El grito de Akegarasu. El reverendo exclama en castellano
ALEJANDRO TAPIA VARGAS
La escuela de la Verdadera Tierra Pura
La escuela jodo-shin fue polémica desde sus inicios. Su fundador Shinran Shonin (n. 1173—m. 1262) se tomó más devocional y contrito el nenbutsu que su maestro Honen (n. 1133—m. 1212) y, más que sólo ser igualitario con las mujeres (como Honen), admitió un compromiso mayor con ellas: el matrimonio.
Por sus ideas excepcionales respecto del budismo y el mundo, la jodo-shin shu fue objetada en distintos momentos de la historia del Japón. Durante la era Kamakura, las rinzai shu y shingon shu, mantuvieron un desacuerdo explícito con su visión incluyente de las mujeres. La tendai shu y la hosso shu solicitaron a la corte imperial la prohibición de la práctica del nenbutsu y lograron el destierro de Honen y Shinran (de 1207 a 1211). Durante la era Sengoku, el daimyo, señor feudal, Oda Nobunaga asedio y destruyó el templo-fortaleza Ishiyama Hongan-ji en Naniwa (Osaka), por oponerse al gobierno samurái.
Así, cada vez, la escuela fue teniendo nuevas transformaciones. A inicios del periodo Edo (1604), su templo Hongan-ji, en Kioto, fue dividido en dos: Higashi Hongan-ji y Nishi Hongan-ji. Y durante la restauración Meiji, el gobierno japonés reestructuró las formas de administrar a las organizaciones religiosas en general; así que, a uno de los grupos de la Jodo-shin shu, denominado Shinshu Otani, le fue asignado el control de Higashi Hongan-ji (1860).
«Mundo espiritual»
Kiyozawa Manshi (n.1863–m.1903) fue un miembro incómodo para la rama Ōtani-ha del budismo shin. Perteneció a la primera generación de japoneses que estudió filosofía occidental en una universidad nipona, en Tokio (como parte de las innovaciones de la apertura a Occidente por parte de la restauración Meiji). Escribió el libro titulado Esqueleto de una filosofía de la religión donde expuso temas sobre filosofía occidental; fue un profesor impopular entre sus alumnos por ser muy estricto y fue removido de su cargo de director en un internado de Kioto, cuando los estudiantes se sublevaron por sus innovaciones pedagógicas inaceptables.
Kiyozawa también fue un tipo excéntrico. Nació en el seno de una familia samurái de bajo rango y durante su vida profesional se dio vida de burgués: uso bigote, trajes occidentales, fumaba y se adornaba haciéndose acompañar de un elegante bastón. A sus 27 años de edad (inicios de 1890) tuvo un cambio radical, adoptó un riguroso ascetismo: se afeitó la cabeza, cambió su ropa occidental por los hábitos, dejó de fumar, se alejó de su mujer e hijos, suprimió los alimentos de su dieta y, casi exclusivamente, comía harina para fideos mezclada con agua, hasta 1894, que le diagnosticaron tuberculosis.
Kiyozawa inició un movimiento al interior de la escuela shin. Proponía la transformación espiritual de sus seguidores, y para lo cual consideró básico centrar todos los esfuerzos en la reforma de la enseñanza. Una de sus propuestas residió en que las instituciones educativas del budismo shin debían ser independientes de la cúpula dirigente de la escuela, propuso la libertad de cátedra y la libre interpretación de los textos sagrados del budismo shin. En 1897 creó la «Oficina para la petición de la reforma de la escuela Ōtani», un órgano que pretendía reunir a los miembros de aquella escuela dispuestos a llevar a cabo reformas drásticas. Atrajo la simpatía de un buen número de seguidores del budismo, lo que preocupó a las autoridades que decidieron expulsarlo junto con otros cinco monjes, y quienes fueron readmitidos un año después.
En 1900, fue electo como rector de la Universidad Shin (Shinshū daigaku) de Kioto. Ahí fundó la revista Mundo espiritual, cuyo primer número vio la luz pública en 1901 y donde difundió las ideas de lo que denominó seishin shugi(que algunos traducen como «activismo espiritual» y otros prefieren «espiritualismo». Martí Oroval, 2009). Y que son ideas entorno a la noción de un «Absoluto Ilimitado» por cuya gracia se obtiene la salvación.
El 1 de junio de 1903, Kiyozawa escribió una carta y la dirigió a su discípulo: Haya Akegarasu (n. 1877—m. 1954). Esta carta es conocida como su última carta, y en ella habla un poco de sus problemas pulmonares, espera que Akegarasu ya tenga el manuscrito titulado «Mi Fe» enviado dos días antes; le pide unos libros y le solicita le despida de los demás. Murió cinco días más tarde a la edad de 39.
Haya Akegarasu
Akegarasu conoció a Kiyozawa en la escuela preparatoria de Kioto en 1893. Dos años atrás, Akegarasu había publicado una serie de poemas prometedores. En un acto de rebeldía contra el idioma inglés oficializado, Akegarasu acababa de abandonar la escuela preparatoria Kanazawa. En la preparatoria de Kioto, Kiyozawa pasaba por su periodo asceta e impartía la clase del idioma inglés donde Akegarasu se inscribió. Su relación duró diez años.
Tras la muerte de su maestro, Akegarazu mantuvo la publicación de Mundo Espiritual y dio continuidad a las ideas del espiritualismo. Escribió durante los siguientes diez años, cuando su esposa murió. Sus ideas fueron altamente criticadas. Se sumió en una crisis existencial.
Los escritos de sus siguientes 10 años (1913 a 1923) los compiló en su libro El grito de Buda. Son las reflexiones de un sacerdote por llegar a la madurez. Contiene las enseñanzas de Kiyozawa, y el dominio de Akegarasu para escribir, su pronunciamiento sobre la sencillez de la enseñanza, los golpes de la realidad de la vida, llegar a la Tierra Pura mientras se vive, su redescubrimiento de los sutras, su budismo como un viaje personal, todo está aquí. Ese periodo de su vida se imprimió en estos escritos.
El grito de Buda
Más que encontrar conceptos estrictamente budistas o explicaciones mahayanistas, las palabras de Akegarasu son francas, ordinarias y hasta coloquiales. Grita como si rugiera. Alza la voz pronunciándose. No como si discursara sino como quien conversa. Así lo expresó en idioma japonés, así se tradujo al inglés y de esta forma se transmite al castellano.
La divulgación de la obra de Akegarasu fuera de Japón, inició con la labor del budismo shin en Estados Unidos de América. Primero en 1944 con la fundación de dos templos y, segundo, con los esfuerzos en uno de ellos por traducir su obra. Los templos erigidos fueron el Templo Budista de Chicago (TBC) fundado por el Rev. Gyomay Kubose y el Templo Budista del Medio Oeste (TBMO) por el Rev. Gyodo Kono. Precisamente, en un año en el que vibraba la polémica de la reubicación de los ciudadanos americano-japoneses en campos de concentración, perdón, campos de Internamiento.
Las traducciones vinieron por parte del Rev. Gyomay Kubose y su compañero Rev. Gyoko T. Saito del TBC. Con ayuda de angloparlantes tradujeron dos libros del japonés al inglés, para emplearlos en sus clases y reuniones semanales. De este esfuerzo se publicaron The Fundamental Spirit of Buddhism (de Haya Akegarasu y traducido por Gyomay M. Kubose con Nancy DeRoin, publicado en Chicago por el Buddhist Educational Center en 1977) y Shout of Buddha: Writings of Haya Akegarasu (traducido por Gyoko Saito y Joan Sweany publicado en Chicago por Orchid Press también en 1977)
De cómo el Akegarasu obtuvo su voz en castellano
A mediados de los años 60’s del siglo XX, un joven graduado se acercó al Templo Budista de Chicago (TBC). Su nombre fue William Breen Murray. Hacía poco tiempo que su padre había muerto por suicidio, él acababa de abandonar su carrera laboral, se había consiguió un trabajo monótono en la industria ferrocarrilera y se empleó de barista por las noches. Además, tenía poco de haberse mudado a unas cuadras del TBC y, así sin más, un día decidió participar en una las sesiones de meditación.
Breen—como le decían sus amigos—, ya no se alejó del budismo. Los templos tradicionales de jodo-shin shu en Japón generalmente no tienen servicios semanales, en los EEUU sí. El TBC y en el TBMO adoptaron el servicio dominical a la manera de las iglesias cristianas; entresemana ofrecían algunas clases. Breen se involucró en los retiros, en las caminatas en el bosque y en las discusiones sobre la enseñanza en el TBC. Asistió como laico y jamás pensó en ordenarse. De hecho, dijo que en una sesión de meditación encontró su vocación: estudiaría antropología y se dedicaría a la vida académica.
Encontró más que su vocación. Breen migró a Canadá para hacer estudios de postgrado y luego a México a hacer trabajos de investigación. En una visita a su maestro el Rev. Saito en Chicago se encontró la novedad de que Shout of Buddha (con los textos que tanto habían leído y discutido en las reuniones), era ya una realidad impresa. Durante esa visita Breen salió con una encomienda inesperada, traducir el texto al castellano. Su maestro le anunció que lo habían asignado a Los Ángeles y que el texto en español vendría bien para la comunidad budista de habla hispana.
Breen se fue honrado y abrumado. Durante los próximos años se dio a la tarea de cumplir con la encomienda, pero se encontró con las dudas de todo interprete. ¿Cómo transmitir el sentido implícito de una idea? ¿cómo hacer caber lo alegórico de un mensaje propio de una cultura ajena? ¿cómo traducir palabras que hablan de ruptura y liberación? Hizo lo mejor que pudo y cuatro años después cumplió su cometido. Modesto, contento, aunque un tanto insatisfecho. Dejó un par de copias de su traducción y, en un acto de desprendimiento, no volvió a saber qué fue de su trabajo.
Treinta años después, a principios de la segunda década del siglo xxi, volvió a su cometido. Tras su jubilación y su nombramiento como profesor emérito en México y tras cuarenta años de hablar en castellano diariamente, sabía que había correcciones y precisiones que hacer al texto de Akegarasu. Volvió al documento y en octubre de 2014 presentó el Grito de Buda en la Feria Internacional del Libro Monterrey.
Así, Haya Akegarasu obtuvo voz castellana. ¿Qué se lee ahí? Cuentos, poemas, reflexiones personales, ensayos, parábolas, discursos… una enseñanza para todos.
Eh aquí un diálogo de la pagina 176:
–Soy director de una biblioteca y tengo muchos problemas para clasificar su libro y asignarlo a la categoría correcta. Parece al mismo tiempo, un libro de religión, de filosofía, de literatura, pero no es ninguno de ellos.
–¿De veras? Puede ponerlo en cualquier clasificación que quiera, aunque no pertenezca a ninguna. Mejor todavía, póngalo bajo la categoría: Akegarasu. Yo hago haikú, pero no soy poeta, escribo canciones, pero no soy compositor, he oficiado funerales, pero no soy ministro. Doy sermones, pero no soy clérigo, escribo letras, pero no soy caligrafista, cultivo la tierra, pero no soy campesino.
–Entonces, ¿qué es usted?
–Yo no soy ninguno, soy yo. Hago todas estas cosas, pero yo no soy el que las produce.
Enlaces de interés
Akegarasu, Haya (2014). El grito de Buda. W.B. Murray, traductorr. México: Tilde. https://tiendacasadellibro.uanl.mx/producto/el-grito-de-buda/
Kiyozawa, M. (1903/2009). Mi fe (Waga shinnen). Estudios de Asia y África, 44, 3, 559-582.
https://www.redalyc.org/pdf/586/58620918005.pdf
Sadurní, J.M. 2020. Campos de internamiento para japoneses en los estados unidos.
Sukhavati-Vyuha Sutra (o el sutra sobre el Buda Amitayus) https://open.spotify.com/episode/5xn7bXvM095znX0EfU5Paw
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Alejandro Tapia Vargas. Doctor en psicología y diplomado en religiones por la Universidad Nacional Autónoma de México, certificado en Buddhism Through Its Scriptures (Edx-Universidad de Harvard) y certificado en Indian & Tibetan River of Buddhism (Edx-Universidad de Columbia); tiene un retiro de meditación Vipassana de 9 días en el Insight Meditation Society de Massachusetts. Coordina el Diplomado en Religiones y Neurociencia de la Universidad Iberoamericana en Monterrey; es editor consultor del Spirituality in Clinical Practice (de la American Psychological Association) y podcaster de “Lectura del Sutra” (por Spotify).