Entrevista a Maritza Pacheco, líder de la Asociación Cultural Tibetano Costarricense

EDUARDO FCO. FREYRE ROACH

Este artículo es parte de nuestra edición especial «Mujeres y budismo en los países de habla hispana».

En Costa Rica, pequeño país centroamericano con costas al norte con el mar Caribe, y al sur con el océano Pacifico, confluyen gran variedad de tradiciones y organizaciones budistas. Su Santidad XIV Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet, en 1989 pisa tierra en este continente comenzando por Costa Rica. Maritza Pacheco lidera este acontecimiento, cuya transcendencia va más allá de su país. Después funda la Asociación Cultural Tibetana Costarricense (ACTC). Siendo su presidenta desde entonces, promueve y auspicia la cultura religiosa y humanística del Tíbet en Costa Rica, y la amistad entre los respectivos gobiernos y pueblos.

«Precioso Abrazo». Su Santidad el XIV Dalai Lama y la licenciada Maritza Pacheco en 1980. Fuente: Archivo de la entrevistada.

Buddhistdoor en Español (BDE): A usted se le encargó coordinar los encuentros de SS el XIV Dalai Lama en las visitas que realizó a Costa Rica. ¿Cuál es la trayectoria y experiencia personal, profesional y budista que la avalan para que le confirieran esa responsabilidad?

Maritza Pacheco: Como budista, no puedo omitir la convicción de la maduración kármica que indudablemente reunió las causas y condiciones para que asumiera semejante responsabilidad y encontrara el sendero del dharma que habría de cursar hasta el día de hoy y por el resto de mi vida. Por otra parte, como mujer budista y profesional costarricense, la historia reúne factores religiosos y políticos tradicionales.  

La primera visita de Su Santidad a Latinoamérica empezó en Costa Rica, en 1989, con motivo de la conferencia «En Busca del Verdadero Significado de la Paz», patrocinada por la Universidad para la Paz (UPAZ), el Gobierno de Costa Rica y la Iglesia católica costarricense. Uno de los principales promotores, el Dr. Abelardo Brenes, profesor de la UPAZ, se interesó en el novísimo y diminuto círculo de budistas tibetanos que estaba apenas despuntando en el país. El presentó mi nombre al entonces Presidente de Costa Rica, el Dr. Oscar Arias Sánchez, para actuar de enlace y coordinadora con la Comitiva de Su Santidad. Arias me conocía por mi militancia dentro del Partido Liberación Nacional (PLN) y mi cargo diplomático como embajadora de Costa Rica ante el Gobierno de Italia durante dos administraciones liberacionistas (Figueres 1970-74 y Oduber 1974-1978), así como por una amistad que nos unía desde la adolescencia. De esta manera me tocó el inmenso honor de coordinar la participación de Su Santidad en todos los actos protocolarios de la conferencia, y además y organizar la primera charla pública y el primer ciclo de enseñanzas de budismo tibetano impartidas por él en América Latina. Este primer encuentro personal con Su Santidad marcó mi vida profunda y definitivamente.

La segunda visita de Su Santidad a Costa Rica fue en 2004, pero esta vez por invitación, esfuerzo titánico, y auspicio de la Asociación Cultural Tibetano-costarricense (ACTC). Su Santidad aceptó generosa y compasivamente nuestra solicitud de impartir charlas públicas y enseñanzas privadas del 25 al 29 de septiembre del 2004. Además, en respuesta a nuestras afortunadas gestiones personales, amistad y parentesco compartidos, fue que Su Santidad recibió y aceptó la invitación especial del entonces Presidente de Costa Rica, Dr. Abel Pacheco De la Espriella, quien lo recibió en su despacho de la Casa Presidencial y lo homenajeó con un banquete al que asistieron los máximos actores políticos, intelectuales, empresariales y religiosos del país.

Su Santidad, venerable Khensur Rinpoche, y Maritza Pacheco. Fuente: Archivo personal de la entrevistada

Esta segunda visita fue declarada de carácter especial por la Presidencia de la República, y de interés cultural por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. Su Santidad fue acogido por representantes de los tres poderes del Estado, por la Conferencia Episcopal de la Iglesia católica costarricense, y por la Corte Internacional de Derechos Humanos. El Dalai Lama fue también anfitrión en un encuentro interreligioso, que contó con la presencia de los máximos representantes de todas las religiones establecidas en Costa Rica. Sus charlas y enseñanzas no dieron abasto para recibir a las grandes cantidades de público que querían escuchar y aplaudir al Paladín de la paz. La prensa nacional e internacional mostró al mundo cómo Su Santidad conquistó al pueblo costarricense y el profundo afecto, respeto y admiración con que fue aclamado, contribuyendo de forma determinante para que esta inolvidable visita a Costa Rica culminara en un éxito indiscutible, rotundo, y gigantesco, y profunda satisfacción personal. El recuerdo maravilloso del esfuerzo cumplido y el éxito alcanzado en este magno evento vivirá en mi memoria hasta el final de mis días.

BDE: La ACTC fomenta actividades espirituales, culturales, y de colaboración y coordinación con otras agrupaciones de carácter humanitario, político y religioso dentro y fuera de Costa Rica. ¿Podría usted hablarnos sobre la experiencia, los desafíos y logros de esa agenda de trabajo?

En 1989, durante una audiencia personal, Su Santidad sugirió que estableciéramos un centro de dharma tibetano en Costa Rica. Fue con su venia y contribución que se abrió el sendero budista tibetano en nuestro país y que asumí como mi responsabilidad personal, para toda la vida, trabajar en fundar y buscar con ahínco el florecimiento de nuestra institución para sustentar y mantener pura y legítima la enseñanza y práctica del budismo tibetano en Costa Rica.

Hace 30 años, el desafío de fundar y mantener vigente y activa la única organización budista tibetana en Costa Rica, país eminentemente católico, requería una gigantesca voluntad y determinación, así como la inspiración y bendición de todos los budas. Con la primera visita a Costa Rica, Su Santidad atrajo la mirada pública al budismo tibetano y despertó el interés de muchos que anteriormente no lo conocían. Fue su inspiración la que validó la asociación y nos permitió de inmediato fundar y promover la primera organización de budismo tibetano en Costa Rica.

A inicios de 1990, por su intercesión de Su Santidad, llegó a nuestra Asociación el venerable Geshe Lobsang Tsephel, hoy Khensur Rinpoche, quien permanecería como nuestro director, guía espiritual y maestro raíz durante los siguientes 30 años y hasta la fecha. Él es el verdadero pilar de ACTC.

Ven. Khensur Rinpoche y la Junta Directiva de la ACTC. Fuente: Archivo personal de la entrevistada

Al principio los pocos participantes que asistían a las sesiones de estudio semanal buscaban principalmente enseñanzas sobre el esoterismo del Tíbet y sus lamas estilo «Lobsang Rampa», y tenían como base de conocimiento filosofías teístas completamente ajenas al budismo. Sin embargo, un público más numeroso acudía cuando nos visitaba nuestro precioso maestro raíz y guía espiritual, cuya presencia y sabiduría fueron imprescindibles y definitorios para que el budismo tibetano creciera y la ACTC, y nuestro centro de dharma se consolidaran y florecieran.

En el cumplimiento de los principios fundamentales de la ACTC de difundir el Buddhadharma, promover la cultura tibetana en Costa Rica y auspiciar su preservación por medio de actividades y proyectos idóneos de carácter sociocultural, está claro que debemos destacar en primera fila la extraordinaria importancia de las dos visitas de SS a Costa Rica arriba mencionadas, que constituyen los logros más sobresalientes en nuestra historia y el tesoro inmemorable en nuestras vidas.

Importantes y de gran valor fueron también las visitas que patrocinamos y organizamos de otros lamas altamente calificados, tales como nuestro primer visitante en 1990, el prestigioso maestro Geshe Lhundub Sopa, enviado especialmente por Su Santidad, seguido de otros grandes maestros como Geshe Dawa y Kirti Rinpoche, así como de budólogos de gran prestigio, como Robert Thurman, José Ignacio Cabezón, Alexander Berzin, Robert Clarke, Jim Balvy y Marco Antonio Karam, quienes con su presencia y conocimientos ayudaron a que nuestra organización se consolidara como entidad seria y confiable, que promueve y garantiza las enseñanzas impolutas del Buddhadharma según el método tibetano de la escuela gelug-pa liderada por Su Santidad el XIV Dalai Lama.

Lama Wngchen, Presidente de Casa Tibet Barcelona, y Maritza Pacheco. Foto Edgar Mora Guerrero

La Asociación Cultural Tibetano Costarricense pertenece a la Red Internacional de Apoyo al Tibet (ITN) desde la creación de esa organización en 1990. Me tocó a mi y luego a otros miembros de la ACTC representar a Costa Rica a partir de 1996 en las reuniones internacionales que esa agrupación efectúa hasta la fecha.  actualmente en el Comité de Conducción del ITN, como coordinadora para Centro y Sur América, a Karen Villar, miembro de nuestra Junta Directiva. Actualmente tenemos en el Comité de Conducción del ITN, como coordinadora para Centro y Sur América, a Karen Villar, miembro de nuestra Junta Directiva.

BDE: ¿Cree que el género incide en la proclividad, capacidad, y oportunidad de la mujer para su progreso espiritual, su desempeño como maestra del dharma, y líder de una comunidad budista?

La igualdad entre hombres y mujeres es ante todo un derecho humano. Creer que las mujeres somos espiritual o intelectualmente inferiores o desventajadas es un subterfugio establecido por tradiciones patriarcales antiguas y perniciosas que persisten hasta el día de hoy, especialmente en Asia.

Considero personalmente que esa mentalidad sexista aborrecible y prejuiciada y la actitud discriminatoria en perjuicio de las mujeres no es de factura divina, sino humana En el contexto budista, la meta última de las enseñanzas fundamentales de Buddha Shakyamuni -cuyo objetivo es la consecución del estado plenamente iluminado de un buda- cobija a todos los seres sintientes sin distinción de sexo, raza o nacionalidad. Ha sido la interpretación mundana de sus enseñanzas, permeada por la huella de milenios de cultura machista abusiva y degradante, la que se utilizó para consolidar el dominio de los hombres sobre las mujeres.

Creo firmemente que, en el budismo, la visión y la acción individuales son las que determinan el logro de realizaciones y el progreso espiritual tanto de la mujer como del hombre, sin excepciones ni espacio para la desigualdad de género o la discriminación. Más aún, considero que las mujeres budistas en occidente por lo general calificamos el sexismo institucional como un vestigio de la cultura asiática que puede y debe ser extirpado del dharma.

Ahora bien, históricamente ha existido en el budismo la discriminación sexual institucionalizada, particularmente en lo que se refiere a las órdenes monásticas. Sin embargo, en lo que atañe a las monjas tibetanas, el Dalai Lama ha reiterado su compromiso de apoyo a las mujeres creando mejores universidades donde alcanzar la totalidad de votos. Pero hay que decir que el monacato tibetano femenino ha tenidos más posibilidades fuera que dentro de Asia, siendo una de las primeras ordenaciones completas la de la venerable Pema Chödron, en 1981.

Es indudable que la erradicación del pensamiento y la práctica discriminatoria y machista institucionalizada no es una victoria que se concretará a corto plazo. Es necesario un esfuerzo determinante y una voluntad férrea que solo una acción concertada y duradera por parte de las mujeres podrá eventualmente conseguir.

Un momento de reposo con Khensur Rinpoche. Fuente: Archivo personal de la entrevistada.

BDE: Hay abundantes testimonios sobre las dificultades a las que han tenido que enfrentarse las mujeres, dada la persistencia de la mentalidad patriarcal, androcéntrica y misoginia. Por otro lado, en el budismo tibetano el género femenino exhibe significativa representación en el panteón de seres iluminados y en las practicas tántricas. ¿Qué nos diría al respecto en el caso de la ACTC? 

Como en el mundo entero, en Costa Rica también existe una cultura machista histórica que afecta a las mujeres en mayor o menor grado según, entre otros factores, su condición social, cultura, raza y nacionalidad. Los logros constitucionales y legales obtenidos por el movimiento feminista costarricense en los años 70s produjeron un «backlash» que desaceleró la consecución de metas y propuestas para erradicar el sexismo machista y asegurar la igualdad de derechos de la mujer. Sin embargo, el surgimiento del movimiento «Yo también» (“Me Too”), en Estados Unidos, que ha repercutido con fuerza en la conciencia colectiva femenina a nivel mundial, ha generado en nuestro país una mayor concientización de las mujeres sobre sus derechos humanos y la igualdad de género ante la ley, así como la activación de grupos de presión más articulados y contundentes.  

En lo que se refiere específicamente a la ACTC y el Centro de Dharma del Buda Compasivo de los Mil Ojos– que me honro en presidir—, no existen absolutamente experiencias o razones de carácter discriminatorio que perjudiquen a las mujeres, ni en su práctica religiosa ni en su representación legal institucional, donde la Junta Directiva de nuestra organización es regida por igual número de mujeres y hombres, y tanto la presidente como la vice-presidente somos mujeres. 

En cuanto a la conducción espiritual, Khensur Rinpoche Geshe Lobsang Tsephel, jamás ha sustentado o promovido tratamiento discriminatorio alguno de género, raza, nacionalidad o credo religioso. Él es un reconocido y calificado maestro tántrico que cuenta con el respaldo de Su Santidad. En el marco de su sabia y capaz conducción, todos sus discípulos practicamos y hemos recibido a lo largo de 30 años, desde las más básicas enseñanzas y prácticas Hinayana hasta las más altas iniciaciones y prácticas del vajrayana que incluyen deidades femeninas y masculinas indiscriminadamente.

Debo subrayar que esta condición de apertura y respeto hacia todos los seres sintientes por igual y la excelencia y rigurosidad de las enseñanzas que hemos recibido de nuestro extraordinario maestro tántrico, son motivo de inmenso orgullo para la Junta Directiva y para todos sus estudiantes y miembros de la ACTC.

Entre las experiencias difíciles y las maravillosas que me ha tocado vivir como budista y presidente de la organización, me queda la voluntad y determinación fortalecidas de continuar trabajando por la preservación del budismo tibetano en Costa Rica mediante nuestra ACTC, originaria de Su Santidad, asiento de nuestro guía espiritual Khensur Rinpoche, y centro de estudio y práctica del Buddhadharma según el linaje de la escuela gelug-pa creada por Lama Tsong Khapa. 

Este es mi compromiso, esta es mi misión. 

Agradecimientos

A Carlos Murillo y Geraldo Rojas, quienes gentilmente facilitaron el contacto con la entrevistada.

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