Tras los pasos de Francisco Varela. La vida en primera persona. Segunda parte.
ÓSCAR TOBAR MUÑOZ
No es tan difícil entender que los fenómenos o productos causados surgen de manera interdependiente en el sentido que surgen dependiendo de causas y efectos. Un brote surge de una semilla. Un niño surge de su madre o del útero que lo cobija. La producción de un brote involucra la unión de una serie de factores contribuyentes. Para la semilla se requiere de un suelo o un medio parecido donde se encuentren un nivel correcto de humedad y calor, si hay mucha agua la semilla de pudrirá, si hay muy poca, esta permanecerá como semilla porque su producción definitivamente depende de un sin numero de condiciones que se encuentran fuera de esta misma. Sin embargo, cuando vemos un brote, una vez que se ha producido, nos parece que existe por si mismo. Parece poseer identidad propia, intrínseca, entonces a pesar de que no se ha producido solo, aparece como autosuficiente en el sentido de poseer una naturaleza autoexistente (4)
Esta observación del Ven. Lobsang Gyatso nos permite adentrarnos en las ideas centrales de los escritos de Nagarjuna que dieron origen al movimiento que, en el budismo, se conoce como mahāyāna. Desde otra perspectiva, se puede decir:
En la tesis de Nāgārjuna, todas las cosas son vacías, pues carecen de existencia intrínseca, pero esta vacuidad se identifica con el surgimiento dependiente (MMK 24:18). Se interpretará que están vacías en tanto que no se valen por sí mismas, en tanto que dependen mutuamente. Por otro lado, las tradiciones mahāyāna reivindican el ideal del bodhisattva, que decide renacer en el mundo para ayudar a los otros: en lugar de deshacer la madeja de la existencia, permanece voluntariamente enredado (5)
Una excelente explicación para entender mejor el concepto de bodhisattva es la siguiente: El término proviene de la raíz verbal budh, que significa «despertarse», «estar despierto» y «conocer» (Pujol, 2019, p. 734). Y el árbol donde se sentó para alcanzarlo, también recibe el nombre de «árbol bodhi» o Árbol del Despertar, mientras que sattva (sánscrito) y satta (pali) es «ser» o «esencia». Así, bodhisattva es un ser cuya esencia es el Despertar o un ser destinado a Despertar, a ser un futuro Buddha. (6)
Quizá éste sea el punto esencial para unir las ideas de Varela y sus colaboradores con las enseñanzas budistas. Además, servirá para «aterrizar» lo abstracto de estos conceptos, entenderlos y aplicarlos en la vida diaria. Para eso tomaremos prestado un concepto prebudista procedente de la tradición védica que se conoce como los tres modos de acción o las tres gunas: sattva, rajas y tamas.
Cada guna tiene sus propias características. La esencia de sattva es la de actuar como un cristal transparente, permitiendo que la luz —la luz de la conciencia— se revele en el funcionamiento de la mente y en la naturaleza. Sattvano es iluminación en sí misma, pero devela lo que es verdadero y real (a esto se refiere la sílaba sat en la palabra en sánscrito). Se muestra como belleza, equilibrio e inspiración, genera vida, energía, salud y satisfacción.
Rajas es la energía del cambio. Se distingue por la pasión, el deseo, el esfuerzo y el dolor. Su actividad puede causar movimiento tanto hacia el sattva (aumento del entendimiento espiritual) como hacia el tamas (aumento de la ignorancia), por lo tanto, puede actuar positiva o negativamente. Pero, por lo general, se caracteriza como inestable, inquieto e infeliz, provocando el cambio por el simple hecho de cambiar. Rajas brinda felicidad al inducir la unión de los sentidos con sus objetos. Es por esto por lo que rajas nos ata al apego, a los frutos de la acción y a todo tipo de placeres sensoriales.
Tamas acalla la presencia de la conciencia. Con su poder de ocultar, causa torpeza e ignorancia. Su naturaleza es pesada y densa. Un sinónimo en sánscrito para tamas es sthiti, o «firmeza». En su aparición más sátvica, tamas puede proporcionar una influencia estabilizadora en la vida, como la cura de un descanso reparador. Pero tamas es principalmente inmovilizador. Tamas conduce a la inacción cuando se requiere acción. Cada uno de nosotros ha experimentado el poder de atarnos que tiene tamas, sabemos lo atractivo que pueden llegar a ser el letargo y el sueño. (7)
La forma de actuar de un bodhisattva será siempre equilibrada, en plena armonía con la naturaleza y su entorno. Nada sobra ni nada falta. Toda acción será ejecutada desde la presencia y conciencia plena, en primera persona. ¿No es esto lo que plantea Varela con el término «enacción»?
El follaje: ¿Qué es la enacción?
Su punto de partida es la negación de la separación entre mente y cuerpo. Es decir, no hay tal separación entre nuestros pensamientos y nuestros movimientos o acciones. Varela explica que separar mente y cuerpo es lo mismo que pensar «que el movimiento de un caballo no tiene nada que ver con las patas de ese caballo» (8). El movimiento del caballo es una unidad de todo el ser vivo. Por lo mismo, la cognición surge como resultado de toda la actividad del cuerpo de un organismo como un todo, sin separaciones. En palabras de Maturana, «toda interacción de un organismo, toda conducta observada, puede ser valorada por un observador como acto cognoscitivo. De la misma manera, el hecho de vivir es conocer en el ámbito de existir. Aforísticamente: vivir es conocer» (9). Así, enacción es la corporeización de los procesos de cognición. La mente no está en el cerebro. Cuando conocemos algo, lo conocemos con todo el cuerpo. Sentidos, mente, sensaciones, emociones, todo emerge como una unidad. Y esto lo hacemos de experiencia en experiencia, minuto a minuto.
El análisis tradicional de las ciencias cognitivas siempre tiene que superar dos obstáculos: la visión del propio científico que observa el objeto y la temporalidad de la observación, dado que su interpretación en tercera persona siempre estará desfasada de lo observado. La experiencia viva, directa en primera persona se escapa por la rendija de la separación entre sujeto y objeto.
La cita de Jerry Fodor es aclaratoria «En la historia intelectual, todo ocurre dos veces, primero como filosofía y luego como ciencia cognitiva». (10) Para solucionar este dilema en la investigación Varela recurre al budismo y su método tradicional de investigación: la meditación. El punto inicial es la aplicación de la práctica de la presencia/conciencia plena o samatha, que nos llevará paulatinamente al descubrimiento de la inexistencia de un yo personal, individual, separado del entorno; para, finalmente, llegar a la comprensión de la no-dualidad de la experiencia humana con su entorno.
Esta apertura de las ciencias cognitivas al concepto la enacción es de gran importancia para la cultura occidental.
Reconocer la importancia de la aplicación práctica de una filosofía en la vida diaria como un elemento de realización y bienestar de los individuos siempre fue el objetivo de esta disciplina en las culturas antiguas y asiáticas. Una filosofía meramente especulativa, sin impacto directo sobre las acciones de los individuos es lo que se quiere superar. Es allí en donde las ciencias cognitivas y la tradición budista entregarán su aporte. Tan importante es este paso que Varela le llama «un segundo Renacimiento» (11). Reconocer que para avanzar en la comprensión sobre «qué es el ser humano», se debe tener necesariamente una herramienta que permita investigar sobre la propia mente del ser humano, volcar su observación directamente sobre sus experiencias cotidianas, continuas, minuto a minuto, segundo a segundo. Evitar la fuga permanente de la atención/conciencia plena de aquello que estamos haciendo en el momento presente. Este método se llama «presencia plena». La unión de estas tres vertientes de investigación, vale decir, budismo, fenomenología y cognición, abandonan la reflexión «acerca» de o «sobre» la experiencia (tercera persona) para hacerse uno con ella (primera persona)
Los frutos
Adentrarse en las ideas y planteamientos científicos de Varela puede ser complejo para quienes no han recorrido sus mismos caminos. Sin embargo, para quienes estudiamos y seguimos las enseñanzas del Buddhadharma podemos seguir las pistas de algunas de sus ideas principales observando su similitud con las enseñanzas budistas e ir lentamente desenmarañando su compleja trama. Tanto su camino científico como los de la meditación llegan al mismo resultado. No es una disputa ni una separación irreconciliable, por el contrario, la visión científica de Francisco le lleva precisamente a tomar la meditación como una forma de experimentar aquello que el laboratorio y la academia no le entregan: la experiencia en primera persona. Varela narra esta experiencia de la siguiente manera, en una visita a Tulku Urgyen Rinpoche en Nepal:
Un hombre de gran afecto y simplicidad increíble me pregunta sobre lo que he estado haciendo. Le cuento que he practicado meditación, pero que tengo un sentimiento de nunca llegar a la meta. Le pregunto si él podría darme una última instrucción sobre la meditación. Replica que no hay problema y me invita a meditar con él. Es muy difícil describir lo que él hace. Tan solo con los años he podido entender lo que sucedió. Lo que pasa es que Rinpoche vive en ese estado de conciencia plena, y es como si se metiera dentro de ti, guiándote, meditando contigo. En la práctica, hay momentos en que cesa el flujo de la conciencia individual manifestándose una especie de luminosidad carente de contenido que a veces llamamos «vacuidad», aunque también la podríamos llamar «con-saber» y que tiene esa cualidad luminosa. Yo conocía eso y Rimpoche es la única persona que yo he conocido que cuando esta experiencia de vacío surgía, él internamente te decía «eso» «ahí». Luego de un tiempo de práctica, te das cuenta de que aquello luminoso, indestructible es el final del camino. Le pregunté a Rinpoche: ¿eso es todo? Es todo, respondió él (12).
Como heredero de un linaje de pacientes científicos que buscan encontrar las respuestas a las eternas preguntas sobre quiénes somos, qué buscamos y para dónde vamos, Francisco ha sido capaz de ponerlas en el tapete con las mismas herramientas y lenguaje de sus predecesores. Quizá a la academia no le guste o no lo entienda, pero definitivamente se ha señalado el camino de una nueva forma de investigar al ser humano. Es una invitación abierta al mundo científico a dar, literalmente, un salto al «vacío».
Notas:
(1) «Autopoiesis. Orígenes de una idea Francisco Varela García». Editorial UV de la Universidad de
Valparaíso. Enero 2018. Valparaíso. Chile.
(2) Conferencia en la Fundación Lindisfarme en Southhampton, Nueva York, impresa en Lindisfarne Letter N.º 8, invierno 1979.
(3) Documental «Montegrande: ¿Qué es la vida? » de Franz Reichle.
(4) La Originación Interdependiente en Armonía con la Vacuidad. Un comentario al texto de Tsong Khapa «Sobre La esencia de la palabra elocuente, alabanza al Budha por su profunda enseñanza sobre la originación interdependiente. Por Ven. Lobsang. Gyatso Ediciiones Samadhi Ltda.Santiago de Chile 2003.
(8) Entrevista de Erick Goles: https://www.youtube.com/watch? v=wh7_rxARhJc&list=PLneken2W64dkMlH9mN9IJTFPDMQfrvWcb&ab_channel=KevenPoulin
(9) https://www.educarchile.cl/articulos/humberto-maturana-vivir-es-conocer
(10) «De cuerpo presente» Nota numero 10. Jerry Fodor: «The Present Status of the Innateess, Controversy» pág. 298. F. Varela. E. Thompson.L. Rosh. Editorial Gedisa. Barcelona. España. . 1992.
(110 «De cuerpo presente», pag. 46.
(12) Documental «Montegrande: ¿Qué es la vida? De Franz Reichle.
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ÓSCAR TOBAR MUÑOZ (Valparaíso, Chile, 1954) fundador y director del Centro de Meditación Budista de Valparaíso, presidente de la Asociación Cultural Sidharta.