Bon Odori: Una danza con los ancestros
JOSEPH HOUSEAL
La ciudad de Kioto está situada en un valle, rodeada de bellas montañas boscosas y bañada por el río Kamo, que discurre de norte a sur. Es, sin duda, una ciudad diseñada como un mandala en un paisaje de auspiciosa geomancia. En el pico del verano, cinco colinas se inscriben con inmensos caracteres japoneses a los que se prende fuego, de formar que las letras sagradas arden en el cielo nocturno y forman, todas juntas, un círculo alrededor de Kioto. Esto es Obon, «la despedida». Durante los tres días del festival del Obon, los ancestros regresan a su progenie, quienes los reciben con festividades, comida, danzas y, finalmente, la gran noche en la que las montañas cantan con letras de fuego y toda la ciudad de Kioto suma fuerzas para enviar a los ancestros otra vez a su mundo.
El festival del Obon es una tradición budista-confucianista con una visión inusual de los demonios y la vida en el más allá. Según la leyenda, uno de los más devotos discípulos del Buddha Shakyamuni, Mokuren en japonés (sáns. Maha Maudgalyayana), descubrió que su propia madre estaba sufriendo en el más allá después de haberse convertido en espíritu hambriento. En la tradición budista, los espíritus hambrientos del más allá son seres insaciables, profundamente infelices y necesitados. No es muy diferente del infierno de Dante, en el que los pecadores están condenados a una sobredosis de su antiguo pecado. Los espíritus hambrientos son fáciles de reconocer: cuellos muy largos y estómagos hinchados, lo cual les provoca enormes dificultades para comer.
El Buda dio instrucciones a Mokuren para que ofreciera comida a su madre y a otros espíritus hambrientos y los invitara a este mundo, de modo que obtuvieran un poco de confort y compañía y pudieran así aliviar su sufrimiento en el más allá. Pasados tres días, el Buda dio instrucciones a la gente para que hicieran hogueras, pusieran velas flotando en el río y se reunieran con sus familiares y vecinos. Entonces el Buda les explicó que debían bailar. Y así, vistiendo kimonos tradicionales, divertidos y ligeros, danzaron. Todo el mundo danza. Las orillas del río Kamo se llenan de picnics durante todo el día y, durante toda la noche, se forman círculos de danza mientras la gente despide con canciones a los ancestros que vuelven al más allá.
En muchas partes del mundo, el verano es tiempo de reuniones familiares y el festival del Obon es un acontecimiento que acoge a todo el mundo, jóvenes y viejos, muertos y vivos. Todos ellos se reúnen para celebrar los buenos tiempos e incluso los ancestros tienen ocasión de contemplar a la presente generación y sentirse satisfechos. El Bon Odori, o danza Bon, es una danza interdimensional que dura cuatro horas, con gente cantando o un maestro cantor manteniendo las canciones al ritmo de la celebración. Un encuentro intergeneracional en el Obon de Kioto puede aglutinar a quince generaciones. Se trata sin duda de una gran danza.
Las variedades regionales de la danza del Obon son demasiado numerosas como para contarlas. Existe un gran orgullo y jolgorio local en estos festivales del fuego tan alegres y llenos de danza en el pico del verano. La gente de la prefectura sur de Tokushima está particularmente orgullosa de su Bon Odori, al que llaman Awa Odori. Este comienza con un gran desfile de bailarines y bailarinas. El gobierno municipal ha producido un hermoso video de ocho minutos que muestra la verdadera alegría y abundancia de danzas. Uno de los pasos de danza que distinguen el Awa Odori consiste en mujeres danzando sobre la punta de sus zapatos elevados de madera, llamados geita. Es algo tan emocionante como hipnótico.
El antiguo Nembutsu Odori también se representa durante el periodo del festival del Obon. Basado en la forma más simple del mantra budista namo amidha butsu, el famoso monje tendai Ennin (también conocido como Jikaku Daishi, c. 793–864) enseñó este mantra a los sencillos aldeanos como una forma segura de alcanzar la salvación y con la promesa de que, si lo recitaban, él les enseñaría una danza al son de los tambores que se utilizan para la recitación del mantra. Ennin quería que los tambores suscitaran el interés de los niños en la alegría de la ocasión. Al tiempo que el mal es repelido con el poderoso mantra, los tambores suenan a un ritmo lento y subrepticio, y la gente viste sombreros con flecos. Todo está diseñado de forma un tanto flexible, dejando un amplio margen para variaciones. Lo importante es la emoción, el misterio.
En conjunto, Bon Odori y Nembutsu Odori son historias de espíritus híbridas. Ya sean ancestros de todo tipo volando a la otra dimensión para hacer una visita de pocos días, o ya sean los propios familiares atrapados en la Rueda de la Vida y la Muerte, los divertidos y amables festivales del Obon cantan: «Estos son los días álgidos del verano y aquí estamos otra vez todos juntos. ¡Hasta el año que viene!»