Disrupciones entre el budismo y el chamanismo: perspectivas éticas y estéticas ecofeministas generadas desde el agua y la tierra.
BELÉN AZAROLA
Este artículo forma parte de nuestra edición especial: «Budismo, ecología y cambio climático»
El segundo conversatorio del Laboratorio de EcoBudismo tuvo como invitadas a Diana Damcho Finnegan y Natalia Contesse para dialogar sobre puntos de encuentro y diferencias que permitan potenciar formas de crecer y responder ante los desafíos actuales frente a la crisis ecológica. Fue una reunión cargada de experiencias y reflexiones, con miras a pensarnos vinculados y capaces de generar profunda empatía y conocimiento, en contacto con las múltiples formas de vida desde perspectivas éticas y estéticas.
La tendencia es patriarcal. Múltiples son los feminismos y los movimientos ecológicos; múltiples son las maneras de vivir el budismo y el chamanismo. Sin embargo, sobre un suelo común, conversaron estas dos mujeres. Los ecofeminismos entrelazan el origen histórico de dos opresiones: la ejercida sobre las mujeres y la ejercida sobre la Tierra.
«Hay una liga muy íntima entre lo que los seres humanos hemos hecho a la Tierra, la manera en la que la posicionamos, la manera en la que nos separamos, el mismo pensamiento y actividad binaria, opresora, separatista y extractivista que encontramos en ambos campos, tiene la misma base», decía durante el conversatorio Damcho*, cofudadora de la Comunidad Dharmadatta.
La conversación entre Damcho y Natalia** fue una invitación a la interrupción como pausa; una rotura en el tejido que permita retejerse en nuevas conversaciones y crear nuevas redes. Cada una lleva creciendo desde hace más de 20 años en el budismo y en el chamanismo respectivamente, compartiendo enseñanzas y prácticas, haciendo música, formando comunidad, y buscando la transformación como camino.
«Para mí es una linda y provocadora invitación el dejarnos permear y el poder nutrirnos de los tres cauces del arte, la espiritualidad y la ciencia como seres humanos para poder situarnos en un tiempo y un espacio que tome estas tres dimensiones y que a partir de ellas podamos generar respuestas. Tenemos una relación con el agua, con la Tierra, desde la posibilidad de descolonizar nuestros cuerpos, cuerpos-humanos, cuerpos-comunidades. Necesitamos situarnos ante los territorios sabiendo que los territorios son conjuntos de comportamientos, saberes y conocimientos», señalaba Natalia.
Natalia nos presentó un chamanismo cargado de rituales—llave que abren conversación y habitan lo dialógico. Esta conversación asegura una existencia humana situada en un espacio y un tiempo en consonancia con un calendario ritualizado de ciclicidad circular. Ella resaltaba la necesidad de dialogar y de expandir la conversación con cuatro fuerzas o valores –la tierra, el aire, el agua y el fuego– para poder, a través de esta conversación, mantener una relación estrecha con los elementos y la potencia viva regenerativa. Estas fuerzas son las que sostienen, son lugares de conocimiento.
Identificaba dos desafíos. Por un lado, los quiebres de la modernidad en el calendario ritualizado, regido por la cadencia que marcan nuestros muertos y el agua en el tiempo, los ritmos de las semillas. En cambio, con la modernidad se instaló un tiempo que avanza de manera vertiginosa y homogénea hacia adelante, con una promesa de progreso y donde todo parece estar asegurado; Los rituales que solían asegurar nuestras existencias ya no parecen necesarios.
Por otro lado, el patriarcado encarnado en la figura del hombre como jerárquico en posiciones de jefes espirituales, jefes políticos, jefes económicos. Natalia resaltaba el privilegio de haber sido iniciada por Carmen Vicente, una maestra en un contexto dominantemente masculino. Desde este lugar, cuestionó quién puede producir saber, quién puede producir conocimientos válidos. Su apuesta está orientada hacia una educación sensible, una educación estética plena, y utilizando los sentidos como una vía de conocimiento.
«La ritualidad en sí es una experiencia estética plena. Aprendemos a conocer a través de nuestros sentidos, a través de las prácticas que se nos entregan. Hay una condición plena de desarrollar la sensibilidad desde cuerpo de mujer para la afectación y la relación con la tierra, con el agua. Hay una educación ecofeminista porque ahí se despierta, se despliega, se trabaja la relación con la tierra, con el agua. Tomamos una afección y un diálogo con ella. Volvemos a retomar esa conversación. Nos disponemos a una actitud como mujer ecofeminista porque ya estamos en la afección de sentir, de afectarnos por el agua, de saber que es un ser vivo, es una sujeta y es un ser lleno de conocimiento y formas de actuar que nos ayudan a nosotros en la vida a aprender esas formas y comportamientos. Antes de defender y cuidar el agua, tenemos que conocerla. Creo que ahí hay una potencia que nos invita a pensar y a sentir el mundo y a cambiar. A proponer otros sentires, otras formas de encuentro a través de la sensibilidad como forma válida para conocer y producir conocimiento».
Damcho, por su parte, invitaba a revisar el camino budista, volver a mirar para identificar que este camino sí puede ser marco para quienes se sienten llamados a incluir en sus prácticas la deconstrucción de estructuras opresoras y patriarcales como también incluir una multiplicidad de seres e inteligencias como la Tierra misma. Es un proceso de recuperar prácticas y de volver a valorar lo que nos permiten, señalaba.
A pesar de identificar ciertos desafíos al poner el budismo y el ecofeminismo en diálogo, Damcho reconoce una problemática compartida. La crítica a la separación que, desde una perspectiva budista, es desarmada desde el principio de la interconexión o la interdependencia, y que se encuentra entre las problemáticas planteadas desde el ecofeminismo. Las categorías que crean lo ajeno dependen de categorías de separación desde las que se construye –la ilusión de– un «yo». Al reconocer la interconexión, se rompe con la ignorancia que piensa que existimos separados y aislados, y se da lugar a la compasión como modo de dirigir la atención. Para desmantelar la ilusión de separación y las estructuras opresoras, Damcho señalaba que:
«Cuando observamos estas estructuras y queremos ver de dónde vienen para poder desmantelarlas, la perspectiva budista nos indica que vienen del interior de nosotros; somos sus portadores. Por condicionamiento, sí, pero el condicionamiento nos posiciona frente a nuestras experiencias, frente a las facultades sensoriales. En estos pares de jerarquías de dominación –puede ser el intelecto sobre la percepción o las emociones–, estas binarias opresoras que se configuran en esta modalidad patriarcal, se manifiestan en muchas áreas de la vida social e interpersonal pero tienen sus raíces en nuestro ser. La aportación del budismo es ver que esto hay que trabajarlo en conjunto con la transformación y la identificación de los sistemas de pensamiento y de ser que son tan opresoras. Para liberarnos, es liberarnos interna y externamente al mismo tiempo o en paralelo».
Desde una filosofía budista, Damcho marca el camino hacia una ética que pueda desarrollarse con compasión hacia lo que sostiene nuestra vida sobre la base del reconocimiento del sufrimiento. La compasión se presenta como un medio para reconocer la profunda interconexión y desarmar lo que vemos como «yo» y «otro». En esta propuesta se aleja de posibles valores transaccionales o utilitarios –como sería un servicio ecológico o algún valor medicinal–, sino que busca alejarse de ópticas antropocéntricas. Se trata de reconocer, explicaba Damcho, que tienen dignidad en sí y que son parte de lo que somos.
«Empatizar conscientemente con los árboles. Permitirnos sentir una profunda empatía con un río, todo el viaje que toma en su vida. El budismo sí nos da la pauta de reconocer la profunda interconexión que hay entre nosotros y todas las otras formas de vida, incluyendo las plantas y las piedras y el sol… Tenemos estos elementos que reconocemos que van ligados con una visión más antropocéntrica donde ponemos la distinción entre lo que cuenta y lo que no cuenta, lo que es vivo, lo que es maestra o maestro: esta es una línea completamente portátil y finalmente la mente iluminada ve que esta esta distinción no existe. Así que quienes quieren recuperar más conexión ecológica, más aprecio de las formas de inteligencia que hay, esto se puede hacer absolutamente dentro de un marco budista».
Notas
* Damchö es maestra budista laica, quien lleva más de 25 años en el camino budista y es cofundadora de la comunidad de monjas budistas Dharmadatta, del Instituto Budadharma y de la editorial Albricias. Todas son instancias para el aprendizaje y difusión del Dharma, como también de atención hacia el papel de la mujer en el budismo, sus condiciones actuales y la visión de la mujer en la práctica budista desde una perspectiva de género. Damchö es una incansable maestra, lleva realizando cursos de budismo por años y traslada sus retiros a diversos países, con especial atención a Latinoamérica. Damchö toma el ecofeminismo como una corriente de pensamiento y un movimiento social, que puede aprender del budismo y viceversa y de esto último será en lo que concentrará su charla con LEB, tomando como elemento la tierra.
** Natalia Contesse es una artista, cantautora, compositora, esteta e investigadora de la cultura popular y tradicional chilena y americana, quien ha basado su aprendizaje artístico y espiritual en la música folclórica y en el chamanismo. Bajo las enseñanzas de Carmen Vicente, chamana, maestra en el oficio de sanar y artista, Natalia ha forjado un camino chamánico durante más de 20 años de su vida, combinando el arte con el rito femenino, leyendo el ciclo de la naturaleza desde la construcción de altares, honrando a sus elementos y al valor ético y estético de la belleza. Natalia, desde las enseñanzas del chamanismo, concibe al agua como un ser estético viviente. Desde esa consideración, establecerá diálogos con el papel de lo femenino y el valor ecosistémico bajo ese elemento de la naturaleza.
*** Las citas de las expositoras han sido reducidas para el presente artículo. Para escuchar el desarrollo completo de sus ideas, puede consultarse el video del conversatorio en YouTube.
Referencias
Ecofeminismos: Posibles aportes al Budhadharma, Juan Pablo Restrepo, Buddhistdoor en Español: https://espanol.buddhistdoor.net/ecofeminismos-posibles-aportes-al-budhadharma/
«Segundo conversatorio: Disrupciones del budismo y el chamanismo: perspectivas éticas y estéticas ecofeministas generadas desde el agua y la tierra», Laboratorio EcoBudismo, Buddhistdoor en Español: https://espanol.buddhistdoor.net/segundo-conversatorio-disrupciones-del-budismo-y-el-chamanismo-perspectivas-eticas-y-esteticas-ecofeministas-generadas-desde-el-agua-y-la-tierra/
«Un Laboratorio Ecobudismo… ¿Qué es, por qué y para qué? », María Elvira Ríos, Buddhistdoor en Español: https://espanol.buddhistdoor.net/un-laboratorio-ecobudismo-que-es-por-que-y-para-que/
Comunidad Dharmadatta: https://www.dharmadatta.org/
Laboratorio de EcoBudismo LEB: https://www.laboratorioecobudismo.com/
Natalia Contesse, sitio web: https://nataliacontesse.cl/
Natalia Contesse, Spotify: https://open.spotify.com/intl-es/artist/32k0DidAcX3kdUfeNIen0D
Cantante Natalia Contesse: «La crisis climática que estamos viviendo es importante pensarla», El Mostrador, 10 de diciembre de 2023. https://www.elmostrador.cl/cultura/2023/12/10/cantante-natalia-contesse-la-crisis-climatica-que-estamos-viviendo-es-importante-pensarla/
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Belén Azarola es Licenciada y Profesora en Ciencias Antropológicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y doctoranda en Antropología (UBA). Desde 2017 trabaja con grupos budistas de la Argentina sobre temas ligados a nociones de cuerpo y persona, género y traducción.