La iluminación, lo emergente y la emergencia: perspectivas psicológicas, neurocientíficas y clínicas sobre la transformación espiritual

SCOTT GOSNELL*

Primero, me gustaría ofrecer una breve explicación sobre la frase «lo emergente». Necesitábamos un término que cubriera experiencias inusuales y transformadoras, independientemente de la cosmovisión de la persona que las experimente, así como del proceso mediante el cual ocurran el crecimiento y florecimiento humanos en eso que tradicionalmente es llamado «nivel espiritual», o, más recientemente, «nivel de conciencia». Los fenómenos emergentes, por tanto, abarcan la meditación, la contemplación, la oración, el yoga, el uso de psicodélicos y otras técnicas tradicionales, solas o combinadas entre sí, o junto con otras técnicas tales como la psicoterapia. Incluso tenemos informes de personas que experimentaron fenómenos transformadores similares mientras, simplemente, caminaban por un bosque en un día particularmente hermoso y sintiéndose completamente relajadas y presentes; o también mientras miraban ocho horas diarias a través de una mirilla telescópica de francotirador durante una guerra.

La iluminación o el despertar exhiben significados particulares dentro de la tradición y cosmovisión budistas, y algunas de estas experiencias no son las que, en la óptica de un budista tradicional, conducirían a lo largo del camino hacia la iluminación en términos de metafísica o interpretación. Sin embargo, muestran similitudes de observación o de experiencia. De modo que empleamos la frase lo emergente debido a su falta de asociaciones y porque enfatiza la naturaleza continua de las experiencias, en lugar de algún objetivo final prefijado.

De hecho, este enfoque de metafísica leve y ontología neutral, funciona bien en términos más generales. Al recopilar informes en primera persona sobre experiencias o percepciones, es probable que la observación registrada (de lo que sucedió) sea más precisa que la interpretación del evento. Alguien que relata una experiencia OVNI/UAP/MAVNI, [i] puede haber descrito con precisión cómo divisó seis luces moviéndose rápidamente en el cielo, de oeste a este; pero esto no significa que sea igualmente preciso en su interpretación de que esas luces eran, digamos, extraterrestres o ángeles.

El fin metafísico de la experiencia tiende a ser también más específico de la tradición – y la cultura -, motivo por el cual nos enfocamos principalmente en las dimensiones fenomenológicas, psicológicas, físicas, experienciales y clínicas de los fenómenos y prácticas emergentes.

Del mismo modo, también nos estamos integrando interdisciplinarmente, con un equipo de científicos, médicos, filósofos, facultativos, etc., donde cada miembro puede tener múltiples trasfondos. En mi caso, he investigado en neurociencia y psicología clínica, he escrito sobre filosofía de la mente e historia de la ciencia y he practicado en múltiples tradiciones espirituales durante varias décadas. Este no es un trasfondo inusual en comparación con la red mayor.

Esta multidisciplinariedad nos ayuda a sortear varios problemas que pueden surgir en la investigación clínica y científica en general, como la sobreespecialización o la producción de investigaciones inconexas; aquí, en cambio, cada pieza de conocimiento se integra en la siguiente ronda de proyectos. Debido a que hay tantos profesionales involucrados, ninguno de los investigadores tiene que empezar de cero—sabemos por experiencia personal que allí sí hay un allí [ii]—. Es decir, sabemos hasta cierto punto qué funciona, cómo funciona y qué puede salir mal. De modo que podemos formular un enfoque para investigar todo eso con rigor y objetividad, pues ya tenemos en nuestro propio trasfondo algo de la investigación subjetiva.

Muchas de las personas presentes entre el público de esta conferencia, tienen la justa combinación de experiencia como profesionales e investigadores para participar en esta investigación. También podemos evitar el problema de la falsa medicalización de los estados extraordinarios de conciencia, la cual puede haber sido más común a mediados del siglo XX que ahora, pero aún existe el riesgo de que alguien te ponga en observación psiquiátrica si le dices a la persona equivocada que estás experimentando la unidad con el universo, que todo el espacio y el tiempo son construcciones ilusorias de la mente, que has sido inundado durante horas con olas de beatitud, o que la Virgen María o Kuan Yin tuvieron una conversación contigo anoche.

En vez de reaccionar así, se deben aplicar los criterios comunes de muchas entradas del DSM V [iii]: ¿Los fenómenos que uno está experimentando son a) angustiosos y b) interfieren con las funciones de la vida diaria? Para el tratamiento, ¿cómo se pueden aliviar o mitigar estos dos problemas? Esto no se diferencia de cualquier otro tipo de entrenamiento, de cualquier otra experiencia. Imagina que estás entrenando para una maratón. Si te obligaran a correr 26,3 millas en todo tipo de clima, pensarías que alguien está tratando de matarte, pero la gente lo hace voluntariamente e incluso lo disfruta. Tendrías dolores y molestias y tal vez lesiones durante el entrenamiento y durante la carrera. Algunas son normales, se recuperan rápidamente y terminan permitiéndote correr más rápido, por más tiempo y mejor; en cambio otras te tornan menos capaz para correr, y algunas realmente te dañarán hasta el punto en que ya no podrás correr o ni siquiera caminar durante semanas. Ocurre lo mismo con estas técnicas emergentes. A veces, necesitas el equivalente espiritual de una bolsa de hielo y una aspirina; a veces necesitas una cirugía; o, a veces, simplemente descartas el dolor como una parte más del camino.

Esto se está convirtiendo en un problema a gran escala porque las prácticas emergentes se están generalizando cada vez más. Se espera que un millón de escolares del sistema de escuelas públicas de Nueva York reciban capacitación en reducción del estrés, basada en la atención plena y en técnicas para mejorar la concentración y el aprendizaje. Las corporaciones tienen programas de meditación para sus trabajadores. Más personas también están haciendo prácticas avanzadas, intensivas o de altas dosis y larga duración. Si incluso una décima parte del uno por ciento de cualquiera de estos grupos sufre consecuencias adversas graves y continuas, eso podría convertirse rápidamente en una emergencia de salud pública. Alternativamente, si es posible mejorar los resultados positivos, ya sea en la décima parte superior de un porcentaje, o en cuanto a promedio, o en cualquier punto a lo largo de la distribución, entonces el beneficio resultaría enorme. Por lo tanto, nos gustaría hacer que lo bueno sea mejor, lo malo más manejable, y el todo mejor entendido.

Ahora bien, estas técnicas arrojan como efecto secundario de su popularidad y escala, la existencia de una sustancial base de usuarios experimentadores. Por ende, es factible que hagamos encuestas y entrevistas que abarcan desde individuos principiantes hasta meditadores avanzados, como mismo también existen informes de viajes psicodélicos que nos darán la información necesaria sobre qué es lo que está pasando en sus experiencias, tanto a corto como a largo plazo. También podemos implementar tecnologías de neuroimagen y estudios de EEG para examinar técnicas bastante específicas y sus experiencias concomitantes. Por ejemplo, ahora se puede hacer una resonancia magnética funcional en tiempo real, mientras meditadores experimentados se están moviendo a través de los ocho o nueve jhanas descritos en el Vishuddhimagga, un manual clásico de meditación de la tradición budista theravada, entre otras opciones. Y eso incluso sin que se cuente con suficientes practicantes con un grado de entrenamiento tal, que puedan recorrer completo todo ese camino y llegar hasta una fruición confiable de este.

Para ver un ejemplo del trabajo a nivel de encuesta que promovemos, pueden ustedes visitar effectindex.com, el cual alberga informes de colaboración colectiva que inicialmente provienen del extremo psicodélico del espectro, pero que ahora también incluyen fenómenos relacionados con la meditación (los cuales tienden a una superposición sustancial), y también los provenientes de otras categorías emergentes.

Tenemos investigadores afiliados trabajando en cómo hacer medicina de campo en casos de emergencias espirituales u otros problemas que puedan surgir motivados por estas prácticas. Otros están trabajando en formas de comunicar mejor sus hallazgos académicamente entre los investigadores, médicos y facultativos, o entre diferentes tradiciones con el fin de elucidar cómo lograr todo esto de la mejor manera.

Dicho esto, quisiera invitar a todos los que aquí se sientan interesados, a participar en aumentar nuestra comprensión de los modos en que resultan ordinarias las experiencias extraordinarias, y de cómo tenemos en común lo poco común, para así promover estos métodos como una parte saludable y beneficiosa de la vida.

En theeprc.org pueden encontrar nuestra red de investigación, el Consorcio de Investigación de Fenomenología Emergente [Emergent Phenomenology Research Consortium]. Nuestra fundación de investigación filantrópica, Emergence Benefactors, puede ser encontrada en ebenefactors.org. Y pueden encontrarme tanto allí como en la mayoría de las principales plataformas de redes sociales. Gracias.

Pregunta del público asistente: Usted distingue entre la experiencia provocada por un episodio psicótico y la provocada por la meditación. Ahora bien, ¿a qué se debe esta diferencia o cuál es la diferencia estructural?

Respuesta: Esa es una muy buena pregunta. Parte del asunto es que todo depende del contexto. Si dijeras: «Tengo la sensación de que no hay una persona dentro de mí, no hay un alma. Me siento despersonalizado, que nada es real», y si eso lo estás diciendo en el contexto de un retiro budista, probablemente te dirán: «¡Ah, esto es maravilloso, estás teniendo una buena intuición de vipassana!». En cambio, si lo dijeras llegando a una sala de emergencias te dirían: «¡Oh, Dios! ¡La estás pasando muy mal, tenemos que arreglar este asunto! Aquí tienes una inyección y te pondremos en una habitación donde podamos chequearte cuidadosamente». Y esto, en sí, puede ser una experiencia desgarradora.

John Yates, un neurocientífico que enseñó durante muchos años con Kuladasa como su nombre de dharma, afirmó que la diferencia entre una mala despersonalización y una buena despersonalización estriba en cómo te sientes respecto a ella. Así que si dices: «Yo no existo, nada más existe, ¡qué maravilloso!», esa es una buena; pero si dices: «Yo no existo, no existe nada más, ¡oh, esto es terrible!», esa es una patológica.

Así que volvemos al otro criterio del DSM, que es si mejora o empeora tu funcionamiento en la vida diaria. Piense en La metamorfosis de Kafka: Gregor Samsa se despierta y dice: «¡Oh, esto es terrible, soy miserable, soy un gigantesco insecto gusanoso!», cuando igualmente podría haber descubierto que le habían salido alas, y entonces salir volando rumbo a la luz del sol.


[i] Junto a las conocidas siglas de OVNI, «objeto volador no identificado», se ofrecen acá las de UAP – Unidentified Aerial Phenomenon o «fenómeno aéreo no identificado» -, y MAVNI – Micro Aerial Vehicle Not Identified o «microvehículo aéreo no identificado» – (Nota del traductor).

[ii] Juego de palabras intraducible en torno a la frase de la escritora Gertrude Stein (1874-1946) there is no there there («Allí no hay un allí»), con la cual se indica la falta de identidad propia de algo. En este caso se indica lo contrario (Nota del traductor).

[iii] DSM V – manual de referencia de la guía de diagnósticos de problemas mentales, oficial en la psiquiatría estadounidense (Nota del traductor).


* *La presente ponencia fue presentada originalmente en el marco de las Jornadas Budistas 2022 organizadas por la Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina, que tuvieron lugar el 3 y 4 de noviembre 2022. Agradecemos a SCOTT GOSNELL su permiso para reproducir el texto en nuestra plataforma digital, y al Dr. Federico Andino por su amable cooperación.