Anitya: acompañar la vida y la muerte desde la presencia despierta
BUDDHISTDOOR EN ESPAÑOL
Pueden leer la primera parte de este artículo aquí
En la segunda parte de la entrevista concedida por Nicole Martínez-Melis a BDE, se presenta la Asociación Anitya creada para dar una estructura a unos encuentros que se centraban en la muerte. Desde entonces, se ha ampliado su ámbito dándose como misión promover el acompañamiento en los tránsitos vitales desde la consciencia profunda de la inestabilidad fundamental de la vida.
BUDDHISTDOOR EN ESPAÑOL: ¿Cómo nació la asociación Anitya?
NICOLE MARTÍNEZ-MELIS: Todo empezó en 2009 [i], en la jornada organizada por la Coordinadora Catalana d’Entitats Budistes, en la que fui responsable de una mesa redonda sobre la muerte y propuse al final del encuentro crear un grupo de trabajo «Vivir la propia muerte y la de los demás». Nos reunimos a principios de 2010. Éramos unas 20 personas de varias tradiciones budistas y al poco tiempo descubrí, sin buscarlo, el libro [ii] de Rodney Smith que había sido monje del bosque en Tailandia y se dedicó a acompañar en el final de la vida. Fue una experiencia de vida compartida muy inspiradora. Para los que empezamos desde el principio fueron casi 3 años de compartir intenso, de intimidad silenciosa a veces. Está claro que, durante este tiempo al indagar en el tema del morir, aprendíamos a enfocar nuestro día a día desde otra perspectiva. Curiosamente el título en francés del libro es «Cuando la muerte nos abre a la vida».
Finalmente en 2017, se registra oficialmente la Asociación Anitya. Presencia despierta en los tránsitos vitales [iii]. ¿Por qué Anitya? Porque significa transitoriedad en sánscrito y escoger la palabra sánscrita era claramente para vincularnos con el Dharma más allá de las diferentes tradiciones y culturas budistas. ¿Por qué transitoriedad? porque la transitoriedad —que implica incertidumbre e inestabilidad—es una característica esencial de la vida que ocupa un lugar central en las enseñanzas. Por una parte, tomar consciencia de que no podemos retener nada, que todo es inestable e incierto, es fuente de sufrimiento, y por otra, profundizar en ello nos permite llegar a una comprensión más profunda de la realidad que influye sobre nuestro comportamiento. Nuestra motivación era acompañar sabiendo que la experiencia de la transitoriedad nos relaciona con todas las personas, que la vida es interdependencia, que lo que nos aportamos las unas a las otras es lo que nos sostiene.
BDE: ¿Podrías profundizar en el concepto de «acompañar desde la presencia despierta?»
NM: Acompañar desde la presencia despierta significa que nuestro propósito es acompañar desde nuestra práctica y como parte de nuestra práctica, ya que no hay camino sin la presencia de la consciencia. Se añade el adjetivo despierto a presencia porque va más allá de la simple atención concentrada en el aquí y ahora. Presencia se define aquí con cuatro cualidades [iv]. La apertura, esta experiencia de espaciosidad que hace que nuestra mente/corazón este abierta con disponibilidad y serenidad. La claridad, esta lucidez con la que podemos ver lo que pasa externa e internamente, darnos cuenta de las posibles transferencias y proyecciones. La estabilidad interior que nos permite empatizar sin sentirnos abrumados. La vitalidad, que nos proporciona la sensación de estar plenamente vivos junto con una fuerza interior y alegría. Así que, el cultivo de la presencia de la consciencia es para nuestra asociación la base sobre la que nos sostenemos cuando acompañamos.
De hecho, la presencia de la consciencia es uno de los puntos de nuestro decálogo que llegué a escribir basándome en nuestra visión del acompañamiento y evaluado a través de las experiencias concretas que compartimos.
El enfoque de Anitya es diferente porque, aunque nos formamos al asistir a seminarios [v], ver y escuchar conferencias, entrevistas, mesas redondas, leer libros sobre el tema, apostamos por el desarrollo personal y el entrenamiento a la presencia de la consciencia para poder acompañar. Acompañar con la frescura del momento confiando en nuestro potencial de Despertar y nuestra humanidad que compartimos con todas las demás personas. Esto es ser consciente de que dependiendo de las circunstancias yo podría estar en el lugar de la persona que acompaño y que este momento de mi acompañamiento es único. No hay protocolos que seguir. La presencia de la consciencia me permite saber estar, es decir dejando emerger cuanto más espacio para que pueda manifestarse la necesidad real en este momento preciso. Saber estar con lo que surge es una actitud de respeto genuino hacia la persona.
BDE: ¿En qué, además, el enfoque del acompañamiento de Anitya se diferencia de otros?
NM: Al principio nos motivó mucho la necesidad de desarrollar nuestro compromiso en el acompañamiento por la falta que parecía que había en la sangha en general. Tengo a este propósito una anécdota. Una responsable de un centro de retiro me dijo que una vez que estuvo muy enferma, sus compañeros de sangha le aseguraban que cada día le dedicaban los méritos de sus prácticas — lo que le alegraba mucho — sin embargo, quedaba todo un aspecto en su vida que no se podía solucionar con plegarias. Luego, aparte de acompañar cuando surgía la necesidad, fuimos desarrollando la idea de que nuestra aportación debía ser también comunicar nuestra visión a través de seminarios, talleres, artículos porque consideramos que nuestra propuesta va más allá de una preparación al acompañamiento.
Consiste en primer lugar en una renuncia que tiene dos aspectos. El primero, es saber renunciar a estar siempre en primera línea. Es decir, aparte de acompañar directamente, saber limitarse a acompañar a las personas que acompañan. Esta renuncia, en el caso del final de la vida, puede ser muy enriquecedora ya que es aprender a reconocer mi deseo, «quiero estar», y después soltarlo, lo que no es fácil. Acompañar el morir nos cautiva porque es una experiencia de misterio y gran intimidad, de apertura de la mente-corazón muy profunda. El segundo, es aprender a renunciar a ayudar, esto es darme cuenta de mi deseo de querer ayudar que puede tener tanto protagonismo que no deja espacio para la otra persona.
En segundo lugar, empezamos por nosotros mismos. Consideramos que incluso, cuando estamos solos, nos acompañamos a nosotros mismos o podemos hacerlo si somos conscientes de ello y no nos dejamos arrastrar por la distracción. Acompañar significa también dar soporte a otra persona. Sin embargo, cómo hacerlo si no empezamos por nosotros mismos. Si no me soporto, en todos los sentidos, no solo el de «sostener», sino también y sobre todo, en el sentido de «tolerar, llevar con paciencia», me es difícil soportar a los demás. Esta benevolencia que experimento hacia mí, la puedo expandir hacia las demás personas. Luego, entendemos que el acompañamiento implica siempre la totalidad de nuestra dimensión humana. A menudo se habla de la necesidad de un acompañamiento espiritual, sin embargo, calificarlo de espiritual nos parece que promueve la fragmentación del ser humano. Preferimos hablar de acompañamiento sin añadir ninguna etiqueta. Pasa lo mismo con el buen morir. Nos parece muy arriesgado, puede fomentar expectativas y sobre todo dar a entender que existe una manera buena cuando en realidad depende de cada persona y de las circunstancias. Además, de la misma manera que nuestra práctica de la meditación no se limita al aspecto formal, sino que se integra en los diferentes momentos de nuestra cotidianidad, consideramos que deberíamos ser conscientes de que siempre podemos estar acompañando, no solo cuando lo hacemos de manera formal, en un contexto de voluntariado, profesional o personal.
BDE: ¿Qué actividades ofrece Anitya y a qué personas están destinadas?
NM: A parte de seminarios, charlas y talleres ofrecemos actividades regulares. La principal es la Lectura compartida con un grupo online y otro presencial. Estos encuentros que son para las personas que se han hecho socias, corresponden a una formación ya que se trata de entrenarnos a aceptar la transitoriedad bajo cualquier forma, indagar y profundizar en nuestro potencial para descubrir de manera vivencial nuestra capacidad innata para integrar las experiencias dolorosas de pérdidas y rupturas y poder acompañar a otras personas que las sufren. Cada sesión está dedicada a un tema que cada persona habrá trabajado previamente, a través de la lectura y ejercicios de reflexión e introspección. Durante las sesiones se relacionan siempre los temas tratados con el acompañamiento y la meditación.
Otra actividad es el encuentro de personas que acompañan y que se realiza cuando una persona lo pide o cuando la persona que la convoca lo considera útil. Es un encuentro online para las personas socias de Anitya que acompañan a otras como voluntarias de nuestra asociación o de otra entidad, o a una persona de su entorno personal o social. Consiste en compartir las experiencias vividas, reflexionar para aprender de cada situación y las unas de las otras, de nuestras vivencias emocionales, nuestros logros y nuestras preocupaciones. El objetivo de esta actividad es finalmente, sostenernos y descubrir lo que nos aportamos las unas a las otras. El espacio de silencio es una actividad abierta a cualquier persona interesada en practicar la meditación, en grupo y en silencio, para desarrollar la presencia de la consciencia (a través de la meditación). Es un espacio de práctica, no es un seminario, ni un curso, y como la inscripción es obligatoria contacto con la persona para comprobar si ya ha recibido instrucciones y si no es el caso explicarle en qué consiste. Al final, si es necesario, se aclaran algunas dudas.
BDE: ¿Podrías compartir una experiencia de acompañamiento en el final de la vida?
NM: Una vez fuimos varias personas en acompañar a otra que era practicante y había asistido a nuestros encuentros. Quería seguir consciente hasta el final y a la vez poder recibir un tratamiento paliativo de fármacos contra el dolor que experimentaba por su enfermedad. A parte de otros muchos aspectos, nuestra atención principal en este caso era vigilar que su deseo se tomara en cuenta, y se consiguió porque estuvimos atentos a ello. Al final, estaba en una butaca, avisó que ya era el momento, que no lo estorbaran. Era durante la noche, sus familiares dejaron pasar unas horas antes de que se avisara a enfermería. Con este acompañamiento sabemos que es posible mantener la consciencia a la vez que se palia el dolor pero que no se puede dejar de vigilar porque la tendencia por parte de los profesionales es aplicar el protocolo habitual de fármacos.
En otra ocasión, fue un acompañamiento indirecto por teléfono ya que llamaba un familiar. Aquí fue decisivo recordar que hay vida hasta el final, que la persona moribunda — si es consciente — debe poder decidir lo que es importante para ella. El equipo de paliativos a domicilio movido por el deseo de evitar sufrimiento sugirió aplicar la sedación. El familiar no sabía qué decidir. Nuestra intervención fue decirle que le explicara claramente a la persona moribunda lo que implicaba sedarla. La respuesta fue que aguantaba muy bien el dolor y que quería ser consciente para aprovechar los momentos que le quedaba para disfrutar de su familia. Más adelante supimos que incluso salió de su casa para ir a despedirse de unos amigos.
Extractos de la jornada titulada «Morir. Acompañar. Cuidar», organizada por la Asociación Anitya en colaboración con la Coordinadora Catalana d’Entitats Budistes (CCEB) en Barcelona, en diciembre de 2017. Participaron el Dr. Josep Ortí Ponsa, socio-colaborador de Anitya; Nicole Martínez-Melis, cofundadora y presidenta de Anitya; y la Dra. Alexandra Mejía, fundadora y presidenta de la Asociación Potala Hospice.
[i] Aquel mismo año en octubre, durante 4 fines de semana, asistí a una Formación de voluntarios para el acompañamiento y la ayuda a enfermos terminales y a las familias que daba la doctora Alexandra Mejías, discípula de Lama Zöpa Rimpoché (FPMT) quien fundó en 2001, Potala hospice, la primera asociación de acompañamiento de la sangha española.
[ii] Como no existía una versión española, utilizaba la versión francesa que traducía oralmente durante los encuentros. Luego la CCEB financió una versión catalana y finalmente propuse a dos estudiantes de la facultad realizar la traducción al español en el marco de la asignatura de prácticas que más adelante, en 2015, Xavi Alongina estuvo interesado en publicar en su editorial ediciones Dharma bajo el título, Aprender de la muerte.
[iii] https://www.anitya.es/
[iv] Desarrolladas en Daniel Chevassut (2014) Meditación y curación. Ediciones Dharma.
[v] Para el grupo fue determinante la transmisión que nos ofreció de su experiencia Elfriede Homola Rauchegger, una enfermera que durante 30 años acompañó en el final de la vida. Entre 2012 y 2013 cuando murió, nos formó a través de 3 seminarios a su visión de muerte digna: el morir es un proceso natural en el que se debe intervenir lo menos posible, se trata de sostener a la persona para que este en posesión de su vida hasta el final, no está enferma, se está muriendo.
——————
Pagina de web:
Anitya – Presencia despierta en los tránsitos vitales, la enfermedad y la muerte.