Para la Tierra: pensamiento ambiental budista y activismo

DIPEN BARUA

Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»

Bosque de Waswanipi-Broadback en el norte de Quebec, Canadá. Fuente: wikimedia.org

El planeta Tierra está sufriendo múltiples crisis medioambientales. Amplios estudios a lo largo de los años por parte de científicos, empresas y gobiernos han llegado a la conclusión de que nos encontramos ante importantes retos medioambientales. He aquí el que debería ser nuestro paradigma por defecto: sin acción urgente, estas crisis conducirán a un número creciente de entornos inhabitables, desastres naturales y emergencias humanitarias.

En casi todos los países del mundo, los gobiernos y las corporaciones han puesto en riesgo el equilibrio medioambiental con el fin de obtener un desarrollo económico rápido. Un ejemplo de ello es la deforestación, especialmente perniciosa en el Sureste Asiático y en América del Sur, donde se encuentran los «pulmones del planeta», la selva de la Amazonia. Además de construir fábricas contaminantes, muchas organizaciones sin escrúpulos han cortado árboles ilegalmente y han traficado con ellos en varios países. Como consecuencia de ello, estos ecosistemas están al borde del colapso, lo cual devastará la economía local, la seguridad alimentaria y la biodiversidad.  

El presente ensayo trata de la perspectiva budista sobre el medio ambiente y el papel que pueden desempeñar los budistas en la protección y la conservación de la naturaleza en países de mayoría budista. También exploraremos cómo las formas creativas con las que los budistas protegen el medio ambiente podrían inspirar a organizaciones globales, incluyendo la ONU, para afrontar los problemas medioambientales a un nivel local.

La posición central del medio ambiente en el budismo

Los acontecimientos de la vida del Buda histórico están íntimamente relacionados con bosques, árboles y animales. El Buda nació en Lumbiní, hoy en Nepal, en el jardín de un clan sakya de la ciudad de Kapilavastu. Alcanzó la iluminación bajo el árbol bodhi en Bodh Gaya y finalmente llegó al mahaparinirvana bajo los árboles sala en Kusinagar. El Buda pasó la mayor parte de sus 45 años de predicación en varios parques, bosques y ambientes tranquilos y solitarios. Sus discípulos también alcanzaron la liberación practicando la meditación en ambientes aislados, lo cual queda patente en la literatura temprana del Tipitaka.

Mientras el Buda estaba en Kosambi, surgió una disputa monástica entre monjes que se habían dividido en dos facciones. Este tipo de cisma era considerado el más grave de los problemas que la comunidad budista podía tener. Como el propio Buda no logró resolver la disputa a pesar de intentarlo, pasó diez retiros de estaciones de lluvias en el bosque de Parileya como expresión de su insatisfacción con el comportamiento de los monjes. Allí, según se dice, un elefante y un mono cuidaron del Buda, ofreciéndole agua caliente, fruta y miel.

El Karaniya Metta Sutta (Discurso sobre el amor benevolente) afirma que, en cierta ocasión, más de 500 monjes se habían hospedado en la residencia del Buda, y pasaban la estación de lluvias en una montaña cercana. Cuando fueron visitados por animales salvajes, los monjes volvieron al Buda para que les aconsejara. El Buda les recomendó que volvieran a la montaña y mostraran su amabilidad para con todos los seres. Entonces los monjes volvieron a sus cabañas, donde recitaron el Karaniya Metta Sutta.

Según el Kutadanta Sutta del Digha Nikaya, el Buda prohibió sacrificios de animales y enseñó a sus discípulos laicos que había que respetar a todos los seres vivos. En el Vinaya Pitaka, se prohíbe de igual manera a los monjes y a las monjas que arranquen o corten deliberadamente semillas o frutos que están a punto de germinar.

En los primeros tiempos de la orden budista, los monjes renunciantes llevaban un estilo vida verdaderamente itinerante, sin techo fijo, e inevitablemente pisaban insectos, hierbo u otros tipos de flora. Impedir tal daño se convirtió en una motivación clave para instaurar el retiro de tres meses durante la estación de lluvias (vassa), lo cual contribuyó a que la orden budista evolucionara hacia un modelo más sedentario.

El Vinaya Pitaka nos dice, además, que, durante el retiro de las lluvias, los monjes deben escoger un lugar aislado como residencia. Este lugar no debe estar demasiado lejos de áreas urbanas. Varios ejemplos sobre el amor al medio ambiente se pueden rastrear también en otros pasajes de la literatura del Tipitaka. Por ejemplo, en el Dhammapada, el Buda dijo:

Agradables son los lugares silvestres

en los que nadie se deleita.

Los que están libres de codicia, allí se deleitarán,

pero no aquellos que buscan el placer sensual.

(Dhp 99, basado en la traducción inglesa de Bhikkhu Sujato)

El Buda daba prioridad a parques silenciosos y zonas boscosas cuando se trataba de encontrar entornos propicios para la práctica meditativa. Muchos monjes y monjas hicieron lo posible por practicar la meditación al pie de un árbol o en otras zonas solitarias relacionadas con el medio natural. Tales entornos conducían a logro del estado de arahant o al menos a la entrada en la corriente. Las palabras de estos practicantes especiales sobre el aire puro del bosque y el dulce piar de los pájaros se han transmitido en pasajes como este del Cittakattheragatha:

Pavos reales de precioso cuello azul,

cantan sonoramente en Kiraṃvī.

Movidos por una brisa fresca,

despiertan al que duerme para que practique la absorción. 

(1.22, basado en la traducción inglesa de Bhikkhu Sujato)

Muchas monjas apreciaron también de la belleza del medio natural. Sus elogios se pueden leer todavía hoy en los versos de las Therigatha. Por ejemplo, arahant Dantika Theri dice:

Al volver de mi retiro diurno

en la montaña del pico del Buitre,

vi en la orilla del río

a un elefante

que emergía de su baño.

Un hombre con un gancho le pidió:

«dame tu pie».

El elefante

extendió su pie

y el hombre pudo

montar en el elefante.

Viendo cómo la fiera habia sido domada

y controlada por un humano,

centré mi mente en esto:

¿cuál fue la razón inicial

por la que yo había ido a los bosques?

(3.4, basado en la traducción inglesa de Thanissaro Bhikkhu)

Los versos que acabamos de citar ilustran cómo los monjes y las monjas practicaban meditación inmersos en un entorno selvático. El motivo del monje en armonía con la naturaleza en su camino hacia la iluminación conforma las sensibilidades budistas hacia el medio ambiente.

Fotografía de George Cassidy Payne

Desastre medioambiental

Centrémonos ahora en el sureste asiático contemporáneo. La deforestación es un problema gravísimo en Camboya y Tailandia. En Camboya, miles de hectáreas de bosque han sido taladas durante las últimas décadas. En mayo de 2017, la Agencia de Investigación Ambiental (con sede en el Reino Unido), publicó un informe en el que se afirmaba que, entre diciembre de 2016 y febrero de 2017, aproximadamente 300.000 metros cúbicos de árboles se habían pasado en contrabando ilegalmente de Camboya a Vietnam.

Según las imágenes por satélite del Observatorio Terrestre de la NASA, aproximadamente 1,44 millones de hectáreas de bosque fueron destruidas entre 2001 y 2014, lo que muchos consideran la deforestación más rápida de la historia. Según el Banco Mundial, Camboya tenía un área boscosa del 59,989 por cien en 2010, cifra que se ha desplomado hasta un 45,708 por cien en 2020. Por su parte, Tailandia tenía un 39,29 por cien de masa forestal en 2010, que ha menguado hasta un 38,899 en 2020.

Debido a la deforestación a gran escala en Camboya y Tailandia, la comunidad monástica budista ha dado un paso al frente para ofrecer soluciones. En ambos países los monjes budistas y los ecologistas han formado organizaciones para hacer lobby, organizarse y protestar por el peligro que corren los bosques nacionales. Trabajan conjuntamente para asesorar a los oficiales del gobierno sobre cuestiones medioambientales y proyectos sostenibles. También han atraído la atención de la prensa local e internacional, que suele referirse a ellos como «eco-monjes».

Los monjes se han dirigido a empresas privadas para conseguir apoyos en su misión y han hecho de punta de lanza en iniciativas para educar a los campesinos en el uso ecológico de los fertilizantes. Un ejemplo es Phrakhu Win Mektripop, residente en Bangkok, que ayuda a campesinos a construir cabañas a un precio asequible, utilizando materiales naturales como la arcilla. También está instalando paneles solares en monasterios. En Camboya, Bhadanta Bun Saluth, que en su día fue abad de la pagoda Samrong en la provincia de Oddar Meanchey, ha fundado el Bosque de la Comunidad de Monjes, el santuario natural más extenso conservado por una comunidad en Camboya, que ha beneficiado a casi 4.000 personas en seis pueblos desde 2002.

En otros lugares del mundo los monjes están recurriendo a estrategias diferentes. La protección de bosques mediante la ordenación de árboles ha ido ganando popularidad en Sri Lanka. En 2014, un grupo de monjes y devotos laicos visitó la Reserva Forestal del Nilgala y confirió la ordenación a más de 1.000 árboles. Otra figura importante en este movimiento es Su Santidad Gyalwang Drukpa, reconocido alrededor del mundo no solamente por su destacado feminismo, sino también por su activismo ambiental, como las iniciativas Pad Yatra—largas caminadas a través de las sierras del Himalaya para recoger basura. En 2013, Su Santidad fue nombrado «Guardián de los Himalayas» por los servicios prestado en la conservación del agua de la zona y la conscienciación pública sobre esta cuestión.

Los monjes con consciencia ambiental se han inspirado en la enseñanza del Buda para pensar y actuar de una manera que sea ecológicamente consciente. Cuando aplicamos el principio de la causalidad budista en el mundo entero, el individuo deja de ser visto como un ser aislado, separado de las preocupaciones ambientales. Puesto que los seres humanos están interconectados con toda la naturaleza, los líderes y las comunidades budistas deben desempeñar su papel en esta lucha existencial que determinará nuestro futuro.

El Dr. Dipen Barua es profesor honorario en el Centre for Buddhist Studies de la Universidad de Hong Kong. Ha publicado un libro y varios artículos en bengalí e inglés sobre temas como los estudios budistas, la situación de la mujer, el budismo en el sur y sureste asiático y el patrimonio cultural.

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