La luz búdica que alumbra en prisiones oscuras

DOUGLAS CALVO GAÍNZA

La cárcel. Los campos de concentración. Los entornos de genocidio y tortura. Son los peores momentos en la vida de una persona, aquellos cuando se halla privada de toda libertad y esperanzas, sin apoyo ni calor familiares. Víctima perenne de la crueldad ajena, sintiéndose excluida de toda fraternidad humana.

Es lo más natural del mundo que muchos reos (como quienes se arrojaban contra las alambradas electrificadas en Auschwitz) opten por terminar voluntariamente ese calvario sin metas que es en lo que se ha convertido su maquinal deambular por los calabozos. Pero hay otras opciones. Y una, reluciente de sabiduría, es la de volverse a la Enseñanza del Buda.

Ha sido en la cárcel donde muchos individuos han encontrado la luz búdica. Sí: precisamente en esos momentos trágicos, cuando parecería que ya solo resta la alternativa del suicidio ante la total impotencia y sinsentido de una existencia inerme y sin derechos, vergonzosa y – peor aún – muchas veces castigada por causas radicalmente injustas…

ENTONCES hay personas que encuentran por primera vez las palabras del Buda.

Todo cambia. En la muerte irrumpe la vida. Pues adquieren un aliciente único para sobrevivir con tranquilidad a esa ordalía atroz. Incluso, algunos de ellos llegan a altos grados de iluminación espiritual y hasta se convierten en líderes mundiales budistas, andando el tiempo.

El primer ejemplo a mencionar es el de Robert B. Aitken (1917-2010), prolífico escritor y fundador del sangha del diamante, que ha irradiado desde su núcleo fundacional en Honolulu hasta otras partes del orbe, y resaltado por su activismo pacifista, interreligioso, inclusivo y con énfasis en la justicia social. Aitken llegaría a ser uno de los más celebres maestros zen occidentales, pero su encuentro con esta espiritualidad distó mucho de ser cosa habitual.

El hawaiano, militar, se hallaba estacionado en Guam hacia 1942, cuando los japoneses invadieron la isla. Cayó preso y fue internado en un campo nipón para prisioneros aliados. Es innecesario referir la dureza del cautiverio imperial, pero lo sorprendente fue que «Una noche (…) un guardia borracho entró a su habitación blandiendo un libro en el aire, y anunció en inglés: “Este libro, mi maestro de inglés”. El guardia había sido estudiante de R.H. Blyth, y el libro era Zen en la literatura inglesa. Clásicos orientales, recientemente publicado en Tokio». * De alguna manera, el guardián terminó prestándole el volumen, escrito por un discípulo de D.T. Suzuki. El joven interno quedó apasionado con la lectura, que repitió varias veces. Hasta que un auspicioso día (¡andanzas y malabares del karma!), el propio escritor de la obra se convirtió en su compañero de presidio… El resto de la historia es conocido, y muy seguramente aquel soldado al servicio del Emperador jamás sospechó las futuras repercusiones de su préstamo.

Robert Aitken y su esposa. Fuente: https://commons.m.wikimedia.org/wiki/File:Robert_Baker_Aitken_and_Anne_Hopkins_Aitken_1.JPG

Pero también en el otro bando, el del Eje, las mazmorras de la Segunda Guerra Mundial sirvieron para la iluminación y duro trabajo dhármico de budistas alemanes o japoneses. Se cuenta que el primer monje theravāda germano, Ñāṇatiloka Thera (1878-1957), aprovecharía su estancia en un campo aliado de prisioneros para incrementar, pese a las adversidades, su ya considerable labor como traductor de textos pali a su lengua natal. En compañía de otros bhikkhus de origen teutón, «En el campo en Diyatalāva, con la ayuda de Ñāṇamālita, Ñāṇatiloka se las arregló para finalmente completar su traducción al alemán del Visuddhimagga (El camino de la purificación)». ** De hecho, «Tanto Ñāṇatiloka como Ñāṇaponika usaron el tiempo en Dehra Dun para realizar una gran cantidad de trabajo literario. Ñāṇatiloka escribió su Diccionario Budista, un manual de gran autoridad que ha tenido varias ediciones. Además, preparó traducciones de las obras que había escrito en inglés. Ñāṇaponika hizo las traducciones alemanas del Suttanipāta, Dhammasagaī, Atthasālinī y algunos otros textos relacionados con la meditación satipaṭṭhāna». *** 

Ñāṇatiloka Thera. Fuente: https://buddho.org/about-the-author/nyanatiloka-thera/

¿Y qué decir de los japoneses étnicos que, tras el ataque a Pearl Harbor, fueron masivamente internados en los campos de reclusión norteamericanos, adónde confluyeron forzosamente no solo desde varias locaciones de EEUU sino incluso desde el Perú y otras naciones latinoamericanas? **** La agresión imperial desató una ola xenofóbica que – especialmente en Hawái – llegó a revestir fuertes tintes antibudistas. Pero en aquellos campamentos a los que la tragedia bélica arrojó a una vasta masa de personas inocentes de todo – menos de su sangre asiática, que ahora era identificada con una traición -, también floreció el budismo; y quizás con más fuerza y pureza que antes de la catástrofe.

Altar budista en campo de internamiento para japoneses en EE.UU. Fuente: https://www.smithsonianmag.com/smithsonian-institution/complex-role-faith-incarcerated-japanese-americans-during-world-war-ii-180971509/

Así narra una conmovedora carta enviada por el Rev. Seytsū Takahashi, confinado en Camp Livingston, en los pantanos de Luisiana:

He pensado que esta larga vida de internamiento me ha sido provista por el cielo y por los Budas, como una oportunidad que equivale a años o meses de práctica budista. Retorno a la quieta y suprema vida de caminar junto con Kōbō Daishi. Como si al tratar de practicar meditación bajo el pino iluminado por la luna, hubiera estado viendo las luces de la linterna del guardia como la sagrada luz del Buda (…) Hacer que la mente-iluminación aparezca, anhelando la forma de Shakyamuni Buda y copiar sūtras día por día, ha traído deleite en las profundas enseñanzas dhármicas, lo cual es felicidad más allá de toda medida (…) hago el voto de recitar el mantra del Buda y de los bodhisattvas dos millones de veces. Solo quisiera vivir cumpliendo este gran voto. Creo que es posible alcanzar la paz mundial mediante esta práctica que lo beneficia a uno mismo y a los demás. *****

El altruismo dhármico. Y gran victoria espiritual esa: la de tantas personas presas para quienes el mensaje búdico se torna no solo herramienta de supervivencia propia, sino también para la edificación de corazones ajenos. Y entre estos que se sumergen en el abismo de la desolación para rescatar a otros, amerita un nombre cimero el Ven. Maha Ghosananda (1913-2007).

Este monje khmer desarrolló su labor en medio de un genocidio, cuando las tropas del Khmer Rouge se abocaron a la misión de extirpar el budismo de su tierra, devenida mortífero experimento social. Las consecuencias para el ancestral sangha de Camboya fueron nefastas. Por ejemplo, según un estudio, «De un total de 2.680 monjes budistas de 8 de 3000 monasterios camboyanos (…) solo 70 monjes habían sobrevivido en 1979», si bien una cifra oficial afirma que solo 12 permanecían en su estatus monástico al final del período polpotista. ******

El Venerable monje – quien perdió a toda su familia en el exterminio -, no fue uno de los aprisionados, pero sí desarrolló su magna obra entre las víctimas de aquel holocausto en el Sur de Asia. Consoló, enseñó a perdonar, instruyó… y pocas escenas son más estremecedoras que la de él arribando a un campo fronterizo de refugiados para reanimar a los sobrevivientes.

La masa de seres dolientes sintió latir aceleradamente sus corazones cuando, en medio del campamento, penetró majestuosamente el monje con su prohibido hábito azafrán, remembranza de una época en la que practicaban su religión libremente. Mientras la emoción y el llanto colectivos saturaban la atmósfera gris, el pausado bhikkhu repartía copias del sutra del amor benevolente. Y les predicaba así:

Es una ley universal que la venganza, el odio y el revanchismo no hacen más que perpetuar el ciclo y nunca le ponen fin. Reconciliación no significa que renunciemos a derechos y condiciones, sino que negociemos desde el amor. Nuestra compasión y sabiduría deben caminar juntas. Tener una sin la otra es como caminar a la pata coja; os caeréis. Cuando equilibréis ambas, caminaréis muy bien, paso a paso. *******

Maha Ghosananda. Fuente: https://www.rafto.no/en/the-rafto-prize/preah-maha-ghosananda

Ese predicador del amor versus el odio era Maha Ghosananda, quien luego encabezaría las riesgosas marchas por la paz y la reconciliación que atravesaban terrenos boscosos ardiendo de combates, en la Camboya casi totalmente minada. Mientras, enseñaba:

Debemos retirar las minas terrestres de nuestros corazones, minas que nos impiden crear la paz. Las minas terrestres de los corazones son la codicia, el odio y la confusión. Podemos superar la codicia con las armas de la generosidad; podemos superar el odio con el arma del amor benevolente; podemos superar la confusión con el arma de la sabiduría. Hacer la paz comienza por nosotros. ********

Eso es dharma.

Tales casos continúan incluso en nuestros días. Por ejemplo, se ha hecho famoso el afronorteamericano Jarvis Jay Masters (1962-), quien, víctima de un juicio plagado de irregularidades terminó condenado a la pena máxima. En prisión conoció el budismo y se ha convertido, para muchos, en un bodhisattva.

Masters ha transformado su calabozo en peldaño hacia otro tipo de libertad. Comenta:

… la libertad verdadera tiene que ver con la práctica de ser. Sea que estemos en una playa soleada o dentro de los muros de concreto de una prisión, la libertad verdadera viene de comprender cómo la verdadera naturaleza de nuestras mentes es como un campo vacío. Las semillas que plantamos, y constantemente nutrimos y cultivamos, al final nos darán el sentido de hallarnos en casa con nuestros propios corazones, sin que importe dónde estamos *********

Y abre así su espíritu compasivo:

A la luz de mis experiencias —de vivir en un ático a vivir en el corredor de la muerte— me siento bendecido porque mi corazón no está permanentemente dañado (…) puedo vivir con lo que he pasado, y aprender a usarlo para el beneficio de aquellos que, ya sea en el corredor de la muerte o en cualquier otro lugar, ya han perdido la esperanza de algún día sentir que algo les importa tanto como para volver a amar. Mi profundo deseo es el de que aprendamos todos a, finalmente, aceptar nuestros fallos o pérdidas, movernos a la gratitud por lo que tenemos y hemos tenido, y abrazar esa compasión por nosotros mismos y por los demás, que nos abre a la libertad del perdón. **********

Jarvis Jay Masters y Pema Chödrön. Fuente: https://www.freejarvis.org/jarvis-impact

¡Cuán gran energía espiritual tiene esa Enseñanza del Buda!

Antes de cerrar el artículo, bien vale preguntarse: ¿qué encuentran en el budismo esos presos que o se convierten o se multiplican en dinamismo y poder espiritual, en medio de sus prisiones?

Todo. De la apacible figura de Gautama Buda emanan rayos de polícroma bondad, confraternidad, quietud, sabiduría y paz celestial. Su Enseñanza calma la inagotable sed samsárica, para regalarnos el fin del desespero, y sus múltiples santos atesoran la Verdad.

Por eso, por muy lóbregas y tenebrosas que sean las prisiones que diseñan los seres humanos, incluso en ellas puede resplandecer infinitamente una libertad sin igual: la esplendorosa libertad del dharma.

NOTAS Y REFERENCIAS

* Robert Baker Aitken (1917-2010). [Recuperado de: https://terebess.hu/zen/mesterek/Robert-Aitken.pdf]; p. 29.

** Buddhist Publication Society (2008). The life of Ñāatiloka Thera. A Western Buddhist Pioneer; p. 139.

*** Ibídem, p. 142.

**** Por ejemplo, en Cuba, el 12 de diciembre de 1941 los inmigrantes japoneses fueron declarados “extranjeros enemigos”, y terminaron recluidos en campos de internamiento y con sus propiedades confiscadas según el Decreto Ley No. 3343. El 16 de abril de 1942 los trasladaron al presidio en Isla de Pinos, adonde arribarían a 350 internos. Quedaron recluidos hasta 1946 en que fueron liberados, no sin haber muerto varios de ellos en cautiverio.

***** Williams, D. R. (2019). American sutra: a story of faith and freedom in the Second World. The Belknap Press of Harvard University Press. [Recuperado de: https://terebess.hu/zen/mesterek/am-sut.pdf], pp. 95-96.

****** Harris, I. Ch. (2005). Cambodian Buddhism: history and practice. University of Hawaii’ Press, p. 179.

******* Flynt, T. (2020). Biografía de Maha Ghosananda. El Buda de los campos de batalla [Recuperado de: https://luz0de0atencion0constante.wordpress.com/wp-content/uploads/2024/04/el-buda-de-los-campos-de-batalla_biografia-de-maha-ghosananda-2024-1.pdf], pp. 29-30.

******** Ibídem, p. 55.

********* Jay Masters, J. (2020). Finding Freedom. How Death Row Broke and Opened My Heart. Shambhala, p. 185.

********** Jay Masters, J. (2021). That Bird Has My Wings. The Autobiography of an Innocent Man on Death Row. David Icke, p. 428.

Douglas Calvo Gaínza (La Habana, 1970). Investigador cubano, especialista en el fenómeno religioso, quien además ha realizado varios estudios sobre budismo en general y en Cuba en particular, presentados en diversas instancias académicas nacionales e internacionales. Desde el 2020 colabora con Buddhistdoor en Español, mediante artículos y propuestas audiovisuales.