Ecofeminismos: Posibles aportes al Budhadharma
JUAN PABLO RESTREPO
Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»
Fue el filósofo noruego Arne Naess quien propuso el término Ecología Profunda con la intención de diferenciar dos corrientes en el naciente movimiento ambiental global que se gestaba en los años 70 del siglo XX. En su artículo de 1972 “The Shallow and the Deep Long Range Ecology Movements”, Naess (1973) dice que, a diferencia de la ecología superficial o reformista, la cual busca enmendar las consecuencias de la crisis ecológica a través de soluciones técnicas o superficiales, la Ecología Profunda propone un cambio de paradigma e indaga en las causas últimas y los aspectos filosóficos y espirituales de la crisis. Esta causa es identificada no solo con condicionamientos económicos o políticos (los cuales no deben ser descuidados en el análisis) estructurales de las sociedades del primer mundo sino con una visión del mundo o un trasfondo de sentido que, para Naess, es caracterizado fuertemente por la ideología de producción y consumo de los países ricos occidentales (Naess 2018: 65). La ecología profunda es así una crítica radical (Merchant 2005) al sistema imperante que tiene como énfasis la relación entre el humano y la naturaleza. George Sessions y Bill Devall, dos de los principales exponentes en los inicios de la Ecología Profunda, dicen acerca del movimiento:
Su principal preocupación ha sido lograr un cambio importante de paradigma en la percepción, los valores y los estilos de vida, como base para reorientar el camino ecológicamente destructivo de las sociedades modernas de crecimiento industrial. Desde la década de 1960, el movimiento de largo alcance de la Ecología Profunda se ha caracterizado filosóficamente por dar un paso del antropocentrismo al ecocentrismo y por el activismo ambiental. (Sessions y Devall 1995: ix)
Si para la Ecología Profunda el antropocentrismo se concibe como una de las raíces de la crisis ecológica, para las corrientes ecofeministas no se debe dejar de lado una crítica radical al patriarcado y la dominación masculina. La intuición fundamental y el aporte de los ecofeminismos consiste en mostrar la relación intrínseca entre la dominación de las entidades no humanas (antropocentrismo) y la dominación de las mujeres por parte de los varones (androcentrismo). En esta perspectiva, hay pues una estrecha relación entre la crisis ecológica y las desigualdades de género. Según la filósofa norteamericana Karen Warren, lo que tienen en común estas dos relaciones (hacia las entidades no humanas y hacia las mujeres) es una lógica de dominación que hace posible la opresión. Sin embargo, no hay que olvidar que los ecofeminsimos están constituidos por diversas voces: «Todas las ecofeministas coinciden que hay conexiones importantes entre las dominaciones injustificadas de las mujeres y la naturaleza, pero están en desacuerdo en cuanto a la naturaleza de esas conexiones…» (Warren 2000: 21)
Según Warren, la relación entre dominación de la naturaleza y patriarcado que exploran los ecofeminismos ha sido estudiada en diferentes interconexiones (Warren 2000: 22-37). En este ensayo me limitaré a señalar dos de ellas: La conexión histórica resalta el surgimiento, en determinado periodo histórico, de una lógica de dominación hacia las mujeres y la naturaleza. Un ejemplo paradigmático de esta dimensión sería el análisis de Carolyn Marchant en su libro La Muerte de la Naturaleza, el cual analiza el surgimiento sincrónico de la imagen mecanicista y de dominio sobre la naturaleza propias de la ciencia moderna (hacia el siglo XVI), la industrialización y la quema de brujas en Europa y Norteamérica.* Dice Marchant:
Más y más personas empezaron a experimentar la naturaleza como algo alterado y manipulado por la tecnología de la máquina. Se estaba produciendo una lenta pero unidireccional alienación respecto de aquella relación orgánica cotidiana que había sustentado la experiencia humana desde el inicio de los tiempos. Estos cambios fueron acompañados por alteraciones en las bases teóricas y prácticas de la organización social que había sido parte integral del cosmos organicista. (Merchant 2023: 112)
Y más adelante ratifica esta conexión del nuevo paradigma con la dominación patriarcal:
La imagen de la naturaleza que triunfó durante la era moderna fue la de un reino desordenado y caótico que era necesario someter y controlar. Esta naturaleza salvaje e incontrolable se asociaba con la mujer… las imágenes de la naturaleza y la mujer eran reversibles… la mujer era tanto virgen como bruja. La mujer indisciplinada, al igual que la naturaleza caótica, necesitaba ser controlada. (Ibid: 181)**.
Las conexiones conceptuales, en la propuesta de Val Plunwood (2002), por ejemplo, resaltan el rol histórico de los dualismos conceptuales, tales como razón/pasión, naturaleza/cultura, humano/naturaleza, etc. en la constitución de la lógica de dominación que ha oprimido a las mujeres y la naturaleza. Val Plunwood dice:
La Razón, el elemento «viril» en el alma, se oponía a los elementos «femeninos» inferiores y corruptores, que incluían las áreas supuestamente «suaves» de las emociones y los sentidos. Así, el racionalismo inscribe en la cultura una serie de oposiciones dualísticas entre la razón, la abstracción, el espíritu y la mente, por un lado, y la materialidad, el cuerpo, las emociones y los sentidos por el otro… La razón concebida de esta manera está radicalmente separada del orden «caótico» material, corporal, ecológico y social, que se trata como un componente no esencial e inferior de la vida. (Val Plunwood 2002: 20)
El aporte ecofeminista al movimiento ambiental es, pues, resaltar el vínculo existente entre la lógica de dominación que oprime a las mujeres y los trasfondos de sentido que subyacen a la crisis ecológica. El movimiento ecofeminista ha dado lugar a una zona de reivindicaciones interseccionales y una comprensión de las múltiples raíces que constituyen la crisis ecológica. La razón por la cual los ecofeminismos utilizan el sufijo «feminista» en el análisis de las causas de la crisis ecológica y la exploración de posibles alternativas al actual predicamento, se debe a que: 1. Permite resaltar las interconexiones entre la lógica de dominación que subyace al patriarcado y otros más que humanos: 2. Denuncia el proceso de feminización de la naturaleza y naturalización de las mujeres como estrategia de dominación; y 3. Examina la lógica de la dominación proveniente de marcos conceptuales patriarcales (Warren 2001).
Posibles aportes del ecofeminsimo al budismo
Según la maestra budista Damcho Dianna Finnegan, entre el ecofeminismo y las tradiciones budistas debe existir una sinergia: al mismo tiempo que las comunidades budistas pueden aprender del movimiento ecofeminista, este último puede nutrirse de la crítica radical a la existencia de un yo autónomo y separado propia de la práctica y análisis filosófico del buddhadharma. En las recientes Jornadas Internacionales de Budismo y Ecología llevadas a cabo por la Fundación Dharma-Gaia y la RIEB, la maestra budista resaltaba la intersección entre la crítica ecofeminista a la «hiperseparación» de la cultura patriarcal (representada de manera paradigmatica por la interconexión teórica antes señalada por Val Plunwood) y la noción budista de la interdependencia.
De esta manera, la consideración budista de la interdependencia, en donde la separación radical entre un yo y un otro busca ser superada, resulta análoga a la crítica de la hiperseparacion que el ecofeminismo (al menos en los aportes teóricos de Val Plunwood y Karen Warren) considera una de las fuentes básicas de la institución del patriarcado. Tal como lo dijimos antes, la hiperseparación es la base de la lógica de la dominación que declara tanto a las mujeres como a la naturaleza como inferiores, lo que incentiva su explotación. El ecofeminismo y el budismo tienen en común una crítica al yo aislado, separado y autosuficiente, propio de la tradición occidental moderna, y buscan construir perspectivas relacionales.
Por un lado, considero que las diferentes tradiciones budistas pueden aportar al movimiento ecofeminista, y al movimiento ambiental en general, desde un lugar práctico y experiencial, donde la crítica al yo aislado y la hiperseparación no representa solo una cuestion teórica, sino que requiere el cultivo de un ejercicio espiritual sostenido en el tiempo, a traves de prácticas como la reflexión y la meditación. Asimismo, considero que el diálogo entre los ecofeminsimos y el budismo puede incitar en el buddhadharma una revisión de su propia constitucion ontológica, en particular, de los dualismos que aun residen en ella. Con respecto a este dualismo, dice el filósofo David Loy: «El dualismo cosmológico y la salvación individual que promueven la indiferencia a los problemas ecológicos y sociales, parece aplicarse a algunas enseñanzas budistas, pero no a otras… nuestros problemas sociales y ecológicos nos invitan a clarificar cómo las enseñanzas budistas pueden ser comprendidas hoy» (Loy 2019: 58).
El esclarecimiento del vínculo entre la crisis ecológica y el buddhadharma al cual invita David Loy, requiere de un análisis que, por un lado, distinga los aspectos problemáticos de la doctrina en el marco de catástrofe ecológica y, por otro, actualice su potencial liberador en el marco de la sexta extinción masiva que hoy atravesamos. Los ecofeminismos advierten sobre el nexo entre dualismo y patriarcado que subyace a la lógica de dominación en la cual, tanto mujeres como no humanos, se encuentran inmersos. Los ecofeminismos, y en particular los ecofeminismos territoriales en América Latina, nos recuerdan que estos dualismos subyacen a relaciones de dominación hacia las mujeres y la Tierra, las cuales debemos comprender, resistir y superar. Considero importante para cualquier proyecto de emancipación contemplar las maneras en que los dualismos y las lógicas de dominación se instituyen en los cuerpos y territorios, generando exclusión de algunos cuerpos y zonas de sacrificio con el fin de satisfacer modos de vida imperiales. Los ecofeminismos, por tanto, remiten a nuestro compromiso de liberación de todos los seres, base de nuestra práctica del buddhadharma, y buscan hacer carne el voto del mahayana por el cual actualizamos la liberación en esta tierra, lugar que, en palabras del Dalái Lama (2020), es el único hogar que conocemos.
Bibliografía
Dalái Lama y Franz Alt (2020) Our Only Home: A Climate Appeal to the World, London: Bloomsbury.
Loy, David (2019) Ecodharma: Buddhist Teachings for the Ecological Crisis, Somerville: Wisdom Publications
Merchant, Carolyn
– (2005) Radical Ecology. New York: Routledge
– (2023) La Muerte de la Naturaleza. Buenos Aires: Siglo xxi
Naes, Arne (1973) “The Shallow and the Deep, Long-Range Ecology Movement: A Summary.” Inquiry 16, no. 1 95-100.
Sessions, George y Devall, Bill (1995) “Preface” en Deep Ecology for the Twenty First Century. Boston: Shambala Publications
Shiva, Vandana y Mies, Maria (2015) Ecofeminismo. Buenos Aires: Econautas
Val Plunwood (2002) Environmental Culture: The Ecological Crisis of Reason. New York: Routledge
Warren, Karen J. (2000) Ecofeminist Philosophy. Boston: Rowman & Littlefield Publishers
Notas:
* Vale la pena citar en extenso el incisivo comentario de Vandana Shiva sobre este texto de Marchant: «Carolyn Marchant demostró… convincentemente que las ciencias naturales modernas, especialmente la mecánica y la física, se basan por encima de todo en la destrucción y la subordinación de la naturaleza como organismo vivo –y como un organismo entendido, de hecho, como femenino– y que la culminación de este proceso es la consideración de la naturaleza sólo como materia prima muerta, que el gran ingeniero (blanco) disecciona en sus elementos mínimos y luego los recombina en nuevas máquinas totalmente obedientes a su voluntad. Merchant demuestra que esta nueva dominación de la Madre Tierra llevaba necesariamente aparejada la violencia… Bacon declaró que debía obligarse a la naturaleza mediante tortura a ceder los secretos que atesora avaramente, como una mala mujer, robando de ellos a sus hijos (varones). Lo que Marchant no señala, pero que sin duda salta a la vista en el trasfondo de la casa de brujas contra la Madre Naturaleza propugnada por Bacon, es que esos tabúes fueron violados por primera vez, y probablemente con los mínimos escrúpulos, en las tierras colonizadas por el Hombre Blanco: Suramérica y el Caribe» (Shiva y Mies 2015: 110)
**«Los interrogatorios a que eran sometidas las brujas, como símbolo del interrogatorio a la naturaleza; la sala del tribunal, como modelo de su inquisición y la tortura ejercida con dispositivos mecánicos, como medio para subyugar el desorden: todos fueron elementos fundamentales para instalar el método científico como forma de poder. Para Bacon, al igual que para Harvey, las políticas sexuales contribuían a estructurar el carácter del método empírico, y esto generó una nueva forma de conocimiento y una nueva ideología de la objetividad aparentemente desprovista de los presupuestos culturales y políticos» (Merchant 2023: 237).
Juan Pablo Restrepo estudió filosofía en la Universidad del Valle, Cali-Colombia. Ha enseñado por más de 15 años yoga y meditación. Es practicante de budismo en las tradiciones indo-tibetana y zen. Es representante para Suramérica de G.P.I.W (Global Peace Initiative for Women), organización que crea diálogos y encuentros entre líderes espirituales y jóvenes ambientalistas. Es doctorando en filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente investiga temas relacionados al Antropoceno, la catástrofe ecológica y la manera en que ésta afecta las narrativas espirituales. Es miembro activo del Núcleo de Etnografías Amerindias (NuetAm) dirigido por Dra. Florencia Tola y del Grupo de Estudios Posthumanos dirigido por Dra. Gabriela Balcarce. Vive en Epuyén, un lugar en la Patagonia Argentina, donde construye junto a su pareja Jade Sívori, un espacio de encuentros, retiros y actividades que aporten a la sanación y liberación del humano y la Tierra.