Entrevista a Lama Rinchen Kandro, directora del Kagyu Tekchen Chöling
BELÉN AZAROLA
Este artículo es parte de nuestra edición especial «Mujeres y budismo en los países de habla hispana».
Líder espiritual de la tradición vajrayana en Argentina, dirige el primer Centro para la enseñanza y la práctica tradicional del budismo tibetano de Latinoamérica desde 1992 junto a Lama Sangye Dorje, bajo la bendición de Dorje Chang Bokar Rinpoche y su santidad Gyalwang Karmapa.
Lama Rinchen Kandro es la primera mujer argentina que devino lama después de asumir la dirección del Centro y tras realizar un retiro de 3 años, 3 meses y 3 días según la tradición Shangpa Kagyu en el Monasterio Kagyuling de Kalu Rinpoche. Como directora del Kagyu Tekchen Chöling, se dedica a la guía en el estudio y la práctica e imparte enseñanzas de forma vivencial en meditaciones y pujas semanales, retiros y actividades complementarias, mientras transmite los fundamentos del budismo tibetano a partir de seminarios de estudio que imparte regularmente cada año. Coordina visitas de grandes maestros en las que ejerce de traductora, principalmente del inglés y del tibetano al español. Ha contribuido en la traducción escrita de enseñanzas esenciales del vajrayana y en la enseñanza del idioma tibetano a hablantes de español en clases dictadas en el Centro de Dharma basadas en el manual de Idioma que ella misma ha escrito.
Belén Azarola: Dentro de la tradición tibetana hay una enorme presencia de mujeres como maestras, dakinis… ¿qué diría usted sobre el lugar de la mujer en esta tradición y qué ve en Argentina?
Lama Rinchen Kandro: Es cierto que en el Tíbet hubo maestras. Por ejemplo, las que fundaron el linaje Shangpa Kagyu: Niguma y Sukhasiddhi, dos dakinis de sabiduría. También la originadora de lo que se llama la tradición de chöd en la que, si bien la enseñanza se apoya en un maestro indio, la práctica se apoya en la enseñanza de esta maestra, Machig Labdrön. Luego hay muchas que no son tan conocidas, pero están en los relatos de las biografías escritas de maestras o de dakinis a lo largo de los siglos desde que llega el dharma al Tíbet.
A mí me ha tocado algo particular, por eso lo quería compartir. Kármicamente o dhármicamente me conecté con este linaje de Kalu Rinpoche y Bokar Rinpoche que está íntimamente ligado al Shangpa Kagyu. Hice mi retiro en la tradición Shangpa Kagyu, aunque también hay mucha presencia del linaje Karma Kagyu de Karmapa.
Por un lado, era conectarme con estas maestras como originadoras del linaje y, por otro, lo que pasó en el retiro. Lo hice en la década de 1980, nuestro retiro era la cuarta camada y el anterior Kalu Rinpoche (1905-1989) siempre tuvo confianza en las mujeres. Muy tradicional en su forma de enseñar, pero teniendo una ecuanimidad total con los occidentales hombres o mujeres. En su monasterio, yo creo que más bien porque no sintió que era el momento o porque priorizó su difusión en Occidente, no había un lugar para las monjas. Había simplemente una casita donde estaba su hermana y otras monjas y tenían realmente un rol inferior, digamos, no despectivo, pero no de tanto protagonismo como los monjes.
A mi retiro vino una monja butanesa y me contaba: «Yo no podría haber hecho esto ni en Bután ni en la India». En los ochenta no había posibilidad de que una monja oriental pudiera hacer el retiro. Por ejemplo, un maestro llamado Thrangu Rinpoche, al ver la obra de Kalu Rinpoche con las mujeres, abrió un centro de retiro, pero ya avanzada la década de 1990 y eso nos permitía… bueno, como me crie en un ambiente en el que la mujer tenía el mismo rol que el hombre, cuando me tocó viajar por primera vez a la India ahí me di cuenta de que la cosa era un poquito distinta. No hay tantas mujeres lamas que no sean monjas.
BA: Esa es su particularidad.
LRK: Claro. Por ejemplo, en Argentina soy la única lama no monja.
BA: ¿Y en el mundo?
LRK: Y en el mundo son pocas. Cuando hay eventos, por ejemplo, me gusta ir a los eventos que hace Karmapa en la India, llamados los Kagyu Monlam, en Bodhgaya, donde se juntan muchísimos monásticos, como se dice, hombres o mujeres, y a mí no saben dónde ubicarme.
A los lamas [hombres] los mandan con los monjes pero que yo vaya con las monjas queda rarísimo, entonces termino yendo con los monjes. Todos hombres en un sector del pabellón y yo sentada ahí con ellos porque tampoco me quieren mandar con los laicos, porque voy vestida con mi ropa de dharma. Y me han pasado cosas muy anecdóticas cuando organizan los chinos, que son mucho más severos con la conducta, no saben realmente, quedan descolocados y me mandan a hacer una fila, después otro me llama que tengo que venir a esta fila… esas cosas.
A los tibetanos mismos les resulta raro llamarme lama. Mi maestro, Kempo Donyo Rinpoche, me dice Lama Rinchen. Pero cuando es un asistente suyo o el secretario del monasterio o algo así, les suena rarísimo decirme lama entonces me dicen ani-la que es la palabra para «monja» que ahora se está cambiando mucho porque Karmapa considera que es una palabra despectiva o no tan correcta, y tampoco me quieren decir por el nombre porque es como llamarte con tu nombre de pila. A veces me dicen madame, porque no saben, no les calza decirme lama. Cuando escuchan a mi maestro llamarme lama abren los ojos. Hasta hoy que estamos organizando los Kagyu Monlam me escriben como ani-la.
BA: ¿Qué significa ani-la?
LRK: Bueno, ani-la… ani quiere decir «tía» y la es una sílaba que se pone al final de un nombre para darle un contexto respetuoso y afectuoso. Entonces, cuando vos conocés a alguien, podés decirle lama-la, que indica respeto y que sos alguien conocida para él o para ella. Entonces quedó ani como «tía», es como si fuera la tía del monasterio. Alguien que está ahí asistiendo a los monjes.
BA: ¿Y en qué sentido podría ser considerado despectivo?
LRK: Bueno, porque no le están dando el rol. Es alguien que decidió tomar los votos para renunciar a los placeres sensoriales del samsara y dedicar su vida a la práctica, al estudio y a la práctica y al servicio del dharma. Por eso Karmapa dice que se las tiene que llamar tsun-ma. Tsun es «venerable» y ma lo hace «la venerable». Les está costando a los propios tibetanos moverse de la palabra ani-la a tsun-ma. Y les llevará un tiempito creo, es un pedido de Karmapa, y en nuestro linaje están todos considerándolo.
BA: Es importante el cambio en el lenguaje, en definitiva, la denominación…
LRK: Sí, claro, claro. Una cosa es si la conocen mucho, que entonces la llaman por el nombre, pero después hay lamas que viven todo el tiempo en ese contexto de monasterio y que les cuesta muchísimo decirles tsun-ma, les parece que es demasiado.
Es algo que se está moviendo muchísimo en estos años. En el contexto de los tibetanos en India hay muchos pasos que ha dado Karmapa para bien. Por ejemplo, ha habido hace poco las primeras camadas de geshemas. El título geshe, muy conocido en la tradición Gelugpa, fue obra del Dalai Lama, por supuesto, no de Karmapa. Les ha permitido a las monjas no solo hacer retiros sino también seguir toda la universidad budista al cabo de la cual tenés el nombre de geshe y entonces ahora hay monjas con títulos universitarios y se las llama geshemas. Incluso hay un título superior.
BA: ¿Podría nombrar alguna mujer que la inspire particularmente en el camino del dharma y contarnos alguna historia sobre ella?
LRK: Aprecio muchísimo a Pema Chödrön. Esta monja americana discípula de Chögyam Trungpa Rinpoche es maestra sostenedora del linaje de Shambhala junto con el hijo de Chögyam Trungpa.
Es alguien que tiene un rol muy importante en Estados Unidos en la formación de gente. Aprecio su honestidad, aprecio su coraje, aprecio su capacidad de enfocarse en lo que es más importante, aprecio su compasión, esa compasión que no tiene que ver con complacer al auditorio sino realmente ayudar al que quiere aprender. No la conozco personalmente. En algún momento pensé en invitarla, ahora siento que tiene su edad y tiene una agenda brava, pero bueno… simplemente tendría que probar.
BA: ¿Qué recomendación le daría a esa persona que está inspirada por la enseñanza, quisiera acercarse y no sabe cómo?
LRK: En principio que se dé el tiempo. Por suerte en Argentina cada vez hay más lugares representativos de los diferentes linajes. Quizás en vez de meterse en internet directo, mejor acercarse al lugar y conocer a la persona que está a cargo. No es necesario pedir una entrevista personal, porque me imagino que cada director de centro está bastante ocupado, pero sí acercarse a una actividad abierta o una charla informativa o lo que fuera y fijarse muy bien en el sostén de ese centro, cuál es el linaje de ese centro y en particular cuál es el maestro sostenedor de ese centro que siempre va a ser, en nuestro caso, un lama realizado o un Rinpoche. Entonces ahí sí puede rastrear la autenticidad o la orientación de ese centro