El budismo y la abundancia: (Jing’an monastery) monasterio de tranquilidad y paz en Shanghai
Guoying Stacy Zhang
La ciudad de Shanghái deslumbra con imágenes alucinantes: el encanto del París de Oriente, la fascinante brisa a lo largo del rio Bund, las construcciones de estilo art déco en la antigua concesión francesa y el perfil futurista de la zona financiera de Lujiazui. Shanghái se ha convertido en una de las ciudades más vibrantes del mundo, especialmente desde las reformas económicas de 1990.
El budismo podría ser lo último que uno asociaría con una ciudad como Shanghái, ya que, a menudo, el budismo implica una larga historia y un estilo de vida ascético. Sin embargo, aunque Shanghái suele percibirse como una ciudad joven y moderna, los primeros asentamientos en la región se remontan al periodo neolítico. Por ejemplo, hace poco se descubrieron vestigios de la cultura Songze (崧泽) (3800–3300 a. C.) en el distrito de Qingpu. Desde el momento en que el budismo se introdujo en China durante la dinastía Han (206 a. C. –220 d. C.), no tardó arraigar en la zona de Shanghái.
Quien haya viajado a Shanghái es probable que haya pasado en algún momento por el Monasterio Jing’an, dada su ubicación céntrica en el número 1686 de la calle Nanjing oeste. Fundado en el año 247 por el famoso monje Kang Senghui (康僧会), descendiente de una familia de mercaderes sogdianos, el monasterio se llamaba en un principio Hudu Chongxuan (沪渎重玄) y estaba situado en la orilla norte del río Suzhou. Dice la leyenda que, en el año 313, dos estatuas de piedra de Buda bajaron flotando milagrosamente por el río Suzhou hasta el monasterio. Las estatuas lucían las inscripciones 维卫 (vipashyin) y 迦叶 (kashyapa) respectivamente: dos de los siete Budas del pasado. Esta leyenda no solo está recogida en textos antiguos,* sino que también hay una representación de la escena en la caverna 323 en Dunhuang.
En 1008, el monasterio pasó a llamarse Jing’an (静安), que significa «tranquilidad y paz», y en 1216 fue trasladado a su ubicación actual. Como muchos monasterios budistas en China, Jing’an ha experimentado grandes altibajos a lo largo de su historia. Durante la rebelión Taiping (1850–1864), influida por enseñanzas cristianas, el monasterio Jing’an fue incendiado, y solo sobrevivió una sala principal. Su reconstrucción fue rápida gracias a la financiación de la comunidad laica y, durante la primera mitad del siglo xx, sirvió como centro budista de Shanghái e incluso del resto de China. Varios líderes budistas de aquella época se quedaron y enseñaron en el Monasterio Jing’an, entre ellos, el Venerable Jing’an (敬安) (1851–1912), el Venerable Yuanying (圆瑛)(1878–1953), el Venarable Taixu (太虚)(1889–1947) y Zhao Puchu (赵朴初)(1907–2000), que fue el segundo presidente de la Asociación Budista China tras el ya mencionado Venerable Yuanying. Sin embargo, cuando la Revolución Cultural sacudió China, el monasterio Jing’an fue despojado de sus bienes más importantes y convertido en una fábrica, y no recuperó su función como monasterio hasta 1980.
En la actualidad, el distrito en el que está situado el monasterio Jing’an se ha convertido en una de las zonas más comerciales y caras de China. El distrito recibió el nombre del monasterio Jing’an, al igual que a la estación de metro y el encantador parque de la zona. Entre 1998 y 2012, bajo la dirección del actual abad del monasterio, el Venerable Huiming (慧明), el monasterio Jing’an se transformó en un majestuoso complejo arquitectónico. Construida sobre una base de cemento, su estructura está completamente hecha de madera, siguiendo el estilo de la dinastía Song. La madera elegida es teca, importada de Myanmar. La estupa en la parte trasera del monasterio mide 63,68 metros de altura. De bronce dorado, su forma es una fusión de las arquitecturas del templo Mahabodhi y de una pagoda de estilo chino. El monasterio Jing’an destaca sin duda de manera potente entre los llamativos rascacielos que lo rodean.
Al entrar en el monasterio, la sensación es la entrar en otro mundo, lleno de tranquilidad y paz. Hoy en día, hay aproximadamente 30 monjes que residen en el monasterio Jing’an. Todos tienen, como mínimo, una licenciatura de la Academia Budista de Shanghái o de la Academia Budista de China. El abad, el Venerable Huiming, obtuvo un doctorado en Historia en la Universidad de Fudan, una de las instituciones más prestigiosas del país.
El supervisor monástico el Venerable Yayun (亚蕴) me dijo: «Seguimos las reglas monásticas y nos adherimos a la Vinaya como las demás comunidades sangha. Casi nunca salimos del monasterio, pero muchas personas vienen a nosotros». De hecho, como símbolo del distrito de Jing’an y de Shanghái, el monasterio no solo atrae a budistas devotos y turistas de todas partes del mundo, sino que también recibe invitados de varias organizaciones nacionales e internacionales. Por ejemplo, en el año 2010, para la conmemoración del 35 aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y Tailandia, la princesa de Tailandia, Maha Chakri Sirindhorn, visitó el monasterio Jing’an y donó una estatua del Buda Shakyamuni en nombre del rey.
La gente tiende a asumir que en el budismo el desarrollo espiritual y el éxito material son contradictorios, ya que el Buda logro la iluminación tras renunciar a sus posesiones materiales. Es cierto que el budismo promueve el desapego, sin embargo, nunca ha condenado a la riqueza en sí. De hecho, sin el apoyo financiero de la comunidad laica, el dharma budista no estaría tan extendido. Al realizar donativos al sangha, los devotos expresan piedad y acumulan méritos. A menudo se pasa por alto el papel clave de los comerciantes en la difusión del budismo. No olvidemos que la Ruta de la Seda, la principal ruta de transmisión del budismo desde la India hacia Asia Central y China, era esencialmente comercial. Los comerciantes eran los más activos a la hora de intercambiar tanto ideas como bienes en grandes cantidades.** Hoy en día, en el budismo chino, los devotos que contribuyen a monasterios son denominados hufa (护法, protectores Dharma).
Por otra parte, el budismo enseña cómo se debe percibir, adquirir y emplear la riqueza. Desde los inicios del budismo, el principio de dana (dar) ha guiado a los budistas en el cultivo de su ser y, también, en el trabajo por el bienestar de todos los seres dotados de sentidos. En el año 2006, el monasterio Jing’an estableció la Fundación Budista Fuhui (佛教福慧基金) y, desde entonces, ha donado decenas de millones de yuanes chinos para la construcción de escuelas del Proyecto Esperanza (Hope Project), para ayudar en caso de desastres naturales, así como para colaborar con iniciativas que mejoren la calidad de vida de los pobres y los ancianos. De hecho, en el delta del río Yangtsé, la región económica más próspera de China, los monasterios budistas, cuyo número supera a los de otras regiones, son quienes lideran las causas benéficas. En cierto sentido, la riqueza pone de manifiesto la benevolencia y generosidad del budismo.
El Venerable Yayun afirma que, en los últimos años, ha tenido lugar un fuerte resurgimiento del budismo en Shanghái, especialmente entre los jóvenes. «En las escuelas, los jóvenes están ocupados estudiando libros de texto y sacando buenas notas» comentó. «Cuando empiezan la universidad o a trabajar, tienen más tiempo para sí mismos, experimentan cierta confusión y se enfrentan a distintos retos. Empiezan a cuestionar el sentido de la vida y buscan su crecimiento espiritual. Cada vez más, los jóvenes se interesan de verdad por el budismo y acuden a nosotros en busca de respuestas.»
Situado en el centro de la ciudad, el monasterio Jing’an abre sus puertas a personas de todo el mundo. «Periódicamente, organizamos lecturas y programas de meditación que han alcanzado bastante popularidad», agrega el Venerable Yayun. «De hecho, el número de maestros Budistas cualificados no basta para la gran cantidad de gente que necesita entender y estudiar el budismo hoy en día. Incluso hemos mejorado bastante la infraestructura de los monasterios, pero aun nos falta mucho por hacer en cuanto a la difusión del dharma. Antiguamente, los maestros dedicaban su vida al aprendizaje y la práctica del budismo, pero, hoy en día, es bastante habitual que haya monjes que se dediquen a enseñar inmediatamente después de haberse graduado de las academias budistas. A veces, se oyen comentarios negativos acerca del sangha en los medios de comunicación. En ocasiones son producto de la ignorancia y de malentendidos, pero, a veces, exponen problemas existentes en el budismo contemporáneo. A los monjes aún nos queda mucho trabajo por hacer».
En la actualidad existen más de 100 monasterios Budistas en Shanghái.*** Además del monasterio Jing’an, el monasterio Longhua (龙华), establecido durante el período de los Tres Reinos (220–280 d. C.) y el monasterio del Buda de Jade (玉佛), fundado en 1883, son los más populares. Otras organizaciones budistas incluyen la Asociación Budista de Shanghái, la Academia Budista de Shanghái, y Jushilin (Bosque de Laicos), un templo dirigido por budistas laicos en la ciudad.
* Ver, por ejemplo, Yunjian Zhi (《云间志》) compilado en el cuarto año de Shaoxi (绍熙) en la dinastía Song del sur (1193).
** Me gustaría dar las gracias al profesor Stefano Zacchetti de la Universidad de Oxford, que fue el primero en señalarme esto en uno de nuestros seminarios, cuando estudiaba en el Instituto de Arte Courtauld.
*** Página web oficial sobre el budismo en Shanghái (Shanghai Buddhism official website)