El futuro del budismo: cyborgs vs. aliens
FEDERICO ANDINO
«¿Cuántos poemas tiene un hombre que escribirles antes de que lo secuestren los alienígenas?» — de Viendo un OVNI y cantando Llévenme a la Luna de Frank Sinatra a los gritos, un poema de Ariel Franco
En los últimos tiempos, ha surgido una serie de posiciones que sostienen que el budismo y la corriente filosófica del transhumanismo son formas de pensamiento compatibles. Múltiples textos y proyectos han surgido, desde Los Sueños de la Perfección del Dr. Jaume Vallverdú (un excelente texto, que trata el tema desde Múltiples aristas) hasta el Cyborg Buddha Project , encabezado por James Huges, un investigador. Tal multiplicidad de proyectos y trabajos pareciera indican que la búsqueda de puntos de contactos es una tarea fructífera.
Sin embargo, textos como «If you see a Cyborg in the Road, Kill the Buddha» de Kenneth Evans han establecido distancia con el transhumanismo desde diferentes posturas, principalmente dentro de las escuelas mahayana, especialmente el zen.
En el siguiente artículo, intentaré resumir por qué, desde mi opinión de budista, dentro de la tradición vajrayana no sólo hay diferencias, sino que la posición del budismo es incompatible con la de algunas vertientes del transhumanismo y como se puede pensar un budismo futuro.
Entonces ¿cómo podemos definir al budismo y al transhumanismo?
Podríamos adoptar una definición simple para el budismo, como el conjunto de enseñanzas que se desprende de una persona llamada Siddhartha Gautama. Sin embargo, múltiples maestros budistas, desde Dzongsar Khyentse a Walpola Rahula, sostienen que la clave del pensamiento budista, lo que define que algo sea budista o no, no se encuentra necesariamente en la invocación del nombre del Buda, sino en su consistencia con las llamadas tres marcas de la existencia :
- Que todos los fenómenos son impermanentes.
- Que no existe un alma o una unidad espiritual o psíquica.
- Que la experiencia de la vida está marcada por placer y desplazador.
A esta formulación, si se le suma un punto extra, que existe un camino al nirvana se le conoce como los cuatro sellos .
Parece una formulación simple, pero es muy útil. Aplicándola, rápidamente podemos ver que muchas de las religiones mundiales no la cumplen. Por ejemplo, ni el cristianismo, ni el judaísmo, ni el islam podrían ser considerados budismo, dado que no cumplen con el punto 1 (una deidad trascendente y eterna) o el punto 2 (el alma), mientras que religiones como el taoísmo dependen de su tipo: algunas son totalmente compatibles (y han sido asimiladas, como el caso de la escuela chan) y otras, con su espíritu inmortal, no cumplen el punto 2, lo mismo que muchas vertientes del hinduismo.
En este sentido, es interesante ver que sistemas como el bön tibetano son considerados como parte de la enseñanza budista, aunque su fuente no sea Gautama Sakyamuni. En el budismo, no importa tanto quién lo enseña sino lo que se enseña.
Entonces, ¿qué sucede con el transhumanismo?
Para definir el transhumanismo, utilizaré la definición de Steve Fuller, quien sostiene que el transhumanismo es una forma de superar las limitaciones humanas, cuentos como:
- Tener un límite de vida de alrededor de 120 años.
- El dolor, la enfermedad y la muerte.
- La capacidad de la mente, memoria y sentidos del cuerpo humano.
La característica especial del transhumanismo es que la superación de estas limitaciones se hace mediante la tecnología. ¿Podríamos pensar en las técnicas de meditación como tecnología espiritual? Algunos vertientes del transhumanismo (como el ya mentalizado Cyborg Buddha Project) sostienen ese argumento.
A priori, pareciese que el transhumanismo no contradice ninguna de las afirmaciones necesarias para ser considerado un budismo:
- No considera que exista nada eterno de por sí Aún el sol estallará en el futuro, pero mediante la tecnología, se puede extender la vida humana.
- No cree en ningún alma, sino que nos considera “máquinas humanas”, ensambladas con partes biológicas.
- Considera que la vida es placer y displacer, buscando transformarla en completamente placentera.
Como corolario, el transhumanismo ofrece un camino (teórico, por el momento) de transcender estas limitaciones, un nirvana tecnológico. Es decir, uno podría pensar a priori que son totalmente compatibles.
Mi argumento es que, en realidad, el transhumanismo no cumple (de la misma manera que cierto taoísmo e hinduismo) el punto 2. ¿Por qué?
La formulación que utiliza el budismo en general para describir el conjunto cuerpo-mente es conjunto de skandhas o «montones». Es decir, para que surja la experiencia de una vida, es necesario que un montón de factores surjan al mismo tiempo. Todos estos factores tienen que surgir de forma interdependiente, es decir, que ninguno es suficiente por sí mismo. Tiene que haber agua, luz, aire, nuestros padres deben tener relaciones sexuales, múltiples factores deben coincidir para que existamos. Y una vez que suceden, tienen que seguir sucediendo hasta que uno muere o, en términos budistas «los skandhas se deshacen».
¿Por qué se utiliza esta formulación? Para dar a entender que no hay una única esencia, alma o chispa divina que anima nuestro ser, sino que ese ser es el resultado de una interacción de causas y condiciones. Y que como todo es impermanente, este ser ensamblado también lo es. Recordemos que la búsqueda de la Iluminación del Buda surge cuándo ve a un anciano, a un enfermo y a un muerto. Su iluminación no es trascender la muerte, sino deconstruir la idea misma de la vida y la muerte. Entender, experiencialmente, que no hay nada que muera de forma permanente porque no hay nadie vivo de forma permanente o unívoca. Los skandhas siempre son impermanentes, sostiene el budismo. Deconstruir nuestras ideas sobre la posibilidad de vivir por siempre y de la existencia misma es lo que nos lleva al nirvana.
Pero ¿es esa la búsqueda del transhumanismo? Justamente no, es la búsqueda opuesta. Coincide con el budismo en la impermanencia de los skandhas, en que están sujetos a la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Su respuesta a eso es buscar mejores skandhas, ensamblar un cyborg hecho a medida para transcender la condición humana.
Mientras que el budismo podría resumirse como una forma de hacerse amigo con la interdependencia y la muerte, el transhumanismo es la búsqueda de escapar de ambos.
Si yo lo pienso desde mi posición de budista, me parece que el transhumanismo, más que ser una variante de budismo, se puede considerar una variante del hinduismo upanishádico, especialmente aquél de los Brahmasutras. De la misma forma que el rishi upanishádico purificaba su atman y lo forjaba mediante rituales, los transhumanistas lo forjan mediante tecnología. Pero es un proceso mecánico de purificación similar.
Dentro del budismo, esta idea de forjarse en una imagen ideal (un yo ideal freudiano) surge cada tanto, como una tentación a salir del camino. Tanto Nagarjuna como Vasubandhu tuvieron múltiples trabajos sobre este peligro, que termina transformando al budismo en una técnica para mejorar la vida.
La clave, sostenía Nagarjuna, es recordar que todos los conceptos deben ser deconstruidos mediante la vacuidad. Así los skandhas, la vida y la muerte, aún la misma vacuidad debe ser deconstruida, lo que llama vacuidad de la vacuidad. Transformar al Buda en un modelo de vida eterna es justamente lo opuesto a lo que busca el budismo. Entender la falta (de estabilidad, de placer, de un centro sólido de nuestro ser) como algo a superar, en vez de ser justamente lo constitutivo de la experiencia, es lo contrario a la enseñanza del Buda.
Saliendo de lo general del mahayana, textos tántricos como el Kulayaraja Tantra sostienen una posibilidad radicalmente diferente. Dado que todos los seres sintientes existen en el estado de confusión, por la creencia en un dualismo entre un yo y otro, torturados por la falta, los Budas son seres que han comprendido la realidad y ya no se encuentran confundidos. Han transcendido la dualidad justamente porque comprenden que no existe un yo y otro.
Esto trae, como corolario, que los Budas no son humanos.
En el momento que un Buda aparece, aunque parezca humano, no lo es.
Esta comprensión del Buda no como un ser ideal, sino como el otro último (en el sentido de que es el único tipo de ser sintiente no torturado por la falta y atrapado en confusión) es radicalmente opuesta al ideal transhumanista. Los Budas ya no son seres ideales, inmunes a toda enfermedad e inmortales, formas perfectas nuestras, sino que son algo totalmente otro, algo que no funciona como funciona el resto de samsara, desde los animales a las deidades mundanas.
Por eso, si tuviese que pensar en un budismo futuro, creo que sería un budismo alienado y alienante, exiliado aún de las formas del budismo mismo. Un xenobudismo. Un budismo que, como el Sutra del Corazón siempre está más allá, desterritorializando cada yo ideal, deconstruyendo. Un budismo que no es un templo grande o una estupa elaborada, sino que, como el viento no se lo ve, pero está porque se siente.
Un futuro dónde los cyborgs ensamblados en Detroit probablemente observen sin comprender a los aliens que, gozosamente, meditan en las estrellas.
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Federico Andino es profesor e investigador de la Universidad del Salvador, Departamento de Estudios Tibetanos. Enseña Filosofía Budista, Estudios Tibetanos y Tibetano. Es el maestro de la tradición Palden Sakya del budismo tibetano y director ejecutivo de la Fundación Internacional de Archivos Sakya.