Los sueños de la perfección. budismo y transhumanismo. Entrevista a Jaume Vallverdú

DANIEL MILLET GIL

El libro Los sueños de la perfección: budismo tántrico y perspectiva transhumanista de Jaume Vallverdú, publicado por Editorial Kairós, es una original exploración de las intersecciones y desencuentros entre dos campos de estudio aparentemente heterogéneos: transhumanismo tecnocientífico y el budismo tántrico.

Avances en inteligencia artificial, conexión de ondas cerebrales a máquinas («brain computer interface»), la modificación genética conocida como CRISPR—que permite editar genes y cambiar el DNA humano—, redes neuronales artificiales, sistemas biónicos, implantes artificiales, biomimetismo, biorobótica, cyborg. Todas estas innovaciones y descubrimientos están llevando a una extensión de los cerebros y cuerpos humanos. Y a permitir que se vaya construyendo la arquitectura que hará inevitable que las propuestas del transhumanismo tecnocientífico se conviertan  en una realidad presente y ubicua, de manera que estas tecnologías sean más efectivas, disponibles y accesibles, redefiniendo lo que significa ser un ser humano.

Todo ello hace que Los sueños de la perfección: budismo tántrico y perspectiva transhumanista no sea ni mucho menos una investigación baladí o bizantina, sino una importante conversación de nuestro tiempo. Es una fascinante investigación comparativa que demuestra como dos tradiciones tan aparentemente dispares como el transhumanismo y el budismo afrontan el sempiterno anhelo humano de perfección, y conversan en un diálogo enriquecedor y significativo.

Jaume Vallverdú Vallverdú es doctor en Antropología social y cultural, profesor agregado de la Universitat Rovira i Virgili y colaborador de la Universidad Oberta de Catalunya. Realiza sus investigaciones en los ámbitos de la antropología de la religión, simbólica y de los movimientos religiosos y sociales. Desde el año 2006 es miembro del Grupo de Investigación sobre Antropología del Cuerpo en la Institución Milà i Fontanals, del CSIC. Dentro del proyecto I+D+i más reciente de este grupo (2016-2021) ha estudiado las relaciones entre transhumanismo y budismo tántrico. Ha desarrollado proyectos de investigación en España sobre el movimiento Hare Krisna, en México sobre protestantismo pentecostal y en Brasil sobre el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). También ha analizado procesos de conflicto político-religioso y el movimiento indígena en América Latina. Desde el año 2013 es miembro del Medical Anthropology Research Center (MARC, URV) y del Centro de Estudios sobre Conflicto Social (CECOS, URV). Entre los años 2014 y 2020 fue coordinador del Grado de Antropología y Evolución Humana (URV/UOC). Entre sus diversas publicaciones es autor de los libros El cant de la devoció. Un estudi antropològic sobre els Hare Krisna (2001); Antropología de la religión. Una aproximación interdisciplinar a las religiones antiguas y contemporáneas (2003, con otros autores); El hinduismo (2007); Antropología simbólica. Teoría y etnografía sobre religión, simbolismo y ritual (2008); Las lenguas del Espíritu. Religiones carismáticas y pentecostalismo en México(2008), Los Sin Tierra. Mística y resistencia en el MST de Brasil (2012) y el último que aquí presentamos, Los sueños de la perfección. Budismo tántrico y perspectiva transhumanista (2021).

Jaume Vallverdú Vallverdú.

BUDDHISTDOOR EN ESPAÑOL: ¿Cómo surgió la idea de escribir Los sueños de la perfección y cuál fue su propósito al escribir la obra?

JAUME VALLVERDÚ: Surge a propósito de una investigación colectiva adscrita al Consejo Superior de Investigaciones Científicas sobre cuerpo y género en el posthumanismo, y desarrollada entre 2016 y 2021. En ella me centré particularmente en el transhumanismo, vinculado en parte al posthumanismo, pero como campo independiente para el análisis teórico y empírico. Mi contribución se ubicó en el ámbito de la espiritualidad, dentro del cual pronto intuí ciertas aproximaciones interesantes entre el movimiento transhumanista y el budismo. Para cumplir con la parte etnográfica del proyecto tomé la comunidad Dag Shang Kagyü de Panillo (Huesca) como unidad de análisis. El trabajo de investigación derivó en una reflexión comparativa entre el budismo tántrico y la perspectiva transhumanista en torno a representaciones, prácticas y simbolismos de transformación relacionados con el cuerpo y la mente. De forma simultánea, la articulación teórica fue tomando forma en torno a los enfoques funcional y utilitarista, y me permitió compaginar los modelos materialistas y fenomenológicos para el análisis interpretativo. Al mismo tiempo, combinar en dicho análisis la tecnología espiritual budista con la tecnología científica transhumanista me permitía seguir estudiando procesos organizativos, simbólicos y rituales que, con base religiosa o laica, pretenden un cambio de la conciencia, y que, activando la acción y la motivación para la misma, buscan nuevos horizontes de futuro y el mejoramiento de la condición humana; que siguen renovando, en definitiva, el impulso histórico humano de creación, autocreación y anhelo de perfección.

Buddha_z en el loto de acero ver.1. Fuente: http://wangziwon.com/

BDE: Háblenos por favor sobre el trabajo de campo que llevó a cabo en preparación de Los sueños de la perfección por lo que se refiere al budismo tántrico.

JV: La experiencia fue muy satisfactoria. Siempre he entendido la etnografía como una oportunidad privilegiada que los antropólogos tenemos para escuchar y aprender de los demás, sobre aquello que nos inquieta, interesa o desconocemos. Y hacerlo de primera mano, compartiendo, dialogando e intentando comprender respetuosamente a las personas, lo que hacen y lo que piensan. Tuve la suerte de establecer el primer contacto con la comunidad Dag Shang Kagyü a través del monje Karma Tenpa, * que en el lenguaje antropológico se convirtió en mi «informante clave». Nuestro trato fue siempre muy agradable, y con su ayuda pude empezar a situarme, aprender mucho de las largas y detalladas entrevistas que me concedió… Gracias a él y a la cordialidad de todos los miembros de la comunidad pude moverme con total libertad y adaptarme sin dificultades. También dispuse de tiempo y calma (lujos no siempre posibles) para leer, escribir y sobre todo pensar. Conocí y entrevisté a lamas importantes, como lama Shezang, con quien también hice una buena amistad. En suma, puedo decir que se cumplió mi objetivo de acercarme a una realidad budista concreta, compartiendo sus dinámicas cotidianas y espirituales, y con la intención básica de «estar ahí» dejándome impregnar e inspirar por el ambiente. Por supuesto que el análisis más detallado sobre simbolismo y ritual durante las ceremonias del templo formó parte central de la investigación, en tanto pude observar y participar en vivo y en directo de lo que estudiaba en los libros sobre budismo tibetano y tántrico.

Buddha-z nirvana. Fuente: http://wangziwon.com/

BDE: La filosofía transhumanista propone la alteración de nuestra biología y funciones mentales a través de avances en ciencia y tecnología a fin de superar condiciones humanas como la enfermedad, el dolor, la vejez, el sufrimiento, la limitación en la esperanza de vida e incluso la propia muerte física. El budismo enseña la aceptación de los condicionamientos humanos y el desapego como medios para poner fin al sufrimiento y superar la ilusión del dualismo. ¿No son estas metas antagónicas?

JV: No me parecen tan antagónicas, porque finalmente la enfermedad, el dolor, la vejez y la muerte son factores limitantes de la condición humana según el transhumanismo. Son considerados también condicionamientos biológicos y sociales claves en nuestra experiencia y para nuestro devenir como especie. Para los transhumanistas, no obstante, más que desapegarse mentalmente de estos factores lo que hay que hacer es ponerles remedio práctico y lo más rápido posible, con los medios técnicos disponibles o con otros nuevos. Respetando ciertos límites éticos, pero sin demasiados prejuicios y de la forma más sistemática y efectiva que se pueda. Lo que se propone el transhumanismo, en definitiva, es eliminar o al menos minimizar esos condicionamientos mediante la sofisticación científica y tecnológica, potenciando modificaciones morfológicas, genéticas, cognitivas, etc. Todo ello, en pro de una capacitación humana creciente y de una suerte de liberación o realización en el superior estado posthumano. La extinción del sufrimiento que propone el budismo, así como de la rueda de la vida basada en el mismo, es buscada por los transhumanistas a través de la ciencia y la tecnología y, en última instancia, consiguiendo la inmortalidad (no morir significa no renacer, lo que desde el punto de vista budista significaría no regresar al sufrimiento). En esta dirección el transhumanismo enlaza con el posthumanismo, el cual, además, propone precisamente romper dualismos y dicotomías, y defiende la interdependencia y la estrecha interrelación de todo con todo. En base a una ontología no dualista y relacional, es muy crítico con la idea de entender una humanidad en términos antropocéntricos, esencialistas y desecha toda una serie de dicotomías que desde su perspectiva habrían fundamentado nuestra visión del mundo en los últimos siglos, como organismo/máquina, natural/artificial, animal/humano, masculino/femenino o naturaleza/cultura, junto a otras que, por cierto, también pretende diluir el budismo: yo/otro, mente/cuerpo, todo/parte o realidad/apariencia.

Avalokiteśvara mecanico. Fuente: http://wangziwon.com/

BDE: ¿Es posible la transformación de las emociones negativas y la ignorancia sin un profundo trabajo espiritual?

JV: Personalmente creo que sí. Las emociones se construyen y definen culturalmente y lo que se entiende por ignorancia siempre es muy relativo a una pretendida sabiduría en el polo opuesto. Igualmente hay una construcción budista apropiada a ambos conceptos para la racionalización del sufrimiento, como algo objetivo en el mundo material. Desde mi punto de vista, en la gestión de las emociones debe predominar la intervención personal y subjetiva. Sería como procurarse un estado de ánimo de sosiego, bienestar (o estar bien) y de libertad para convencerse de que tales sensaciones son posibles en uno mismo. El concepto de «felicidad» se ha puesto actualmente muy de moda (en el mundo de las insatisfacciones ser feliz representa todo un reto), pero me parece que lo básico y más natural es estar conforme y tranquilo con uno mismo, con lo que uno piensa y con lo que hace. Con responsabilidad en los actos y aceptando defectos, errores, ignorancias y fracasos como parte de la vida (aunque se tenga la imagen de ella como una ilusión, los hechos se dan). Sin dejarse enturbiar por marcos colectivos, institucionales o doctrinarios especializados en formatear nuestra experiencia, o por conceptos académicos, científicos, religiosos, etc., que acabamos haciendo «nuestros» al ver que nos quedan tan a medida, o a medida de nuestras presuntas necesidades. Sin duda la vía del «trabajo espiritual» es una opción «transformadora» (valgan de nuevo las comillas) para muchas personas, que les ayuda a mejorar emocionalmente, a conocer, y de ahí, a (re)conocerse a sí mismas, etc. Pero si adoptamos un sentido amplio de espiritualidad, no restringido a la fe o a la conducta estrictamente religiosa, me parece que puede describir una sensibilidad íntima y más inclusiva a partir de la cual alguien se valora a sí mismo en lo que es y en lo que piensa (que no es poco), junto al hecho de compartirse con «todo lo demás» (que aún, es más) de forma proactiva y positiva.

BDE: ¿Cuáles son sus proyectos de investigación cara al futuro?

JV: En la actualidad, procuro seguir aprendiendo y profundizando sobre budismo, pero al mismo tiempo he emprendido una nueva línea de investigación -no necesariamente desvinculada de la esbozada en esta entrevista- en la que sigo trabajando sobre el transhumanismo pero en su vertiente política. En particular, estoy interesado en una de las diferentes variantes de este movimiento relacionada con el anarquismo, y trato de analizar las bases anarquistas individualistas o personales del actual anarco-transhumanismo, examinando a partir de ahí sus principios ideológicos, estratégicos y de acción. Todo ello en el marco de mis investigaciones más generales sobre movimientos sociales, focalizadas ahora en el activismo sociopolítico de los llamados neoanarquismos contemporáneos.

*El Venerable Karma Tenpa es un contribuidor habitual a BDE, con numerosos artículos a su nombre. Su aportación más reciente es: «Nuestras vidas urbanas: Los ocho desafíos para una vida con sentido» (https://espanol.buddhistdoor.net/nuestras-vidas-urbanas-i-los-ocho-desafios-para-una-vida-con-sentido/).

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Daniel Millet Gil es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, máster en Estudios Budistas (con distinción) por el Centro de Estudios Budistas de la Universidad de Hong Kong (HKU) y doctor en Filosofía (Estudios Budistas), por el Centro de Estudios Budistas de HKU. Recibió el premio Tung Lin Kok Yuen a la excelencia en estudios budistas (2018-2019). Obtuvo su doctorado en Estudios Budistas (con distinción) con un estudio comparativo entre El Castillo Interior de Santa Teresa de Ávila y El Camino de Purificación de Buddhaghosa. Es contribuidor habitual y editor ejecutivo de Buddhistdoor en Español. Y es fundador y presidente de la Fundación Dharma-Gaia, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la difusión del budismo en países de habla hispana. Ha publicado numerosos artículos en revistas académicas y divulgativas pueden consultar en: https://hku-hk.academia.edu/DanielMilletB

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