Salud mental y mindfulness

VENERABLE SANATHAVIHARI

Me gustaría comenzar con una enseñanza particular del Buda en el Agutara Nikāya. En ésta, el Buda les habla a los monjes: «Oh monjes, hay dos clases de enfermedades: una física y otra mental.  Es posible que una persona pueda permanecer un día, dos días, un año, diez años, cincuenta años o más, sin tener ninguna enfermedad física. Pero, es raro encontrar a alguien que no padezca una enfermedad mental, incluso, por un momento breve; excepto los que ya despertaron o llegaron a ser arahants.  Ellos son la única excepción.»

Venerable Sanathavihari en el International Buddhist Meditation Center en Los Angeles. Fotografía cortesía de Casa de Bhavana.

Otra cosa que dijo el Buda: «todos los seres están dementes».  Entonces, nos encontramos en una situación difícil, muy dramática; situación de la que se debe salir si es que todos estamos dementes.  Pero, por fortuna el Buda también dijo: «La mente en su estado natural es pura, pero solo se contamina a causa de factores contaminantes externos» (Ang. I.6). Lo que significa que hay un rayo de esperanza en este mundo: la mente puede ser purificada, a pesar de que actualmente todos estemos contaminados.  Tenemos, incluso, mejores noticias.  Nuestro doctor, la persona que nos ha de liberar del sufrimiento, llegó al mundo hace más de 2.600 años: el Sammasambuddha Gotama. El gran doctor en medicina y buen entrenador del carácter y la personalidad humanas.

Entonces, tras abrir con estas citas textuales deseo retomarlas en nuestra situación actual; en especial, atendiendo a la meditación, o a lo que la gente espera de ella, o a cómo es la meditación budista comparada con otras formas de meditación religiosa. 

Así que quiero hablar inicialmente, sobre lo que vemos en los suttas acerca del propósito del dhamma.  Podemos inferir que éste apunta a un 100% de salud mental, lo cual hoy, para el entendimiento moderno, parece imposible. Decirle a un profesional de la salud mental que usted está libre de perturbaciones mentales como ira, tristeza o algo semejante, sea por un año o por un mes, le haría detectar en usted signos de enfermedad, de que está delirando. 

Entonces, como budistas, y especialmente como budistas modernos, parecemos encontramos aquí en una situación problemática.  En especial los budistas occidentales, que solemos acudir mucho a la ciencia y usarla para promocionar el budismo y nuestras propias creencias. Pero, igualmente, deberemos reconocer los problemas que surjan así, y que esa misma ciencia que usamos como una categoría de autoridad para legitimar nuestras convicciones y prácticas, simultáneamente contradice el mismo sistema que procuramos impulsar.  Nosotros llamamos a esto disonancia cognitiva, es decir, vicikicca o «confusión», en términos budistas.

Bhikkhus y bhikkhunīs en el Sarathchandra Buddhist Centre North Hollywood California. Fotografía cortesía de Casa de Bhavana.

Resulta interesante analizar esta situación actual, y especialmente ahora que han surgido los movimientos de mindfulness (atención plena). Mindfulness sirve para todo; es la panacea que puede solucionar todos los problemas mundiales. Mindfulness sirve incluso para hacer cosas malas: para ser un mejor francotirador, para explotar a la gente, para hacer más dinero, para conseguir que sus empleados trabajen más horas. Para cualquier cosa absurda imaginable, ahí está mindfulness. Algunas veces, nosotros mismos como budistas divulgamos todos los beneficios que se derivan de mindfulness, en publicaciones o pláticas. Por tanto, debemos ser muy cuidadosos al intentar equiparar mindfulness y budismo, o, al menos, se hace necesario conocer los límites y objetivos del primero.

En el budismo, cuando hablamos sobre meditación y salud mental lo que se procura es deshacerse de todos los estados malsanos, para siempre. Esto también tiene implicaciones metafísicas, y concretamente, la liberación del renacimiento.  Los paradigmas psicológicos actuales no consideran que (de acuerdo al budismo) nuestras impurezas mentales provienen de incontables vidas pasadas.  Nuestra actual personalidad y patrones mentales, nos han seguido durante innumerables vidas.  Continuamos con los mismos hábitos, vida tras vida.  Y eso es algo a tener en cuenta cuando procuramos igualar estas dos cosas.  Además, en el budismo hay mucho más bagaje para purificar la mente, y no solo mindfulness, como todos sabemos. La práctica de sammasati (que la gente conoce informalmente como mindfulness) no es sino un componente del Noble Óctuple Sendero.

Estupa de Sarathchandra Buddhist Centre North Hollywood California. Fotografía cortesía de Casa de Bhavana.

El Noble Óctuple Sendero comienza con el discurso más importante del venerable Arahat Sariputta, llamado el Sutra sobre la Recta Visión (Samaditthi sutta). Sin la «Recta Visión», puede surgir entonces la «Visión No-Recta», en la que solo estás vagando a ciegas.  Puedes estar practicando meditación o aplicando los preceptos, pero, sin la Recta Visión, sin samma ditthi, no tendrás idea de a dónde estás yendo.  Y eso mismo entiendo de la meditación contemplativa actual.

Las prácticas de mindfulness en Occidente, realmente no conllevan a otra meta que al alivio de algunos síntomas. No hay un entendimiento real sobre el problema principal, que es deshacerse de la verdadera dificultad. En el budismo vemos que esta es tanha, usualmente traducida como «deseo» o «ansia»: kāmatanhā, bhavatanhā yvibhavatanhā.  Estos tres deseos son impulsos o anhelos que llevan al aferramiento o al apego. Y esos dos factores son los que nos mantienen en sufrimiento a cada momento, cada día, cada año, y también de vida en vida durante todo este samsara.  Este es propulsado solamente por esa fuerza de tanha. Y esto también debemos considerarlo al abordar la salud mental desde la visión budista.

Venerable Sanathavihari en San Juan Teotihuacán, México. Fotografía cortesía de Casa de Bhavana.

Aquí y ahora solo quiero compartir algunos conocimientos interesantes que he encontrado en los estudios, sobre las implicaciones de estas prácticas contemplativas de mindfulness que han sido extraídas del budismo. Vemos múltiples afirmaciones exageradas sobre los beneficios de mindfulness, apareciendo en internet, en diferentes artículos y periódicos. Así que he dedicado los últimos dos años a ver si realmente hay algo ahí.  ¿Qué se está promoviendo en realidad? Y… como una alerta: no es lo que creen que es. Así que debemos ser cuidadosos.

Por ejemplo, en un estudio de metaanálisis realizado en el 2015 comparando mindfulness con los antidepresivos en cuanto a su efecto en prevenir la recaída en depresión*, se mostró que la práctica de mindfulness tenía, al parecer, beneficios similares a la intervención con medicación en personas que padecen depresión. Pero solamente como coadyuvante en la prevención de recaídas; solo en este pequeño contexto, no para todas las demás personas con Trastorno Depresivo Mayor.  Sólo para quienes desean evitar recaídas, se ha hallado que mindfulness es tan bueno como las intervenciones físicas. Pero incluso entonces los mejores tratamientos para esto, se reducen a tomar los medicamentos regulares y a hacer TCC (Terapia Cognitivo-Conductual).  Pues la TCC, según varias evidencias, demuestra que supera al mindfulness; pues hay muchos más estudios sobre la TCC que sobre mindfulness.

Venerable Sanathavihari en Guadalajara, México. Fotografía cortesía de Casa de Bhavana.

Es preciso entender las limitaciones cuando hablamos de mindfulness.  Algunas veces, personas con problemas de salud mental vienen a los monasterios.  Es posible que hayan escuchado o leído alguna publicación sobre mindfulness, y entonces llegan pensando que, si comienzan a practicar anapanasati en el monasterio, van a recuperarse de la depresión.  Bien, quizás esto ocurra, pero las posibilidades de que suceda son muy pocas. 

Así que debemos ser cuidadosos ante esta demanda. Y seamos realmente honestos con ellos cuando lo piden. Hay que dirigirlos hacia los recursos más apropiados, que pueden ser junto a un profesional en salud mental, en lugar de tratar de hacer un «bypass espiritual»; es decir, huir de los problemas pensando que una meditación mágica puede resolver todas las dificultades. 

Además, un metaanálisis del 2010** sobre la terapia basada en la atención plena para la ansiedad y la depresión (MBT), declaró que la terapia basada en la atención plena fue moderadamente eficaz para mejorar los síntomas de ansiedad. El estudio también demostró que dicha MBT resultó eficaz para reducir los síntomas depresivos en personas con un diagnóstico de depresión. Sin embargo, también se indicó que la terapia cognitivo-conductual (TCC) es igual de efectiva para la ansiedad y la depresión.

Resumiendo: mindfulness ha demostrado ser eficaz reduciendo los síntomas, pero no es realmente mucho mejor que el tratamiento con Terapia Cognitivo-Conductual, como suele decirse. Pues, incluso pese a los miles y miles de artículos y publicaciones sobre el tema, realmente mindfulness no funciona como un tratamiento habitual, ni supera a la TCC o a otras intervenciones médicas con medicamentos.  Es solo algo adicional que puede funcionar con personas que no han logrado resultados con los tratamientos regulares. 

Considero que necesitamos ser conscientes de lo expuesto, y ser responsables como budistas o promotores de la meditación, o de la meditación-mindfulness.  Es a nosotros a quienes nos toca ser precisos en la interpretación de lo que realmente puede hacer o no la meditación.  Creo que una objeción obvia a lo que estoy diciendo, es: «Está bien; pero el Buddha dijo que a través de la meditación podemos superar todas las impurezas mentales.» Y es cierto. Creo que es así. De lo contrario no sería un monje budista.  Pero estas intervenciones de mindfulness no son precisamente lo que el Buddha enseñó. Esto se debe recordar.

Si queremos superar todos los problemas o suprimir las enfermedades mentales como un arahat o como un Buddha, entonces necesitamos practicar, pero por completo, el Noble Óctuple Sendero: sila, samadhi y pañña.  Podemos decir, sadha-sila-bhavana, o como cada quien prefiera dividir el Noble Óctuple Sendero. No se trata solo de sentarse y practicar mindfulness; es practicar igualmente las brahma viharas, practicar metta, practicar la meditación de la muerte (que para nosotros los occidentales es difícil, pues no tenemos cuerpos al alcance pudriéndose en las calles para contemplarlos y observarlos).

Adicionalmente, debemos practicar la ética; y también debemos practicar la caridad, que ambas son muy importantes. Además, necesitamos apoyarnos unos a otros.  Sabemos que nuestro mejor sistema de apoyo en este mundo, somos nosotros mismos.  El Buddha le dijo a Ananda que es imposible practicar el dhamma sin kalyanamitas, que son los amigos espirituales.  Entonces, solo en este contexto más amplio del Buddha sasana, del Noble Óctuple Sendero, podremos lograr la suprema y perfecta salud mental. Podremos vencer todos nuestros sufrimientos, pero no solo practicando mindfulness secular.

Aunque a esas personas a las que sí les ayuda podemos decirles «sadhu, sadhu, sadhu». Me hace muy feliz compartir las enseñanzas del budismo para ayudar a todos los seres que sufren. Porque ese es el principal objetivo del budismo: eliminar el sufrimiento, o al menos aliviarlo un poco. Por tanto, deberíamos poner las técnicas budistas a disposición de todo el mundo, para que todos se beneficien.  Pero también debemos conocer las limitaciones de sacar algo de la sasana del dhamma y ponerlo en otro lugar en donde resulta ajeno, y no tiene toda la riqueza para apoyar esa técnica individual.

*Kuyken, W. [et al.] (2015). «Effectiveness and cost-effectiveness of mindfulness-based cognitive therapy compared with maintenance antidepressant treatment in the prevention of depressive relapse or recurrence (PREVENT): a randomized controlled trial.» Lancet, 386 North American Edition (9988), 63–73. https://doi-org.msmc.idm.oclc.org/10.1016/S0140-6736(14)62222-4

**Hofmann, S. G. [et al.] D. (2010). «The Effect of Mindfulness-Based Therapy on Anxiety and Depression: A Meta-Analytic Review.» Journal of Consulting & Clinical Psychology, 78(2), 169–183. https://doi-org.msmc.idm.oclc.org/10.1037/a0018555

Sanathavihari, Palmdale. Fotografía de Diana Herrera

El Bhante Sanathavihari Bhikkhu, cuyo nombre de nacimiento es Ricardo Ortega, tiene 35 años de edad, y nació en Los Ángeles, California. Obtuvo un título de grado con especialización en religión, en la Universidad Militar Norteamericana, y luego sirvió durante nueve años en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Tras tres misiones tanto en Iraq como en Afganistán, a la edad de 30 fue ordenado como novicio (samanera) en la tradición theravada, en el Sarathchandra Buddhist Center, dentro del linaje de la fraternidad monástica Amarapura Nikaya. En el 2015, recibió su ordenación completa en el Maharagama Bhikkhu Training Center en la ciudad de Colombo, Sri Lanka. Hoy, el Bhante Sanathavihari es el líder de la Casa de Bhavana, una organización budista no sectaria dedicada a divulgar el dharma y a promover la práctica de la meditación. Adicionalmente, también se halla en una maestría en asesoramiento sicológico en la Universidad Mount Saint Mary’s de Los Ángeles, en donde funge actualmente como investigador asistente en el estudio del abuso posterior a la separación y personalidades de alto conflicto. Asimismo, es un facilitador certificado del Tratamiento Basado en la Atención Plena del Abuso de Sustancias (MBSAT).

Enlaces:

My canal de YouTube Ingles (Sanathavihari Los Angeles)

Mi canal de YouTube en Español ( Monje en la Modernidad)

https://www.casadebhavana.com/ (mi sitio de web)

sitio de web de mi maestro bhante punnaji (ingles)

Videos:

Meditación con Sanathavihari (2/17/22) Una mente sin medida

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