«Hay que darle tiempo al dharma». Entrevista a Ani Samten (parte II).
LILIANA ARIAS ROMERO
Edición especial: «Mujeres y budismo en los países de habla hispana»
Puede leer la primera parte de la entrevista aquí
En segunda parte de la entrevista, relatamos la experiencia de la venerable Samten Drolma, monja budista del linaje tibetano sakya. Ella nos cuenta cómo es que se sigue un camino espiritual, en qué se diferencia este de la vida mundana, cómo se desarrolla la experiencia monástica de renuncia, y cuál es su aspiración como maestra de dharma para todos los amigos espirituales y practicantes.
LILIANA ARIAS ROMERO: ¿Cómo se sigue una vida espiritual?
Ani nos muestra que para ejercer una vida espiritual existe una libertad según las diferentes condiciones, así de acuerdo a la edad, las aptitudes, las inclinaciones y otros aspectos. Siguiendo las pautas y los valores que ha enseñado el Buddha, sin cambios externos drásticos ni procurando esfuerzos irrealizables, paulatinamente se adquiere una nueva dimensión como persona basada en estos valores, madura y responsable de sus hechos.
VENERABLE SAMTEN DROLMA: «Esto depende de cómo cada persona lo pueda realizar mejor, porque depende sobremanera del entorno de cada persona, de su capacidad, de la edad a la cual decida encaminarse en la práctica del dharma. Porque hay que tomar muy en cuenta eso. Una persona muy joven puede estar bien encaminada – porque sus padres también están encaminados, ¿cierto? –, y entonces para esa persona joven estar en el camino espiritual se realiza de una manera. Pero para una persona adulta que sea laica y esté en el camino espiritual, vivir una vida espiritual va a significar otra cosa. Para una persona ordenada pero que no vive en un monasterio – como es mi caso -, va a significar otra cosa. Y otra persona adulta ordenada, que convive en una comunidad de ordenados en un monasterio de monjas, vivirá su vida espiritual de manera muy diferente.
Lo que determina la vida espiritual es el compromiso de alinear la propia vida basándonos en los valores del Buddha. Y estos son no hacer daño a los demás, ni a uno mismo y purificar nuestro ser; disminuir nuestros aspectos destructivos o negativos; y a la vez hacer que crezcan los aspectos positivos y constructivos de nuestro ser. Eso se va a expresar de manera muy diferente para cada persona, según sus diferentes etapas, procedencias y condiciones.
De modo que la vida espiritual se vive según la capacidad de cada individuo de seguir las pautas, enseñanzas y valores que ha legado el Buddha. Entonces, eso concede realmente una gran libertad para cada persona, para que realmente piense por sí misma “¿Cuánto puedo hacer yo con mi propia vida?”
Quizá, al momento de hacerse esa pregunta, uno se puede decir “No tengo mucho tiempo, … estoy muy ocupada… tengo tantas cosas que hacer”. Pero si uno se sigue haciendo esa pregunta por el resto de su vida, entonces empezará a darse cuenta de que hay tanto… tanto, que cada uno de nosotros puede aplicar sin cambiar nada externo, sin necesariamente asumir grandes riesgos ni cambiar nuestra apariencia, con tal de que cada día de nuestras vidas estemos reiterándonos y rededicándonos a los valores que nos ha enseñado el Buddha… Y entonces la vida de cada persona empieza a adquirir una forma y una dimensión basada en dichos valores espirituales.
También lo lindo de esto es que cada persona va madurando en tomar responsabilidad de sus propios hechos. Y de esa manera podemos empezar a entender, que lo que hemos hecho en el pasado nos puede estar afectando en el presente, y que lo que estamos haciendo en el presente puede impactar nuestro futuro. Entonces, un día el entendimiento de la persona también empieza a profundizar, a incrementarse, y eso le otorga a ella mayor convicción en las enseñanzas del dharma. Y eso también fortalecerá aún más aquello que cada persona tenga por su vida espiritual. Así que cada uno de nosotros es responsable de reconocer cómo es que se aplican y florecen las cualidades espirituales.»
LAR: ¿Cuál es la diferencia entre la vida mundana y el camino espiritual?
Ani comenta acerca de las características de una vida mundana, y del autoconocimiento que se adquiere a través del camino espiritual, el cual nos lleva a valorar las desventajas de una vida común o mundana
VSD: «La vida mundana tiene que ver con los intereses mundanos; la vida espiritual tiene que ver con los intereses espirituales. Los intereses mundanos son lo que ocupan casi toda nuestra mente, casi todo nuestro interés, casi toda nuestra atención y puede afirmarse que no son muy difíciles de entender. Por ejemplo, los intereses mundanos son: tener bienestar y placer, y a la vez, evitar el sufrimiento, el dolor y la incomodidad. Adquirir más bienes, rodearnos de cosas buenas y evitar perder lo que tenemos, lo que hemos adquirido. Querer tener una buena reputación, un buen renombre, el respeto y admiración de los demás; a la vez, evitar una mala reputación, un mal renombre. Querer que las personas nos reconozcan, nos alaben, nos agradezcan por lo que hacemos; y a la vez, evitar que nos echen la culpa por lo que vaya mal, evitar que nos ignoren, que nos humillen.
En la esfera mundana, si una persona tiene renombre, buena reputación, es respetada y admirada por los demás, se rodea de comodidades y lujos, y disfruta de placer, se dice que esa persona es un éxito. Si una persona no tiene mucho de comodidades y de lujo, si esta persona tiene mala reputación, si se la puede culpar por las cosas, ¿cierto? – “Tú eres el culpable de tal”, cosas así– y si pierde su fortuna y sus bienes, entonces se dice: “Esta persona ha fracasado en la vida”, y hasta ahí llega una vida mundana.
Una vida espiritual no tiene tanto que ver con esos intereses mundanos. La vida espiritual tiene que ver más con desarrollar un entendimiento de uno mismo. Desarrollar un entendimiento de cuáles son las causas de nuestra felicidad y acercarnos a esas causas. Cuáles son las causas de nuestro sufrimiento, y abandonar esas causas.
Ya esto conlleva mucho. Conlleva cultivar un poco de razonamiento, un poco de inteligencia; un poco de amor, de compasión; un poco de valorar a los demás como mismo nos valoramos a nosotros mismos; de fomentar que estas cualidades sigan surgiendo en nuestro ser. A la vez, también vamos minimizando el impacto de los aspectos destructivos y negativos de nuestras vidas.
Entonces a nivel espiritual, si una persona habla, piensa y actúa por los demás – y así también por ella misma -, entonces esa persona es exitosa espiritualmente, incluso aunque le falten las cosas mundanas. Esa es la diferencia.»
LAR: ¿Cómo ejerce la renuncia una persona que ha tomado los votos monásticos?
Ani explica que el acto de a renuncia no está relacionado con el abandono material, sino más bien con una vida sencilla, libre de complicaciones que ocasionen sufrimiento. Son los intereses mundanos los que tornan tan compleja una vida ordinaria. Así, una persona que ha ejercido los votos tiene una mente más abierta para enfrentar los problemas.
VSD: «Los votos están basados en la renuncia: en renunciar a las causas del sufrimiento para uno mismo y para los demás. Esa es la base de los votos.
Y hay diferentes niveles de renuncia. Una renuncia no es que una persona empiece a privarse de cosas en su vida. Más bien, es un proceso para toda una vida, en el cual una persona profundiza, conoce más niveles sutiles de sí misma, de cómo es que funciona la felicidad, de cómo funciona el sufrimiento. Y, basándose en eso, cualquier persona que quiera ser feliz empezará a abandonar aquello que entiende que le causa sufrimientos, problemas, estrés, ansiedad…
Primero la persona debe ver por sí misma: “Hago esto, pienso esto, digo esto…, y veo por mí misma que eso me causa directamente un problema. Y si me causa un problema a mí, estoy garantizado que va a ser problemático para los que me rodean. Y si lo que yo pienso, o digo, o hago, le causa problema a otra persona, estoy garantizando que luego va a ser problemático para mí.” Entonces, basándose en tal convicción, la persona empieza a reconocer y entender por sí misma – lo cual le otorga una firmeza inamovible al cumplimiento de sus votos – que parte de la renuncia, es, simplemente… la sencillez, porque se pueden hacer las cosas – sean las que sean – de una manera más sencilla. Y entonces esta persona empezará a dejar de complicarse la vida.
Entonces la persona va a dejar de pensar –o de hacer, más que todo de hacer– y decir aquellas cosas que le crearán complicaciones, que provocarán que ella se halle aún más enredada en esos intereses mundanos que ya he mencionado. Y eso, en el entendimiento de que hasta que no lleguemos al estado de la iluminación, existirán problemas, habrá sufrimiento, habrá estrés; y que no hay que temerle ni al sufrimiento, ni a los problemas. Al contrario, si cada día me despierto asumiendo que “Sí, hoy también voy a tener problemas”, entonces no viviré mi vida evitando cosas, tratando de caminar despacito alrededor de las cosas para evitarlas. No, iré viviendo mi vida encarando la realidad de que hasta que llegue al estado de la iluminación, deberé enfrentar problemas. Pero eso no significa que yo no estaré siempre muy consciente de simplificar y no complicar mi vida –a cualquier nivel que eso sea posible–, y entonces es así que uno empieza a tener una vida más sencilla.
Porque una persona puede recibir ordenación, rasurarse la cabeza, ponerse hábitos; pero puede seguir teniendo una vida muy complicada, muy enredada ¿no? Entonces también ese es un aspecto interno: implica ser curiosos, e indagar cómo tú puedes hacerte de una vida más sencilla, con menos problemas y dolores de cabeza. Porque de esta manera tú empiezas a saborear un poquito ese proceso de desenredarte de aquellas complicaciones que, sin necesidad, nos causan dificultades.»
LAR: Como maestra del dharma, ¿qué consejo les daría a sus amigos espirituales?
Ani enfatiza cómo, al rodearnos tanta superfluidad que nos atrapa, resulta importante sostener relaciones beneficiosas con amigos espirituales. Esto nos ayuda a cambiar nuestras vidas mediante las enseñanzas del Buddha, que tienen el potencial de transformarnos a un nivel muy profundo. Este proceso toma tiempo, incluso toda una vida…
VSD: «Yo les daría el consejo de que se acerquen a un amigo o amiga espiritual, reconociendo el valor de la amistad y de cuánto puede impactarnos una persona.
El acceso a los medios de comunicación y redes sociales está a disposición de todos, creando impactos incluso por medio de una pantalla. Y eso mismo se puede hacer para algo valioso y productivo y beneficioso, cuando alguien encuentra a una persona, una comunidad o una amistad que le muestre algo diferente, una nueva posibilidad para su vida. Eso es lo que indica el dharma, todas las enseñanzas del Buddha, que son escuchadas para que nos indiquen nuevas posibilidades para nuestras vidas.
Las enseñanzas son como una provocación o una tentación. Ni el Buddha mismo, ni ningún maestro budista, jamás va a tratar de convencerte de algo, ni de convertirte a algo, ni de probarte nada. Eso no tiene nada que ver con el dharma. Todo lo que dice el Buddha indica una posibilidad para nuestras vidas, y así es como te lo debes tomar.
Entonces si te acercas a una persona, comunidad o amigo, debe ser para que te ofrezcan una visión de aquello que tu vida puede posiblemente llegar a ser. Entonces deseas eso mismo, y quieres hacer todo lo posible para realizar este tipo de vida que las enseñanzas del Buddha te presentan como una posibilidad. Eso, por un lado.
Pero por el otro lado, tómenlo suave, tómenlo bien… bien suave. ¿Por qué? Porque al principio las enseñanzas del Buddha nos pueden parecer muy hermosas, nos dan mucha energía, mucha motivación; pero podría llegar el momento cuando esa energía va disminuyendo un poquito y nos descargamos nosotros mismos. Y esto es parte de cualquier sendero que una persona tome, y es válido para cualquiera interesado en el dharma.
Lo primordial, lo único importante, es mantener el interés durante todos los días que nos queden de existencia. ¿Es que acaso no importa cuánto logres, cambies o entiendas? ¡Claro que sí! Pero eso importa menos que el valor de estas enseñanzas en nuestras vidas. ¡Sí!, tienes que hacerlo de tal manera, que por el resto de tu vida sigas interesada, con curiosidad, con satisfacción. Y ahí es donde cada uno de nosotros necesita conocerse, saber cómo uno es. Hay personas que se entusiasman muchísimo al principio, pero tras un tiempo ya cambian a otra actividad, maestro o enseñanza. Que no sea así contigo, que el dharma impulse en tu vida una dirección bien deliberada, y que, de tu parte, tu vida siga siendo impactada por el beneficio del dharma. Nada más.
No hay tanto por lograr, no hay tanto por entender, ni por hacer. Si tu tuvieras una lápida y pensaras en ella, imagínala diciendo “desde que esta persona encontró el dharma, nunca se separó del dharma hasta que murió”. ¿Recuerdan la diferencia entre la vida mundana y la vida espiritual? Esa sería la mejor lápida para una persona a nivel espiritual.
Ahí mi consejo es tomártelo con calma, asegurándote de que lo disfrutas, y esforzándote a un nivel que tú puedas tolerar por el resto de tu vida; porque de eso es de lo que se trata, no de una moda a seguir, ni de un concurso o competencia. Las enseñanzas del Buddha tienen el potencial de transformarte a niveles muy profundos, y eso puede tomar un poquitito de tiempo. Entonces, creo que el consejo sería este: hay que darle tiempo al dharma.
Y creo que lo que más feliz me haría como profesora del dharma, es que cualquier persona que estudie el dharma conmigo o con cualquier otra persona, encuentre la manera de hacerlo hasta el día en que se muera.»
LAR: Palabras de despedida.
VSD: «A todas las personas: gracias por su atención, y espero que algo de lo que hemos charlado les haya aportado nueva información en la cual pensar y reflexionar, una nueva posibilidad para sus vidas. No hay que hacer cosas grandes, ni pensar que debemos hacer algo grande para que surta efecto. De hecho, todas las cosas grandes, todos los actos o acontecimientos que se pueden llamar grandes, siempre comienzan con un hecho pequeñito. Así que no debemos valorar solamente aquello que se ve como una gran cosa, sino también las cosas pequeñas.
Y gracias por su interés en el dharma y por escuchar esta charla. Les deseo que sigan bien, con buena salud, que se cuiden del coronavirus y de todo lo demás que pueda afectar nuestras vidas. Háganlo usando tanto las medicinas tradicionales, como la medicina que nos ha ofrecido el Buddha. Les deseo a todos mucha suerte y espero vernos pronto para seguir practicando las enseñanzas del Buddha. Mucha suerte a todos, adiós.»