Inmortalidad e invencibilidad. Primera parte: el sistema de los 108 louhans

JOSEPH HOUSEAL

Dos grandes maestros del templo Shaolin, Shi De Ru (Shawn Xiangyang Liu) y Shi De Yang (Shi Wan Feng), discípulos sucesores del difunto Gran Gran Maestro Shi Su Xi, hacen una exhibición de formas de defensa personal a partir de los 108 louhans. 1995. Licencia de Creative Commons

La mutua influencia e interrelación entre el taoísmo y el budismo en China es un vasto proceso de integración que duró siglos y se desarrolló en varios niveles: religioso, social, artístico, filosófico, poético y marcial. Siendo esto así, la fusión de ambos resulta un tema esencial en cualquier estudio riguroso del taoísmo o del budismo en China. Más aun, el estudio de su coexistencia estructural es al mismo tiempo complejo, sutil y con varias superposiciones.

Las artes marciales taoístas, conocidas como artes marciales internas, derivan en última instancia de prácticas de longevidad que tienen por objetivo conseguir la inmortalidad. Las artes marciales budistas, conocidas como artes marciales externas, derivan del combate y tienen por objetivo la invencibilidad. Cuando el taoísmo y el budismo se encontraron en la esfera de las artes marciales monásticas, los conceptos de inmortalidad e invencibilidad también se entremezclaron.

Es importante señalar, en los preliminares de esta discusión, que en el núcleo de la cultura china y la occidental encontramos actitudes diametralmente divergentes. La cultura China exhibe con orgullo a sus tres maestros: Lao-Tse, Confucio y el Buda, como esencia de la práctica y del legado religiosos de la China. Ideas y prácticas de excelencia se veneran y se sincretizan. En cambio, las religiones occidentales luchan, conquistan y derogan otras religiones y tradiciones. Además, como regla general, no adoptan conceptos potencialmente útiles de otras religiones. La unión del taoísmo y el budismo en las artes marciales chinas es, en sí misma, un reflejo de esta notable virtud sincrética de la cultura china.

Los tres catadores de vinagre, de Kanō Isen’in, período Edo, c. 1802-16, tinta y color sobre papel. Confucio, Buda y Lao Tzu en un legendario encuentro. Imagen cortesía del Honolulu Museum of Art.

Esta breve serie de artículos examinará algunos aspectos que ponen al descubierto las influencias del taoísmo y del budismo en las artes marciales chinas. Esta primera parte presenta el sistema de los 108 louhans del entrenamiento físico marcial tal y como se enseñaban en prestigiosos monasterios taoístas a principios del siglo XX. Los luohan se conocen también como arhats, semisantos en la tradición budista, no exactamente bodhisattvas. En cierto momento, la convención en el arte y en la leyenda fijó el número de luohan en dieciocho y estas dieciocho personalidades tienen su correlato con diferentes principios y acciones budistas, como la meditación o la doma de un tigre. 

Los 18 Louhans, instalación escultórica en el Monasterio de los 10.000 budas en Sha Tin, Hong Kong. Fotografía de Jamielynn Olson

Existen muchas versiones del Luohan Quan, tal y como se conoce. El que practican hoy los monjes Shaolin consiste en una tabla de ejercicios físicos básicos. En el sur de la China, tanto en monasterios taoístas como budistas, los 18 luohan se subdividieron en varias partes cada uno, creando así un sistema de 108 ejercicios de entrenamiento con sus consiguientes acciones mentales. Éstas podían consistir en acciones mentales de concentración en cierta virtud o en imitar a un animal.

No existen muchas descripciones de la vida en los monasterios taoístas antes de la China moderna y todavía existen menos traducciones de las descripciones que se han conservado. Destacan entre ellas la traducción de Thomas Cleary del entrenamiento como mago taoísta de Wang Liping, escrita por tres magos taoístas de la secta de la Puerta del Dragón: Opening the Dragon Gate (Abriendo la Puerta del Dragón, Tuttle, 1996). Otra joya del destino es la biografía de Guan Shihong, que entró en el Templo del Pico del Sur en Huashan (una de las montañas más sagradas de China) a los nueve años, alrededor de 1920, cuando su abuelo, guerrero aristocrático, se le pidió como favor personal al gran maestro de Huashan.

Crepúsculo en la Montaña de Huashan, de Zhang Ding. 1983. Fuente: chinadaily.com.cn

Guan Shihong es el único mago de la secta Zhengyi-Hushan que ha vivido fuera de la China. En California, otro chino-americano, Deng Ming-Dao, hizo una crónica de la vida de su maestro, su entrenamiento y sus enseñanzas. Las narraciones de esta obra son un pequeño milagro de devoción: The Wandering Taoist (El taoísta errante, Harper 1986).

Wu Chanlong, del Taiping Institute, explica que el Quan de los 108 louhans que Guan Shihong aprendió es un sistema muy elaborado, que incluye más de 108 formas, siendo 18 de ellas consideradas como raíces. Existen grupos de ejercicios con diferentes nombres, como los 18 métodos de los Arhats, Pequeño y Gran Arhat, Doma del Tigre, 18 caídas de los Arhats, El Arhat Ebrio, y también el Boxeo del Gorila, los Ocho Pasos, el Florecer de la Ciruela, y muchos más. Existen también prácticas con armas, con grupos de 108 armas, incluyendo 35 formas con armas largas y 72 con armas cortas, y más de 24 grupos combinados. Todos ellos forman parte de los 108 louhans.

Los 108 louhans era un arte marcial budista que incluía tres partes: calistenia, aligerar el cuerpo y defensa personal. Este entrenamiento integral se utilizó en el templo taoísta del Pico del Sur en los años 1920s, especialmente entre chicos de una edad aproximada de doce años. Guan Shihong explica: «Los 108 louhans fue un sistema de artes marciales que llegó a Huashan durante la dinastía Tang, cuando maestros hindúes, budistas y taoístas, poco interesados en el faccionalismo religioso, se unieron para intercambiar conocimientos. Al encontrar similitudes entre el yoga kundalini y la meditación taoísta, los maestros taoístas e hindúes acoplaron las técnicas físicas, dejando incluso que éstas mantuvieran el aspecto de fidelidad a sus respectivos dioses. Los taoístas enseñaban meditaciones budistas sobre la circulación de la sangre y ejercicios internos. A su vez, los budistas dieron a los taoístas su arte marcial externo: el sistema Luohan.»

El sistema Luohan era divertido de aprender y fácil de memorizar, porque a cada luohan le correspondía una virtud y una acción. Huashan es una montaña legendaria, peligrosa, mística, con varios microclimas y sistemas de tiempo atmosférico. Para un grupo jóvenes novicios taoístas, ambiciosos y competitivos, la montaña entera se convirtió en un campo de entrenamiento. En concreto, los ejercicios del luohan para aligerar el cuerpo podían llegar a ser brutales. El maestro empujaba a los chicos a peñas de varias altitudes, causando, de forma invariable, algún que otro tipo de molestia en forma de golpe.

«Pero mira como el ciervo sube brincando la montaña, levantando su centro de gravedad», se les diría a los pupilos. «Y mira cómo el tigre se agazapa bajando la montaña, lentamente, extendiendo las patas delanteras y tirando el centro de gravedad para atrás. Mira como hacen sus cuerpos más ligeros.» Cuando el momento era oportuno, Guan Shihong podía aterrizar sobre sus piernas sin importar de qué risco se lo empujara; podía aterrizar sobre una pierna, podía aterrizar sobre sus manos, podía aterrizar sentado. Podía llegar a la cima de una montaña saltando y podía bajar luego silenciosamente, sin ser notado.

Al cabo de dos años se aprendían los 108 louhans. Solamente después de haber completado los 108 louhans, con los ejercicios externos consolidados, podían enseñarse los ejercicios internos del herborismo y el qigong taoísta. El budismo en las artes marciales tiene mucho que ver con el concepto y la preparación de la protección. El taoísmo en las artes marciales tiene mucho que ver con la transformación. Los próximos artículos se adentrarán en estos aspectos de la inmortalidad y la invencibilidad.

Tres Arahats, de Chen Xuanxing. Inscripción de Muan, color en seda. No. 3 de 18 rollos colgantes, Manpuku-ji, Japón. Libro de seda, 1683

Joseph Houseal es el director de Core of Culture, una organización dedicada a la salvaguarda del mundo cultural intangible y a asegurar la continuidad de tradiciones de danza antigua allí donde se originaron. Como expresión religiosa, filosófica y ritual, la danza tiene un papel crucial en la práctica del budismo, el taoísmo, el hinduismo y otros sistemas de creencias asiáticos. Largas y sostenidas transmisiones de formas de movimiento aparecen en las expresiones artísticas religiosas, en las que la iconografía performativa es tanto un código místico como la ilustración del movimiento. Ancient Dances (Danzas Antiguas) pone en su punto de mira los aspectos de la danza y la espiritualidad para fomentar su práctica y apreciación entre los lectores, también para crear consciencia cultural en nuestro mundo cambiante. Utilizamos la danza como prisma para explorar estados de consciencia y representaciones simbólicas. Ancient Dances se publica mensualmente.

Pueden leer la segunda parte de este artículo aquí

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