Amor esculpido en piedra: una apreciación del arte budista desde una perspectiva no-budista

GUOYING STACY ZHANG

En el Tsz Shan Monastery Buddhist Art Museum de Hong Kong encontramos una escultura en piedra caliza que representa un par de manos sujetando un objeto cilíndrico. A primera vista, estas dos manos no tienen nada de budista. No vemos en ellas ni símbolos ni atributos de carácter budista. Este misterio, sin embargo, amplifica el encanto de la escultura, que ha hecho que muchos se detuvieran, la contemplaran y se preguntaran: ¿De quién son estas manos? ¿Qué sostiene esta persona? ¿Cuándo fue hecha esta escultura?

Manos de un discípulo, China, dinastía Qi del norte, reino Tianbao (550-59). Piedra caliza, altura 36 cm. Tsz Shan Monastery Buddhist Art Museum

La forma escultórica de las manos es humana y rítmica y la superficie tiene una pátina cálida y de un pulido suave. Sus aspectos visuales y su estética tienen reminiscencias de las esculturas británicas modernas, conocidas sobre todo por su abstracción biomórfica. La palabra biomorfo es un compuesto del griego bios (vida) y morphê (forma). Las esculturas biomórficas son abstractas, pero evocan formas vivas como plantas o el cuerpo humano. Uno de los ejemplos más paradigmáticos del género es Recumbent Figure 1938 de Henry Moore (1898–1986), que representa una figura femenina reclinada. Originalmente la escultura fue encargada para ocupar un lugar específico en los terrenos de una casa en Sussex. La forma ondulante y orgánica, según el propio Henry Moore, debía añadir un «elemento humanizante» y convertirse en una «mediadora» entre las colinas ondulantes y la arquitectura moderna.*

Recumbent Figure 1938, Henry Moore. Piedra caliza verde de Hornton, 88.9 × 132.7 × 73.7 cm. Tate.

Las manos de piedra en el Tsz Shan Monastery Buddhist Art Museum son claramente figurativas, pero de algún modo estilizadas e idealizadas, pues no muestran señales de género, edad o identidad cultural. Aun así, los visitantes de diversos orígenes pueden apreciar una sensación de protección, cariño y devoción. Estas cualidades emotivas y quizás también espirituales, pueden encontrarse también en Mother and Child 1934 de Barbara Hepworth (1903–75). Esculpida en dos bloques de piedra diferentes, la «madre» abraza y sostiene al «hijo». El conjunto puede representar la fuerza generadora de vida, como si el hijo emergiera del vientre de la madre. En el momento de crear esta pieza, Hepworth estaba embarazada de trillizos. Su experiencia como mujer y madre fue sin duda traducida a una feminidad divina en su obra. Como sus coetáneos masculinos, Hepworth practicó la dura labor de tallar la roca virgen a mano, pero aun así sus obras exhiben constantemente una sensibilidad y gracia únicas.

Mother and Child 1934, Barbara Hepworth. Piedra rosa de Ancaster, 26 × 31 × 22 cm. Fotografía de Jerry Hardman-Jones. © Bowness, Hepworth Estate

En el discurso budista, la metáfora de los padres y los hijos se suele utilizar para ilustrar un amor incondicional y desinteresado. Como argumenta el maestro Chan Thich Nhat Hanh, los cuatro elementos del verdadero amor son el amor-benevolente (sánscrito: maitrī), la compasión (karuṇā), la alegría altruista (muditā) y la ecuanimidad (upekṣā). ** Amar requiere una profunda comprensión del sufrimiento humano y de la interdependencia de todos los seres sintientes. Existe una similitud notable entre la forma como las manos del Tsz Shan sostienen el objeto misterioso y la forma como la madre en la escultura de Hepworth sostiene a su hijo. Ambas son afectuosas y tiernas, desprenden un amor y una belleza atemporales.

Manos de un discípulo, China, Dinastia Qi del norte, reino Tianbao (550-59). Piedra caliza, altura 36 cm. Tsz Shan Monastery Buddhist Art Museum

Sin embargo, no debemos olvidar que las manos del Tsz Shan, al contrario que las esculturas británicas modernas, no fueron creadas como piezas de arte autónomas. Gruesas marcas de cincel en la parte trasera de las manos indican que la escultura fue arrancada de su contexto original. Investigaciones recientes en la Universidad de Chicago han descubierto que las manos provienen de la Cueva Media del lado norte de Xiangtangshan (Montaña de salas resonantes), un complejo de cuevas budistas en la provincia de Hebei, en el norte de la China. Datan del periodo Tianbao (550–59) de la dinastía Qi del norte. El par de manos pertenecían a una estatua de Mahākāśyapa, uno de los discípulos principales del Buda. De hecho, después de la muerte del Buda, Mahākāśyapa lideró la comunidad monástica y presidió el primer concilio budista. En el budismo chino, Mahākāśyapa es también admirado como el primer patriarca de la escuela Chan.

Cueva Media, sector norte, Cuevas de Xiangtangshan, provincia de Hebei, China. Fuente: xts.uchicago.edu
Tokiwa Daijō y Sekino Tadashi, Shina bukkyō shiseki [Monumentos budistas en China], (Tokyo: Bukkyō shiseki kenkyu-kai, 1924–31), vol. 3, lámina 87

En cuanto a su importancia religiosa, las manos de Mahākāśyapa se pueden comparar a las Manos que oran de Alberto Durero (1471–1528). Un dibujo preparatorio para un tríptico titulado Retablo Heller destruida en un incendio en 1729, o una obra de virtuosismo por derecho propio, como se reivindicó más tarde, las Manos que oran se han convertido en un icono extremadamente popular del arte cristiano en Europa, el cual simboliza la veneración y el amor hacia Dios. *** Pero, ¿por qué fueron las manos de Mahākāśyapa arrancadas de un retablo budista sagrado? A principios del siglo XX, China se encontraba en un estado de convulsión política. Muchos lugares budistas, incluyendo Xiangtangshan fueron saqueados para satisfacer la demanda del creciente mercado de arte en Occidente y Japón. Mientras que muchos saqueadores codiciaban figuras enteras o cabezas de estatuas monumentales, algunos, probablemente no budistas, fueron cautivados por el puro atractivo visual de las manos. El acto del pillaje es efectivamente cuestionable, pero el ojo del saqueador por el buen arte es sin duda certero. 

Manos que oran, Alberto Durero, 1508. Tinta y lápiz sobre papel, 29 x 19 cm. La Albertina, Viena

La parte norte de Xiangtangshan, de donde provienen las manos del Tsz Shan, recibió patrocino imperial, por lo tanto, las manos son una muestra de la artesanía por excelencia de la dinastía Qi del norte. El artista que talló las manos en la China del siglo VI no habría tenido menos talento que Durero en la Alemania del siglo XVI o Moore en la Inglaterra del siglo XX. A pesar de ello, el maestro escultor permanece anónimo en la historia, como suele suceder cuando se trata de arte budista. El propósito del arte budista no es la expresión personal ni el éxito secular, sino elevar la espiritualidad y acumular mérito que en última instancia conducirá a la liberación del ciclo de renacimientos. En sus últimos años de vida, Moore estuvo enfermo e hizo muchos dibujos de sus propias manos. Moore hizo la siguiente observación:

Después de la cabeza y la cara, las manos son la parte más expresiva del cuerpo humano. Las manos pueden transmitir muchas cosas: pueden rogar o rechazar, tomar o dar, estar abiertas o cerradas, mostrar contento o ansiedad. Pueden ser jóvenes o viejas, bellas o deformes. … A lo largo de la historia de la escultura y la pintura uno puede encontrar que los artistas han mostrado a través de las manos los sentimientos que querían representar. Rembrandt, por ejemplo, utiliza las manos como medio de expresión casi tanto como la cabeza y sus rasgos. El modelo que tenemos más cerca son nuestras propias manos.…****

Estas palabras nos ayudan a vislumbrar la mente artística y creativa detrás de las manos del Tsz Shan Monastery Buddhist Art Museum. Algunos académicos sugieren que las manos sostienen un relicario para guardar una parte de las reliquias del Buda, mientras que los visitantes de origines culturales y religiosos distintos tienen su propia imaginación: una caja, una lámpara o un regalo. El par de manos gravadas en piedra por un artista oscuro hace mil quinientos años sigue evocando amor benevolente, compasión, alegría e inclusividad en quienes las admiran. Están imbuidas de amor e irradian amor. Ciertamente, es una lástima que las manos fueran arrancadas de su posición original, así como también es fortuito que tal separación haya abierto un sin fin de posibilidades interpretativas.

* Henry Moore en Sculpture in the Open Air, British Council film, 1955, transcripción reimpresa en Alan Wilkinson (ed.), Henry Moore: Writings and Conversations, Aldershot 2002, pp.258–9.

** Véase la obra de Thich Nhat Hanh, How to Love. Los cuatro elementos, en chino 慈悲喜捨, incluyen el concepto budista de los «cuatro inconmensurables» (brahmavihāra, 四無量心所). Mediante el cultivo de estas virtudes una persona puede mejorar su bienestar y lograr los estados espirituales más elevados.

*** Desde abril de 2020, he estado explorando similitudes artísticas y conceptuales entre el arte budista y el arte occidental. Los resultados han sido esperanzadores y tengo la intención de compartir más textos en el futuro.

**** Citado en Nicholas Robins y Robert Robins, “Hands and the artist — Henry Moore”, en The Journal of Hand Surgery: British & European Volume. Vol. 12, issue 1, 1987, pp. 140–43.

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