La Personalidad Budista (I). Introducción a los estudios desde los modelos de rasgos de la personalidad

ISMAEL APUD PELÁEZ

VICTOR E. C. ORTUÑO

El budismo puede considerarse un camino espiritual y filosófico, con una cosmovisión particular y con preguntas filosóficas sobre la ontología de las cosas, la mente y el mundo. También constituye un camino de autoconocimiento y afrontamiento de malestares psicológicos. Usualmente, las personas se acercan a alguna escuela budista con una motivación doble. Por un lado, buscando respuestas existenciales y espirituales, por ejemplo, sobre temas en torno a qué es la vida, qué se puede esperar luego de la muerte, cuál es la naturaleza de la mente y del yo. Por otro lado, es frecuente también existir una motivación vinculada al autoconocimiento, ya que el/la practicante busca entenderse mejor a sí mismo/a. Muchas veces dicha motivación es consecuencia de algún malestar psicológico, como puede ser estrés, ansiedad, angustia o tristeza. Otras veces, el practicante simplemente quiere propiciar cambios en su forma de ser y estar en el mundo, para vivir una vida más plena. Una pregunta interesante que podríamos hacernos desde la psicología es: ¿Puede el budismo generar cambios en la personalidad del practicante?

Los rasgos de personalidad

Para ello debemos primero definir personalidad desde un punto de vista psicológico. En el presente artículo, la definiremos bajo el paradigma de los rasgos de personalidad, que podría ser considerado como el marco teórico sobre la personalidad con mayor evidencia científica, principalmente porque son constructos elaborados desde la psicometría, con el fin de medir diferencias individuales y poblacionales. Los rasgos de personalidad pueden ser definidos como una predisposición psicológica a pensar, sentir y comportarse de determinada manera. Dicha predisposición es relativamente estable en el tiempo y no sufre grandes cambios luego de la adultez. La evidencia actual sobre el estudio de la personalidad indica que los mismos tienen una fuerte base biológica, lo que supone que factores externos ambientales, sociales o culturales, no propiciarían grandes cambios en los mismos.

El modelo más importante y con mayor evidencia en la actualidad es el de los Cinco Grandes de la personalidad, e incluye cinco grandes rasgos: Neuroticismo, Escrupulosidad, Extraversión, Apertura a la Experiencia y Amabilidad. La evidencia en el estudio de estos sugiere un fuerte componente constitucional biológico de los mismos, una estabilidad luego de la adultez, y una presencia transcultural en distintos dominios lexicales del mundo. Pero, además de los Cinco Grandes, otros modelos y rasgos de personalidad han sido desarrollados y estudiados. Algunos de ellos han sido incluidos en estudios sobre religión y personalidad (aquellos rasgos que mencionaremos en el presente artículo están descriptos en la Figura 1). Es entonces que podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿Se podría decir que el budismo puede generar efectos a nivel de la personalidad de sus practicantes?

Figura 1. Distintos rasgos de personalidad con sus definiciones y modelos en los que son incluidos.

Personalidad, religión y espiritualidad

Antes de pasar a dicha pregunta, es importante entender en términos generales la relación entre religión y personalidad. Diversos estudios apuntan a que los rasgos de la personalidad influyen en las preferencias religiosas. La idea general es que los caminos religiosos y espirituales involucran estilos de pensar, sentir, y comportarse, y que estos estilos atraerán a distintos tipos de personalidad. Por ejemplo, en el artículo «Religiosidad como una adaptación cultural de los rasgos básicos», el psicólogo Vassilis Saroglou realiza un meta-análisis sobre investigaciones previas en religión y personalidad. La revisión final de Saroglou incluyó más de veinte mil participantes de 19 países, y mostró una correlación positiva modesta entre religión y espiritualidad, por un lado, y los rasgos Amabilidad, Escrupulosidad y Extraversión por el otro. Esto sugiere un perfil del tipo social y ordenado en aquellos involucrados en caminos religioso/espirituales. Pero, y en lo que refiere al rasgo Apertura a la Experiencia, solamente la espiritualidad obtuvo una correlación positiva en el estudio de Saroglou. Esto último sugiere que la «personalidad espiritual» sería menos dogmática que la religiosa, así como más orientada hacia la búsqueda de nuevos sentidos y experiencias (algo característico de los spiritual seekers, pero no tan común en practicantes religiosos de instituciones más clásicas).

Pero los caminos religiosos/espirituales pueden también tener cierto efecto en la personalidad de sus congregantes. En primer lugar, muchas religiones y espiritualidades han desarrollado prácticas y rituales que permiten manejar ciertos rasgos de la personalidad, como la Agresividad, la Impulsividad y el Neuroticismo. El caso de la meditación budista es un claro ejemplo, en tanto existe evidencia de su utilidad en el manejo de la ansiedad, impulsividad y emociones.

En segundo lugar, las creencias, ideas y narrativas religioso/espirituales pueden tener cierto impacto psicológico a nivel de autoestima, humor y motivación. Es importante tener en mente que un componente central en los caminos religiosos y espirituales es la idea de salvación, que supone un camino de superación donde los infortunios de la vida pueden ser resueltos. En el caso del budismo este camino se expresa en la búsqueda de la iluminación.

En tercer lugar, las religiones y espiritualidades ofrecen éticas de comportamiento, así como redes sociales de ayuda mutua, y prácticas que apuntan al cultivo de la empatía y la compasión. En el caso del budismo tenemos una ética donde se busca la salvación de todos los seres, una sangha que oficia como comunidad de apoyo, y un conjunto de prácticas que incluyen la meditación compasiva y otras modalidades que apuntan a generar un efecto empático con otros seres. Todo esto puede influir en rasgos de la personalidad como la Extraversión, la Amabilidad y la Humildad.

Todos estos aspectos son fundamentales para entender el potencial efecto de un camino religioso y/o espiritual en la personalidad y psicología general de un congregante. Siguiendo a Saroglou, estos aspectos podrían agruparse en cuatro dimensiones psicológicas generales: creer (believing), conectar (bonding), comportarse (behaving) y comulgar (belonging). En inglés serían las cuatro «b» de la religión; en español las redefiniremos como las cuatro «c». En el caso del budismo, estas cuatro «c»pueden verse plasmadas en el dharma como un conjunto de creencias, las prácticas de meditación como modos de conectar con el camino de la iluminación, la ética general budista como forma de comportarse, y la sangha budista como modo de pertenecer y comulgar con una comunidad.

Figura 2. Creer, conectar y comulgar en el Sanja Matsuri de Tokio (festival en honor al buda Kannon). Foto del autor, mayo de 2017.

Budismo y personalidad

Uno de los primeros estudios empíricos sobre budismo y personalidad podemos situarlos en la década de 1960. Se trata de un estudio realizado en Tailandia, conducido por William Berkowits, de la Universidad de Chulalong en Bangkok. Los resultados del estudio muestran valores significativamente menores en el rasgo Búsqueda de Sensaciones para una muestra de monjes budistas, al ser comparado con estudiantes universitarios no budistas. El autor concluye que dichas diferencias pueden ser causa de la vida monástica de los monjes incluidos en el estudio, donde se desestiman las experiencias nuevas, y se enfatiza en la rutina del camino espiritual.

Otro estudio temprano es conducido en la década de 1970 por Richard Davidson, Daniel Goleman y Gary Schwartz de la Universidad de Harvard. En dicho estudio se comparan distintos niveles de meditadores (entre ellos, meditadores budistas), reportando que los meditadores experimentados serían los que tienen menores puntajes en el rasgo de Ansiedad.

En la década de 1980 Douglas MacPhillamy realiza un estudio en un monasterio zen de California, comparando monjes en su primer año en el monasterio con aquellos que se encuentran en su quinto año. Los resultados del estudio muestran que los monjes más antiguos puntúan significativamente más alto en variables relacionadas al fortalecimiento del ego, así como obtienen puntuaciones más bajas en la variable dependencia. Según el autor, estas diferencias se deberían a la práctica monástica, que fortalecería la personalidad de los budistas en términos de independencia e integración mental.

Dentro de las investigaciones más recientes del nuevo milenio tenemos la de Vassilis Saroglou y Julien Dupuis con budistas europeos de la rama tibetana. Los autores reportan correlaciones positivas entre el rasgo Amabilidad y las medidas de involucramiento en la práctica budista. O sea, a mayor involucramiento en el camino budista, mayores puntajes en dicho rasgo, algo que puede interpretarse tanto como un efecto del budismo sobre la personalidad—la práctica budista causando una mayor calidez empática—, o bien como un perfil de personalidad previo que es proclive a elegir el camino budista—una personalidad sociable que termina siendo más proclive a elegir el camino budista—. Además, los resultados arrojan una correlación negativa del involucramiento con escalas relacionadas a una orientación hedónica y de prestigio, algo que podría relacionarse con la ética budista y su apartamiento frente a los deseos mundanos y la competencia social.

Imagen de Paul McGeiver/Flickr

Otro estudio interesante es realizado por Marco Giannini y colaboradores con budistas Nichiren italianos de la institución Soka Gakkai Internacional (SGI). Los autores compararon un grupo de miembros de la SGI con ateos y católicos, encontrando valores significativamente más altos en el grupo budista para rasgos como Optimismo, Calidez y Extraversión, al compararlos con los dos otros grupos. Además, los budistas de la SGI puntuaron significativamente más alto en Autoestima y Autoeficacia en comparación con los católicos, y en Percepción de Apoyo Social y Escrupulosidad frente a las Reglas al ser comparados con los ateos. Al igual que en estudios anteriores, esto puede interpretarse en las dos direcciones de la interacción budismo-personalidad.

Por un lado, puede pensarse un efecto del budismo sobre la psicología de sus congregantes. Por ejemplo, la práctica budista dentro de la SGI supone el encuentro con la ley mística transmitida por Nichiren, que a través de la recitación del mantra namu myōhō renge kyō permite tomar control sobre las propias condiciones kármicas, algo que influiría en el fortalecimiento del yo (Autoestima, Autoeficacia, Optimismo), y en la capacidad de relacionamiento con los demás (Calidez, Extraversión, Percepción de Apoyo Social, Escrupulosidad).

Pero también, y en tanto se trata de un estudio observacional donde no es posible saber cómo era el perfil de personalidad de los miembros de la SGI antes de ser budistas, se puede plantear una relación inversa. Esto es, existiría un perfil de personalidad previo que termina eligiendo a la SGI en tanto ésta se adecúa más al temperamento y carácter del futuro miembro. Un ejemplo claro de esto último podemos encontrarlo en el estudio de Michael Ashton y Kibeom Lee, con más de doscientas mil personas pertenecientes a distintos tipos de religiones. En el estudio, los budistas se caracterizaron por mayores puntajes en el rasgo Apertura a la Experiencia. Pero esta característica se observó solamente en budistas de países no asiáticos. La interpretación más probable es que el perfil de «buscador espiritual» occidental que elige al budismo como camino debe tener una mente abierta, dado el carácter exótico de dicho camino espiritual en su país. Esto no sucede en los países asiáticos, donde el budismo es más popular y presente en la cultura popular.

Miembros de la Soka Gakkai de Perú en Machu Picchu [© Seikyo Shimbun]

En suma, y en cierta medida, gran parte de los resultados encontrados sobre la personalidad budista pueda deberse a un efecto de selección y sobrevivencia. Por ejemplo, personas con menores niveles de ansiedad son las que se vuelven meditadoras experimentadas, mientras que personas con altos niveles de ansiedad no toleran finalmente las meditaciones y el camino budista en general. Por otra parte, por lo menos una parte de las diferencias de personalidad en grupos budistas pueda deberse al efecto que las cuatro «c» del budismo pueda tener en la personalidad de sus practicantes a mediano y largo plazo. Como cualquier fenómeno complejo, es probable que las causas de estas decisiones y posteriores conductas se deban a diversos factores, haciendo que ambas hipótesis sean complementarias entre sí. Las particularidades de la personalidad budista quizás se compongan tanto de características previas y constitucionales de sus practicantes como de otras desarrolladas a lo largo del camino budista.

En los siguientes artículos sobre la personalidad budista describiremos cuatro estudios que hemos realizado sobre el tema, y que pretenden aclarar un poco más la cuestión. Un aspecto que tomaremos en cuenta es la diversidad dentro del mismo budismo, bajo la hipótesis de que existen también ciertas diferencias en términos de personalidad para cada escuela y tradición. Distintas escuelas budistas atraerán distintos perfiles de personalidad, así como propiciarán distintos estilos de ser y estar en el mundo. Dos estudios fueron realizados en Uruguay, uno con miembros de la Soka Gakkai, otro con budistas tibetanos. Un tercer estudio fue realizado con budistas tibetanos de España, mientras que un cuarto estudio fue realizado con practicantes zen de Cataluña.

Referencias mencionadas

Berkowitz, W. (1967). Use of the Sensation-Seeking Scale with Thai Subjects. Psychological Reports, 20(2), 635–641.

Davidson, R., Goleman, D., y Schwartz, G. (1976). Attentional and affective concomitants of meditation: A cross-sectional study. Journal of Abnormal Psychology, 85(2), 235–238.

Giannini, M., Loscalzo, Y., Beraldi, D., y Gori, A. (2018) Psychological Resources, Personality Traits and Buddhism: A Study of Italian Young Adults, Journal of Religion and Health, 57(6), 2416–2430.

MacPhillamy, D. (1986). Some Personality Effects of Long-Term Zen Monasticism and Religious Understanding, Journal for the Scientific Study of Religion, 25(3), 304–319.

Saroglou, V. (2010). Religiousness as a cultural adaptation of basic traits: A five-factor model perspective. Personality and Social Psychology Review, 14, 108–125.

Saroglou, V. (2011). Believing, bonding, behaving, and belonging: The big four religious dimensions and cultural variation. Journal of Cross-Cultural Psychology, 42(8), 1320–1340.

Saroglou, V. y Dupuis, J. (2006). Being Buddhist in Western Europe: Cognitive needs, prosocial character, and values, The International Journal for the Psychology of Religion, 16(3), 163–179.

Puede leer la segunda parte del articulo aquí