El remordimiento del hombre sin remordimiento: Asoka

ALEJANDRO TAPIA VARGAS

Todos conocemos la historia: El rey Asoka, «amado de los dioses» (devanampriya) que «mira amablemente» (piyadasi), sometió al pueblo de los Kalinga. Asesinó a 100.000 de ellos, deportó a 150.000, y muchos más murieron. Años después, por estos hechos, el rey tuvo un profundo remordimiento y se dedicó a difundir el Dharma. El ataque a los Kalinga, ocurrió en torno al año 260 a. e. c., Asoka contaba aproximadamente con 44 años de edad, y llevaba 8 años en el poder. Para cuando Asoka conoció el Dharma, contaba con casi 60 años de edad. Estos datos según un margen de 12 años calculado por budólogos modernos. Entendemos que la historia viene de más atrás.

La visita de Ashoka al Ramagrama. Estupa de Sanchi Fuente: Photo Dharma de Sadao, Tailandia.

Chandragupta, el abuelo de Asoka, formó parte de la resistencia contra Alejandro de Macedonia en el Valle del Indo. A la muerte de Alejandro y tras la repartición de su imperio, por el año 317 a. e. c. Eudemo y el resto del ejército macedonio abandonaron el Punjab. Esto le permitió a Chandragupta dos movimientos: 1) organizar un gran ejército y conquistar la ciudad capital de Magadha, derrocando a Dana Nanda y colocarse como el primer rey del imperio que llevó su apellido: Maurya. Esto en el 313 a. e. c.; 2) tomar el control de las zonas ocupadas por los macedonios en el oeste del subcontinente, primero en el Indo y después extender sus dominios hacia a) Aracosia ocupada por los macedonios, y b) el Decán, al centro de la India, ocupada por indígenas indoarios y dravidianos.

Satrapias arrebatadas a los macedonios por Chandragupta (excepto la número I) Imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/2/28/EasternSatrapsAfterAlexander-es.svg

Seleuco I (uno de los tres generales que se quedó con parte de las tierras conquistadas por Alejandro) resistió a Chandragupta, pero entre el 304 y 302 a. e. c. firmaron el Tratado del Indo, un pacto con en el que Chandragupta entregó 500 elefantes; más, cientos de guerreros para el ejército seléucida; aceptaron la convivencia y matrimonio entre indios y griegos; y se permitió la visita de embajadores griegos en la India. Con ello, a inicios del siglo III a. e. c. el nuevo imperio Maurya de Chandragupta obtuvo su lugar en la historia.

Sabemos que Chandragupta se convirtió al jainismo. Y que, tras convertirse, cedió el trono a su hijo Bindusara (padre de Asoka), quien extendió el Imperio hacia los Himalaya y hacia el sur de la India. Durante el reinado de Bindusara, Asoka fue gobernador (o virrey) de Taxila (en Gandhara), y después de Ujjayini (en Avanti).

Asoka, antes de adoptar el budismo, fue un rey sanguinario. Para convertirse en rey, asesinó a su hermano Susima, quien su padre designó como el heredero al trono; lo mató haciéndolo caer en una zanja llena de carbón ardiendo. Decapitó a 500 de sus sirvientes al dudar ante sus órdenes. Quemó vivas a 500 mujeres de su harén por cortar su árbol favorito. Mató a 18.000 ajivakas y asesinó a su última esposa junto con los habitantes de Taxila (según el Divyavadana).

Es probable que también sepamos que la historia de Asoka como rey, fue predicha por el Buda. En una ocasión que el Shakyamuni mendigaba en Rajagriha, dos niños lo vieron y le hicieron una ofrenda, colocaron en su cuenco unos puñados de tierra en forma de pasteles. El Sakyamuni sonrió y le dijo a Ananda que ese niño renacería cien años más adelante y se convertiría en el rey universal (o cakravartin), gobernaría según el Dharma y construiría 84.000 estupas (según el Divyavadana). Con esto tenemos que la llegada de Asoka al poder, fue el mérito que recibió por la ofrenda que le hizo al Buda en una vida pasada.

Asoka se convirtió al budismo al ver los prodigios de un monje de 12 años, convertido en arhat, llamado Susima; tras convertirse al budismo se hizo discípulo o de Upagupta o de Moggaliputa Tissa (según la tradición); organizó un concilio budista hacia el 240 a. e. c., construyó 84.000 estupas con las reliquias del Buda y envió Seleuco I (uno de los tres generales que se quedó con parte de las tierras conquistadas por Alejandro) resistió a Chandragupta, pero entre el 304 y 302 a. e. c. firmaron el Tratado del Indo, un pacto con en el que Chandragupta entregó 500 elefantes; más, cientos de guerreros para el ejército seléucida; aceptaron la convivencia y matrimonio entre indios y griegos y se permitió la visita de embajadores griegos en la India. Con ello, a inicios del siglo III a. e. c. el nuevo imperio Maurya de Chandragupta obtuvo su lugar en la historia.

La Gran Estupa de Sanchi, Madhya Pradesh, la estructura más antigua encargada por Ashoka Fuente: https://www.indianpanorama.in/blog/mauryan-empire/

Lo que no sabemos

Estos y otros datos sabemos del emperador Asoka. Lo que no sabemos, es diferenciar partes de estas historias y sus fuentes. Resulta que la historia de Asoka es en parte mitológica, en parte legendaria, en parte arqueológica y en parte histórica.

Las primeras inscripciones en roca fueron encontradas en la India por exploradores durante el siglo XVI. Para el siglo XIX, los arqueólogos encontraron un pilar con inscripciones semejantes a las anteriores. James Prinsep se dedicó a investigarlas y hacia 1837 descifró su escritura en brahmi. Fue a principios del siglo XX que se propuso que el rey en los edictos era el rey Asoka. En 1958 y 1964 se encontraron en Kandahar, Pakistán dos rocas inscritas en griego y arameo que coincidían con los edictos de la India. De tal manera que para 1978 se obtuvo una versión homogénea de los edictos, que conocemos como la versión más completa (Ibáñez, 2016) … salvo que aparezcan en el futuro nuevos restos arqueológicos.

Hoy, en la década de los años veinte del siglo XXI, sabemos que un rey de la India erigió una serie de edictos y los distribuyó a lo largo de todo su reino. Son edictos inscritos tanto en pilares de roca tallados y pulidos, como también inscritos en la roca viva. En ellos está expuesta su política general de gobierno: por ejemplo, su arrepentimiento ocurrido con la matanza de los Kalinga (Edicto en Roca XIII*, Edicto en griego y arameo en Kandahar de 1964), el respeto para los distintos grupos religiosos (Edicto en Roca XII, Edicto en Pilar VII), su política de gobierno acorde con el Dharma (Edicto en Roca IV, Edicto en Roca III, Edicto en Pilar IV), conquistar por medio de la predicación no con guerra (Edicto en Roca XIII), informó de sus peregrinaciones a los santuarios asociados al Buda (Edicto Menor en Pilar I, Edicto en Roca VIII) y muestra su relación con los miembros de la sangha (Edicto Menor en Pilar II) en su exhorto a la revisión de ciertos textos budistas (Edicto Menor en Roca III ). Esta es la evidencia arqueológica de esta historia. Y se ha convenido que el rey del que hablan las inscripciones es Asoka.

Edicto en pilar de roca, Edicto en roca viva, Stambha (pilar), ubicación de los edictos. (imagen tomada de: http://www.navrangindia.in/2017/10/rock-editcts-of-emperor-ashoka-sermon.html)

Entre budólogos, hay un debate acerca del tipo de Dharma que promulgó Asoka (o Piyadasi). Dharma, fue una palabra de uso común en la antigüedad y de uso común entre distintos grupos religiosos, esta palabra se usa para referirse a «ley, deber, justicia, religión, naturaleza, y/o cualidad esencial» y el Buda usó esta palabra para referirse a su enseñanza. El debate está en que, con esta palabra, Asoka, de manera deliberada hizo caber en su política de gobierno una diversidad de tribus y doctrinas, brahmánicas, jainas, ajivakas y budistas y no precisamente que la enseñanza del Buda fuera el eje de su política (v.gr., Tapar, 1958 Fogelin, 2015). Se ha discutido que el Edicto en Roca I y el Edicto en Pilar V, donde se habla de la prohibición de matar animales, va en contra de los brahmines y el Edicto en Roca IX va en contra de las prácticas indígenas del hinduismo primigenio (y ambos edictos a favor del budismo). Los edictos a los Ajivakas en las cuevas de la Montaña Khalatika (actuales Colinas de Barabar) sería una muestra de la aceptación y tolerancia religiosa que promulgó. Aunque, las inscripciones griegas y arameas de Kandahar traducen el concepto de Dharma, como eusebéia (piedad), alejada de todo sentido del término Dharma.

Existen una serie de historias vernáculas indias y cingalesas, conocidas como Avadanas. Estas historias fueron escritas en sánscrito y pali respectivamente, y tienen un origen budista. En ellas se cuenta las vidas de varios reyes, laicos o arhats, sus hazañas, y se exalta la retribución de los actos (karma). Entre ellas, en concreto, en los relatos del 26 al 29 del Divyavadana indio (Pāṃśupradānaavadāna, Kunālaavadāna, Vītaśokaavadāna y Aśokaavadāna) y los Mahavamsa y Dīpavamsa cingaleses se narra la vida de un rey poderoso y tirano llamado Asoka que se convirtió al Dharma e hizo grandes ofrendas a la Sangha. La relación entre estos textos y los edictos en roca, permitió a los investigadores concluir en 1915 que el rey «Amado de los Dioses que Mira Amablemente» de los edictos, es el mismo que rey Asoka de estas narraciones.

El Divyavadana es una compilación hecha entre los siglos II y IV de nuestra era y los Mahavamsa y Dipavamsa son del siglo V. O sea que, los hechos que en ellos se narran ocurrieron entre quinientos y setecientos años antes de compilarse. Los Avadanas más que ser un registro histórico, son un género literario edificante, cuentan una leyenda sobre las consecuencias de los actos, la conversión, los beneficios hacia la sangha y la liberación del sufrimiento. Estos textos son la parte legendaria y virtuosa de la historia de Asoka.

El discurso del Buda a Ananda, a propósito del niño que cien años después sería Asoka, es una historia que forma parte de otro género literario conocido como Jataka. En ellas se narran historias de nacimientos del pasado (o prerrenacimientos) del Buda y/o de bodhisattvas, escritas en pali, datan del siglo V de nuestra era y forman parte de la cesta de los suttas del canon pali. Este género, son una serie de discursos dogmáticos. O sea que esta es la parte doctrinal de la historia de Asoka.

Las fuentes históricas acerca del Imperio Maurya, vienen del encuentro entre indios y griegos y recuentos posteriores. Megastenes como embajador Seléucida en el Imperio Maurya de Chandragupta, escribió un libro llamado Indica. El libro de Megastenes está perdido, se conservan fragmentos editados, en las obras del historiador Diodoro de Sicilia (siglo I a. e. c.) titulada Biblioteca Histórica, (al menos en parte de los 15 volúmenes existentes del total de 40 que consistió su obra) y en la primera parte de la obra de Arriano de Niocomedia (siglo I e. c.) titulada también Indika.

O sea que las únicas evidencias históricas del imperio Maurya nos vienen de la época de Chandragupta. Aunque, nada se habla ahí de la Sangha ni del Buda. En los restos arqueológicos sí hay indicadores del Dharma, el Buda y la Sangha, pero nos vienen de unas inscripciones en roca cuya datación es inferida y su autoría atribuida.  

El remordimiento

Si hay algo de grandeza en Asoka es lo que las historias vernáculas y religiosas cuentan con fines moralizantes. Es todo. Hay más grandeza histórica en Seleuco I y Chandragupta quienes abrieron las relaciones entre Oriente y Occidente, para un intercambio socio-cultural entre griegos, indios e iranios. Ejemplo de ello fue la consolidación del comercio entre la ruta del norte de la India o Uttarapatha, con las rutas comerciales del camino Real Persas; la traza griega de los restos arqueológicos de la antigua Taxila y el arte en relieve de los frisos de la estupa de Sanchi y el palacio de Pataliputra, así como los famosos leones que rematan los edictos en los pilares de roca.

El león en el remate de un pilar de rey Piyadasi (Asoka) y león de Amphipolis, Macedonia. (Tomado de https://greekcitytimes.com/2022/09/26/emperor-ashoka-buddhism/)

Quizá querríamos atribuirle esta grandeza cultural a Alejandro de Macedonia, quien derribó el cerco que significó el imperio Aquemenida… Pero, a Darío III lo traicionaron sus hombres. Alejandro, a fuerza de masacre, se hizo con un imperio que no supo asegurar, y su temprana muerte no le permitió probar sus habilidades de monarca. Pero, sí, hay grandeza en Alejandro: la visión de atreverse a unificar Oriente Y Occidente en un solo mundo y querer hacerlo suyo.

No, en Asoka no hay tal. Tampoco la tuvo en la difusión del Dharma. Esa grandeza fue obra de los miembros de la Sangha que predicaron y se esforzaron por prevalecer pese a los embates de los imperios que les persiguieron.

De Asoka (lit: «sin dolor», «sin angustia»), solo nos queda el remordimiento, pues ese es el eje del relato que seguimos construyendo en su nombre.

Enlaces de Interés:

Jataka de La Profecía del Emperador Ashoka:
https://www.academia.edu/15300536/Jataka_del_Emperador_Ashoka

*Para la transcripción y traducción de los edictos, véase (en inglés):

https://www.accesstoinsight.org/lib/authors/dhammika/wheel386.html

Existen dos tesis en español dedicadas a Asoka: una de Postgrado del Colegio de México por R.E. García y una de pregrado en Historia de la Universidad de Zaragoza por A.S. Ibañez:

https://repositorio.colmex.mx/concern/theses/2z10wq572?locale=es

https://zaguan.unizar.es/record/56987/files/TAZ-TFG-2016-3089.pdf

La tesis de R. Topar de 1958 también está disponible online en la Universidad de Londres (en inglés):  https://eprints.soas.ac.uk/29395/

El Asokavada disponible en inglés: https://zenodo.org/record/5617219/files/Strong%201983.pdf

Alejandro Tapia Vargas. Doctor en psicología y diplomado en religiones por la Universidad Nacional Autónoma de México; con estudios de historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia; certificado en Buddhism Through Its Scriptures (Edx-Universidad de Harvard) y certificado en Indian & Tibetan River of Buddhism (Edx-Universidad de Columbia). Es editor consultor de la revista científica Spirituality in Clinical Practice (de la American Psychological Association) y podcaster de ‘Lectura del Sutra’ (por Spotify).