El sueño de una utopía (III): Shambhala, el reino escondido
FEDERICO ANDINO
(todas las traducciones son del autor, salvo que se indique)
En el segundo artículo de esta serie estuvimos hablando de la más famosa de las tierras puras, Sukhavati «la tierra del placer». Si bien, como mencionamos, existen múltiples otras tierras puras, nos interesa presentar una que ofrece un modelo casi opuesto a la de Sukhavati: Shambhala.
Antes de describirla, tenemos que hablar de su origen, tanto el mítico como el historiográfico. En el contexto mítico, se considera que el rey Suchandra, de un reino de Asia Central pidió al Buda Shakyamuni que enseñara un tantra adecuado para su reino. El Buda Shakyamuni así lo hizo, enseñando el Tantra de Kalachakra (Duky Khorlo, en tibetano, cuyo nombre significa «Ciclo Temporal» o «Rueda de Tiempo»), deidad que se volvió la protectora del reino de Shambhala. Mediante la enseñanza de Kalachakra, el Rey Suchandra pudo transformar a su reino en una tierra pura que permaneció oculta en el medio de las invasiones de bárbaros (Sk. mleccha), identificados como los seguidores de las corrientes monoteístas.
Si esta parte suena extraña en un texto budista, hay que tomar en cuenta el contexto historiográfico. El Tantra de Kalachakra fue el último de los grandes tantras escritos en la India budista en el siglo XI de la era común. Este momento coincide con la persecución y el exilio del Buddhadharma de la India por parte de la doble embestida hindú y musulmana. La mayor parte de sus templos habían sido destruidos y sus adeptos masacrados, con lo cuál es comprensible que la figura de los mleccha aparezca como negativa. En esa época Shakyasribhadra, el último abad de Nalanda, huyó al Tíbet. Junto con Atisha, otro practicante del kalachakra, fueron parte importante de la transmisión del conocimiento de esa deidad y por extensión de Shambhala.
Otra de las características especiales de kalachakra es el estilo del tantra: a diferencia de la mayor parte de los Tantras (que son, en esencia, colecciones de hechizos y yogas) el Tantra de Kalachakra claramente es una síntesis producida por un grupo reducido de personas o aún por un solo autor, con una estructura definida que sintetiza muchas de las ramas y ciencias medievales de la India, de origen hindú o budista, tales como la embriología, la astronomía, la medicina, etc. en un solo sistema. En cierta forma, este Tantra es el compendio más sintético de la tecnología espiritual de la India medieval.
Esto puede observarse históricamente en el origen del reino de Shambhala. Shambhala no aparece históricamente en un contexto budista, sino que es el pueblo de origen de uno de los avatares de Vishnu, la deidad hindú. Este avatar, Kalki, derrotará a Adharma «no-dharma» en un combate épico del futuro.
En la historiografía budista de Shambhala los mismos elementos aparecen y vuelven, con corte más budista. Ya no hay un avatar de Vishnu, sino un linaje de reyes llamados Kalki. El último de estos, Raudracakrin, en el año 2424 de nuestra era destruirá las causas de la ignorancia del Dharma (o adharma), mediante los ejércitos y armas que se entrenan en Shambhala. Como se podrá ver, un relato similar al del Kalki Purana, si bien con un enfoque más budista: aquí los mlecchas no son destruidos, sino sus símbolos y sus enseñanzas.
Entonces ¿cómo es descripta esta Shambhala budista?
Si bien Shambhala es quizás la tierra pura que más variaciones posee en las descripciones, hay elementos que son consistentes. Es una tierra circular, rodeada de una cadena montañosa (en algunas versiones, la montaña Kailash, en el borde entre Nepal, China e India es una de las montañas que la rodean) con forma de loto. De cuántos pétalos es el loto varía, existiendo relatos de cuatro, ocho, dieciséis, veinticuatro, treinta y dos, sesenta y cuatro y ciento ocho pétalos. Pero en general cada pétalo es un valle formado por un desprendimiento de la cadena montañosa principal. En cada «pétalo» podemos encontrar una ciudad, con un estilo retrofuturista nepalí, que combina tecnología como rayos láser y naves espaciales con forma de discos (llamados «vimanas») con un estilo nepalí de arquitectura. En el «tallo» de los lotos hay una serie de pasajes de montañas llenos de pueblitos.
En el centro del loto, rodado de una serie de campos y valles, se encuentra la ciudad de Kalapa, capital del país de Shambhala. En esta ciudad, poblada por seres de todos los tiempos, podemos encontrar una mezcla de artes tradicionales, ashrams de práctica yógica, tecnología futurista y deidades medievales. En el centro se encuentra el palacio del rey Kalki de cada época (en el año en que escribo esto, 2021, el rey es Aniruddha). En el centro del palacio se encuentra Kalachakra, la deidad que es el tiempo cíclico en unión con su dakini, Vishvamatr, la madre de la diversidad.
Como en Sukhavati, todo ayuda a la práctica. La ciudad de Kalapa está llena de rishis (sabios) que enseñan los yogas de Kalachakra de forma simple. Todo el mundo trabaja en lo que interesa y tiene una forma de aplicar los yogas y los rituales en su trabajo diario. De hecho, al ser un nexo entre los tiempos y poder un nivel tecnológico superior al de la mayor parte de las tierras puras (que son bastante pastorales) y hasta de nuestro mundo actual, la enseñanza del Dharma es mucho más fácil en Kalapa.
Quizás la mayor diferencia entre Shambhala y el resto de las tierras puras es el grado de diversidad que su población posee. Sí, tierras como Zangdok Parli u Orgyen son tierras de práctica tántrica, pero en general sus practicantes son puramente yogis. En Shambhala podemos observar desde artesanos hasta científicos conviviendo en una sociedad budista orientada a la iluminación. Si, en Sukhavati o Abhirati podemos acceder a enseñanzas tántricas que tratan temas como la medicina o la astronomía; temas que están íntimamente ligados en la concepción medieval india. Pero solo en Kalapa encontramos instituciones dedicadas a su enseñanza. También podemos encontrar en tierras como Potala guardianes del Dharma, pero solo Shambhala cuenta con un ejército organizado, que invadirá nuestro mundo en el futuro no tan lejano.
Es llamativo que la tierra pura menos popular del budismo, si de practicantes hablamos, haya generado tanta trascendencia en Occidente, pero sin duda Shambhala lo ha logrado. Podemos encontrar rastros de ella en Apollonio de Titana, en Czoma de Kóros, Nicholas Roerich habla de ella en una serie de libros. Fue inmortalizada como Shangri-la, la fantasía colonialista par excellence por James Hilton y los nazis la buscaron bajo el nombre de Agartha. Hasta el movimiento hippie le dedicó canciones: Shambhala de la banda americana Three Dog Night es probablemente la más conocida. Cuando llegó a Estados Unidos en esa época, Chogyam Trungpa decidió llamar a su organización Shambhala y se autonombró Sakyong «protector de la tierra», el equivalente terreno de los reyes Kalki.
Pero no solo en el mundo occidental Shambhala ejerció influencia. La Unión Soviética encontró en el modelo de una sociedad atea, orientada a la ciencia en el medio de Asia dónde la propiedad privada no existe el antecedente del comunismo soviético. Múltiples expediciones lideradas por exploradores soviéticos la buscaron, así como un gran número de lamas comunistas proclamaron a Shambhala como el paraíso soviet. Este modelo de Shambhala como la utopía comunista fue extremadamente popular hasta la muerte de Vladimir Lenin y el ascenso del Stalinismo; Stalin se ocupó especialmente de exterminar a todos los proponentes de la existencia de utopías que pudieran competir contra su visión de una Unión Soviética subyugada a su poder.
Entonces: Shambhala es esta tierra pura tan compleja. Paraíso soviet, Ragnarok retrofuturista, Polis tántrica. ¿Cómo se puede acceder a ella? ¿Es, cómo Sukhavati cuestión de creer en ella?
Lamentablemente, el camino a Kalapa es más complejo que a Sukhavati. Siendo parte del movimiento tántrico, las guías de viaje para Shambhala son manuales de combinaciones de yoga, rituales y peregrinajes de alta complejidad. En ellos, el yogi debe viajar por todo el mundo, haciendo ofrendas y pasando por lugares riesgosos para poder completar su peregrinaje. Debe viajar a tierras lejanas y ahí hacer ofrendas con mantras secretos a espíritus caníbales. Debe ganarse la ayuda de las dakinis, que lo comerán si se equivoca. Debe encontrar pasajes escondidos, cuevas mágicas y solicitar la ayuda de Budas, de deidades y protectores. Debe cruzar ríos con la ayuda del Rey de los Peces y convencer a nagas que no lo envenenen.
Estos viajes, junto con los rituales mágicos que requieren, están explicados de forma abreviada en los manuales de viaje a Shambhala. Muchas veces, simplemente hacen referencia a otros sistemas («recitando el mantra de Vajrabhairava, el yogi debe hacer el siguiente gesto…») lo que requiere por lo menos un conjunto de prácticas bastante complejo, sumado a los diferentes viajes dimensionales. Esto hace que los yogis que puedan acceder a Shambhala sean especialistas, muy buscados y famosos dentro de la comunidad tibetana. El más famoso de ellos Mipham, era conocido como Jamyang, es decir Manjushri¸ el Buda de la Sabiduría misma.
Paradoja, esto es Shambhala misma: una tierra pura pacífica preparándose para la guerra. La más difícil de las tierras puras para acceder, pero la que más ha logrado penetrar tanto las artes como la política del resto del mundo. Una ciudad dónde no existe la casta social, la propiedad privada o el tiempo mismo, pero que cada día está más presente en nuestro mundo. Una ciudad dónde la Madre de la Diversidad cabalga el Tiempo Cíclico hasta poder transformar a todo nuestro mundo en una utopía retrofuturista.
Algunos textos para ahondar este tema:
- Sambhala, la Tierra de los Sabios – Torricelli y M.L. Marín
- Tantra de Kalachakra: Rito de iniciación – S. el Dalai Lama y J. Hopkins
- Red Shambhala – Znameski