Treinta años en el camino del Dhamma: entrevista al venerable Bhikkhu Nandisena. Segunda parte.

ARF: ¿Nos podría dar una apreciación del momento actual desde su perspectiva de monje theravada?

VBN: Muy difícil. Hay consenso en que, a comienzos del 2020, la humanidad enfrentaba dos crisis existenciales: cambio climático y armas nucleares. Después se le sumó la pandemia de COVID-19, que, aunque no representa una crisis existencial, ha exacerbado la desigualdad social, el hambre y las migraciones involuntarias, entre otras cosas. Aunque es importante, desde la perspectiva de la enseñanza del Buddha, ver el mundo tal cual es, con ecuanimidad, y practicar generosidad, compasión y otras virtudes, cada vez es más difícil hacerlo, puesto que cada vez cuesta más vivir en el mundo en armonía con los demás.

Todavía tengo presente algunas palabras del discurso de apertura del profesor Lewis Lancaster de la Universidad de Berkeley, California, en la celebración de Vesak 2011 de la ONU en Tailandia. Comenzó diciendo que era consciente de que su discurso era el más importante de su larga carrera, y después, citando a un pensador contemporáneo, dijo que el futuro ya no puede darse por sentado, sino que debe ser rescatado. Habló también de los mega problemas a los que se enfrenta la humanidad, que se requieren mega soluciones, y que un buddhismo bien informado podría jugar un papel relevante en las soluciones. Aunque, en el tono, su discurso sugería que todavía era posible cambiar las tendencias, el mensaje que me llegó y que todavía tengo presente es de que ya era demasiado tarde. Y de eso ya hace diez años.

«La crisis del mundo: un problema ético». Ese es el nombre de conferencias que he dado sobre la situación del mundo desde la perspectiva buddhista. Cuando se dice que la crisis del mundo se debe a un problema ético, hay que entender a la ética en sus dos aspectos: (1) ética pasiva o de abstención y (2) ética activa o de acción. Además, se requiere hacer ajustes a la interpretación tradicional de la ética como perteneciente únicamente a la esfera individual y extenderla de tal manera que también estos dos principios se apliquen a las instituciones. En base a este análisis es posible explicar con bastante claridad por qué estamos donde estamos. Creo que la humanidad ya ha pasado el punto de no retorno. No obstante, todavía es posible hacer que más personas se establezcan en estos principios y mejorar las condiciones de segmentos significativos de la sociedad.

Venerable Bhikkhu Nandisena con el venerable Dhammasiri y Ricardo Sasaki en Bangkok, Vesak 2015, sede de la ONU, Bangkok, Tailandia. Fotografía cortesía del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH).

ARF: ¿Tiene contacto con colegas en Myanmar? ¿Cómo sigue la crisis política y social en el país?

VBN: La última vez que estuve en Myanmar fue en agosto, 2017, en una conferencia interreligiosa para la paz, armonía y seguridad, celebrada en Sitagu International Buddhist Academy (SIBA), Yangon. Allí participó también el venerable Dr. Khammai Dhammasami, el venerable Buddharakkhita de Uganda y representantes de varios países.

Como es bien sabido, a partir de septiembre 2017, medios de difusión internacionales y organizaciones no gubernamentales comienzan a reportar graves violaciones de los derechos humanos en Myanmar. En noviembre del mismo año, en la Séptima Cumbre de Buddhismo en Sri Lanka, no sólo los representantes de Myanmar sino también monjes birmanos representantes de otros países, utilizaron el espacio de tiempo asignado a su país—cuando cada país reporta sobre las actividades realizadas para la difusión del Dhamma—para defender las acciones de su gobierno con relación a los bengalíes. Me sorprendió que no utilizaran el término rohingya. Pareciera que tienen prohibido o es tabú utilizar este término. Lo extraño es que en esta ocasión los representantes de Myanmar ya no eran los renombrados monjes que habían participado en las cumbres anteriores como Bamaw Sayadaw Ashin Kumārābhivaṃsa y otros, sino monjes desconocidos. El hecho de que elementos del Sangha asuman una actitud activista apoyando y/o promoviendo acciones de violencia, es inaceptable.

Recientemente tuve la oportunidad de hablar con un profesor de filosofía de una universidad de Argentina. Me dijo que antes pensaba que el buddhismo era una religión diferente que las otras grandes religiones, pero después de ver lo que ha estado ocurriendo en Myanmar durante estos últimos años, cambió de opinión. Ahora piensa que el buddhismo es igual que las otras religiones: una religión institucionalizada que ha perdido contacto con sus principios básicos de no violencia y respeto hacia todos los seres.

El venerable Bhikkhu Nandisena dando una charla sobre el Dhamma en Washington Buddhist Vihara, Washington D.C., marzo 2014. Fotografía cortesía del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH).

Existe una creciente percepción de que importantes elementos del Sangha, ya sea por su silencio o por evitar hablar abiertamente sobre esta grave situación de derechos humanos, implícitamente aprueban lo que está ocurriendo. Esto no es bueno.

Es comprensible que elementos del Sangha vean en peligro su religión e identidad cultural. Pero la forma de proteger lo primero se logra practicando los principios de la propia religión en lugar de justificar y defender el uso de la violencia. El hecho de que esos elementos del Sangha no vean esto es una evidencia de que la defensa de la identidad cultural prevalece. Esto no es un buen presagio para el buddhismo de ese país y para la forma en que se percibe el buddhismo theravāda y el buddhismo en general a nivel mundial. Vienen a mi mente unos versos del Theragāthā que dicen «El Dhamma protege a quien lo practica. El Dhamma bien practicado conduce a la felicidad…».

Si a lo anterior se le suma el golpe de estado del primero de febrero de este año y todo lo que hemos visto desde entonces, el panorama es sombrío, trágico. Para alguien que se ha nutrido de lo mejor de Myanmar, es decepcionante ver lo que está pasando.

ARF: En los últimos años sus charlas por YouTube se han ido haciendo más frecuentes. ¿Los temas los elige Ud., o son a petición de la comunidad de practicantes?

VBN: Así es. Esto se debe en parte a que desde comienzos de 2020 tuvimos que cancelar todas las actividades presenciales en el Dhamma Vihāra. México fue muy afectado por la pandemia de COVID-19. Algunos temas los elijo yo y otros los sugieren los practicantes. En general tratamos de que los temas de las charlas no sean sobre aspectos abstractos, elevados, de la doctrina buddhista sino temas «aterrizados», es decir, la aplicación de las enseñanzas a situaciones cotidianas. La idea es mostrar que el Dhamma es relevante, que el Dhamma es aplicable a las situaciones que la gente experimenta. Por ejemplo, a finales del año pasado, unas personas del grupo tibetano de Xalapa –ciudad que está cerca del monasterio–, cuando la pandemia arreciaba duro, me contactaron y me pidieron que diera un ciclo de conferencias sobre las Moradas Sublimes.

ARF: ¿Cómo ve el presente y el futuro de la vocación monástica en el mundo hispano?

VBN: Aunque en los treinta años que llevo en el Sangha, se ha ido incrementando poco a poco el número de monásticos y monásticas, no veo que haya suficiente cantidad como para decir «está floreciendo» o «florecerá». Éste es un tema en el que podría extenderme mucho.

Veo dos obstáculos para el desarrollo de la vocación monástica en el mundo hispano: (1) soporte de los monasterios; y (2) realidades culturales diferentes. En Estados Unidos la gran mayoría de los monasterios theravāda son étnicos, es decir, los monjes son originarios de Myanmar, Tailandia, Sri Lanka, etc., y como existen comunidades laicas importantes de esos países, esos monasterios funcionan sin dificultad con respecto a los dos obstáculos mencionados. Tienen soporte suficiente por parte de la comunidad laica buddhista de su país, y funcionan como islas culturales dentro de la gran cultura de los Estados Unidos.

Pero en el mundo hispano, al no existir comunidades de laicos buddhistas con esas características, surge el primer obstáculo del soporte. Aunque esto es solucionable creando una asociación, cuando en sus miembros no están lo suficientemente imbuidas e internalizadas virtudes como la generosidad, servicio, trabajo en equipo, paciencia, etc., éste es un problema. Y como no existen comunidades étnicas buddhistas capaces de justificar comportamientos culturales diferentes, ni siquiera es posible convertirse en una isla. Aun cuando es posible encontrar soluciones a estos dos obstáculos y establecer un monasterio —el Dhamma Vihāra es un ejemplo de esto—, creo que aquí lo importante es preguntarse: (1) qué tiene el buddhismo para ofrecer al mundo hispano; y (2) cómo ofrecerlo.

La primera pregunta se puede responder de varias formas, pero para simplificar, digamos que el buddhismo ofrece pautas éticas que son benéficas en cualquier sociedad que se practiquen; ofrece orientación psicológica para alcanzar equilibrio mental y emocional; y ofrece un paradigma de la realidad digno de ser promocionado como «venga y vea». En resumen, el buddhismo tiene mucho que ofrecer, y las sociedades hispanohablantes tienen mucho de qué beneficiarse.

Con respecto a cómo ofrecer eso, cada vez más laicos están en condiciones de hacerlo. Lo que por muchos siglos sólo era dominio del Sangha, ya no lo es. La meditación ya no es dominio exclusivo del Sangha, el estudio del pali ya no es dominio exclusivo del Sangha, el estudio del Abhidhamma ya no es dominio exclusivo del Sangha. Además, en la época en que vivimos tenemos la posibilidad de valernos de nuevas tecnologías para el estudio y difusión del buddhismo.

Tengo claro que la difusión del buddhismo en el mundo hispanohablante requiere de personas con el más alto nivel de capacitación. Somos afortunados de que ya disponemos de algunas. En el mundo no buddhista se requiere de personas que no sólo tengan un excelente conocimiento del Dhamma sino también de las realidades culturales específicas. Es a partir de una base como ésta que es posible visualizar un florecimiento de la vocación monástica.

El venerable Bhikkhu Nandisena con Ayya Dhammadīpā Fotografía cortesía del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH).

ARF: Parece que la meditación, por ejemplo, el mindfulness, está de moda. ¿Cuál es el sentido de la «meditación» (bhāvanā) según la tradición theravada?

VBN: Correcto. Mindfulness está de moda desde hace varios años. Hasta el término en inglés ha sido adoptado en español. Éste es un caso reciente de lo que le llaman apropiación de ideas buddhistas. Un antropólogo me comentaba que la apropiación de ideas buddhistas es parte de algo más amplio denominado apropiación cultural.

Bien practicado el mindfulness es bueno, benéfico, porque reduce la cantidad e intensidad de impurezas mentales en la continuidad mental de la persona que lo practica. Las impurezas mentales como el apego, enojo, etc., son responsables de lo que se podría llamar «sufrimiento evitable». Cuando una impureza mental surge, cuando se manifiesta en la mente, por el solo hecho de estar presente, la mente no está sana, hay cierto desequilibrio, hay sufrimiento real. Éste es un caso de sufrimiento evitable. Además, una impureza mental puede motivar acciones por medio del cuerpo o del habla. Aquí no solo la mente está insana, contaminada, sino que también por medio de esas acciones uno está causando sufrimiento a alguien más que a uno mismo. En este segundo caso, el sufrimiento evitable se duplica, uno mismo y la otra persona. La práctica de mindfulness es efectiva para reducir la manifestación de las impurezas en el continuo mental de una persona, y esto es terapéutico. Ésta es una explicación, en pocas palabras, de cómo funciona mindfulness.

En el buddhismo, el mindfulness es parte de un programa integral que consiste en tres etapas de entrenamiento: (1) ética, (2) concentración y (3) sabiduría. Aunque es recomendable practicar mindfulness como se enseña en el buddhismo, aun cuando éste se practica como algo independiente, es bueno. La utilización de mindfulness para la reducción del estrés tiene más de treinta años. A comienzos de los noventa, cuando estaba en el monasterio Taungupulu Kaba Aye en California, un laico cercano al Sangha fue uno de los primeros en certificarse en el programa de MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction – Reducción del estrés basado en mindfulness). Él, que trabajaba en un hospital que había implementado este programa, en ocasiones llevaba al monasterio a pacientes que se interesaban en saber sobre el origen de mindfulness. Él nos comentaba que no les mencionaba a sus pacientes que mindfulness venía del buddhismo a no ser que le preguntaran. Éste es un buen ejemplo de la apropiación de las ideas buddhistas, un caso en que a la persona que le enseñan mindfulness ni siquiera le informan que proviene del buddhismo. Pero como se dijo, aún así eso es bueno, benéfico.

En la tradición theravāda el propósito de la meditación (bhāvanā) es la purificación de la mente. En el canon pali hay pasajes donde el Buddha dice que dos cosas se deben desarrollar o cultivar: tranquilidad (samatha) y vipassanā. El camino que conduce a la purificación tiene un punto final, una meta, que es la erradicación de las impurezas mentales. Cuando las impurezas mentales, que son la causa del sufrimiento, se eliminan completamente, entonces se ha llegado al punto final del camino después de haber realizado escalas en las metrópolis de la virtud, concentración y sabiduría. 

El venerable Bhikkhu Nandisena en su monasterio, Dhamma Vihara. Fotografía cortesía del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH).

ARF: Ud. se ha pronunciado frecuentemente a favor de introducir la meditación en las escuelas. ¿Cree que esto haría aumentar el interés por el buddhismo entre los más jóvenes?

VBN: Así es. Creo que sí, pero es necesario poder exponer por qué la meditación es importante. No sólo basta con enseñar meditación. En general, en el buddhismo es posible articular de manera convincente por qué es importante practicar las enseñanzas. La pregunta que sigue aquí sería: ¿hay suficiente gente en la actualidad con esa capacidad para un proyecto de tal magnitud?

Recientemente leí un artículo de una escuela en Inglaterra que ha implementado clases de mindfulness. Estudiantes de esta escuela reportaban que consideraban que se les estaba forzando a realizar esta práctica y que su experiencia no había sido buena.

Sé que en Singapur cierto número de escuelas han introducido la práctica de mindfulness con buenos resultados. Es importante informarse y aprender de esos países que han implementado con éxito estos programas.

ARF: ¿Cuáles son sus proyectos de futuro para Dhamma Vihara en Veracruz, México?

VBN: Como el Dhamma Vihāra no sólo es el lugar del monasterio sino también la base del Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (IEBH), habría dos proyectos.

IEBH: lograr que más personas se integren y no sólo funcionar de manera virtual. Que haya más gente viviendo aquí, estudiando, usando la biblioteca, investigando, sacando provecho de las instalaciones y la infraestructura que tenemos. Crear un departamento de traducciones, incrementar la oferta de cursos, diplomados, etc. 

Dhamma Vihāra: la construcción de una sala de meditación de mayor tamaño, separada de los edificios ya construidos. Mejoramiento de las instalaciones que ya tenemos.

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Aleix Ruiz Falqués (Barcelona, 1982) es Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Barcelona (España), Master en Sánscrito por la Universidad de Pune (India) y doctor en Estudios del Asia del Sur (especialidad de pali) por la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Su campo de investigación es la literatura buddhista en pali, específicamente la tradición birmana. Actualmente es profesor de lengua y literatura pali en la Shan State Buddhist University, Taunggyi (Myanmar), y profesor de pali en el Instituto de Estudios Buddhistas Hispano (www.iebh.org). Tradujo junto a Abraham Vélez de Cea y Ricardo Guerrero el libro de Bhikkhu Bodhi En palabras del Buddha (Kairós, 2019) y próximamente publicará el libro Los últimos días del Buddha: El Mahāparinibbānasutta pali con el comentario de Buddhaghosa (Trotta, 2022).

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