Traducir la terminología del Dharma: La experiencia de una practicante

BUDDHISTDOOR EN ESPAÑOL

En esta entrevista exploramos la trayectoria de Nicole Martínez-Melis, una practicante budista que encontró su camino en 1998 en Casa del Tíbet de Barcelona. A través de un encuentro casual, descubrió el poder transformador del Dharma, que respondió a las preguntas existenciales que había tenido desde su adolescencia. Desde entonces, siguiendo primero las enseñanzas de Basili Llorca y luego de su maestro Chögyal Namkhai Norbu. se ha dedicado a profundizar en sus estudios y prácticas. 

Además de su práctica espiritual, nuestra entrevistada ha dedicado más de tres décadas a la enseñanza de la traducción en la Universitat Autònoma de Barcelona. Su interés por mejorar el abordaje de la traducción de la terminología budista al español la llevó a fundar el proyecto MarpaTerm y el grupo de investigación TRAFIL, centrados en la adaptación cultural y lingüística del Dharma. A lo largo de la entrevista, nos comparte los desafíos y las reflexiones sobre la importancia de una traducción precisa y culturalmente consciente para facilitar la comprensión del budismo en Occidente. Acompáñanos en este viaje de descubrimiento y aprendizaje sobre la intersección entre la espiritualidad y la traducción.

Nicole Martínez-Melis

Buddhistdoor en Español: ¿Podrías compartir con nosotros cómo fue tu encuentro inicial con el budismo?

Nicole Martínez-Melis: En 1998, de manera fortuita, tuve la suerte de encontrarme con las enseñanzas budistas en la Casa del Tíbet de Barcelona cuando todavía se situaba en el Passeig de Sant Joan. Unos días antes, en una fiesta de cumpleaños, estuve charlando con una persona desconocida sobre la necesidad de meditar. Me informó que una vez a la semana en la Casa del Tíbet, había una sesión de meditación dirigida por Basili Llorca que yo no conocía. Este encuentro con el Dharma fue decisivo, era exactamente lo que estaba buscando – sin buscarlo –, era la respuesta a las preguntas sobre la vida que me había planteado desde mi adolescencia. Era volver a dar con este estremecimiento de todo mi ser provocado por la pregunta que, después de presentarse, nos hizo en su primera clase la profesora de filosofía del Lycée de jeunes-filles d’Arles en Provence: ¿cómo sabéis que ahora no estáis soñando?

A partir de entonces fui alumna de Basili Llorca que nos proporcionaba mucha información, fruto de sus 14 años como monje en un monasterio gelugpa del sur de Francia. Fue un aprendizaje muy valioso ya que sus clases estaban organizadas por niveles, secciones, temas y se relacionaban con prácticas individuales y en grupo, además con numerosos retiros de práctica. Desde entonces y a lo largo de los años dediqué mucho tiempo en retiros individuales y en grupos, la mayoría de las veces en los centros de retiro Tushita en el Montseny (Barcelona) y Osel.ling en las Alpujarras (Granada).

En 2009 se creó la asociación Dharmadhatu, de la que he sido socia fundadora y secretaria de la junta. Este mismo año es cuando se celebra la primera jornada sobre budismo en Cataluña organizada por la Coordinadora Catalana de Entidades Budistas a la que participo como ponente, de la misma manera que lo haré los años siguientes hasta la fecha, a veces como responsable de organizar las ponencias o una mesa redonda y moderarla, también obviamente presentando una ponencia.

BDE: Desde 2013, has seguido las enseñanzas de Chögyal Namkhai Norbu. ¿Podrías compartir cómo ha sido tu experiencia con este renombrado maestro y de qué manera ha influido en tu práctica del budismo?

NM: Sí cierto, en octubre 2013, asistí en Barcelona a unas enseñanzas de Chögyal Namkhai Norbu, maestro de la International Dzogchen Community que durante 28 años fue profesor de lengua y literatura tibetana y mongol en la Universidad de Nápoles l’Orientale donde había sido invitado por el investigador y arqueólogo italiano especializado en el Tibet y la historia del budismo. Aquel día encontré el Maestro.

Chögyal Namkhai Norbu.

BDE: Has sido profesora de traducción y te has dedicado a investigar la traducción de las enseñanzas budistas, especialmente en lo que respecta a la terminología. ¿Podrías comentarnos sobre este aspecto de tu trabajo y explicar por qué es tan importante reflexionar sobre la traducción del Dharma? Además, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrentaste en este proceso?

NM: Profesionalmente dediqué más de treinta años a la enseñanza de la traducción como profesora de traducción inversa en el centro de la Universitat Autònoma de Barcelona que fue una escuela universitaria que se convirtió en facultad. Hemos sido el primer centro universitario de traducción en España, luchamos para que la traducción fuera reconocida como un área de conocimiento de pleno derecho. Fue apasionante sentar las bases de la enseñanza de la traducción – de hecho, dediqué mi tesis a la evaluación en la didáctica de la traducción – también lo fue abrir caminos en la investigación.

A principios del 2000, unos 2 años después de conectar con el Dharma, llevando ya más de 20 años dedicada a la enseñanza y la investigación en el campo de la traducción, me propuse investigar sobre la traducción en este ámbito. Me llamaba mucho la atención que el discurso en castellano en las enseñanzas no fuera natural, estaba lleno de anglicismos, muchas veces no se entendía porque de hecho los que traducían los lamas que hablaban en tibetano no eran de lengua española. Me acuerdo de que cuando lo comentaba me decían que era normal no entender porque era muy complejo. Lo dudaba. Pensaba que, si había podido entender textos difíciles de algunos filósofos en el instituto, no tenía por qué resultar todo tan confuso. Me reuní con personas practicantes de la tradición tibetana que traducían y estaban interesadas en estudiar y mejorar la traducción al castellano. Yo empecé a estudiar tibetano con el objetivo de entender qué clase de idioma era, sus particularidades. De allí nace la voluntad de presentar un proyecto de investigación en mi Departamento de Traducción. El primer proyecto que dirigí se llamaba MarpaTerm en honor a Marpa Lotsawa, maestro traductor tibetano del siglo XI [i].

Para poder compartir nuestro interés e indagar sobre el estado de la traducción del Dharma en la tradición tibetana, el 2 de febrero de 2006, organizamos con el apoyo del Departamento un encuentro “Jornada sobre la traducción del budismo tibetano: la situación en España” al que asistieron traductores del Dharma de la tradición tibetana de diferentes puntos de la geografía española y diferentes linajes.[ii]

Uno de los temas que se abordaron fue el impacto del inglés en las traducciones –ya que en España la mayoría de las obras de budismo tibetano se traducen del inglés– que se manifestaba tanto en el plano textual como terminológico. En muchas traducciones se encontraban calcos léxicos del inglés que hacen que los textos sean pesados e incomprensibles. Se comentó al respecto la necesidad de hallar expresiones adecuadas en nuestra lengua para transmitir los conceptos. Por otra parte, el texto traducido carece a veces de fluidez en su conjunto porque no logra distanciarse de la estructura de la lengua de partida.

Otro tema de debate fue la importancia que cabe otorgar a las connotaciones culturales de los términos. En relación con este tema, se recordó que cada vez que el Dharma se ha introducido en una nueva cultura, los que transmiten las enseñanzas han afrontado la responsabilidad de preservar los aspectos esenciales y transformar los aspectos culturales para llegar a la nueva cultura. Se dijo que no se podía olvidar que para entender los textos es importante conocer el tema y en este caso, además, haber recibido enseñanzas. Por otra parte, se comentó que sin duda sería útil una formación en traducción porque conocer bien los dos idiomas en juego no es suficiente, ya que traducir requiere competencias que van más allá del campo lingüístico. Formarse para entender que no se traducen palabras sino conceptos y a la vez aprender a utilizar fuentes de documentación de manera eficaz.

Por otra parte, se abordó el problema de la transcripción del tibetano y del sánscrito al castellano. Se recordó la importancia, en el caso del tibetano, de diferenciar la transcripción fonética de la transliteración, para la cual el sistema Wylie suele ser el más usado. Para la transcripción fonética del tibetano apareció la necesidad de separar tres ámbitos: nombres propios, préstamos, y fonética para las prácticas.

Siguiendo criterios basados en trabajos académicos de terminología y traductología empezamos a sentar las bases para traducir la terminología del Dharma y hacer una prueba piloto de una base de datos terminológica y de conocimiento. Habíamos comprobado que los léxicos que encontrábamos carecían de precisión porque el mismo término puede cambiar de sentido según el contexto. De allí nuestra opción: para cada entrada terminológica había una definición que delimite el contexto y una propuesta de traducción, un mismo término podía estar en dos entradas en la medida en que el contexto modificaba el sentido.

Llegamos a la conclusión que para facilitar la transmisión y la comprensión de la tradición budista en Occidente había que tomar en cuenta su extraordinaria versatilidad para adaptarse a diferentes culturas y así aplicamos conceptos de la antropología social y cultural descartando multiculturalismo y etnocentrismo para apostar por un enfoque intercultural. El multiculturalismo se manifiesta en traducción por una estrategia de extranjerización –por ejemplo, el calco– acentúa el exotismo, no permite un acercamiento [iii]. En el caso del etnocentrismo se trata de una estrategia de domesticación, es decir, apropiarse del concepto borrando su particularidad [iv]. El enfoque intercultural se manifiesta con una estrategia de transculturización, esto es un ir y venir entre los conceptos y los términos de las dos lenguas/culturas en contacto que permite decidir qué técnica de traducción es la más apropiada desde el equivalente hasta el préstamo, buscando un equilibrio para comunicar la esencia del mensaje para crear algo nuevo.

El grupo de investigación pasó a ser TRAFIL (Traducir y Acercar Filosofías Lejanas) [v], MarpaTerm se quedó como nombre de la base de datos. Fue reconocido como grupo de investigación consolidado hasta 2012.

Logo de TRAFIL

Y para concluir sobre estas breves reflexiones sobre la traducción de la terminología del Dharma, este comentario de nuestro ilustre compañero de sangha, Francisco Varela, impulsor de los famosos encuentros entre el Dalai lama y científicos occidentales.

He dedicado parte de mi vida a comunicar el Dharma en nuestros idiomas, a reformularlo siguiendo nuestros modelos de pensamiento, decidido a innovar de manera radical. En realidad, es el respeto hacia la misma tradición que me inspiró tal impulso. El asunto sin embargo no carece de peligro. Se trata de poner en marcha un proceso que consiste en reinventar, en el que experimentamos lo que es central y único en el Dharma [vi].


[i] Lo integraban Muntsa Castellà, que crearía la Coordinadora Catalana d’Entitats Budistes, Basili Llorca que fundaría el centro Dharmadhatu, una traductora e intéprete de enseñanzas orales, Herminia Roura y Ngawang Topgyal que enseñaba tibetano en la Casa del Tibet; también se incorporó un estudiante indio de la facultad Sameer Rawal.

[ii] Entre los cuales Nerea Basurto de la FPMT, Maria Jesús Hervas del linaje Nyingma, la maestra kagyü Tashi Lamo, Alfonso Taboada de  Shambala y Javi Alongina de Ediciones Dharma.

[iii] Bodhi en vez de Despertar.

[iv] Pecado para traducir sdig pa.

[v] Se incorporan dos profesoras del departamento de Traducción, Mariana Orozco y Anna Gil y   Juan Arnau traductor de textos del sánscrito y como asesores, Oscar Pujol para el sánscrito y Ramon Prats para el tibetano.

[vi] Congrès de l’Union bouddhiste européenne, 18 de noviembre 2000, acta de Sofia Stril-Rever. (la traducción es mía)

Pueden leer la segunda parte de este artículo aquí