El problema del «mal» en el budismo

EFRAÍN VILLAMOR HERRERO

El concepto del mal en el budismo

El problema del mal, y sobre todo su existencia, ha puesto en jaque durante varios milenios la teología más ortodoxa. El budismo es una religión, que a priori, siguiendo la indiferencia del buddha Gautama por la metafísica, evita posicionarse sobre la existencia de un dios/creador, así como de la posibilidad de que pudiera existir algo de forma independiente. Precisamente por eso, su concepto del mal, es ciertamente particular y está relacionado con diferentes factores. Lejos del esencialismo, el concepto del mal en el budismo cuenta con características, a mi parecer, realmente reseñables, tanto desde el punto de vista filosófico, como para cualquiera que esté interesado en la historia de las religiones. A continuación, reseñaremos algunas de ellas.

Imagen de Māra, estilo de Gandhāra (Valle del Swat). (Foto de Under the Bo)

El concepto del mal en el budismo

La Luz y la Oscuridad. La batalla celestial entre el Bien y el Mal, es la explicación dualista sobre los misterios de la existencia. Su patente proviene de varios milenios atrás antes de nuestra era, ya que sabemos que, como poco, se remonta al hecho histórico del surgimiento de este pensamiento en la antigua Babilonia, para quedarse hasta el fin de los tiempos. La cosmología budista, basada en la influencia principalmente de la ideología védica, adoptó estos ancestrales conceptos de la Luz y la Oscuridad en muchas de sus referencias religiosas. No obstante, el discurso teológico no fue aceptado por completo, sino readaptado al contexto budista. La ignorancia (avijjā) se dispone en la filosofía budista como el origen de todo sufrimiento. El concepto del mal, desde el punto de vista esencialista, no existe en el budismo. Entonces, ¿Por qué existe el mal? ¿Existe realmente la maldad o es solamente fruto de nuestra ignorancia? ¿Es la maldad algo congénito al ser humano?

Durante milenios el concepto del Mal fue fundado por las religiones monoteístas y politeístas de todo el mundo para explicar su teología. En el budismo, la figura unificada con el apelativo de Māra no se describe como una entidad ajena a la mente, sino como una analogía para ser consciente de la propia ignorancia y debilidad que debe ser conocida para lograr evitar pagar por su desconocimiento. La etimología del nombre Māra está relacionado con la «muerte». En ocasiones es descrito también como antaka o dios de los muertos. Además, su imagen se vincula con el dios védico de los ancestros, Yama, quien se consagrará como juez de los inframundos en el budismo. Su personificación como la figura representativa de lo tenebroso, pasará a describirse como el lugarteniente del «mundo del deseo» (kāmaloka). Otro detalle interesante es que el concepto del Mal en el budismo está relacionado con el término pāpa. Siguiendo la tradición de los Vedas, desde donde proviene este concepto; los malhechores en el canon pāli son mencionados como pāpa, pāpaka, pāpakara, entre otros. Así, con base en esto, Māra es mencionado como el Perverso (en sánscrito pāpīyas) en diferentes textos budistas. En el canon aparece reiteradamente referenciado como Pāpimant. En las lenguas indias, el sufijo -mant (-vant) implica una cualidad «innata». Ampliamente conocido es que el buddha Gautama es aclamado de diversas maneras, entre las cuales, Bhagavant se convirtió en el legendario término para señalarlo como aquel «que posee la Dicha». Por todo esto podemos ver como la figura del Mal en el budismo, enfatiza, o, mejor dicho, extrapola la mala intención: la maldad (pāpa) como la raíz de aquello que se asocia con el mal. Se lo conoce también como El Perverso, Rey del Mal (en caracteres chinos 魔王波旬). Esta personificación del Mal como un ente malvado puede observarse en diferentes esculturas budistas en las que se lo represente con forma diabólica.

Las tentaciones del Malvado-Perverso

Cuantiosos lugares del canon exponen las disputas con las que Māra se aparece ante el buddha Gautama para tentarlo. Sin duda alguna, su batalla final por la liberación es la «guerra» que más fascinación ha suscitado dentro de la narrativa budista. El buddha Gautama pudiera haber utilizado la figura de Māra como recurso instructivo. Algunos textos del canon pāli dicen que el buddha Gautama explica a Māra como la «encarnación» de los Cinco Agregados (pañcakkhandhā) (Māradhammasutta SN 23.12). Aun así, creo que la gran parte de esta narrativa habla más de las creencias y esperanzas de sus seguidores que del interés del buddha Gautama por explicar su propia experiencia, la cual como ya sabrán los más versados en la materia, no puede ser transmitida mediante la palabra, motivo por el que él mismo dudó en si debería explicar el camino que él había seguido para alcanzarla. Para los budistas tal acontecimiento representó una confrontación espiritual que fue narrada con gran dramatismo. Podemos creer que la reconstrucción de sus conversaciones con Māra, son constructos añadidos por sus seguidores, los cuales pasaron a describir tal batalla como el mayor enfrentamiento épico, en la historia del budismo, sirviéndose de diferentes recursos e iconos mitológicos de la tradición brahmánica. Las hordas de guerreros con las que se dice Māra trata de impedir que el buddha Gautama alcance el nirvāṇa son descritas utilizándose diferentes personajes diabólicos de la mitología india.

Se narra que el buddha Gautama logró vencer al Mal, impasible, no inmutándose en absoluto, tan sólo observando con plena claridad, la efimeridad de sus propios mentales. Este, quien se dice logró liberarse por completo de las ataduras de Māra, se autodescribe en otros pasajes como su «conquistador», refiriéndose sí mismo con el título jina, utilizado por los jainistas para referirse a aquellos que habían alcanzado la liberación (Gombrich, 2013: 57). Aquél que conoce el Camino (de la Verdad) (maggaññū) o nuevamente, el que ha Conquistado el Camino (maggajino) y es Guía del Camino (maggadesako) (Sn 84), además de aquél que ha vencido a Māra (Māraji), son algunos de los muchos epítetos con los que se venera que el buddha Gautama derrotara sin inmutarse a la figura que fue adoptada como la representación de todo aquello que genera sufrimiento: la ignorancia. El concepto de ignorancia (avijjā) no es exclusivo al budismo; lo que sí es exclusivo es su interpretación de tal negligencia como la ausencia de conocimiento de las Cuatro Verdades Nobles (Villamor, 2024a). Dicho de una manera sencilla, el concepto de avijjā en el budismo antiguo está intrínsecamente relacionado con la interpretación gnóstica, clásica, de los brahmanes (Villamor, 2024b). Esto puede ser advertido en pasajes en los que se ensalza al buddha Gautama como el Buddha en mayúsculas, el Maestro (Satthā) y Santo (muni), además de aquel que ha vencido a Māra (Mārābhibhū) (Sn 545, 571). La batalla interna de la que el buddha Gautama sale vencedor, es empleada para explicar cómo debemos observar el proceso cognitivo. La narrativa budista describe a Māra de diversas maneras. Sin embargo, la forma de vencerlo cuenta con el patrón común de otros relatos budistas, y otros más antiguos que comparten con la ideología védica menciones en las que el dios Indra vence a las fuerzas de la Oscuridad, del mismo modo, manteniendo la calma (khanti) (Villamor, 2024a).

Buda triunfando sobre Mara, 900–1000. India; probablemente Kurkihar, estado de Bihar. Piedra. Cortesía del Museo de Arte Asiático, Colección Avery Brundage, B60S598.

No obstante, tras la mitificación del buddha Gautama, un aspecto suele pasar desapercibido cuando se comienza a estudiar acerca de su biografía. Estamos hablando de los «encuentros» que se recogen en el canon sobre las tentaciones de Māra, incluso después de que el buddha Gautama alcanzara el nirvāṇa bajo el árbol «Bodhi». Estos pasajes son abundantes en la colección del Saṃyutta Nikāya (Mārasaṁyutta, SN 4.1-25), donde el Malvado, Māra, toma la forma de un elefante, una cobra, una bella u horrenda mujer, tratando de perturbar con sus ataques al buddha Gautama directamente o sus discípulos. Aquí es donde encontramos el principal rasgo característico del concepto del mal, personificado en la figura de Māra. El objetivo del budismo es superar el sufrimiento. Alcanzar la felicidad y paz espiritual, en su máximo esplendor en esta vida, ha sido recordado durante siglos como nirvāṇa. Todo aquello que nos aleja de este propósito fundamental, fue englobado en la figura del Malvado, el cual encarna aquello que nos impide ver la verdad, en su sentido más absoluto. Lo cual trata de recordarnos que todos podemos caer en sus redes, ya que, si no somos conscientes de cómo funciona el proceso empírico que nos produce sufrir, no podremos revertirlo. La figura de Māra representa tal proceso, con él se nos recuerda cómo el buddha Gautama logró superarlo.

A modo de reflexión

La interpretación budista del mal, destaca por alejarse del aspecto metafísico del concepto del Mal al que las tradiciones religiosas monoteístas acostumbran. El budismo preferirá posicionar su idea del «mal» en un lugar genuino, en el interior de todos nuestros corazones. La teatralización del proceso introspectivo del buddha Gautama, me aventuraría a decir que probablemente puede que herede el legado de la meditación vipassanā, en la que se contempla el proceso cognitivo mediante la verbalización de todo aquello que se puede experimentar. Tras su liberación, se explica que el buddha Gautama se enfrenta a Māra, quien infructuosamente, tratara de perturbarle, dado que, a pesar de persistir en sus ardides, el buddha Gautama ya había logrado trascender a sus dominios y mantenerlo bajo control (nirodha). El desenlace de estos encuentros es recordado de forma irónica, ya que se dice que Māra desaparece ciertamente afligido y entristecido, para lo que se usa el término clásico para sufrimiento (dukkha). El cazador de momias, regresa convertido en momia… dice el refranero japonés… vamos, que cuando decimos «le salió el tiro por la culata» solemos decirlo con ironía, aunque seamos literales. Así fue como sus discípulos narraron la gran victoria de su maestro, ya que recordemos, se supone que todas las batallas entre el Bien y el Mal, en el budismo, entre el buddha Gautama y Māra, deben ser parte del constructo posterior de los autores budistas, no olvidemos que se supone que estamos hablando de las vivencias experienciales del fundador histórico del budismo, las cuales no creemos que ellos pudieran estarlas viendo en directo, a no ser que todo el concepto del mal en el budismo provenga en realidad de alguna alusión metafórica del buddha Gautama durante sus discursos. En cierto modo, eso es más que probable.

Entonces precisamente, el Malvado dijo: «El Bienaventurado me conoce. El que ha alcanzado la Felicidad (sugato) me conoce ― tras lo cual se marcha afligido y triste».

Atha kho māro pāpimā «jānāti maṁ bhagavā, jānāti maṁ sugato» ti dukkhī dummano tatthevantaradhāyīti.(Dutiyamārapāsasutta SN 4.5, entre otros pasajes).

Bibliografía
 

Gombrich, R.F. (2013). What the Buddha thought. London: Equinox.

Villamor, E. (2024a). On the Formation of Avijjā. Focusing on avijjā and vijjā in the Pre-Buddhist Brahminic texts and in the Pāli Canon (Avijjāの形成について―仏教以前のバラモン文献とパーリ仏典におけるavijjāとvijjāを中心に― The Japanese Association of Indian and Buddhist Studies『印度學佛敎學研究』第72巻(forthcoming).

Villamor, E. (2024b). Why no React Against Evil, even when you are in a war for your freedom (forthcoming)

Efraín Villamor Herrero (Bilbao, 1986). Licenciado en filología japonesa y japonología (2012-2016), investigador en Japón (2016-2018) en la Universidad Prefectural de Yamaguchi (Japón). Doctorando, Universidad de Salamanca (2020-2023). Sus principales campos de estudio son el budismo indio y su influencia en el pensamiento japonés. En su Tesis Doctoral ha analizado diferentes relatos jātaka de gran repercusión histórica. Es miembro del Grupo de Investigación Reconocido, EURASIA HUMANISMO (España) y the Society for the Study of Pali and Buddhist Culture (Japón).