Una interpretación ecosófica de la experiencia budista de ganying

MARIA ELVIRA RIOS 

Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»

«Ganying […] acerca de su ganying,

eso es lo que tienes que preguntar a los peregrinos en la montaña»

Monje Juezun,

Zhongnanshan, Shaanxi, China.

Probablemente la fuente literaria más temprana que menciona el ganying (感應) se halla en el clásico chino, Yijing (s. v-iiia. e. c.) o Libro de los cambios (Bingenheimer 2016). Entre los siglos iv y ii a. e. c. se consideraba un fenómeno sonoro y cosmológico fundamental, en que los objetos resonaban según modelos y dinámicas compartidas (Meilin Chinn 2013). De ahí el vínculo que se establece posteriormente entre el ganying y la música y la idea de equilibrar la política con el sonido armónico del dao. El ganying también se entiende como las reacciones espontáneas que preceden al pensamiento, ideas presentes en el Zhuangzi (s. iv a. e. c.) y su relación con la idea de wu wei (el no obrar o actuar según el movimiento natural, espontáneo). Más adelante, en el Huainanzi (aprox. s. ii a. e. c.) se concibe como la interrelación de todas las cosas de acuerdo con patrones prestablecidos, que surge espontáneamente y no se origina por agentes externos. De lo anterior se deriva que el ganying cumple un papel fundamental en sistemas de correspondencias, donde destaca la correlación entre la realidad humana y celestial (天人想感). (Ver Needhmam 1956, Graham 2012, Le Blanc 1985, Campany, Hamar 2011.)

Templo en la montaña Nanwutai en Zhongnanshan con un cartel en la entrada que dice «el ganying de los espíritus sobrenaturales». Fotografía de María Elvira Ríos

Cuando el budismo llega a China, se adaptan conceptos que se incorporan a las interpretaciones doctrinarias, kármicas o a la explicación de sucesos de la naturaleza o aspectos sobrenaturales. Robert Sharf (2002) realiza un completo análisis de la idea de ganying en el budismo, y concluye que el principio de ganying, estímulo-respuesta o resonancia empática se utilizó para explicar presagios celestiales, retribución moral, eficacia ritual, ciclos naturales y astronómicos, agitaciones políticas, etcétera (Sharf 2002, 97). Esta diversidad interpretativa de la experiencia de ganying permite hasta hoy escuchar o leer múltiples historias calificadas como ganying donde un buda o un bodhisattva se encuentran en situaciones que van, por ejemplo, desde pedir por la sanación de una enfermedad hasta sueños o visiones con la deidad, que responde a la plegaria de la persona que sufre, y direcciona el estímulo, para recibir una respuesta compasiva que le permita salir de un sufrimiento, muchas veces interpretado como el karma de sus vidas pasadas. Algunos de estos relatos ocurren en montañas sagradas, donde la naturaleza cumple un papel fundamental.

Lo que me pregunto y también invito a indagar/practicar/experimentar es si en los casos en los que la naturaleza participa en una experiencia budista de ganying, esta se debe interpretar solamente como una manifestación por parte de la deidad que responde al estímulo o quizá estamos ante una experiencia de unión espontánea con la naturaleza, que se logra al experimentar una situación en que algo de la naturaleza se manifiesta —como la presencia de nubes, neblina, lluvias intensas, el sonido del río, la inmensidad de un bosque, el canto de las aves o el grito de un mono—, y activa la intención sincera de la recitación de mantras, la realización de ritos, todo ello en sintonía con el sonido, la respiración y la acción del espacio natural. Desde ahí, desde ese estar/ser como uno más, se presentan las condiciones para que el sonido del mantra, del nombre de un buda o de un bodhisattva resuene con el sonido natural y se logre una respuesta beneficiosa.

Bosque en la montaña Nanwutai, Zhongnanshan, China. Fotografía de María Elvira Ríos

Esta experiencia también nos permitiría realizar una interpretación contemporánea del valor fenomenológico de ganyingen la concientización y renovación del espacio y, por lo tanto, protección de la naturaleza. Esa idea sería posible cuando esta unión purifica y renueva la mente/cuerpo. Esto último resuena con las interpretaciones ecológicas budistas chinas, donde la idea de «tierra pura» es central: el concepto de campo de tierra búdica purificado por un bodhisattva se entiende como purificar tanto el mundo interior de los seres sintientes como el mundo exterior en el que habitan (Ver definición de jìngtú en Buswell y López 2014). Para esto, se requiere purificar las mentes de los seres. Yang Huinan analiza la frase «en la medida en que la mente es pura entonces la tierra búdica es pura» (隨其心淨則佛土淨) del Sūtra Vimalakīrti, postulado que se convierte en uno de los más emblemáticos del discurso ecológico del budismo chino. Como señala Seth Devere Clippard (2012, 274), Yang pone énfasis tanto en la mente como en el medio ambiente, y argumenta que la frase que se extrae del Sūtra Vimalakīrti debe leerse como una oración bicondicional, es decir, que ni la mente ni el medio ambiente externo se pueden purificar sin la purificación del otro.

Este postulado es fundamental para las interpretaciones ecológicas que se han desarrollado en el budismo y apunta a la importancia de la práctica personal para concientizar la protección, regeneración o restauración de la naturaleza dañada por el ser humano. Aún más en el caso de la experiencia de ganying en un espacio natural sagrado, que se podría interpretar como la mente pura que puede preservar el espacio natural: una mente dañada no es capaz de preservar la naturaleza, simplemente porque no logra verse a sí misma como una más de la naturaleza, por lo que está separada de ella. Pero en el momento en el que la mente centra su atención en una situación o fenómeno de la naturaleza, es posible sentir gan (感, mente/corazón no se separan), percatarse desde la emoción que le permite una conexión/unión y un ubicarse en el mundo como un ser más y, desde ahí, surge el sentimiento de acción sincera, honesta, ya sea en un rito, canto de mantras, acción compasiva u otros, que concluye con una respuesta ying (應) del buda o el bodhisattva. Esto, sin dejar de haber experimentado ya respuestas de la propia naturaleza; es decir, dentro de un gran ganying puede haber múltiples resonancias.

Es salir del estado «desnaturalizado» en el que vivimos, donde el ritmo lineal y artificial nos ha alejado profundamente del estado atento y consciente de ser uno o una con la naturaleza. En las bibliografías de monjes eminentes (ver Kieschnick 1977) se relatan historias en que los monjes, ya despojados del ego/yo y conectados con la naturaleza, manifiestan esa «suprema sinceridad que evoca resonancia» (至誠所感)  y se conectan con los animales, plantas y espíritus de la naturaleza.

Sendero, montaña Nanwutai, Zhongnanshan, China. Fotografía de María Elvira Ríos.

La sinceridad de la acción es el estado fundamental para lograr el ganying. En ese estado honesto o sincero se despliegan los elementos de la naturaleza, que adquieren una significancia cosmológica/emocional/sensorial/estética. De esto último es posible pensar en una experiencia ecosófica, aquella sabiduría de la ecología, la que se manifiesta en acciones que nos trasladan a ese estar y ser armónico con la naturaleza. De esta manera, es posible purificar la mente y regenerar el espacio como otro ser más, que sintoniza con el canto natural y dialoga con esa otra especie que, desde la voz de maestros antiguos como Jizang (549-623 ) Jingxi Zhanran (711-782), son seres de naturaleza búdica, y alcanzar así el estado de no dualidad.

Referencias

Buswell, Robert E. Jr. y Lopez, Donald S. Jr. 2017. The Princeton dictionary of Buddhism (libro electrónico). Princeton: Princeton University Press.

Campany, Robert Ford. 1996. Strange Writing. Albany: State University of New York Press (SUNY series in Chinese philosophy and culture).

Chinn, Meilin. 2013. «Sensing the Wind: The Timely Music of Nature’s Memory». Environmental Philosophy 10 (1): 25-38.

Clippard, Seth Devere. 2012. Protecting the Spiritual Environment: Rhetoric and Chinese Buddhist Environmentalism (Disertación presentada como requisito para la obtención del doctorado en filosofía). Arizona State University.

Graham, Angus Charles. 2012. El Dao en disputa. La argumentación filosófica en la China antigua. Trad. de Daniel Stern y revisión de Flora Botton. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.

Hamar, Imre. 2011. «Creating Huayan Lineage: Miraculous Stories About the Avataṃsaka Sūtra». OE 50, 182-192.

Kieschnick, John. 1997. The Eminent Monk. Buddhist Ideals in Medieval Chinese Haiograghy. Honolulu: Kuroda Institute, University of Hawai’i Press.

Le Blanc, Charles. 1985. Huai-Nan Tzu 淮南子 Philosophical Synthesis on Early Han Thought. The Idea of Resonance (Kan-Ying 感應) With a Translation and Analysis of Chapter Six. Hong Kong: Hong Kong University Press.

Needham, Joseph. 1956. Science and Civilisation in China, vol. 2: History of Scientific Thought. Cambridge: Cambridge University Press.

Sharf, Robert H. 2002. Coming to Terms with Chinese Buddhism. A Reading of the Treasure Store Treatise. Honolulu: Kuroda Institute, University of Hawai’i Press.

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MARÍA ELVIRA RÍOS (1980), es doctora en estudios de Asia y África, con especialización en China, del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México (2015). Sus publicaciones abordan temáticas en torno al budismo chino contemporáneo, cultura e idioma chino. Ha publicado sus investigaciones en diversas revistas académicas. Actualmente dicta el curso Estética Budista en el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile y es postdoctorante Fondecyt (3190076) en la misma institución, con la investigación “La reflexión ecológica del budismo chino”.

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