Abordando el entrenamiento mental

LILIANA ARIAS ROMERO

El potencial de la mente

Podemos decir que nuestra mente es como el agua de un lago cristalino. En el fondo, se encuentra un lecho de tierra sedimentada, además de piedras y arena que simbolizan nuestras emociones.

El agua cristalina representa nuestra esencia más pura: paz, alegría, amor y compasión. La naturaleza última de la mente es pura y libre de imperfecciones. Es inalterable en su esencia, aunque por ahora se encuentra oculta tras los velos del ego, el egocentrismo, las emociones aflictivas y las consecuencias de nuestras acciones erróneas. Solo al despojarnos de estas capas podremos descubrir y alcanzar nuestro verdadero potencial.

Para conectar con nuestras cualidades más profundas, es esencial que la mente esté calma y clara, como un lago prístino y sereno. Cuando se desata una tormenta, el agua del lago se vuelve turbia; de la misma manera, nuestra mente se altera ante las emociones que nos invaden. En esos momentos de agitación, cuando estamos preocupados, nerviosos, asustados o llenos de rabia, perdemos la claridad y el discernimiento, lo que nos impide acceder a nuestra esencia natural. Para recuperar nuestra mente cristalina, debemos desarrollar atención y aplicar la meditación.

La mente sin control

Todas las acciones negativas producirán resultados negativos, debido a la ley natural del karma. Cada acción negativa garantiza, indefectiblemente, la causa de nuestro futuro sufrimiento. No contemplamos todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Las cosas están cambiando todo el tiempo, pero creamos expectativas rígidas respecto a ellas, ponemos todo nuestro esfuerzo, energía y vida para conquistarlas, y nos aferramos a ellas tal como las pensamos. Está claro que así estamos tras un espejismo. Sin admitir la volatilidad de la realidad de las cosas, estaremos muy expuestos a la adversidad.

Durante la tormenta emocional, todo lo que percibimos—ya sea una situación, una persona o incluso nosotros mismos—se distorsiona por la intensidad de lo que sentimos. Esta confusión nos aleja de nuestra verdadera naturaleza, que es el amor y la compasión.

El desequilibrio de la mente se manifiesta de diversas formas. Puede aparecer como ira, enfado, aversión, deseo, pasión, apego, adicción o dependencia. Del apego a lo que nos gusta y de la aversión a lo que no, emergen emociones como el orgullo, la envidia y los celos. Estas emociones, a menudo destructivas y tóxicas, pueden afectar nuestra vida cotidiana y nuestras relaciones. Reconocer este patrón es el primer paso para encontrar un equilibrio emocional más saludable y liberarnos de esas cargas que nos limitan.

Todas estas emociones surgen por la falta de cuidado y emergen del miedo, la ansiedad y la preocupación. Debemos estar alerta, viviendo el momento presente con mucha atención, para evitar caer en el círculo de las emociones destructivas. En esos momentos de tormenta, la mejor técnica es conectar con el cuerpo y abandonar la mente afligida. Nos conectamos con la respiración, nos enfocamos en ella, la sentimos en nuestro interior y, así, liberamos el estrés.

Aclarando el cielo

La meditación es un ejercicio consciente en el que la mente está presente. Si vivimos el momento vívidamente, no es posible que surja ninguna aflicción. Esta es la manera de transformar la mente, eliminando los estados negativos que son el resultado de condicionamientos y tendencias del pasado. La única forma de desarraigarlos es desarrollando estados virtuosos a través de la meditación y con la correcta motivación en nuestras acciones.

Para meditar, es importante adoptar una postura correcta: sentados en posición de loto (piernas cruzadas), con la espalda erguida, la cabeza alineada con la columna, los hombros sueltos y balanceados, las manos cómodas en el regazo, la lengua pegada al paladar y los ojos cerrados o semiabiertos mirando hacia el piso en un ángulo de 45 grados. Empezamos poniendo mucha atención en el objeto de la meditación, el cual debe interesarnos; el más aconsejable es la respiración.

Soltamos el objeto cuando lo tenemos bien asimilado, cuando hemos logrado una conexión con él. Una vez estabilizado, desistimos del más mínimo intento de hacer algo y nos entregamos completamente al momento. Eventualmente nos distraeremos, pero volvemos otra vez al objeto en cuestión.

La técnica es sencilla, pero su implementación es el gran desafío. Requiere constancia, disciplina y un cambio de hábitos y conducta. Si queremos transformar nuestra conducta y viejos hábitos de autocomplacencia, es importante usar el poder de la familiarización, volviendo una y otra vez a la práctica de la meditación. Algunos consejos que acompañan este cambio son:

  • Rodéate de personas sanas.
  • Acércate a quienes inspiren tu entrenamiento.
  • Haz de tu práctica la brújula de tu vida.
  • Ten paciencia con la meditación y sé constante.
  • No te compares con los demás.
  • Simplifica tu vida.
  • Observa constantemente tus acciones.

La mente primaria, por su naturaleza, tiene la capacidad de eliminar los oscurecimientos, las tendencias, las emociones aflictivas y los patrones. Es capaz de auto depurarse porque nunca se ha manchado; todo aquello que la nubla son condiciones y elementos adventicios, como las nubes que van y vienen, pero que nunca son el cielo.

El egocentrismo, nuestro peor enemigo

Nuestro estrés y ansiedad provienen de nuestro egocentrismo, que es la raíz de todos los sufrimientos. Hay que admitir que, así como yo no quiero sufrir, todos los demás seres tampoco quieren sufrir, y así como yo quiero ser feliz, todos los demás seres también quieren la felicidad.

Todos tenemos diferentes formas de conseguir la felicidad, pero a veces, en su búsqueda, terminamos en el sentido contrario y acabamos en el sufrimiento. Queremos, a toda costa, satisfacer nuestras obsesiones; para ello no medimos nuestras acciones, exaltamos nuestras aflicciones y perdemos el control. Tomamos malas decisiones porque no podemos ver más allá de nuestras emociones.

Encontrando el verdadero amor

La felicidad genuina no depende de condiciones externas: parejas, posición, títulos, posesiones, etc. No es el producto de una conquista, o de una experiencia agradable, ni de una sensación de gratificación inmediata. Es un estado de paz que nos da libertad.  La meditación nos permite recuperar ese estado de satisfacción genuina.

La verdadera felicidad es el sincero deseo que todos los seres tengan la felicidad y las causas de la felicidad. Nuestra felicidad viene de querer la felicidad para los demás. Nuestro sufrimiento viene de la preocupación por uno mismo descartando a los demás. Nuestro amor por ahora es condicionado, porque creemos que dependemos de otros para ser felices. El amor genuino es imparcial y sin exigencias.

Lama Rinchen Gyaltsen. Foto: Mara Quintero.

Si comprendemos nuestro sufrimiento, seremos capaces de comprender el sufrimiento de los demás y desearemos que nunca sufran, podremos desarrollar empatía hacia los seres y reconocer su importancia. Pondremos las causas para que todos los seres encuentren su verdadera felicidad.

Para reducir este egocentrismo que es la causa de las malas acciones y nuestro sufrimiento, debemos cultivar el amor bondadoso y toda la gama del altruismo. La empatía nos lleva a un estado de igualdad con los demás, de sentir una genuina preocupación por el bienestar de los demás, a través de ella podemos alcanzar el estado de amor bondadoso.

Plantando las semillas de la virtud 

Plantamos las semillas de la virtud a través de la generosidad, la conducta y la paciencia. Estas semillas son tiernas, muy nuevas, y tomarán tiempo en su proceso de desarrollo. Nuestra mente se estará adaptando a esta nueva forma de ser. Tenemos que ser consecuentes y pacientes con nuestro cambio; de otro modo, caeremos otra vez en las acciones negativas.

Debemos cambiar nuestra manera de relacionarnos con el mundo y poner más atención en la buena motivación y la ética de nuestras acciones.

El agua de la compasión debe fluir por el canal creado por el amor 

Con una mente que desea la felicidad de los demás, y al haber comprendido el propio sufrimiento, el puente de la empatía que nos lleva del egocentrismo a igualarnos con los demás, nos ayuda a generar la aspiración genuina para que los seres estén libres del sufrimiento y ese deseo en nuestra mente es la compasión.

La compasión lo es todo, es la semilla que alimenta nuestro camino espiritual, porque despierta nuestra consciencia, nos saca de ese cascarón del yo y lo mío, podemos reconocer el sufrimiento de los seres, y eso empodera nuestro cambio, nos da la energía para continuar en el camino. Así deseamos obtener todas las cualidades de una mente despierta para ayudar genuinamente a todos los seres sin excepción.

La práctica de la compasión que es sólo al nivel mental es muy poderosa y transformadora puede florecer en cualquier terreno y no tiene prerequisitos como todo lo demás, que requiere de filosofía, tiempo de estudio y práctica, retiros, condiciones favorables para la práctica, etc. Su constante ejercicio, es como una pala que es capaz de retirar el sedimento que distorsiona el agua cristalina.

Transformando la adversidad en la oportunidad

Una mente que ha girado hacia la compasión se torna flexible y abierta, capaz de transformar la adversidad, el desapego a nuestro yo nos empodera con esta capacidad.

No se necesita tener las condiciones óptimas para empezar el cambio, se empieza donde se está, los factores externos no son una limitación. Con esta nueva actitud tomamos el control de nuestro futuro.

Sí, es cierto que vamos a experimentar adversidad, pero ya no será la causa de nuestro futuro sufrimiento, bajo otra perspectiva dejamos nuestras obsesiones y empezamos a relacionamos de una manera positiva con las condiciones presentes.

El templo de la sabiduría

Habiendo obtenido todas las cualidades virtuosas y desarrollado la recolección y la atención vigilante, esto nos permitirá acceder a una concentración unipuntual en nuestra práctica de meditación. Con este soporte, podremos embarcarnos para ir al encuentro de nuestra verdadera naturaleza: esa mente clara y prístina. Al fin, seremos capaces de experimentar directamente esa felicidad permanente a través de la meditación de la visión penetrante, que corta de raíz toda la distorsión. Así, alcanzaremos la paz y felicidad definitivas.

Fuente: «Módulo de Entrenamiento Mental Paramita España», Venerable Khenpo Rinchen Gyaltsen.

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Liliana Arias Romero es ingeniera industrial y se especializó con una maestría en finanzas corporativas. Se dedica a la gestión y dirección de proyectos.

Es estudiante de filosofía y meditación budista, además de practicante del Dharma del budismo tibetano Sakya.

Es autora de artículos budistas, coordinadora y tutora de grupos de estudio, así como colaboradora de Paramita España. También es instructora de meditación y estudiante de la lengua tibetana.