Budismo, salud y personalidad

ISMAEL APUD

La Universitat Rovira i Virgili (Tarragona, España), en colaboración con la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay), se encuentran realizando una investigación titulada «Cultura y personalidad en la práctica budista y otras prácticas religioso/espirituales». Se trata de un estudio donde se intenta comprender de qué manera las creencias y prácticas religiosas influyen sobre la personalidad y salud de sus adherentes. Para ello se utiliza un cuestionario de personalidad y algunas preguntas sobre práctica y creencias religiosas. El mismo se encuentra dirigido a personas hispanohablantes y puede accederse al mismo a través del siguiente enlace: https://forms.office.com/r/zcA4Zr5vmq

Gran Buda de Kamakura, Japón. Foto del autor, mayo de 2017.

El estudio de la relación entre el budismo, la personalidad y la salud no es algo nuevo, si bien no existen muchas investigaciones empíricas dedicadas al tema. Desde el punto de vista psicoterapéutico, el estudio de esta relación tiene una larga historia, aunque mayormente es abordada desde un punto de vista teórico y filosófico, y no propiamente investigativo. Por ejemplo, en 1945, la psicoanalista Karen Horney, publica su libro Nuestros conflictos interiores: una teoría constructiva sobre la neurosis (Editorial Psique, 1973) utilizando algunas ideas providentes del zen para desarrollar ideas sobre el yo, la moral y la compasión. Unos años después, Horney viaja a Japón y conoce a Daisetsu Teitarō Suzuki en persona.

En el año 1957, Daisetsu Teitarō Suzuki y Erich Fromm participan en un seminario sobre budismo zen y psicoanálisis, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México en la ciudad de Cuernavaca. Dicha ponencia dio lugar al célebre libro Budismo Zen y Psicoanálisis (Fondo de Cultura Económica, 1964), que ha vendido —y sigue vendiendo—millones de copias, y ha sido traducido a un gran número de idiomas. El libro se ofreció como un puente de comunicación entre el budismo y la psicoterapia, utilizando analogías y similitudes entre la filosofía zen y el pensamiento psicoanalítico. Tanto para Fromm como para Suzuki, el zen y el psicoanálisis proponen un camino de sanación a través del cultivo del autoconocimiento, la empatía y la compasión.

La conexión entre zen y psicoterapia continuará desarrollándose con el pasar de las décadas, y ya no circunscripta solamente al psicoanálisis, sino también a otras corrientes psicoterapéuticas de variada índole. Entender la práctica budista como una forma de psicoterapia fue una analogía para nada forzada, si pensamos el protagonismo que tiene el «cese del sufrimiento» en el camino budista, y la gran cantidad de prácticas que se desarrollan dentro del budismo en pos de desprenderse del mismo.

Desde un punto de vista antropológico más amplio, el budismo comparte ciertas cualidades con otros caminos religiosos y espirituales, que buscan también resolver el problema del dolor y el infortunio. Desde disciplinas como la antropología médica, prácticas como el ayurveda, la medicina china, el chamanismo y las prácticas de meditación, han sido entendidas como parte de sistemas médicos tradicionales, donde la búsqueda no es únicamente espiritual sino también de curación física y mental. Desde esta perspectiva, el budismo puede ser entendido como una matriz cultural que posee dentro de sí distintas prácticas médicas, que ayudan a monásticos y laicos en su pasaje por procesos de salud/enfermedad/curación.

Distintos tipos de sistemas médicos en las sociedades modernas. Figura del autor.

Desde un punto de vista biomédico, las religiones ofrecen un conjunto de creencias y prácticas que pueden impactar de distinta manera en la salud y la personalidad de sus practicantes. Por ejemplo, hay una gran cantidad de estudios que muestran una asociación positiva entre religión y salud, siendo los casos negativos mucho menores en número.  En cierta medida, los beneficios saludables de un camino religioso o espiritual no se relacionan directamente con la religiosidad en sí misma, sino con diversos factores asociados, como ser el soporte social, la promoción de hábitos saludables, la generación de estados psicológicos positivos (mayor autoestima, optimismo, esperanza), y la disposición de redes de soporte mutuo en situaciones de vulnerabilidad, enfermedad o crisis. Factores negativos también pueden estar presentes, como ser sentimientos de terror o agravios, a través de narrativas religiosas (ser castigado en el más allá), la negativa frente a procedimientos médicos (transfusión de sangre), el adoctrinamiento acrítico, entre otros.

En el caso del budismo, existen distintos factores que pueden potenciar una mayor salud en sus practicantes: i) la sangha en tanto comunidad budista que ofrece contención, apoyo y una red de vínculos sociales positivos, así como estimula hábitos saludables y desalienta prácticas nocivas; ii) las creencias budistas, que ofrecen una filosofía y cosmología ordenada, donde el practicante puede situarse a sí mismo en el mundo y elaborar estrategias y sentidos para el afrontamiento de infortunios y malestares cotidianos; iii) la práctica budista en sus distintas modalidades de meditación y devoción, muchas de las cuales parecen producir efectos positivos a través de interacciones psiconeuroinmunológicas.

Espacio abierto de meditación, Kenninji, Kyoto, junio de 2017. Foto del autor.

Desde un punto de vista psicológico, la evidencia sugiere que las religiones y espiritualidades no producirían cambios radicales en la personalidad de un practicante, aunque sí podrían efectuar algunos cambios en forma moderada. Por ejemplo, una persona introvertida no se transformaría automáticamente en extrovertida a partir de la adopción de una nueva práctica religiosa o un nuevo camino espiritual. Es decir, no por realizar meditación todos los días, o por asistir a la iglesia todos los domingos, nos transformaremos en personas extrovertidas, aunque sí es cierto que ciertas ideas y prácticas espirituales pueden ayudarnos a afrontar nuestras ansiedades sociales y disminuir nuestro grado de introversión. Lo mismo sucederá con otros rasgos, como ser la compasión, el altruismo, la impulsividad, la apertura hacia nuevas experiencias, la tendencia al orden, entre otros. Tomando nuevamente el caso del budismo, la práctica budista parece estar moderadamente asociada a rasgos relacionados con la empatía, la compasión, la autoestima, y un mejor estado de ánimo, entre otros.

En términos generales, si bien es cierto que quizás no podamos cambiar nuestra personalidad en su forma más constitutiva, sí podemos propiciar ciertos cambios positivos a través de cómo pensamos, sentimos y afrontamos la vida. En este sentido, el budismo, así como otros caminos espirituales, pueden ofrecernos distintas herramientas para afrontar la vida cotidiana y a nosotros mismos.

Más allá de la existencia de un tronco común de principios, la incidencia de la práctica budista en la personalidad de sus practicantes dependerá mucho de la corriente, los tipos de meditación utilizados, las características propias de la sangha, y los estilos de vida que se promuevan en ella. Lo mismo podría decirse de otros caminos religiosos y espirituales.

En nuestro proyecto de investigación nos hemos centrado en prácticas como el budismo, pero también nos interesa entender como otras religiones pueden influir en la personalidad y salud de sus participantes. Es por ello que hemos lanzado esta encuesta, donde pueden participar practicantes budistas, así como personas religiosas, espirituales, agnósticas y ateas.

Para participar en la misma (duración aproximada, 15 minutos) pueden dirigirse al siguiente enlace: https://forms.office.com/r/zcA4Zr5vmq

PhD Ismael Apud. Docente de la Facultad de Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Investigador, Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), Uruguay.

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