañete por el señor comandante don Enrique Baeza y por pedido especial de los tres o cuatro mil chinos que se retiraron de ese valle junto con el batallón Victoria. Refiere el señor Baeza que los chinos se arrojaban al suelo profiriendo las exclamaciones de mayor dolor al tiempo de separarse de su dios, y no estuvieron contentos hasta verlo seguro a bordo y libre de la profanación» (https://www.mnhn.gob.cl/noticias/guan-gong-y-los-chinos-en-la-guerra-del-pacifico)

Como es evidente, los hallazgos invitan a pensar que el Guan Gong del Museo podría ser aquella figura venerada en la Guerra del Pacífico, pues coinciden las fechas como también el tipo de figura de Guan Gong que aún es posible encontrar en Perú, como sucede con la figura del altar en el Museo de la Sociedad Pun Yui en Lima, que es muy similar a la del Museo en Chile (ver Chuhue, Li, 2013). Más allá de esta posibilidad, la figura de Guan Gong de la exposición podría ser una de las primeras imágenes veneradas vinculadas al budismo. Si bien Guan Gong pertenece a una devoción de tradiciones chinas, donde convergen variedades de creencias, el vínculo de Guan Gong con el budismo es de larga data y, asimismo, fue fundamental para el levantamiento de esta figura como una deidad (sobre la devoción a Guan Gong ver:https://espanol.buddhistdoor.net/guan-gong-el-bodhisattva-guerrero/). Guan Gong o Guandi fue un personaje histórico cuyo nombre original es Guan Yu, un famoso héroe del periodo de los Tres Reinos. Con el paso de los siglos, Guan Yu adquiere un carácter divino y, entre sus diversas cualidades, se convierte en protector de los templos budistas. Esta capacidad de protección será la que más va a destacar en los restaurantes chinos donde, hasta el día de hoy, cumple el papel de cuidar y resguardar (Ver Chan y Ríos, 2020).

La figura de Guan Gong en el Museo ha abierto un mundo de encuentros y posibilidades en torno a la historia de la migración china, donde la cultura material religiosa adquiere un papel importante para continuar con el desarrollo y estudio de los chinos en Chile. De la misma manera, y como comenta María Montt, el espacio del museo y lo que se guarda en él permite una colaboración interdisciplinaria, donde se combina la antropología, la historia, el diseño, la educación, todo dialogando: «Los museos cumplen un papel muy importante en la manera en que las personas que contamos la historia, la difundimos y que no enteramos, conocemos, reflexionamos y pensamos sobre la memoria, que es algo fundamental en la construcción de identidad, de nación, de país y de lo que nosotros pensamos sobre los espacios a los que pertenecemos».

Seguiremos entonces, indagando en los museos, a ver qué historia nos cuenta del budismo en Chile y cómo seguirá el viaje de este ya querido Guan Gong del Museo Nacional de Historia Natural de Chile.

María Montt (Universidad Católica de Chile) Carol Chan (Universidad Mayor) y Francisco Garrido (Museo Nacional de Historia Natural), quienes realizaron la curatoría de la Exposición El Viaje de Guan Gong.

REFERENCIAS

Chan, C., Ríos M.E. (2020) Between the Sacred and Secular: The Role of Chinese Popular Deities in Creating Thirdspaces in Chinese Restaurants of Santiago de Chile, Material Religion, 16:2, 162-186.

Devés, E. y Melgar, R. (2006) El pensamiento del Asia en América Latina. Hacia una cartografía, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Lausent-Herrera (1992) La cristianización de los chinos en el Perú: integración, sumisión y resistencia, Bulletin de I’ Institut Français d‘Études Andines, tome 21, Nº3, 977-1007.

Lin Chou, D. (2004) Chile y China: inmigración y relaciones bilaterales (1845-1970), Santiago: Editorial Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.

Luarte, F. (2017), “Una aproximación histórica al neo-hinduísmo en Chile”, en Ríos, Maire, Álvarez, Cabaña, Gálvez, Nuevos Diálogos. Asia y África desde la mirada latinoamericana. México: El Colegio de México.

Pizarro, J.A., Reyes, C., Varas, M. (2020) Tres problemáticas de la inmigración china en el norte de Chile, Si somos americanos. Revista de Etsudios Transfronterizos, V. XX, Nº2, 91-115.

La exposición El Viaje de Guan Gong contó con el apoyo del Núcleo Milenio Impactos de China en América Latina (ICLAC), http://www.iclac.cl, y los proyectos ANID Fondecyt 11200270 y 11200151.

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MARÍA ELVIRA RÍOS (1980), es doctora en estudios de Asia y África, con especialización en China, del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México (2015), postdoctorado Fondecyt (3190076). Sus publicaciones abordan temáticas en torno al budismo chino contemporáneo, cultura e idioma chino. Ha publicado sus investigaciones en diversas revistas académicas. Actualmente dicta cursos de cultura china y budismo en diversas instituciones académicas y es investigadora adjunta del Núcleo Milenio ICLAC, Universidad Católica de Chile. Miembro de Aladaa Chile.