Nicholas Roerich, Tsam mongol, 1928
JOSEPH HOUSEAL
El budismo y los rituales budistas, establecidos en Mongolia durante casi 200 años, fueron aniquilados por un régimen ruso que gobernó desde 1921 hasta 1970. Si bien gracias a Rusia Mongolia obtuvo una ópera y una compañía de ballet de estilo occidental, sin embargo, su tradición indígena de budismo fue diezmada, y nunca se ha recuperado por completo.
No obstante, varios exploradores, etnógrafos y artistas internacionales realizaron notables documentaciones visuales del tsam monástico budista mongol (la variante mongola de la palabra tibetana cham), y entre ellos el ruso Nicholas Roerich (1874-1947), el sueco Sven Hedin (1885-1952), el alemán Werner Forman (1922-2010) y el pintor mongol Urjingiin Yadamsuren (1905-87). Después de 1930, el tsam nunca volvió a ser ejecutado en Mongolia como aquella tradición ininterrumpida iniciada en la región de Urga (el nombre tradicional e histórico de Ulán Bator, la capital mongola donde Roerich vivió durante medio año, desde septiembre de 1926 hasta abril de 1927). Al ser ruso, Roerich tuvo la libertad de moverse por toda Mongolia durante la década de 1920, siendo testigo de este gran ritual de danza que alguna vez fue común en Tíbet, Mongolia y Buriatia.
Roerich fue un artista, un arqueólogo, un abogado, un teósofo en busca de sabiduría y un defensor del arte simbolista ruso – un movimiento impregnado de intenciones espirituales e implicaciones místicas -. Roerich estaba interesado en algunas de las mismas cosas que Freud y Rasputín: en la hipnosis, en sesiones de espiritismo, estados alterados y trance. En su época, Roerich fue un feroz protector de la cultura, y especialmente durante y después de la guerra. Era un conservacionista cultural. Hoy en día, Roerich es mejor conocido como un artista cuyas pinturas han trascendido su origen y época para convertirse en ejemplos radiantes de un estilo de pintura individual, el cual capturó momentos de misticismo y belleza a lo largo de los viajes espirituales de Roerich a través del Himalaya y más allá. Su trabajo continúa hablándoles a las nuevas generaciones a través de su singular estilo, contenido e intención.
Los teósofos y otros miembros de la generación de Roerich han sido criticados por ser demasiado románticos e idealizar las tradiciones espirituales asiáticas. Estas son críticas meramente mezquinas a la que fue, en algunos casos, la fuerza impulsora detrás de estos extraordinarios individuos, quienes legaron al mundo excelentes registros. Existen, de hecho, sabios maestros de tradiciones antiguas en Asia. Es más, hay muchos maestros sabios en los acantilados; y este no es un tropo inventado; Puedo compartir varias historias sobre encuentros con maestros espirituales en acantilados. Y algún día lo haré.
Estos golpes bajos de los críticos modernos que no pueden comprender los tipos de experiencias que tuvieron personas como Roerich, están atacando al carácter e intenciones de los pioneros culturales y se están volviendo, con razón, pasados de moda. Pues no dan cuenta de la humanidad y fallan como lentes a través de los cuales entender el comportamiento histórico. Roerich se sentía interesado en las tradiciones de iniciación mistérica, ya fueran estas egipcias, tibetanas o griegas antiguas. De hecho, en sus viajes identificó y localizó algunas de estas tradiciones, aprendiendo que el budismo tántrico se basa absolutamente en la transmisión iniciática y en los misterios secretos. La relevancia de Roerich ya ha sobrevivido a sus críticos.
Roerich aspiraba a expresar este carácter sagrado en su arte, no a exponerlo, revelarlo, explicarlo, definirlo o utilizarlo para avanzar en una carrera académica. Muestra la enorme tela colocada sobre estructuras de madera para desafiar el paisaje y el clima; y su pintura exhibe el elaborado mandala dibujado en el suelo para guiar el ritual. Su pintura muestra a bailarines con la mayor seriedad y concentración, animando toda la experiencia interdimensional, la cual en ese momento incluía avanzadas visualizaciones místicas en plena realización de las danzas colectivas.
Roerich pintó los rituales mistéricos iniciáticos, no su explicación. Y esta no es para nada alguna conexión fantasiosa que estableció entre las antiguas prácticas de misterios. La investigación contemporánea en China desde la década de 1980 ha demostrado que muchas prácticas exorcistas existentes, incluido el cham budista tibetano, se derivan de rituales muy arcaicos de bendición para una larga vida y bienestar, entendidos temáticamente como wu nuo – o sea, el exorcismo efectuado mediante la danza de un chamán enmascarado -. De hecho, las intuiciones de Roerich fueron acertadas. Tenía razón: este tsam mongol era en verdad un ejemplo de un antiguo rito mistérico para iniciados. Y él fue la única persona en la Tierra, que se sepa, que ha dejado constancia de este ritual danzario.
El cuadro Tsam mongol fue creado en Darjeeling en 1928. Fue pintado de memoria y mediante bocetos. Lo más probable es que los thangkas de la pintura no sean de Roerich mismo, sino de un pintor de thangkas monástico tibetano. Esto indica claramente que los monjes budistas apoyaron su labor, e incluso participaron en ella. Sin la pintura de Roerich, no habría registro de esta danza, ni de esta forma única de los nómadas mongoles de escenificar las danzas: en espacios abiertos y con andamios temporales para sostener enormes íconos bordados.
Las principales deidades budistas tibetanas de la longevidad y la larga vida están representadas en este rito religioso danzado: Amitayus, el Buda de la vida eterna; Tara Blanca, una deidad femenina materna, y Usnisavijaya, la deidad protectora de múltiples brazos a la derecha del Buda principal. En la base de los bordados se puede ver sutilmente una fila interminable de monjes. Los observadores aparecen perfilados en sombras, vestidos con ropas tradicionales. Los monjes bailarines iniciados rodean el activo campo de meditación del detallado y colorido mandala en el suelo.
En la actualidad resulta incierto el paradero del cuadro. En algún momento del 2017 estuvo bajo custodia de la policía rusa como parte de un caso de lavado de dinero. Vi la pintura en Ulán Bator en el 2012. Es asombrosa y bella, y el único vínculo que tenemos con el cómo se realizaba el tsam en la antigua Urga.
Joseph Houseal
Joseph Houseal es el director del Core of Culture, una organización dedicada a salvaguardar la cultura mundial intangible y a asegurar la continuidad de las antiguas tradiciones danzarias en sus propios lugares de origen. Como expresión religiosa, filosófica y ritual, la danza tiene un papel importante en la práctica del budismo, el taoísmo, el hinduismo y otros sistemas de creencias asiáticos. Las largas e ininterrumpidas transmisiones de formas de movimiento se reflejan en representaciones artísticas religiosas, en las que la iconografía performativa es un código místico además de una ilustración del movimiento. Danzas Antiguas analiza los aspectos de la danza y la espiritualidad para mejorar la práctica y el aprecio entre los lectores, y para elevar la conciencia cultural en nuestro mundo cambiante. Utiliza la danza como lente para explorar estados de conciencia y representaciones simbólicas. Danzas Antiguas se publica mensualmente.