El privilegio de Ceilán

ALEJANDRO TAPIA VARGAS

Cuenta la tradición que, en Ceilán, el hijo de Asoka, Mahinda, predicó el Dharma, y que su hija mayor, Sanghamitta, plantó una rama del mismo árbol bajo el cual se iluminó el Buda. Ellos fundaron el primer monasterio y ordenaron a bhikkhus y bhikkhunis. Fue en Ceilán donde se pusieron por escrito las enseñanzas del Buda. Puestas las cosas así, uno podría preguntarse: ¿de qué privilegio gozó Ceilán durante esa época que permitió tales desarrollos?

Se dice que no fue un privilegio, sino una catástrofe. Lo que despertó la necesidad de dictar y poner por escrito las enseñanzas del Dharma fue una hambruna causada por la guerra, junto con la muerte de theras (ancianos). Si los maestros que conocían los discursos del Buda morían, se puede imaginar la urgencia de esta tarea en dicho contexto. Por la cantidad de discursos del canon pali, sabemos que no debió haber sido una tarea fácil, ni una actividad que se llevara a cabo en unos pocos meses.

Ceilán

Antes de la llegada del budismo, la isla de Ceilán estaba compuesta por un conjunto de chozas habitadas por los propios cingaleses, así como por otros grupos de descendencia dravídica, como los tamiles y los cholas. En la isla también residían algunos brahmanes hindúes y bengalíes.

En aquel entonces, la forma de religiosidad predominante consistía en cultos a los yaksas, espíritus de la naturaleza, y a los nagas, divinidades acuáticas en forma de serpientes. No hubo una presencia dominante de los brahmanes al menos hasta el siglo V a.e.c., antes del establecimiento de Anuradhapura.

Mapa de Ceilán. Fragmento de The path of the buddha. The Ronald Press Company. 1956.

Anuradhapura fue la primera ciudad y reino de Ceilán, ubicada en la parte centro-norte de la isla. El rey Pandukabhaya la fundó en el siglo V a.e.c. y erigió numerosas estructuras religiosas a su alrededor, incluyendo santuarios y capillas dedicadas a los yaksas, así como ermitas para los ascetas desnudos (niganthas) y habitáculos para los mendicantes errantes que habitaban la isla.

En sus orígenes, Anuradhapura no fue propiamente un centro del poder. A lo largo de la costa sur de la isla, se consolidó el reino de Rohana. Al este de Ceilán, en la región de la montaña, otro grupo tomó forma: el Malaya, y al oeste, entre la región montañosa y la costa, se formó Kagalla. Fueron gobiernos separados por condiciones geográficas naturales, la selva, la cordillera montañosa central y el clima. Esto hizo complicado tener un control político centralizado, ya que la comunicación entre las regiones no era eficaz. La influencia y autoridad sobre estos gobernantes se mantenía más a través de lealtades dinásticas familiares que mediante mecanismos políticos o administrativos.

La llegada del Dharma

Fue en la región central del norte donde llegó y se esparció el Dharma. Si seguimos el relato de las crónicas, el primer gran benefactor de Dharma en Ceilán fue otro ‘amado de los dioses’ Devanampiya Tissa, rey de Anuradhapura. A él le predicó Mahinda, quien lo encontró de cacería, se convirtió, donó el jardín real de Mahameghavana al sur de la ciudad, donde fundó el primer monasterio (Mahāvihāra), formó una pequeña comunidad de bhikkhus; donó cuevas; construyó una dagaba (o estupa) en Thuparamaya (a medio camino entre Anuradhapura y Mahameghavana). Sanghamitta (hija de Asoka) trajo una rama del árbol donde el Buda se iluminó y lo sembraron en el gran monasterio. Más tarde Tissa fundó otros monasterios y conventos e hizo del Dharma budista una religión de estado.

Una de las actividades de los primeros miembros de la sangha en Ceilán, consistió en el canto de versos protectores o paritta, procedente de los suttas pali. Estos cantos junto con la celebración de ofrendas a los yaksas y nagas, sirvieron para pacificar y someter a los espíritus locales; para los budistas, fue la manera de apropiarse de las fuerzas supernaturales nativas, lo que les favoreció, pues fueron vistos buenos ojos y les permitió llegar a un público mayor.

Los versos 125 al 127 del Atanatiya Sutta son un ejemplo de paritta:

En la dirección occidental (del monte Meru) hay nagas que son de gran poder. Que nos protejan ayudándonos a estar libres de toda enfermedad y a ser felices.

En la dirección norte (del Monte Meru) están los seres divinos llamados yakkhas que son de gran poder. Que nos protejan ayudándonos a estar libres de toda enfermedad y a ser feliz.

Está Dhataraṭṭha ​​en el este, Virulhaka en el sur, Virupakkha en el oeste y Kuvera en el norte. Estos cuatro reyes poderosos son los protectores del mundo y tienen grandes séquitos. Que nos protejan ayudándonos a estar libres de toda enfermedad y a ser felices.

El paritta fue una práctica usual también en el subcontinente. Continuó replicándose no sólo en Ceilán, si no en diferentes áreas del sureste asiático en el futuro. Algunos jatakas incluso contenían paritta, versos protectores de este estilo (véase por ejemplo el Khandhavatta Jataka).

Yaksha sobre un makara (criatura guardiana de los reinos acuáticos). Pilar procedente de Kaushambi, India, siglo II a.e.c. Foto cortesía del autor.

La sangha

Es difícil rastrear la historia del budismo en Ceilán desde su implantación hasta la concreción de las escrituras canónicas, supuestamente en el 4º concilio budista de la tradición theravāda. Los relatos que cuentan esta historia son escasos y muy posteriores. Son dos crónicas que sobreviven hasta ahora: el Dipavamsa (del siglo IV e.c.) y el Mahavamsa (concluido en el siglo VI e.c.), junto con su derivado, el Vaṃsattappakāsini, conocido también como Mahāvaṃsa Tika.

Lo que destaca en las escrituras es que, desde sus orígenes la sangha mantuvo contactos con escuelas y grupos ubicados en el subcontinente indio. Fue una enseñanza adoptada y promovida desde los niveles más altos de la escala social.

Por otra parte, en la isla existen más de mil cuevas con inscripciones en roca que datan de finales del año III a.e.c., a principios del siglo II e.c. De estas, 79 fueron donaciones reales y alrededor de 30 han podido relacionarse con algún descendiente de la familia de Devanampiya Tissa mencionada en dichas crónicas. Esto corrobora parcialmente el relato de su conversión en Mahintale. Estos restos materiales nos permiten hacer un recuento general de algunos aspectos de la historia de la sangha en Ceilán en los años cercanos a la era común.

Inscripción en roca. https://www.quora.com/What-are-Buddhist-inscriptions-found-in-Sri-Lanka

¿Llama la atención la cantidad de cuevas habitables para monjes? En realidad, no. Esto no se debe únicamente a la idea que tenemos de que eran ascetas que vivían alejados de los centros urbanos. Recordemos que las crónicas mencionan que los monjes poseían facultades sobrenaturales y podían realizar milagros, como provocar temblores de tierra o hacer llover. También se encargaban de proteger contra los yaksas y nagas.

Las inscripciones de las cuevas indican que son donaciones explícitamente dirigidas a la sangha en general y a algunas viharas en particular. Además de las cuevas, también se donaron tierras, estanques, cisternas o aljibes, y canales, ya sea para su consumo y/o distribución del agua, así como para la obtención de ganancias. Estas donaciones estaban exentas del pago de impuestos. Esto es relevante, ya que en la isla se dependía de la irrigación de parcelas y cultivos para el consumo, además del comercio de sus especias, como la canela, el cardamomo, el clavo, la nuez moscada y la pimienta.

Las inscripciones mencionan a reyes y patrocinadores que no están registrados en las crónicas clásicas. Entre los donantes se encuentran oficiales de alto rango o gobernantes locales. En algunos casos, se registraron sus ocupaciones, como médico, escultor, guardia real, joyero o astrólogo. En las crónicas y las inscripciones, los budistas reciben donativos, como si estos actuaran a su vez como agentes de legitimación de los nuevos gobernantes o señores.

A juzgar por las inscripciones, la sangha se organizó desde un principio en comunidades. No hay registro de que haya tenido una organización central. Más bien, parecen grupos autónomos e independientes entre sí, compuestos por grupos de monjes que vivían en las cuevas, a las que llamaron viharas (Perera, 2001). Recordemos que, en ese entonces, una vihara era un grupo de cavernas como habitáculos y un grupo de construcciones a manera de chozas adjuntas a ellas; lo que hoy solemos llamar monasterios.

Las inscripciones mencionan a reyes y patrocinadores que no están registrados en las crónicas clásicas. Entre los donantes se encuentran oficiales de alto rango o gobernantes locales, y en algunos casos se registraron sus ocupaciones, como médico, escultor, guardia real, joyero o astrólogo. Tanto en las crónicas como en las inscripciones, los budistas recibían donativos, lo que sugiere que actuaban como agentes de legitimación para los nuevos gobernantes o señores.

Por las inscripciones en las cuevas, podríamos inferir algunas de las funciones o actividades de los miembros de la sangha maestros (acariya), aprendices (atevasika), meditadores del bosque (vanavasi), recitadores de sutras (bhanakas), mujeres ascetas (samaniya), devoto(as) laico(as) (upasaka o upasika).

Hay dos inscripciones que nombran el ejercicio de dos prácticas: vassa, y uposata. La primera, el retiro durante la época de lluvias, y la segunda, el día de observancia. Ambas registradas además en el Vinaya Pitaka.

Hay una inscripción que menciona la adoración a uno de los diez paccekabuddhas. Para algunos investigadores, esto indica que existía cierto culto a distintos tipos de budas y/o a algún practicante considerado casi un iluminado.

También se construyeron otras stupas. Una de ellas es Kantaka Cetiya, ubicada en Mahintale, al este de Anuradhapura. Fue construida por el rey Suratissa y renovada posteriormente por el rey Lajjitissa. Los arqueólogos cingaleses coinciden en que data del siglo I a.e.c., periodo en el cual los miembros de la sangha vivían en las cuevas cercanas y oraban y circunvalaban la estupa.

Figura 1

Otras estupas antiguas en Ceilán

Dagaba (stupa)

Fundador

Período (a.e.c.)

Thuparama

Devanapiya Tissa

Siglo III

Tissamaharama

Kavan Tissa

Siglo II

Mirisaveti

Dutu Gemunu

161-137

Ruwanveli

Dutu Gemunu

161-137

Abayagiri

Valagambahu

88 -76

Tomado de Ranaweera (2004) Construction History Society. https://www.stupa.org.nz/imagine/CHSPaper.pdf

En una inscripción se nombra a los sava natika. Llama la atención que sea la única inscripción dedicada a una escuela en particular, cuando en la mayoría de las inscripciones van dirigida a la sangha en general.

Sí, sabemos de algunas divisiones. Al principio del siglo I a.e.c. Abhayagiri-vihara fue una sangha que se desprendió de la Mahavihara conservadora, para adoptar algunas enseñanzas tipo tántricas, menos convencionales. Otro ejemplo, Aluvihare ubicada en el centro de la isla, se formó alrededor de la segunda década a.e.c y junto con la Mahāvihāra, iniciaron los esfuerzos por poner por escrito las enseñanzas orales.

Manuscrito pali cingalés en hojas de palma y pastas de madera. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/30/Illustrated_Sinhalese_covers_%28inside%29_showing_the_events_Wellcome_L0031774.jpg

El privilegio

Bajo esta variedad de grupos, la idea de una sangha unida y organizada no representa lo que fue el Dharma en Ceilán cerca del año cero de la era común. Es difícil considerar que los monjes budistas habitantes de los monasterios se organizaran para dictar, escribir, preservar y transcribir los cientos de escrituras por ahí del año 30 a.e.c. Sería más fácil verlos como distintos linajes en búsqueda de legitimación.

En sus orígenes, el Dharma se transmitió de manera oral y se memorizó. Así lo enseñó Siddhartha y así lo llevó Mahinda a Ceilán. De la misma manera, la memoria histórica de los cingaleses se mantuvo de boca en boca de generación en generación. Así, se conservaron historias separadas del vinaya y del Dharma. Desde sus viharas, algunos monjes trabajaron en la composición histórica de su grupo o escuela, al mismo tiempo que ponían por escrito sus enseñanzas.

Con el paso de los siglos, sus textos perecieron. Escritos en hojas de palma, la fragilidad de sus materiales, su uso, las inclemencias del tiempo y las guerras los destruyeron. Algunos se reescribieron y solo pervivieron los registros que conocemos. Así que el Canon Pali no es de entonces; pertenece a nuestra era. Según Thich Nhat Hanh (1999), deriva de la escuela Tamrashatiya, que fue una rama de la Vibhajyavāda, que a su vez derivó del Mahavihara de Anuradhapura, originalmente Stavira.

El privilegio de Ceilán fue la proliferación de escuelas budistas en un espacio reducido y en un breve periodo de tiempo, lo que permitió que, a la larga, algunas pudieran perdurar.

Ligas de interés

Sobre las inscripciones en Sri Lanka

https://www.lankapradeepa.com/2024/02/brahmi-inscriptions-sri-lanka.html

Stupas en Sri Lanka

https://en.wikipedia.org/wiki/Stupas_in_Sri_Lanka

El Khandhavatta Jataka en Spotify

https://open.spotify.com/episode/3JvryOy03QUd9L8SuA2ui0?si=i-2xnn-5T4ebiaXLtfMc5Q

Sobre las criaturas Makara y su relevancia en Ceilán

https://en.wikipedia.org/wiki/Makara

Copia del Mahavamsa en inglés

https://ia600207.us.archive.org/8/items/mahavamsagreatch00geigrich/mahavamsagreatch00geigrich.pdf

Alejandro Tapia Vargas

Doctor en psicología y diplomado en religiones por la Universidad Nacional Autónoma de México; con estudios de postgrado en historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia; certificado en Buddhism Through Its Scriptures (Edx-Universidad de Harvard) y certificado en Indian & Tibetan River of Buddhism (Edx-Universidad de Columbia). Tiene un retiro de meditación Vipassana de 9 días en el Insight Meditation Society de Massachusetts. Es editor consultor de la revista científica Spirituality in Clinical Practice (de la American Psychological Association) y podcaster de ‘Lectura del Sutra’ (por Spotify).