Experiencias y pensamientos de mujeres budistas laicas en la periferia geográfica de México — Primera parte
EZER R. MAY MAY
Este artículo es parte de nuestra edición especial «Mujeres y budismo en los países de habla hispana».
Antes de comenzar a escribir estas líneas, sentí una necesidad apremiante de cautela. No es fácil abordar las experiencias de mujeres sin el potencial sesgo de género de un autor masculino, se requiere un proceso de continua reflexión. Por eso, me apego a la subjetividad de las entrevistadas, quienes viven actualmente en Mérida, Yucatán.
Un segundo apunte necesario, se relaciona con cierta visión académica. En varios trabajos de las ciencias sociales, las experiencias masculinas son concebidas como las experiencias generales; incluso, no es necesario precisar que son masculinas, caso contrario cuando se escribe sobre las experiencias del género femenino. Mi propio título cae en ese mismo lugar, que bien puede sustituirse por «Experiencias y pensamientos de budistas laicas en la periferia geográfica de México». Como expuse en otro texto en Buddhistdoor en Español (BDE),* las mujeres tienen mayor presencia numérica en el budismo de acuerdo al censo de México, por tanto, sus experiencias no son la excepcionalidad del budismo mexicano.
En esta ocasión, tuve la fortuna de conversar con dos mujeres laicas budistas radicadas en Mérida, Yucatán, México. Enen Lilian Gómez (Enen es el nombre de monja laica: «E» “sabiduría” y «Nen» “natural”), budista zen y líder nacional de One Drop Zen en México, organización internacional dirigida por Shodo Harada Roshi. Y Miriam Cuevas, budista tibetana fundadora y co-coordinadora de Casa Tíbet Mérida, agrupación afiliada a Casa Tíbet México encabezada por Marco Antonio Karam. Obviamente, éstas no son sus únicas identidades y prácticas, ambas se dedican al Yoga y a la práctica de Chi Kung; Lilian es politóloga y Miriam antropóloga—aun así, sigo omitiendo otras cosas más sobre ellas.
Lilian nació en la Ciudad de México. Después de un peregrinaje prolongado en el tiempo y colmado de emociones en Nepal y Japón, es enviada para su retorno al país, donde luego se traslada a Mazatlán, Sinaloa.
Lilian Gómez: Me fui a Mazatlán, que es el lugar de mi mamá en Sinaloa. Hicimos un centro impresionante y maravilloso frente al mar, de ensueño. Estuvimos ahí como cinco años en total, pero con el zendo [One Drop] ya habíamos hecho unos tres. Y cayó la guerra contra el narco Felipe Calderón [ex-presidente de México (2006-2012)], y fue horrible. Roshi sí llegó a ir allá, y gente practicante. ¡Impresionante! Cuando hay una amenaza externa tan grande donde tu vida realmente está … en verdad había mucho fuego cruzado […] En 2011 tuve que escapar, otra vez por decisión de mi maestro [Shodo Harada]; me dijo «no te puedes morir todavía. Te pido que regreses a Japón o a otro lugar». Entonces dije, le vamos a dar una última oportunidad a México […] o me iba a Baja California o me iba a Yucatán, como la última frontera antes de regresarme a Japón. Aunque me quedaba más cerca La Paz, yo ya había estado … hubo un momento de mi juventud cuando hice un trabajo para el Banco Mundial cuando estudiaba Ciencia Política en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), me tocó por azar venir a la península. Entonces, estuve aquí como dos meses y medio, haciendo entrevistas […] y conocí muy íntimamente la península, entonces tenía una conexión kármica muy especial con la península. Entonces, para mí no fue difícil decidir… no es que me iba a ir a un lugar desconocido […]. Por eso llevamos aquí [en Mérida] diez años.
Lilian llegó a Yucatán siendo budista. Pero Miriam conoció el budismo en Yucatán, con una experiencia muy particular vinculada al Maitreya Loving Kindness Tour, una exposición de reliquias budistas en 2015. Este evento también marcó la fundación de Casa Tíbet Mérida en el mismo año.
Miriam Cuevas: En ese entonces, no sabía ni prender la computadora, o sea, «cero tecnología». No sabía manejar nada de tecnología de ningún tipo, ningún dispositivo. Yo venía de 20 años de encierro, de cuidar niños, lavar platos y de tareas de primaria … desconectada, literalmente desconectada; y dedicada al yoga, a la contemplación y todo eso. Entonces, para mi significó un reto muy fuerte [organizar el evento de la exposición]. Pero nuevamente, no por azares del destino, porque ahora sé que todo lo que tiene que llegar, llega de una u otra manera. Me hacen esta propuesta … quiero decirte Ezer, que yo en ese entonces no era propiamente budista, bueno … no al menos nominalmente, o sea, no pertenecía a una comunidad budista. Ahora que sé los principios bajo los cuales uno puede decirse que se considera budista, con un compromiso muy personal ya con la vida misma, con los seres, el mundo, puedo decirte que era budista, aunque nominalmente no lo sabía […] no pertenecía yo a nada. […]. Convoqué a través de Facebook a todo aquel que quisiera colaborar y ahí empezó la magia. En mi escuelita de Yoga que era un salón pequeño, para mi asombro se llena. Desde ahí comenzó una conexión mágica […]. Les dije, no sé nada de budismo, mucho menos de cualquiera de ustedes … pero aquí estoy, porque yo ya hice un compromiso con los budas y esto va a salir […]. Esa ingenuidad que había en mí, pero una fuerza que venía de adentro, pienso que fue la ayuda de los budas que me fue abriendo paso, porque por increíble que parezca todo lo que te dije [requerimientos logísticos] se consiguió.
Yo en ese evento entendí que cuando tú pones tu corazón y tu intención para el bien de otros seres de la humanidad, pero genuinamente, con total y plena confianza sin dudar, las cosas suceden […] Ese evento fue la prueba de la verdadera compasión y bondad…
Tal vez en otro momento podamos hablar con mayor detalle sobre esta exposición. Continuando con las voces de Lilian y Miriam, en el transcurso del diálogo, ambas reflexionaron sobre el papel que las mujeres tienen en sus respectivas tradiciones budistas; ellas retomaron el momento fundacional desde el Buda histórico Śākyamuni. Lilian llegó en este recorrido hasta el budismo chino, para luego aterrizar al budismo zen japonés.
LG: … [el budismo] llega a Japón […] y se une, digamos, al sabor más samurái de esta cultura japonesa. Entonces, obviamente también es bastante enfocado tradicionalmente en el varón […]. En mi caso, cuando yo decido vivir en un monasterio completamente tradicional de este linaje milenario, que inicia con el maestro Eisai… en el monasterio donde viví por muchos años […]. Entro a este monasterio que acepta extranjeros y acepta mujeres. Entonces, yo ahí veo una gran compasión no sólo de mi maestro, sino de su propio maestro Mumon Roshi, que además visitó México en los sesenta […]. Conocí mujeres guerreras que llegaban a Japón, y llegaban a tocar puertas de los monasterios tradicionales que no eran necesariamente abiertas. Y se empezó a abrir la puerta a las mujeres. Yo llego a este lugar, y ¡está increíble! es perfecto para mí. Yo nunca he sentido una discriminación personal, es un lugar seguro y hermoso… […]. Al cabo de 21 años que llevo conectada con el templo de Japón, con mi maestro y su linaje espiritual, puedo decir que hay una impresionante cantidad de alumnas mujeres que han salido victoriosas, que han salido a un nivel de comprensión en la propia mente, en la propia experiencia realmente maravillosa, y es ahí donde mi maestro dice, ahí tienen la muestra de que las mujeres al igual que los hombres pueden alcanzar esta mente. De hecho, la primer Roshi, primera sucesora formal del linaje milenario de mi maestro Shodo Harada Roshi va a ser una mujer [Taikan ShoE], lo cual es increíble y esperanzador, lo cual va de acuerdo a los tiempos que estamos viviendo y eso nos da a todos una claridad muy especial de lo que es este camino.
En mi caso personal, viniendo de una cultura mexicana, con una tradición verdaderamente machista, también ha sido un proceso mío, el empezar a soltar, a perdonar, a entender, a creer en una posibilidad distinta, a lo mejor de la que yo viví, donde de verdad tiene uno la confianza, la seguridad y el apoyo social para tener una base mucho más pareja. Claro, en mi caso te hablo de cosas más personales que están imbuidas en la psique de cualquier mujer mexicana; aunque en mi caso por supuesto, mis padres son maravillosos, increíbles, me dieron toda la educación que quise, me dieron las alas para volar, a viajar a tantos países. Estoy agradecida y, aun así, claro que tuve que abrir mi mente mucho más, y alcanzar a comprender muchas cuestiones que una vive como mujer […], diferencias del trato que le van a dar a tu hermano y dar a las hermanas. Y, por otra parte, curiosamente ahora en esta época, yo me he dado cuenta que para hablar de práctica muy formal, para tener esta intención sincera de dedicar el tiempo de vida con cuidado, para alcanzar los ideales, de al menos, para tener una vida extraordinaria, que uno sabe que, si nos fuéramos a morir mañana de covid, no pasa nada […]. Ahora, en su mayoría son las mujeres las que están interesadas en hacer esto, los hombres están en otro rollo, tienen su propio privilegio del que gozaron, los hace parecer, quizá, mucho más a gusto con la vida normal, tener un trabajo, tener un coche, eso… tener y no tanto en ser. No estoy diciendo que en general [así sea con los hombres]…
Miriam enfatiza el carácter patriarcal de la sociedad vivida por el buda histórico, para luego arribar al punto de la igualdad de género, la cual se basa en la ausencia misma de dicha distinción en el pensamiento del budismo temprano.
MC: De hecho, el budismo lo que hace es motivarnos a reconocer nuestra verdadera naturaleza, a ejercer esa libertad innata que tenemos, de crear nuestra propia realidad, y nos invita… en el último de los casos… nos invita a nosotras las mujeres a reconocer ese potencial, a aceptarnos, a abandonar esa idea de lucha, de querer remontar el marcador siempre, de ser mejores, de mostrar algo en función de los hombres; que empecemos nosotras mismas por tener la apertura, la responsabilidad de reconocernos… pues, como mujeres, reconocer nuestras más profundas necesidades, […], o sea, el budismo, lo que hace es invitarnos a ejercer esa libertad. En mi caso personal, cómo me ha ayudado todo esto… empezando por… como dije, culturalmente nos ponen un «chip» de ciertas ideas y creencias, y además la formación de la religión judeo-cristiana también nos inculca ciertas ideas erróneas, respecto a nuestras capacidades, nuestros deberes, nuestras obligaciones… por el simple hecho de ser mujeres. […] si bien nunca he sentido tener un conflicto existencial grave respecto a mi autoestima o a reconocer quién soy, cuánto valgo y demás, sí por supuesto cargaba con una serie de creencias, traumas, condicionamientos propios de mi educación. Entonces, me sirvió para ir, precisamente, limpiando, sacándome de mis miedos, depresiones absurdas que yo ejercía sobre mí misma para cumplir con ciertas normas, con ciertas reglas […]. Cuando empiezo a darme cuenta, precisamente, de que no hay necesidad de estar en esa lucha, de demostrar algo, basta con que yo reconociera mis fortalezas, mis capacidades de amarme a mí misma, como mujer, como madre, como hija, como humano, como miembro de una sociedad. A verme con esos ojos de paciencia y compasión, de comprensión total a mí misma, si ser un juez… sentí que me liberé.
[…] En nuestra comunidad esto se refleja en nuestra estructura organizacional […], la primera coordinación fue hombre, mujer, que hubo en la Casa Tíbet aquí en Mérida; la segunda coordinación fue mujer, mujer; y la tercera coordinación, que está en activo actualmente, es hombre, mujer. En las tres coordinaciones he estado yo como co-coordinadora.
* La sangha mexicana en números. Disponible en línea en
http://espanol.buddhistdoor.net/el-dharma-mexicano-en-numeros/
Sitios
https://www.facebook.com/CasaTibetMexico.SedeMerida/
https://www.onedropmexico.org/
Lea la segunda parte de esta entrevista aquí: Experiencias y pensamientos de mujeres budistas laicas en la periferia geográfica de México – Segunda parte