Aportar Dharma a la ciencia funesta: la economía budista de Clair Brown
De Craig Lewis
«En las economías budistas, las personas son interdependientes entre sí y con la naturaleza, de modo que el bienestar de cada persona se mide por cómo de bien funciona cada uno y el entorno con la finalidad de minimizar el sufrimiento de las personas y el planeta. Se asume que todo el mundo tiene derecho a tener una vida cómoda con acceso a nutrición, atención médica y educación básicas y la garantía de que se respetarán sus derechos humanos. El bienestar de un país se mide por la suma del bienestar de todos los residentes y la salud del ecosistema.» Clair Brown, Buddhist Economics, 2017.
Budista practicante, profesora de economía de la Universidad de California en Berkeley (UCB) y directora del Centro para el Trabajo, la Tecnología y la Sociedad en la UCB, Clair Brown tiene un historial académico formidable. Ha publicado una investigación a fondo sobre numerosos aspectos relativos al funcionamiento de las economías, que incluyen estándares de vida, determinación de los salarios, desigualdad, sostenibilidad, industrias de alta tecnología e ingeniería de desarrollo, y su enfoque vital y económico basado en el Dharma ha sido incluido en Eminent Economists II – Their Life and Work Philosophies (Cambridge University Press, 2013).
Como autora de Buddhist Economics: An Enlightened Approach to the Dismal Science (Bloomsbury Press, 2017), la profesora Brown hace confluir los ámbitos aparentemente dispares del Budadharma y la economía, presentando un modelo holístico de desarrollo sostenible y sostenibilidad social con especial hincapié en las ideas budistas de interdependencia, el valor de la dignidad humana y la calidad de vida.
En lugar de confiar en las economías de mercado que promueven el interés propio, el consumo constante y la explotación del medio ambiente, la profesora Brown aboga por una evolución hacia una economía sostenible que apoye una vida cómoda y con sentido para todos los miembros de la sociedad, incorporando una prosperidad compartida y los valores para un mundo más equitativo, compasivo y feliz. Pero ¿tenemos la voluntad necesaria para emprender este camino?
Buddhistdoor Global: Gracias por compartir su tiempo con nosotros, profesora Brown. ¿Podría hablarnos sobre su contexto personal, su camino hacia el budismo y cómo se manifiesta su práctica en su día a día?
Clair Brown: Hace una década que practico el budismo tibetano y la meditación diaria es una parte importante de mi vida. Crecí como cristiana episcopal y en mi vida adulta he probado distintas prácticas espirituales, incluidos distintos tipos de budismo. Ninguna de ellas me apeló hasta que empecé a practicar con un rinpoche budista tibetano que abrió un templo de meditación en una antigua iglesia episcopal no lejos de mi casa. Mi sangha es especialmente importante para mí, como amigos y como activistas espirituales. Como mi práctica incluye oraciones y actividades para cuidar de la Madre Tierra en estos tiempos de crisis climática, a menudo tomo como ejemplo a otros seglares budistas, porque muchos monjes no incluyen la sostenibilidad como parte de sus enseñanzas Dharma.
Buddhistdoor Global: ¿Cómo se fusionan esas experiencias en su actual interés por la «economía budista», dos términos que rara vez encontramos juntos en la misma frase?
CB: Como profesora de economía que ha dedicado su carrera a reducir las desigualdades y hacer que la economía trabaje para todas las personas, empecé a preocuparme por cómo la desigualdad no ha dejado de incrementarse durante las últimas cuatro décadas. Después, la crisis del calentamiento global se convirtió en nuestro principal desafío a medida que las consecuencias del cambio climático dañan comunidades y a todos los seres del mundo. Para trabajar en la integración de la equidad y la sostenibilidad en un modelo económico empecé a dar un seminario para los alumnos de segundo curso, «Economía budista», que se construye sobre las ideas budistas de interdependencia entre las personas y con el planeta y de actuar con compasión para aliviar el sufrimiento. La asignatura se ha hecho muy popular y he aprendido mucho dándola.
BDG: La economía budista pone mucho énfasis en el modo de vida correcto. Esto parece ser un punto débil significativo en los modelos económicos sobre los que se construyen las sociedades más contemporáneas. ¿Cómo ve que se esté abordando este desequilibrio?
CB: Las Cuatro Nobles Verdades del Buda guían el comportamiento individual en la economía budista. Como sabes, la cuarta verdad es que el Camino Óctuple proporciona una forma de vida sin sufrimiento. El Camino Óctuple incluye tres actividades interrelacionadas que implican actividades económicas: acción correcta, ocupación correcta y esfuerzo correcto. Las tres actividades económicas trabajan juntas: Acción correcta significa hacerlo todo con consciencia plena y compasión, sin dañarnos a nosotros mismos ni a los demás; esto va acompañado de la ocupación correcta, ganarse la vida sin dañar a los demás mientras cultivamos nuestras buenas cualidades; y esto forma parte del esfuerzo correcto, que desarrolla nuestras cualidades saludables, como la generosidad, el amor benevolente y la sabiduría, que son los antídotos de los tres venenos: avaricia, ira e ignorancia.
Esta forma de vida es compatible con la mayoría de las religiones y muchas sociedades enseñan a «no hacer daño», a «cuidar de los demás y el entorno» y que el buen comportamiento incluye la generosidad y la bondad. Sin embargo, nuestro sistema económico competitivo y de libre mercado promueve el consumismo, el egoísmo y la dominación de la naturaleza, y esto hace que la gente sufra en un mundo desequilibrado. La economía budista promueve el cuidado de los demás y de la Tierra, y el alivio del sufrimiento, donde nuestro objetivo es maximizar el bienestar de todos en lugar de maximizar el consumo y los ingresos.
BDG: ¿Se pueden aplicar estos principios budistas en un marco de economía de libre mercado moderna o hace falta un replanteamiento fundamental sobre cómo se estructuran nuestras economías y sociedades?
CB: La economía budista se centra en el cuidado de los demás y de la Tierra y en aliviar el sufrimiento, nuestro objetivo es maximizar el bienestar de todos en lugar del consumo y los ingresos. En una economía budista, el gobierno proporciona programas sociales que facilitan cuidados médicos, educación y cuidado para los niños y ancianos y una red de seguridad social, así como regulaciones y políticas impositivas que estructuran los mercados para proporcionar los resultados deseados. Los resultados de las empresas incluyen el bienestar de los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente, así como el de los accionistas. Las personas viven de una manera consciente y cuidan las unas de las otras y del planeta.
Los economistas y los científicos sobre el clima, junto con los maestros budistas, ya nos han mostrado las políticas para alcanzar estos objetivos. La economía budista aúna estas políticas probadas, que abarcan un amplio rango de gobiernos, empresas y acciones individuales, para crear una economía y una sociedad en la que se reduzca la desigualdad, que emplee solo energías renovables, sin emisiones de carbono, y que alivie el sufrimiento global. Por ejemplo, los países del norte de Europa son líderes en la creación de sociedades equitativas. Los científicos sobre el clima de las Naciones Unidas han presentado distintas hojas de ruta para que cada país haga la transición hacia energías renovables. Las Naciones Unidas, con sus objetivos de desarrollo sostenible, nos han mostrado cómo reducir el hambre y la pobreza extrema, y cómo mejorar la educación y los derechos humanos a escala global.
Sabemos cómo mover una economía budista. Lo que necesitamos es la voluntad política combinada con la habilidad para crear vidas significativas basadas en el cuidado los unos de los otros y del medio ambiente. Los neurocientíficos han demostrado que ayudar a los demás nos hace felices y han validado que comprar más «cosas» no conduce a la felicidad a largo plazo. Apaguemos nuestros dispositivos y pantallas, dejemos de rendirnos a la influencia de famosos y anunciantes y disfrutemos de nuestras relaciones y del mundo que nos rodea.
BDG: La economía moderna, como se entiende popularmente, parece diametralmente opuesta a la idea de la práctica religiosa espiritual, especialmente en el nivel más profundo, pienso en términos de sus respectivas ideas conceptuales (y no conceptuales) sobre la realidad y la sociedad. ¿Cómo se pueden integrar estas dos formas de pensamiento?
CB: Sí, muchos periodistas y medios de comunicación no han prestado atención a mi libro porque «no tratamos temas religiosos», me decían. Aunque yo sigo una práctica espiritual budista, no creo que Buddhist Economics trate de introducir la religión en la economía. Más bien expande la economía para incorporar el cuidado del espíritu humano y apoyar a las personas en la búsqueda de una vida con sentido. Nuestro principal foco debería ser «¿qué es importante para mí?» y «¿Cómo puedo vivir mi vida de forma que tenga sentido?» además de «¿Cómo pueden nuestras actividades como población, empresas y naciones funcionar en una economía regenerativa que cuide y sane la Tierra?».
BDG: Hay dos conceptos centrales de la economía budista que he ido encontrando en su libro y son la interdependencia y la sostenibilidad. Cada día se reconoce más la importancia de esto último, aunque mucho más lentamente de lo que nos gustaría, mientras que la interdependencia, la interconexión, parece ser un aspecto mucho más sutil y complejo que introducir en un mundo en el que la gente trabaja en áreas cada vez más especializadas en las que su foco de interés cada vez está más alejado del contexto global.
CB: La sostenibilidad se basa en nuestra interdependencia con la Tierra, y estoy de acuerdo en que las personas están comprendiendo por fin que una economía basada en la dominación humana de la Tierra para incrementar el consumo está agotando los recursos naturales y matando el planeta tal y como lo conocemos. Debido a la crisis climática, las personas empiezan a darse cuenta de que nuestros modelos económicos de libre mercado basados en el egoísmo y el materialismo hacen que nuestras vidas estén llenas de estrés e infelicidad. Cuando las personas sienten que son interdependientes entre sí, y que pueden ayudarse y cuidar los unos de los otros, son más felices y sus vidas se convierten en más valiosas y significativas. Los neurocientíficos han demostrado que las enseñanzas de Aristóteles sobre la felicidad, junto con las del Dalai Lama, son ciertas. El enfoque de la economía budista no es incompatible con un mundo donde las personas tienen un conocimiento especializado o llevan a cabo actividades. Lo importante son los objetivos de nuestra economía y nuestra sociedad, y asegurar que tenemos una economía regeneradora y que se preocupa por las cosas.
BDG: En su opinión, ¿existe alguna sociedad que esté implementando de manera exitosa algunos de estos principios de una manera sostenible o asumible?
CB: Los gobiernos tienen un papel importante en la creación de una economía budista porque las políticas y programas gubernamentales estructuran los mercados y determinan cómo funciona la economía y sus resultados. Un problema de las políticas y los sistemas económicos es que la mayoría de estos se centran solo en un problema, desigualdad, sostenibilidad, hambre, en lugar de optar por un enfoque integrado. Por ejemplo, tenemos Suecia o Dinamarca, que tienen economías bastante equitativas y una población feliz, junto con una desvinculación de la economía de las emisiones de carbono. Sin embargo, estos países ricos no están reduciendo el consumo derrochador y extravagante y sus economías no son regeneradoras o sostenibles, porque sus estándares de vida emplean más recursos de los que el planeta puede regenerar o recargar. Las personas de los países ricos pueden reducir los lujos de su estilo de vida y pasar el foco del consumo a las relaciones y experiencias. Pueden reducir sus horarios laborales para tener más tiempo para las cosas que son importantes para ellos. Así, las personas de los países pobres podrían incrementar su consumo de bienes y servicios básicos en un mundo sostenible con prosperidad compartida. La salud y el bienestar de la gente de todo el mundo mejoraría.
BDG: Después de presentar una idea bastante exhaustiva de un modelo de desarrollo económico más sostenible y equitativo guiado por principios budistas, ¿es usted optimista al respecto de que este tipo de enfoques se implementen a una escala significativa?
CB: Soy optimista por dos motivos. En primer lugar, las personas de las comunidades de todo el mundo se están uniendo para crear economías que funcionan para ellas, y los activistas de base están liderando el camino hacia economías budistas. En segundo lugar, la crisis climática está haciendo que la gente entienda que somos interdependientes con el planeta y que debemos actuar juntos para mitigar el calentamiento global. Tengo la sensación de que las grandes empresas están dando sus últimos coletazos en cuanto a dictar cuáles son nuestra energía, atención sanitaria y políticas militares, y que la gente se está activando en materia política para recuperar sus gobiernos y crear las economías responsables y regeneradoras que quieren y merecen. No existe una bala de plata ni un único camino correcto, y lo que sucede a nivel de comunidades en todo el mundo me anima.
Un paso importante que deben dar las personas es trabajar juntas y pasar a la acción. Cada persona puede vivir de manera consciente con amor, generosidad y sabiduría y, sin embargo, todos debemos también unirnos a los demás para crear el mundo que queremos. Thich Nhat Hanh nos enseñó que: «Sanar nuestros cuerpos y mentes debe ir de la mano con sanar la Tierra […] Juntos, podemos lograr nuestra transformación real y la del mundo […] Sobreviviremos y creceremos juntos con la Madre Tierra, o no lo haremos.» Juntos podemos cambiar cómo dominan la economía las grandes empresas, el modo en que las élites se quedan con la riqueza y la utilizan para manipular el sistema. Adoptar la economía budista requiere valentía, la valentía de cambiar, de crear una economía regeneradora, de promover la justicia y de vivir con alegría. Ojalá tus lectores se unan a este compromiso de por vida en beneficio de todos.