Superar el paradigma actual para hacer frente a la crisis climática
JORDI SOLÉ OLLÉ
Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»
Las tres crisis y los pilares que las sostienen
Las tres crisis actuales (climática, de recursos y ecológica) nos sitúan en un escenario presente y en unas perspectivas futuras que generan en las jóvenes generaciones más concienciadas una creciente angustia. Esta situación se agrava cuando se pone de manifiesto que cada vez queda menos tiempo para tomar acciones decididas y efectivas contra la emergencia climática y que, a nivel de instituciones y gobiernos, no hay perspectivas de que se avance en la dirección que sugiere la ciencia. Para entender el porqué de esta situación y qué marco mental individual/social nos ha llevado a este callejón sin salida y mantiene las inercias actuales, propuse un esquema en que el individuo estaba en la base de todo el sistema de pensamiento (ver [1] y figura 1). Este sistema, en realidad, se basaba en tres pilares básicos que sostenían una visión segmentada del individuo inmerso, pero separado, de la sociedad que, a su vez, estaba dentro de un ecosistema modulado por un medio ambiente cambiante (figura 2).
Los tres pilares que mantienen nuestra visión o concepción del mundo son:
1) Individualismo. Que supone la diferencia como concepto identificador (egocentrismo). Está en la base de todo el sistema y fomenta la competitividad como motor de cambio positivo y, por tanto, también justifica la competencia entre individuos, colectivos, países y especies.
2) Materialismo como sujeto de realidad (mundo material único): la identificación con nuestra parte física nos deja sin margen de maniobra emocional porque identifica emoción directamente con satisfacción material y, por tanto, liga unidireccionalmente consumo y felicidad en un mecanismo reactivo.
3) Progreso como sinónimo de bienestar (el cambio siempre será en positivo): esperamos que lo que venga siempre será mejor, en una fuga constante del presente. Esto genera un sentimiento de insatisfacción por expectativa de otro momento (inexistente) que le supere. Por otra parte, disminuye la tolerancia a la frustración cuando el presente que vivimos no es cómo lo habíamos deseado o imaginado en el pasado.
La incongruencia, tanto conceptual como práctica/emocional, de los tres pilares en los que se fundamenta nuestra sociedad y nuestra imagen individual, llevan necesariamente a estados emocionales aflictivos. Desde el punto de vista budista, estos tres pilares están basados en el triángulo que mueve toda la rueda del samsara (figura 3): ignorancia o confusión, apego o ansia y rechazo o aversión (la parte central o eje de la rueda).
Pero, así como los tres venenos en la visión budista generan toda la existencia de sufrimiento. De la misma forma, de la base del individualismo surgen el materialismo y la idea de progreso. Este triángulo es la visión distorsionada de lo que es el mundo: nuestra cosmovisión. Esta cosmovisión se basa en la creencia de que existe un yo independiente del resto del mundo y que éste, además, es el centro de todo lo que ocurre. Cuando ‘nuestro yo’ interactúa con los demás y con el entorno, produce un epifenómeno que es nuestro egocentrismo, cuya expresión es el individualismo en nuestra cultura globalizada. El individualismo crea una noción de separación entre nosotros y los demás y con el medio que, a su vez, produce una necesidad de referenciarnos para mantener esa separación artificial. La separación creada nos aísla de los demás seres y del sentimiento de pertenencia a un todo mayor que nuestro yo individual.
Las referencias (espurias) que toma la individualidad no pueden ser más que materiales y de ahí el segundo pilar: la identificación exclusiva con el mundo material. La noción de que la satisfacción o felicidad sólo vendrá a partir de la satisfacción de la necesidad material disminuye enormemente el papel que tiene la gestión emocional, porque limita su recorrido y, por tanto, la emoción es una reacción casi automática a las circunstancias del mundo material. Como el placer que produce la satisfacción material es espurio, esto genera una sensación de fondo de insatisfacción que, a su vez, alimenta esta esperanza en un nuevo estímulo senso-material que, a nivel social, se traduce en el fenómeno de esperanza en un mañana colectivo mejor, o fe en el progreso y las acciones (normalmente erróneas) que se derivan de esta. Por tanto, en el esquema del anterior artículo, la visión lleva a un individualismo que genera unos patrones sociales que, a su vez, producen unas acciones colectivas que refuerzan la separación entre individuos y sociedad-ecosistemas-medio (para más información sobre cómo conectar karma y acciones colectivas ver [3]).
La propuesta desde la filosofía budista para afrontar las tres crisis actuales
La respuesta budista al triángulo individuo-materialismo-progreso es clara: eliminando la ignorancia (individualismo) de raíz caen los otros dos (materialismo y progreso). Pero es muy complicado atacar directamente la confusión (ignorancia/ego/individualismo) y, por tanto, es necesaria una estrategia indirecta, que vaya erosionando los tres pilares de forma conjunta. Esta estrategia debe actuar de forma simultánea sobre concepto y emoción. Es decir, es necesario trabajar paralelamente nuestra parte racional y la emocional aplicada a cada uno de los tres pilares alternativos o antídotos a la visión individualista actual.
El individualismo se desmonta con una noción conceptual de interdependencia, viendo que un individuo no es nada sin su red de conexiones con otros individuos, seres y factores ambientales. Es decir, un individuo se define en gran medida por sus relaciones y acciones. El trabajo emocional para desmontar el individualismo comienza con la empatía como puerta de entrada en la gama del altruismo: bondad, compasión, regocijo y ecuanimidad (para más información sobre la gama del altruismo ver [4]).
El materialismo se trabaja oponiéndolo a la funcionalidad de la materia: el mundo no son sólo objetos, son relaciones funcionales entre objetos y seres y, si es así, entonces lo importante no son los objetos por sí mismos, sino las relaciones que establecemos con objetos y con los demás seres. Esta forma de entender el mundo material da espacio y reduce la reactividad del egocentrismo y, al mismo tiempo, diluye la identificación conceptual de ‘bienestar material es felicidad’. A nivel emocional, lo trabajamos con la práctica de la presencia o mindfulness, tanto de las acciones como de las emociones. El método aquí es crear distancia y dar perspectiva a la visión materialista, viendo que existe una funcionalidad en las relaciones materiales y que esta funcionalidad va mucho más allá de la causa-efecto material. En este paso aportamos significado a la interdependencia trabajada en el pilar anterior.
La fe en el progreso se elimina con el concepto de impermanencia. Si nos centramos en la vida y la muerte, en lo que está vivo y que debe morir, complementamos la funcionalidad interdependiente y desmaterializada de los otros dos pilares con el motor vital. Así la dualidad ilusoria afinidad-aversión, que nace de una perspectiva equivocada, se derrumba bajo la realidad de la existencia misma sin preferencias ni rechazos, para volver, como una espiral conceptual, a dotar de un sentido distinto a la interdependencia. Por la parte práctica/emocional, es necesario trabajar la contemplación de todo lo que está vivo (el vitalismo) y que, por tanto, es dependiente o generado a partir de otros. En este sentido, la meditación en el constante cambio en este mundo y de cómo adaptarnos a él para causar el mínimo daño, nos aporta las claves para no huir de la cruda realidad de un futuro que, teñido por las tres crisis actuales, se nos plantea extremadamente preocupante.
Tres reflexiones y tres contemplaciones para afrontar la angustia que generan las actuales crisis
A continuación, hago una propuesta de tres reflexiones conceptuales y tres contemplaciones para trabajar las bases de los tres antídotos que compensan y diluyen los pilares de la visión actual. La parte de la contemplación está basada en la observación de un bosque, pero puede realizarse en cualquier entorno natural que nos inspire.
1 Interdependencia:
1.1 Reflexión en los efectos de la competitividad a nivel personal y a nivel colectivo y cómo ésta crea amigos y enemigos. Hay que reflexionar cómo podemos aplicar la empatía para ayudar a revertir esta competitividad. Reflexionar también en cómo la empatía en la sensación nos abre la puerta a los cuatro inconmensurables: bondad, compasión, regocijo y ecuanimidad.
1.2 En medio de un bosque nos abrimos a escuchar y “sentir” el conjunto de sonidos, olores, colores y a la percepción de que cada ser vivo del bosque está conectado en un todo que percibimos como el bosque.
- Funcionalidad:
2.1 Reflexionamos sobre la función que liga las interacciones que tenemos a nivel social: hacemos un trabajo para ganar dinero, pero también porque aporta una función o utilidad a la sociedad. Pensamos cómo, dependiendo de si tomamos un punto de vista más material (sólo ganar dinero) la funcionalidad personal y colectiva de nuestro trabajo se degrada. Así, la motivación que tengamos influye en nuestras acciones, tal y como nos enseña la noción del karma.
2.2. En un bosque nos centramos en percibir los sonidos y olores que surgen sin dejarnos llevar por la ideación. Cuanto más oigamos los sonidos del presente más conscientes nos haremos del silencio que los envuelve. Después de la conciencia plena de estas percepciones, contemplamos cómo los sonidos nos llevan a entender las diferentes funciones y acciones que existen entre los seres y cómo esto se pone de manifiesto en la ley de karma.
- Impermanencia:
3.1 Reflexión sobre la importancia que damos a alcanzar nuestras metas para conseguir el bienestar/satisfacción, contrapuesta a la paz que surge de sentirnos vivos, de simplemente percibir lo que nos rodea. Reflexionar cómo podemos, a través de la apreciación de todo lo que está vivo, conectar con la bodhicitta (el deseo de llegar a la iluminación para poder ayudar a llegar a esta a todos los demás seres).
3.2. En el bosque, intentamos percibir los sonidos y los olores que vienen de seres vivos y cómo esto nos conecta con la parte viva de nosotros mismos a nivel intuitivo. Contemplamos la idea de que todos estos seres que sienten y actúan llegarán tarde o temprano a la iluminación y cómo podemos trabajar interiormente para ayudar a que esto se haga realidad.
Conclusiones
Hemos visto cómo una aproximación para entender las tres crisis actuales, es la separación conceptual y práctica de nosotros mismos respecto a las personas que nos rodean, la sociedad y la naturaleza. Este aislamiento se basa en tres pilares básicos que nos mantienen atrapados en una visión que no sólo nos crea problemas a nosotros y a los que nos rodean, sino que no nos permite llevar a cabo acciones colectivas a gran escala para poder frenar y gestionar la emergencia climática. Estos tres pilares son el individualismo, el materialismo y la fe en el progreso. Hemos visto que para transformar estos tres pilares y desmontar la visión dominante de cómo es y funciona el mundo, es necesario actuar a dos niveles: conceptual y emocional. Así pues, los tres pilares se trabajan con sus contrapartes basadas en el Dharma: a nivel conceptual con las nociones de interdependencia, funcionalidad e impermanencia y a nivel emocional con el altruismo, la presencia (mindfulness) y la bodhicitta. Con estas propuestas basadas en el Dharma tenemos algunas herramientas para trabajar los estados aflictivos y la preocupación o angustia que puede surgir cuando nos enfrentamos a los tiempos convulsos actuales y los que puedan venir en el futuro.
Referencias y enlaces
[1] https://espanol.buddhistdoor.net/crisis-sistemica-global-y-budismo-hacia-un-cambio-de-paradigma/
[2] https://www.youtube.com/watch?v=pjDHAhAThhs
[4] https://www.paramita.org/la-empatia-una-puerta-de-entrada-al -camino-espiritual/
El Dr. Jordi Solé es investigador en los campos del clima, medio ambiente, ecología y energía. Doctor en Física Aplicada por la Universidad Politécnica de Cataluña. Ha participado en 21 proyectos científicos, liderando cuatro de ellos. Ha escrito 54 publicaciones y es revisor de 7 revistas internacionales. Ha participado en más de 50 congresos científicos nacionales e internacionales. Ha sido co-asesor de dos tesis doctorales, actualmente es co-asesor de tres doctorados y ha sido miembro de tribunales y tesis de la DEA y tiene 14 años de experiencia docente de maestría y pregrado coordinando varias materias (en la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Politécnica de Cataluña y Universidad de Barcelona). Ha publicado varios artículos de divulgación y ha participado en diversos medios de comunicación (radio, televisión e impresos) y también tiene un blog en catalán sobre temas relacionados con la energía / medio ambiente y sus implicaciones para la sociedad.