La felicidad viable: ética y compasión según el Dalái Lama
KATHERINE V. MASÍS-IVERSON
Fuentes de la ética
La ética es una reflexión sobre la moral o el comportamiento individual y social según las costumbres de la cultura a la que se pertenezca. Toda cultura cuenta con comunidades morales que pueden ser tan pequeñas como la familia inmediata o tan amplias como la inclusión, según el budismo, de todos los seres sintientes, es decir, seres vivos humanos y no-humanos.
Existen diversas teorías sobre las fuentes del comportamiento moral y por ende de la ética. Por ejemplo, pueden residir en la razón o en las emociones, en nuestra biología o en nuestro ambiente de crianza, o bien en creencias y prácticas religiosas o seculares.
Tenzin Gyatso, el XIV Dalái Lama, [1] reconoce que todos los factores anteriores influyen en el desarrollo del comportamiento moral. Al respecto de las creencias y prácticas religiosas, considera que todas las religiones son válidas y dignas de respeto. Puede, incluso, darse una ética puramente secular basada en la compasión, una emoción común en la especie humana.
En su raíz, nuestra verdadera naturaleza es básicamente compasiva y bondadosa, cuya luz no obstante puede ser oscurecida por nuestros hábitos mentales destructivos, los cuales son fruto, en su gran mayoría, de la ignorancia acerca de nuestra verdadera naturaleza. Dichos hábitos mentales destructivos pueden conducir fácilmente a acciones dañinas para quien las comete y quien las recibe. Lo bueno es que existen, en la práctica budista, antídotos para dichos hábitos mentales destructivos mediante técnicas diversas de adiestramiento mental que se mencionarán muy brevemente al final del presente ensayo. Un adiestramiento mental eficaz puede conducir al desarrollo de la compasión y la felicidad y ayudar a reducir la ignorancia.
Acciones y motivaciones
En el budismo, según la ley del karma, toda acción es fruto de un conjunto de causas y condiciones que generan efectos que a su vez producen otras causas y condiciones de futuros efectos y así sucesivamente. Las causas y los efectos son parte de una urdimbre de interconexión de todo cuanto existe en el universo que se conoce metafóricamente como la Red de Indra, a saber, una malla infinita de cristales o gemas en cada uno de sus nudos que reflejan, a manera de espejo, a todos los demás cristales o gemas.
De esta manera, es difícil precisar todas las causas y condiciones y todos sus efectos, lo cual, en el budismo, no disminuye la fuerza de la metáfora. Las acciones por regla general producen, tarde o temprano, efectos que tienen alguna relación con la moral, ya que pueden ayudar a ocasionar o aliviar sufrimiento.
Según el budismo, la intención o motivación de las acciones morales tiene un gran peso en la calidad de sus efectos. Abofetear a un náufrago en alta mar para calmar su agitación y poder salvarlo tiene una buena motivación; abofetearlo en un arrebato de ira tiene una mala motivación. Desde luego, las motivaciones han de ser sinceras y de nada sirve ofrecer una motivación falsa como excusa para justificar una acción violenta.
Reducir el sufrimiento
El budismo busca responder a la pregunta de las causas del sufrimiento y sus remedios. Hay sufrimiento universal, común a la especie humana, dado que todos nacemos, envejecemos, nos enfermamos y morimos. Igualmente, sufrimos por la ausencia de placer y por las pérdidas de aquello que amamos. Estas son situaciones transitorias porque necesariamente cambiarán a corto, mediano o largo plazo. Por otro lado, también hay sufrimientos individuales que surgen tanto de circunstancias externas como de hábitos mentales destructivos que desembocan en acciones que causan sufrimiento propio y ajeno.
La reflexión sobre el comportamiento moral puede hacerse desde varios puntos de vista. Según las teorías del deber, las personas orientan sus acciones según las leyes y normas sociales; según las teorías de la virtud, las personas se guían por sus propios ideales al respecto del tipo de persona que desean ser y, según las teorías consecuencialistas, las personas se comportan en función de los posibles resultados finales de sus acciones. Según el consecuencialismo, si las acciones benefician a quien las ejecuta estamos frente al egoísmo, si benefician a los receptores de las acciones estamos frente al altruismo y, por último, si benefician tanto al ejecutor como al mayor número posible de receptores, estamos frente al utilitarismo. El utilitarismo suele ser la forma más difundida y aceptada del consecuencialismo, ya sea que se nombre como tal o no. Para el Dalái Lama, tanto si se actúa en cumplimiento de normas, o según ideales de desarrollo personal, o bien con miras a los resultados finales, la principal motivación para actuar habría de ser la de reducir el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno.
Propiciar la felicidad
El Dalái Lama no suele definir la felicidad con precisión pero de sus charlas públicas y escritos se pueden inferir al menos cuatro características: (a) es un estado mental; (b) es una condición dinámica pero anclada en el presente; (c) está estrechamente vinculada con la compasión y la serenidad; y (d) es completamente cultivable. A continuación se describen estas características:
(a) La felicidad es un estado mental. La “mente” en el budismo no es lo mismo que el cerebro ni es ninguna otra entidad física, no obstante que las tareas que cumple el cerebro son importantes para reflejar el funcionamiento de la mente. La mente se asemeja a la psique de una manera integral, ya que incluye pero no se limita a las funciones y facultades intelectuales; también abarca procesos emotivos y cognitivos de los cuales podemos ser o no ser conscientes.
(b) La felicidad es dinámica pero anclada en el presente. La felicidad es necesariamente dinámica debido a que, como cualquier otro fenómeno en el universo según el budismo, está sujeta a cambios de momento a momento. Está anclada en el efímero presente en el sentido de que no es el producto de una reflexión retrospectiva ni una proyección al futuro, sino una condición propia de un presente transitorio.
(c) La felicidad está vinculada con la compasión y la serenidad. La compasión budista no debe confundirse con lástima, ya que en la compasión nunca hay sentimientos de superioridad, sino empatía y la capacidad para colocarse en el lugar del ser sufriente. Una persona genuinamente compasiva desea que todos los seres sintientes estén libres de sufrimiento. Según el Dalái Lama, cuanto más estén nuestras acciones morales en armonía con la compasión, tanto más reforzarán la felicidad y viceversa. La serenidad es un ingrediente necesario para dar lugar a una acción eficaz y beneficiosa para los demás. Las circunstancias externas son importantes, pero no son el factor determinante de la felicidad. Una persona feliz y compasiva tendrá necesariamente una mente serena y en mejores condiciones de cambiar circunstancias externas difíciles.
(d) La felicidad es cultivable. Tanto la serenidad como la compasión se pueden cultivar mediante métodos de adiestramiento mental propios del budismo.
Cultivar la compasión y la serenidad
En las dos grandes líneas del budismo, i.e., Theravada y Mahayana, existen docenas de formas de adiestrar la mente gracias a la meditación, algunas con instrucciones escritas en textos clásicos y otras que solo se transmiten oralmente de maestro a discípulo. El budismo tibetano pertenece a la Escuela Mahayana y, tradicionalmente, se ha dividido en cuatro grandes escuelas: Nyingma, Kagyu, Shakya y Guelug, siendo esta última la escuela a la que pertenece el Dalái Lama. Cada escuela ofrece sus propios métodos para adiestrar la mente, no obstante que puede haber semejanzas entre las enseñanzas de una escuela y otra.
En términos generales, se suele clasificar las docenas de técnicas meditativas del budismo tibetano en dos tipos: (a) la meditación estabilizadora y (b) la meditación analítica. La primera enfatiza la concentración en un solo objeto (por ejemplo, la respiración) y se recomienda para desarrollar la serenidad mental. La segunda involucra el uso del razonamiento para efectuar un análisis que propicia una perspectiva correcta sobre algún tema, el cual puede ser una situación interpersonal (por ejemplo, la poca utilidad de la ira para resolver algún problema) o un tema más filosófico como la naturaleza última de la realidad (por ejemplo, la transitoriedad y la interconexión de todo cuanto existe). En sus charlas presenciales, vídeos en Internet y libros de divulgación popular para personas laicas que no viven ni en cuevas ni en monasterios, el Dalái Lama menciona algunos tipos de meditación estabilizadora y analítica, esta última generalmente basada en textos de los monjes y tratadistas budistas Shantideva y Kamalashila que vivieron en la India del siglo VIII n.e.
Conclusiones
Según el Dalái Lama, la felicidad es un deseo común y propio de la especie humana y se puede considerar un estado mental asociado con pensamientos y emociones constructivas que eventualmente se traducen en acciones beneficiosas para los seres sintientes. Igualmente, la compasión es parte fundamental de la naturaleza humana y está fuertemente vinculada con la felicidad. Aun cuando las circunstancias externas influyan en la calidad de la felicidad humana, el panorama interno tiene más importancia. Existen métodos para adiestrar la mente que pueden ayudar a cultivar estados mentales constructivos, lo cual convierte la felicidad en una aspiración totalmente alcanzable y por ende viable.
NOTA
[1] En consonancia con prácticas editoriales contemporáneas en idioma español, la autora conserva las letras mayúsculas del nombre y título honorífico por el cual es conocido Tenzin Gyatso, a saber, el Dalái Lama.
BIBLIOGRAFÍA
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McDonald, K. (2013). Aprendiendo de los lamas: una guía práctica para la meditación. Trad. B. Llorca Martínez. Alicante: Dharma.
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Katherine V. Masís-Iverson
La autora es profesora jubilada de la Universidad de Costa Rica en San José, Costa Rica. Durante varios años como docente activa, impartió cursos introductorios de filosofía en la Escuela de Estudios Generales, así como cursos de ética y de pensamiento hindú y budista en la Escuela de Filosofía de dicha institución. Algunos de sus trabajos se pueden encontrar en https://ucr.academia.edu/KatherineMas%C3%ADsIverson